Las mocedades del Cid para niños
Las mocedades del Cid es una obra de teatro muy importante escrita por Guillén de Castro entre los años 1605 y 1615. Esta obra cuenta la historia de Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid, desde que era joven hasta que se convierte en un gran guerrero. Muestra cómo fue un buen vasallo, un cristiano ejemplar, un hijo respetuoso y un enamorado.
Muchos expertos consideran que esta es la obra más destacada de Guillén de Castro. La historia se basa en antiguas leyendas y poemas llamados romances sobre el Cid. Estos romances se unieron a la tradición de usar leyendas históricas para crear un teatro nacional, algo que hicieron tanto Lope de Vega como Guillén de Castro. Las mocedades del Cid es un gran ejemplo de cómo se usaron estas historias antiguas para crear una obra de teatro en el Siglo de Oro español.
Esta obra se hizo muy famosa en todo el mundo gracias a la versión que hizo el escritor francés Pierre Corneille en su obra Le Cid en 1636. Corneille siguió de cerca la historia de Las mocedades, incluso traduciendo algunos versos del autor español. La obra de Corneille ha inspirado muchas otras creaciones literarias, musicales y películas.
Contenido
¿De qué trata Las mocedades del Cid?
La historia comienza con Rodrigo Díaz de Vivar, un joven admirado por la infanta Urraca y por doña Jimena. El rey Fernando I de Castilla lo nombra caballero con todos los honores.
Poco después, el padre de Rodrigo, Diego Laínez, sufre una gran ofensa: el arrogante conde Lozano, padre de Jimena, le da una bofetada. Diego Laínez le pide a su hijo Rodrigo que limpie su honor matando al conde Lozano. Rodrigo lo hace, lo que complica su posible unión con Jimena, a pesar de que ambos están enamorados.
Rodrigo va a casa de Jimena y le pide que lo mate para vengar a su padre, pero ella no es capaz de hacerlo. Sin embargo, Jimena logra que el rey castigue a Rodrigo. Entonces, Rodrigo decide buscar fortuna y gana batallas contra cuatro reyes moros, quienes lo reconocen como «mio Cid», que significa «mi señor». Uno de estos reyes musulmanes es enviado como mensajero al rey de Castilla, y el propio Fernando I empieza a llamar al Cid con ese título.
Jimena sigue pidiendo al rey que castigue al Cid. Sus quejas se expresan con versos de un romance que compara al Cid con un halcón y a ella con una paloma. Mientras tanto, el Cid hace una peregrinación a Santiago de Compostela, a quien había prometido sus victorias. En una escena, Rodrigo, con un rosario en la mano, es puesto a prueba por un leproso que resulta ser San Lázaro. El santo le da su aliento divino y le predice que será un héroe invencible y que ganará batallas incluso después de morir. San Lázaro le pide que regrese ante el rey porque hay un asunto urgente: el rey de Aragón ha enviado a su campeón para luchar por la ciudad de Calahorra. El ganador de esta lucha también obtendrá la mano de Jimena. El Cid vence en el combate, se casa con Jimena y se convierte en un gran héroe de Castilla.
¿Cómo está organizada la obra?
La obra Las mocedades del Cid está dividida en tres partes, llamadas actos. Cada acto tiene diferentes escenas que avanzan la historia.
Acto I | Acto II | Acto III |
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Rodrigo es nombrado caballero con grandes honores. | Jimena se queja y pide justicia al rey. | Urraca renuncia a su amor por el Cid y se queja de su hermano Sancho al rey. |
El consejo del rey. El conde Lozano ofende a Diego Laínez. | Rodrigo visita a Jimena y le ofrece su vida. | Carta del rey de Aragón sobre la disputa de Calahorra. |
Diego Laínez pide a Rodrigo que limpie su honor. | Diego Laínez reúne a sus hombres y Rodrigo parte a ganar batallas. | Jimena se queja por tercera vez y pide que se case con quien traiga la cabeza del Cid. |
Rodrigo reflexiona sobre lo que debe hacer. | Rodrigo y Urraca conversan en el campo. | El Cid peregrina a Santiago y se encuentra con el leproso (San Lázaro). |
Rodrigo mata al conde Lozano. | El Cid vence a cuatro reyes moros. | El consejo del rey discute la disputa por Calahorra. |
El infante Sancho tiene una premonición sobre su propia muerte. | Martín González, embajador de Aragón, lanza un desafío. | |
Los reyes moros vasallos del Cid envían un mensaje al rey Fernando. | El reino se reparte entre los infantes. | |
Jimena se queja por segunda vez al rey y el Cid es desterrado. | El Cid llega, vence a Martín González y se casa con Jimena. |
¿De dónde sacó Guillén de Castro la historia?
La historia de Las mocedades del Cid se basa principalmente en los romances (poemas populares) que contaban episodios de la vida del Cid. Guillén de Castro usó al menos doce de estos romances, e incluso mantuvo muchos de sus versos originales. Así, el público de la época reconocía fácilmente los romances dentro de la obra.
Además de los romances, el autor también se basó en crónicas históricas impresas en el Siglo de Oro. Aunque no se sabe si las usó directamente, estas crónicas le ayudaron a dar una estructura a la obra, uniendo las diferentes partes de la historia.
También hay algunos detalles que Guillén de Castro pudo haber tomado de un antiguo poema épico llamado Mocedades de Rodrigo, aunque es poco probable que tuviera acceso directo a ese texto. Es más probable que conociera esos episodios a través de romances o versiones de crónicas que hoy ya no existen.
Romances: La voz del pueblo
Desde el siglo XIII, ya existían historias y leyendas sobre la juventud de Rodrigo, el Cid. Estas historias buscaban llenar los vacíos sobre cómo se formó y cuáles fueron sus primeros pasos como héroe.
El principal medio para difundir estas leyendas en los siglos XVI y XVII fue el romancero. Los romances se transmitían de forma oral, en hojas sueltas (como la "literatura de cordel") y en libros impresos.
Una de las colecciones de romances más importantes para Guillén de Castro fue la Historia y romancero del Cid, publicada por Juan de Escobar en 1605. Esta colección fue la fuente principal de la que se nutrió la obra Las mocedades del Cid.
Guillén de Castro tomó romances de varias colecciones. Por ejemplo, de la obra de Lorenzo de Sepúlveda de 1551, usó elementos de romances como «En Zamora estaba el rey» o «Ya se parte don Rodrigo». De la colección de Juan de Timoneda, tomó el romance «Ese buen Diego Laínez», que incluye el detalle de cuando el padre de Rodrigo le muerde el dedo para probar su valor.
En total, al menos doce romances se incorporaron a la trama de la obra. El público de la época los reconocía fácilmente porque se mantenían muchos de sus versos y, sobre todo, el verso inicial de cada romance.
Otras obras de teatro sobre el Cid
Antes de Guillén de Castro, otros dramaturgos también escribieron obras sobre el Cid. Por ejemplo, Juan de la Cueva escribió en 1579 La muerte del rey don Sancho y reto de Zamora.
También existió una Segunda parte de los hechos del Cid entre 1575 y 1580, que trataba temas similares a la primera parte de Las mocedades de Guillén. En 1603, se publicó Las hazañas del Cid, atribuida a Lope de Vega, pero de autor desconocido, que se centraba en la toma de Valencia y la muerte del héroe.
Sin embargo, estas obras anteriores solían ser una simple unión de episodios sin una trama bien desarrollada. Si Guillén de Castro las conoció, le sirvieron para crear una obra mucho mejor y más completa.
Ediciones y representaciones de la obra
A lo largo de la historia, Las mocedades del Cid ha tenido muchas ediciones y ha sido representada en varias ocasiones.
Ediciones antiguas
La primera vez que se publicó la obra fue en 1618, en un libro llamado Primera Parte de las comedias de don Guillén de Castro natural de la ciudad de Valencia. También existe un manuscrito antiguo de la obra, probablemente del siglo XVII, que se usaba para las compañías de teatro de la época.
Ediciones modernas
Desde entonces, se han hecho muchas ediciones de la obra, tanto en colecciones de las obras completas de Guillén de Castro como en ediciones individuales para estudiantes e investigadores.
Representaciones en el teatro
La obra ha sido llevada al escenario en varias ocasiones. Por ejemplo, en 1968, se representó en el Teatro Español de Madrid. Fue una versión adaptada por José García Nieto y José Hierro, dirigida por Miguel Narros, y contó con actores muy conocidos como Guillermo Marín, Berta Riaza y Ana Belén.
Veintinueve años después, en el mismo teatro, se volvió a representar la obra. Esta vez fue dirigida por Gustavo Pérez Puig y contó con actores como Juan Carlos Naya y Lola Baldrich.