Juan Sánchez Cotán para niños
Juan Sánchez Cotán (1560-1627) fue un importante pintor español del Barroco. Nació en Orgaz, Toledo, y fue alumno de Blas de Prado. También recibió influencia de artistas que trabajaron en El Escorial, como Luca Cambiaso.
Sánchez Cotán trabajó en Toledo y tuvo muchos clientes. En 1603, decidió unirse a la Cartuja, una orden religiosa muy estricta, y se mudó a Granada. Allí vivió hasta su fallecimiento el 8 de septiembre de 1627.
La mayor parte de su trabajo son pinturas religiosas, especialmente las que hizo para la Cartuja de Granada. También pintó retratos y paisajes, pero es más conocido por sus bodegones (pinturas de objetos inanimados, como frutas y verduras). Sus bodegones se hicieron muy famosos después de una exposición en Madrid en 1935. Dos de sus obras destacadas son el Bodegón de caza, hortalizas y frutas (que está en el Museo del Prado) y el Bodegón del cardo (en el Museo de Bellas Artes de Granada). Estas pinturas son consideradas muy importantes en la historia de la pintura de objetos en España.
Los bodegones de Sánchez Cotán, con su estilo sencillo y los alimentos que muestran, a veces se han interpretado como obras con un significado espiritual. Algunos expertos los veían como una forma de mostrar la vida simple y la importancia de lo esencial, a diferencia de las pinturas más lujosas de otros lugares. Sin embargo, otros creen que simplemente mostraban alimentos que eran muy valorados en su época.
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¿Quién fue Juan Sánchez Cotán?
Juan Sánchez Cotán fue bautizado el 25 de junio de 1560 en Orgaz, Toledo. Sus padres fueron Bartolomé Sánchez de Plasencia y Catalina Ramos. Se sabe que su abuelo materno se llamaba Alonso Cotán, y de él tomó su segundo apellido.
No se sabe a qué se dedicaba su padre, por lo que no se sabe si influyó en su interés por la pintura. Sin embargo, su hermano, Alonso Sánchez Cotán, fue escultor en Alcázar de San Juan (Ciudad Real), y sus hijos también siguieron esa profesión.
Sus años como pintor en Toledo
Se cree que Sánchez Cotán fue alumno de Blas de Prado en Toledo, quien le enseñó a pintar frutas. Aunque no hay documentos que lo confirmen, es muy probable, ya que Prado viajaba mucho a El Escorial y aprendía las nuevas formas de pintar de la época. Se dice que Blas de Prado fue el primero en pintar bodegones en España, aunque ninguna de sus obras de este tipo se ha conservado. Sánchez Cotán y Prado tuvieron una relación de amistad y trabajo hasta la muerte de Prado en 1599.
El testamento de Sánchez Cotán de 1603, cuando se preparaba para entrar en la Cartuja, y el inventario de sus bienes, nos dan mucha información sobre su vida y su carrera hasta ese año. Por estos documentos, sabemos que el pintor tenía una vida cómoda y muchos clientes, incluyendo nobles y religiosos. También hacía trabajos más sencillos para clientes menos importantes, como pintar un escudo de armas para un zapatero. Tenía muchos deudores, entre ellos los herederos de su antiguo maestro.
En su casa, que también era su taller, tenía objetos de valor e instrumentos musicales. No tenía muchos libros, pero sí uno de pintura de Blas de Prado, un libro de dibujos de él y un libro de perspectiva. También tenía un libro religioso que le servía para pintar santos, que era su principal trabajo. Antes de unirse a la Cartuja, su religiosidad se mostraba en un hábito franciscano, un rosario y algunas reliquias que envió a la Cartuja de Granada junto con sus gafas y pinceles.
El inventario también incluía casi sesenta pinturas, la mitad de ellas religiosas, trece retratos (uno de ellos un autorretrato sin terminar) y nueve bodegones. No todas eran suyas. Sánchez Cotán tenía dos obras de El Greco, pero el estilo de El Greco no influyó mucho en él. Le gustaba más la pintura de El Escorial, y tenía un cuadro de Cristo de El Mudo y una Oración del huerto de Luca Cambiaso. El pintor con el que tenía una relación más cercana era Juan de Salazar, a quien nombró albacea de su testamento. Salazar era dueño del Bodegón de caza, hortalizas y frutas y había trabajado en El Escorial. Le gustaban los detalles realistas en la pintura, y es posible que esto influyera en Sánchez Cotán.

Algunas de las pinturas de Sánchez Cotán mencionadas en los documentos tienen características que recuerdan a Jacopo Bassano, como dos paisajes de las estaciones del año. También se mencionan copias de Tiziano, que podrían ser para sus clientes más que por su propio interés en la pintura veneciana.
Una de esas copias de Tiziano era el Rapto de Europa. También tenía en su taller una pintura de tema mitológico, un Juicio de Paris, que podría ser suya.
En cuanto a los bodegones que le dieron fama, el inventario de 1603 muestra que Sánchez Cotán hacía copias de sus propios bodegones para sus clientes. El bodegón del Museo del Prado, firmado en 1602, es un ejemplo de su estilo ya desarrollado.
Sánchez Cotán pintó muchos retratos de personas de Toledo y de la familia real. A juzgar por la cantidad de retratos que tenía en su taller, esta debió ser su principal ocupación después de la pintura religiosa. Sin embargo, solo se ha conservado el retrato de Brígida del Río, La barbuda de Peñaranda (1590), que está en el Museo del Prado.
Su vida como hermano lego en la Cartuja de Granada

Sánchez Cotán firmó su testamento el 10 de agosto de 1603 para entrar en la Cartuja de Granada. Es posible que antes pasara unos meses en otro convento hasta que fue aceptado en la Cartuja el 8 de septiembre de 1604. Más tarde, se trasladó a la Cartuja de El Paular, donde estuvo en 1610. Allí hizo un acuerdo con su sobrino para pintar un retablo para una iglesia en Toledo. También dejó algunas pinturas en El Paular, aunque la mayoría se han perdido.
Dos años después, regresó a Granada. Se estableció definitivamente en la Cartuja de Granada y decoró el monasterio con sus pinturas. Muchas de sus obras conservadas hoy provienen de allí y se encuentran en la propia Cartuja y en el Museo de Bellas Artes de Granada. Además de pintar, Sánchez Cotán usaba sus habilidades manuales para ayudar en otras tareas del monasterio, como reparar objetos o relojes. Se dice que llevó una vida muy dedicada y que la Virgen se le apareció para que la retratara. Falleció en 1627.
¿Cómo era el estilo de Sánchez Cotán?

El contacto de Sánchez Cotán con artistas de El Escorial y su conocimiento de sus obras fueron muy importantes para desarrollar su estilo personal, que apenas cambió con los años. La influencia de El Escorial se ve en la grandeza de algunas de sus figuras, como las de San Pedro y San Pablo, y en la forma geométrica de sus composiciones, que aprendió de Luca Cambiaso. También de Cambiaso tomó el uso de luces y sombras fuertes, como se ve en pinturas como La Virgen despertando al Niño.
También tomó detalles realistas de El Escorial, como la lucha entre un perro y un gato que pintó en primer plano en la Última Cena para la Cartuja de Granada, imitando una obra de Fernández Navarrete. Sin embargo, Sánchez Cotán reinterpretó la solemnidad de El Escorial con un estilo más personal y sencillo, recuperando modelos flamencos del siglo XVI.
No le gustaban las exageraciones del Manierismo ni el estilo barroco que empezaba a surgir. Su pintura es tranquila y ordenada, lo que se ha visto como un reflejo de su carácter contemplativo y bondadoso como monje. Con esa calma, abordó temas difíciles como los martirios de los monjes cartujos de Inglaterra. Sus composiciones son equilibradas y siempre muestra los momentos previos al martirio, dedicados a la oración, en lugar de la muerte misma. Esto lo diferencia de otros pintores que trataron los mismos temas con más dramatismo.
Obras destacadas de Sánchez Cotán
Sánchez Cotán rara vez fechaba sus obras, lo que hace difícil saber cuándo las pintó, y su estilo cambió poco. Por eso, solo se puede suponer que las pocas pinturas religiosas que no son para la Cartuja y los bodegones mencionados en el inventario de 1603 son de su etapa en Toledo, excepto quizás el Bodegón del cardo del Museo de Bellas Artes de Granada.
Su etapa en Toledo
De esta primera etapa, además de los bodegones y el retrato de La barbuda de Peñaranda (1590), la obra más importante que se conserva es Cristo y la samaritana del convento de Santo Domingo el Antiguo de Toledo. Esta pintura, de tamaño mediano y firmada, ya muestra los tipos de personas que usaría el pintor en sus obras de Granada, así como la composición geométrica que caracteriza toda su pintura. La escena se sitúa en un paisaje suave de estilo flamenco.
El Museo de Santa Cruz (Toledo) tiene dos versiones de San Juan Evangelista en Patmos. Una de ellas, firmada, fue comprada y no se sabe de dónde viene. La otra es la que se describe en el testamento de 1603 como una pintura de la Magdalena transformada en San Juan Evangelista a petición de su dueña. En la iglesia de San Ildefonso de la misma ciudad se conserva un Niño Jesús con la cruz, del que existen algunas copias.
Sus famosos Bodegones
Gran parte de la fama actual de Sánchez Cotán se debe a sus bodegones, a pesar de que solo se conocen siete. Estos cuadros se hicieron más valorados con el "redescubrimiento" de los bodegones españoles del siglo XVII. Aunque antes se consideraba un género menor, el bodegón se hizo independiente como tipo de pintura a finales del siglo XVI. Sánchez Cotán y su maestro, Blas de Prado, son considerados los pioneros de este género en España.
Sánchez Cotán copiaba sus bodegones, total o parcialmente, a petición de sus clientes, como se ve en el inventario de 1603. El bodegón del Museo del Prado, firmado en 1602, muestra su estilo ya maduro. Sus bodegones suelen mostrar objetos dentro de una especie de despensa oscura, con una luz fuerte que ilumina las piezas de caza, frutas y verduras, tratadas con un dibujo muy preciso.
En el bodegón del Museo del Prado, el elemento principal es un cardo. El bodegón del Museo de Bellas Artes de Granada es más sencillo, con menos elementos. El éxito de estas obras se ve en las copias que se hicieron de ellas.
El bodegón del Museo de Arte de San Diego, sin el cardo, muestra un membrillo, un repollo, un melón abierto y un pepino, dispuestos de forma que parecen describir una hipérbola. Esto ha llevado a pensar que Sánchez Cotán se inspiró en grabados de Arquímedes o en la disposición de notas musicales.
El bodegón del Instituto de Arte de Chicago es una variación del anterior, con la adición de aves. Otro bodegón importante es el de la colección Abelló, que es más cercano al de Madrid por la cantidad de elementos vegetales.
Recientemente, se ha añadido a la lista de obras de Sánchez Cotán un nuevo bodegón: Bodegón con flores, hortalizas y un cesto de cerezas. La presencia de flores es inusual en sus obras conocidas, y la forma en que están pintadas recuerda a Zurbarán. También son especiales las frutas y verduras representadas, como espárragos y cerezas, y la presencia de objetos cotidianos.
Algunos expertos creen que algunos de estos bodegones fueron comprados por el arzobispo de Toledo y luego por el rey Felipe III para el Palacio del Pardo.
Los bodegones de Juan Sánchez Cotán han sido interpretados de muchas maneras, a veces con significados simbólicos o religiosos. Algunos creen que se inspiró en el pensamiento de místicos como Santa Teresa de Ávila, que valoraban la vida sencilla. Otros, como Emilio Orozco, sugieren que el pintor pudo haber leído a fray Luis de Granada, quien también mostraba amor por las criaturas más humildes.
Sin embargo, los libros que tenía Sánchez Cotán en Toledo no sugieren lecturas de este tipo. Además, otros pintores de la época en Holanda, Flandes o Italia, como Osias Beert o Fede Galizia, también usaban una sobriedad similar y luces fuertes.
Francisco Pacheco, un escritor de la época, decía que para pintar frutas solo se necesitaban buenos colores y una imitación precisa. Sánchez Cotán usaba una mezcla compleja de pigmentos para lograr los colores exactos de las verduras, buscando crear una ilusión de realidad. Escritores como Lope de Vega elogiaban sus bodegones por su capacidad de engañar al ojo.
Los inventarios de la época indican que los bodegones se usaban principalmente como decoración, sin que se les diera un significado moral o alegórico. El propio pintor se refería a uno de sus cuadros simplemente como "un lienzo de una caza". Algunos expertos, al analizar las sombras en sus bodegones, creen que a Sánchez Cotán le interesaba principalmente representar cada objeto de forma individual, su volumen y relieve, para luego integrarlos en composiciones ingeniosas. Su interés en estos ejercicios de imitación y entretenimiento puramente pictóricos también se ve en los trampantojos (pinturas que engañan a la vista) que hizo en la Cartuja de Granada.
Pinturas para la Cartuja


Una vez establecido en Granada, Sánchez Cotán realizó muchas obras para decorar su cartuja, la mayoría de las cuales se conservan. Sus temas son siempre religiosos, incluyendo escenas del Evangelio (para las que usó modelos flamencos) e historias de la propia orden, que narró de forma más personal y sencilla.
Entre las primeras, la serie de historias de la Pasión que pintó para el claustro (Museo de Bellas Artes de Granada) son muy emotivas, pero quizás no las más logradas de su obra. Más interesantes son la Huida a Egipto y el Bautismo de Cristo. En la Huida, la composición cerrada del grupo de la Virgen con el Niño y el delicado estudio de las sombras crean una atmósfera tranquila. Al pie de la Virgen, un trozo de pan y queso nos recuerdan al pintor de bodegones.
La Última Cena del refectorio es muy notable. A diferencia de la tradición, Sánchez Cotán sitúa a tres apóstoles de espaldas, haciendo que la agrupación alrededor de la mesa (servida solo con dos peces) parezca más natural. Además, un perro y un gato peleándose en el centro de la composición añaden un toque realista. El efecto de luz de las dos ventanas del fondo, pintadas como trampantojo, es muy hermoso.
Su interés por la perspectiva y por engañar a la vista se ve también en la cruz de madera pintada sobre este lienzo, que se decía que los pájaros intentaban posarse en ella. En el retablo pintado en blanco y negro que enmarca la pintura de San Pedro y San Pablo, se ve su gran dominio de la perspectiva.
Para el claustro pequeño, pintó cuatro lienzos sobre la vida de San Bruno y la fundación de la Orden, y otros cuatro sobre los martirios de cartujos en Inglaterra. La simetría y sencillez de sus composiciones evitan el dramatismo barroco. Las luces, cuidadosamente estudiadas, no son las del tenebrismo. En todo esto, la influencia de Luca Cambiaso y de El Escorial sigue muy presente.
La Visión de San Hugo, obispo de Grenoble, es una obra muy curiosa. En ella, Jesús construye el muro de la cartuja ayudado por la Virgen y otros santos y ángeles. La forma sencilla en que se resuelve esta parte del lienzo contrasta con las figuras más grandes de San Hugo y sus compañeros en la parte inferior, que muestran de nuevo su aprendizaje en la pintura de El Escorial. La Asunción y la Inmaculada también tienen un estilo similar al de El Escorial. La influencia flamenca se ve en otra serie de cuatro lienzos que conmemoran la fundación de la primitiva cartuja, tratados como paisajes con figuras, o en los repetidos cuadros de la Virgen con el Niño, algunos de los cuales recuerdan a Gérard David.