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Ultras (absolutismo) para niños

Enciclopedia para niños
Archivo:Francisco Tadeo Calomarde
Francisco Tadeo Calomarde, un secretario importante entre 1823 y 1833, fue una figura influyente entre los ultras.

Los Ultras o apostólicos, también conocidos como ultrarrealistas o ultraabsolutistas, fueron un grupo en España durante un periodo llamado la Década Ominosa (1823-1833). Este fue el último tiempo del reinado de Fernando VII de España.

Ellos defendían una forma muy estricta de absolutismo, que es un sistema donde el rey tiene todo el poder. Se diferenciaban de otros absolutistas que querían hacer algunos cambios para "suavizar" el poder del rey. Estos otros absolutistas escuchaban los consejos de países como Francia, que había ayudado a terminar con un gobierno más liberal en España en 1823.

Los ultras o apostólicos querían que el absolutismo volviera por completo. Esto incluía restablecer la Inquisición, una institución que el rey Fernando VII no había vuelto a poner en marcha, presionado por otros países europeos.

Su principal apoyo era el hermano del rey, Carlos María Isidro de Borbón. Él era el siguiente en la línea para el trono porque Fernando VII no tenía hijos. Por eso, a veces también se les llamaba «carlistas».

Los ultras o apostólicos intentaron varias revueltas, como las de Joaquín Capapé en 1824 y Jorge Bessières en 1825. Pero el conflicto más grande que causaron fue la Guerra dels Malcontents en 1827, que ocurrió en Cataluña.

¿De dónde viene su nombre?

El nombre de «ultras» lo usaban ellos mismos. Un periódico de la época, El Restaurador, los describió en 1824 como personas importantes de la sociedad que defendían los principios del orden y la autoridad del rey. Creían que no podía haber seguridad si el poder dependía del voto de la gente.

Los liberales, por su parte, solían llamarlos «apostólicos».

A partir de 1830, los ultras o apostólicos empezaron a ser conocidos como «carlistas». Esto ocurrió porque apoyaron al infante Carlos María Isidro de Borbón en la disputa por quién heredaría la Corona. El rey Fernando VII había cambiado la ley para que su hija recién nacida, Isabel, fuera la heredera en lugar de su hermano Carlos.

Cuando Fernando VII murió en septiembre de 1833, esta disputa llevó a la primera guerra carlista.

¿Qué pensaban?

Los historiadores Ángel Bahamonde y Jesús A. Martínez explican que las diferencias entre los absolutistas "reformistas" y los "ultras" no eran sobre el objetivo final, que era mantener el poder absoluto del rey. La diferencia estaba en cómo lograrlo.

Los reformistas querían hacer cambios en la administración del gobierno sin abrir el sistema a nuevas ideas. Los ultras, en cambio, se oponían a cualquier cambio, por pequeño que fuera.

Según Josep Fontana, lo que unía a los ultras era su rechazo al liberalismo y su miedo a que cualquier cambio en el absolutismo pudiera llevar de nuevo a un gobierno liberal. Por eso, los ultras o apostólicos pedían que el absolutismo se mantuviera sin cambios y luchaban contra las ideas modernas que asociaban con el liberalismo.

Emilio La Parra López señala que, aunque ambos grupos defendían la monarquía absoluta, sus diferencias también venían de distintas formas de pensar. Los absolutistas "moderados" eran herederos de pensadores ilustrados que habían servido al Estado y buscaban superar obstáculos para el progreso del país.

Los "ultras", por otro lado, se oponían a las ideas de la Ilustración. Creían que las reformas, incluso las administrativas, eran un ataque al orden natural establecido por Dios. Querían una unión muy fuerte entre el trono (el rey) y el altar (la Iglesia). Pensaban que los intereses de la Iglesia estaban por encima de los del rey y que las leyes debían seguir los principios religiosos. Por eso, insistían en restablecer la Inquisición.

Los ultras también se quejaban de que muchos funcionarios del gobierno eran antiguos liberales. Creían que esto era peligroso para el sistema.

Juan Francisco Fuentes ha dicho que la principal diferencia entre moderados y ultras era que los primeros tenían un mayor sentido de la realidad, mientras que los segundos se dejaban llevar por obsesiones y fantasías. Don Carlos, el hermano del rey, confiaba todo a la religión y a la Providencia. Él creía que con el temor a Dios, habría buenas costumbres, paz y alegría.

Su historia

Archivo:Pedro de Alcántara Álvarez de Toledo y Salm Salm, XIII duque del Infantado (Museo del Prado)
Retrato de Pedro de Alcántara Álvarez de Toledo, duque del Infantado, por Vicente López Portaña (1827). Fue un ultra importante y llegó a ser secretario de Estado.

Los «ultras» o «apostólicos» surgieron de los realistas que lucharon contra los liberales durante el Trienio Liberal en la guerra de 1822-1823. Su mayor influencia se dio al final de esa guerra, cuando una Regencia absolutista gobernaba en nombre de Fernando VII. Esta Regencia quería establecer un gobierno absoluto basado en la religión, donde la Inquisición sería muy importante.

En ese periodo, entre mayo y septiembre de 1823, nacieron o crecieron sociedades secretas ultraabsolutistas, como la Junta Apostólica o El Ángel Exterminador. Según Emilio La Parra López, la Regencia dejó como herencia a Fernando VII la consolidación de estos grupos de absolutistas muy fanáticos, que querían un giro extremo y religioso en la vida pública española.

Estos grupos contaron con el apoyo de quienes se sentían perjudicados por los cambios liberales. Esto incluía a artesanos con dificultades, campesinos afectados por los precios e impuestos, gente pobre de las ciudades, miembros de grupos realistas que se quedaron sin trabajo, y muchos religiosos que se sentían víctimas del liberalismo.

Josep Fontana añade que muchos de los que apoyaban a los apostólicos eran personas afectadas por los cambios económicos de la época. Eran artesanos sin trabajo por la competencia de la industria moderna, campesinos arruinados por la crisis del campo, y gente pobre que extrañaba la ayuda que el antiguo sistema les daba. La Iglesia, el Antiguo Régimen y ellos compartían el rechazo al orden liberal que no había resuelto sus problemas.

Archivo:M Teresa de Braganza
María Teresa de Braganza, princesa de Beira. Ella y su hermana María Francisca de Braganza, esposa de Carlos María Isidro de Borbón, fueron importantes impulsoras del «partido apostólico».

Según Josep Fontana, el «partido apostólico» se fortaleció entre finales de 1823 y 1824. Esto fue una reacción al nuevo gobierno absolutista "reformista" que Fernando VII había nombrado bajo presión de otros países. Contra estos absolutistas moderados, los ultras iniciaron una especie de "guerra civil escondida", dirigida por sociedades secretas. Por eso, los gobiernos de Fernando VII tuvieron que lidiar con la doble amenaza de los liberales y los ultras.

Aunque a veces las sociedades secretas absolutistas se unían para un objetivo, no tenían una organización centralizada. Esto fue clave en el fracaso de sus revueltas. Los ultras mismos difundían historias sobre una junta apostólica que lo controlaba todo para asustar a sus enemigos y parecer más fuertes.

Contaron con el apoyo firme de la Iglesia española y con el "brazo armado" de los Voluntarios Realistas.

Dentro de la familia real, los ultras o apostólicos tenían el apoyo de don Carlos, su esposa María Francisca de Braganza y su cuñada la princesa de Beira. Sus habitaciones en el Palacio Real eran el centro del «partido apostólico». Don Carlos siempre le advertía a Fernando VII que iba por un camino equivocado. Le decía que si no actuaba, podría perder su corona y su vida, y que la religión en España se perdería.

También contaban con la hermana del rey, Carlota Joaquina de Borbón, que estaba casada con Juan VI de Portugal. Ella, que apoyaba la causa absolutista en Portugal, le escribió a Fernando VII desde Lisboa pidiéndole que abriera los ojos y cambiara su forma de gobernar. También lo animó a acabar con todos los liberales.

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