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Historia de Tulancingo de Bravo para niños

Enciclopedia para niños

Historia de Tulancingo de Bravo Tulancingo de Bravo, ubicado a unos 120 kilómetros de la Ciudad de México, es una ciudad muy importante en el estado de Hidalgo, México. Su historia es larga y fascinante, llena de cambios y momentos clave que la han convertido en lo que es hoy.

Datos para niños
Tulancingo de Bravo
 • País Bandera de ? ?
Superficie  
Altitud  
 • Media m s. n. m.
Población ()  
 • Total  hab.
 • Densidad Error en la expresión: operador / no esperado, hab/km²
Gentilicio Tulancinguense
Código postal
Código INSEE {{#property:P374}}
Código dantai {{#property:P429}}
Código ISTAT {{#property:P635}}
Código INEGI {{#property:P1976}}
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Época Precolombina: Los Primeros Habitantes

Hace mucho tiempo, en el periodo conocido como Cenolítico, surgieron los primeros grupos humanos en el valle de Tulancingo. Con el tiempo, durante el periodo Preclásico (aproximadamente del 1200 a.C. al 200 d.C.), la gente empezó a especializarse en diferentes trabajos.

Para el periodo Clásico (del 200 al 600 d.C.), Tulancingo ya era un centro de comercio importante. Tenía caminos y zonas donde vivían las personas. En esta época se construyó el centro ceremonial de Huapalcalco. Hoy en día, aún se puede ver una pirámide de tres niveles con escaleras, que muestra el estilo de la cultura tolteca.

Después de la caída de la gran ciudad de Teotihuacán, Tulancingo se convirtió en un punto de encuentro para diferentes grupos. Estos grupos, junto con otros, formaron el imperio tolteca. Se dice que Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl llegó a Huapalcalco, en Tulancingo, y desde allí empezó a gobernar el imperio tolteca, antes de que la capital se trasladara a Tula.

Aunque Tulancingo era considerado un señorío independiente, con el tiempo pasó a ser parte del dominio de Texcoco. Más tarde, en 1416, fue conquistado por el poderoso imperio mexica. Desde entonces, Tulancingo se dividió en dos partes: Tlaixpa, al este, habitada principalmente por indígenas otomíes; y Tlatoca, al oeste, donde vivían los nahuas. Ambos grupos pagaban tributo a los mexicas con mantas de algodón y semillas como maíz y amaranto.

A pesar de pagar tributo, Tulancingo mantuvo cierta independencia. Se les permitía elegir a sus propias autoridades. Esto lo hizo un lugar clave para el suministro de alimentos de los mexicas, lo que les dio un cierto respeto por su autonomía.

La Llegada de los Españoles: Periodo Colonial

Cuando los conquistadores españoles llegaron, los habitantes de Tulancingo no ofrecieron resistencia y aceptaron someterse después de la caída de Tenochtitlan. Como la zona tenía muchas tierras de cultivo, resultó muy atractiva para los españoles. Se sabe que fue entregada en encomienda a Francisco de Terrazas y a Hernando Dávila.

Francisco de Terrazas estableció un campamento militar entre las tribus locales. Los franciscanos llegaron en 1527 y comenzaron a evangelizar a los habitantes, construyendo la ermita de Zapotlán y luego la Iglesia de la Tercera Orden, que ya no existe.

A mediados del siglo XVI, Tulancingo era conocido como el "descanso de los conquistadores". Gracias a su clima agradable y su cercanía con la Ciudad de México, muchas familias españolas que llegaban a la Nueva España se establecieron allí. Durante la época colonial, fue un centro religioso importante, y varias órdenes religiosas, como las Carmelitas Descalzas y los Dominicos, se establecieron en la ciudad.

En 1575, Tulancingo se convirtió en una Alcaldía Mayor, lo que significaba que varias poblaciones cercanas dependían de ella. Sin embargo, grandes epidemias en la Nueva España, entre 1520 y 1581, redujeron mucho la población indígena. Por ejemplo, en la Alcaldía Mayor de Tulancingo, el número de personas que pagaban tributo bajó de más de 15,000 en 1570 a solo 1,700 en 1690. Estas enfermedades causaron que muchos pueblos quedaran vacíos y que la gente se mudara buscando lugares más seguros.

Tulancingo fue importante para el desarrollo de actividades españolas, ya que sus tierras fértiles eran ideales para cultivar productos europeos. Su crecimiento se vio favorecido por dos razones: la ruta comercial que conectaba el altiplano con las tierras bajas pasaba por Tulancingo y los españoles la mantuvieron. Además, estaba cerca de Pachuca, donde se estableció un centro minero de plata en 1552.

La minería impulsó la agricultura y la ganadería en Tulancingo. La economía pasó de ser solo para subsistir a una de comercio, intercambiando productos que las minas necesitaban. Así, Tulancingo y sus alrededores se convirtieron en el principal proveedor de granos, ganado y otros productos para las minas. También había un intercambio constante con la Huasteca, donde Tulancingo enviaba harina de trigo y recibía azúcar y frutas tropicales.

Durante el siglo XVII, muchas haciendas (grandes fincas) propiedad de colonos españoles se establecieron en el valle de Tulancingo. Algunas de ellas fueron San Antonio Farías, Exquitlán, Napateco, San Isidro y Huapalcalco. Estas haciendas se dedicaban principalmente al cultivo de granos como trigo y maíz, y también tenían ganado para carne y cueros. Algunas haciendas, como El Abra y Huajomulco, se dedicaban a la ganadería y al cultivo de maguey para producir pulque. En las zonas con tierras menos fértiles, predominaron las haciendas ganaderas y pulqueras.

Hacia la Independencia de México

Hacia 1748, Tulancingo era una región próspera. La población española crecía y la población indígena se recuperaba poco a poco. Un escrito de la época menciona que en Tulancingo vivían unas cien familias de españoles, mestizos y mulatos, y setecientas diez familias de indígenas.

Durante la Guerra de Independencia en 1812, los insurgentes Mariano Aldama y José Francisco Osorno intentaron tomar la ciudad, pero fueron derrotados por las fuerzas realistas.

Cuando Agustín de Iturbide dejó el gobierno, fue escoltado por Nicolás Bravo a Tulancingo el 3 de abril de 1823. Los habitantes de Tulancingo lo recibieron con mucho cariño, como si aún fuera el gobernante. Para 1854, Tulancingo ya era un distrito importante que incluía a Pachuca y Apan.

A mediados del siglo XIX, Tulancingo fue declarada diócesis (sede de un obispo) y se estableció un seminario. La Catedral de Tulancingo, de estilo franciscano, fue construida en dos etapas y terminada en 1788 por el arquitecto José Damián Ortiz de Castro.

Los Primeros Años de México Independiente

El 19 de mayo de 1822, Agustín de Iturbide fue proclamado Emperador de México. Él había prometido que si encontraba oposición, dejaría el trono. Así lo hizo el 19 de marzo de 1823, abdicando a la corona y decidiendo vivir en Tulancingo, a donde llegó el 3 de abril de ese año.

La llegada de Iturbide a Tulancingo, a pesar de que ya no era emperador, causó un gran revuelo. La gente lo recibía con entusiasmo. Esta noticia llegó al Congreso, que rápidamente decidió que Iturbide debía salir del país. Fue retirado de Tulancingo el 20 de abril de 1823 y se embarcó en Veracruz el 11 de mayo.

La Guerra de Reforma y Cambios Políticos

Con la Constitución de 1824, México adoptó un gobierno republicano, y Guadalupe Victoria fue el primer presidente. El país se llamó Estados Unidos Mexicanos y se dividió en 19 estados autónomos. El Estado de México, que entonces era mucho más grande, incluía lo que hoy es Hidalgo. Tulancingo era uno de los ocho distritos de este estado.

A finales de 1827, algunos diputados intentaron prohibir las sociedades secretas. En ese contexto, un militar llamado Manuel Montaño propuso un plan para expulsar a estas sociedades y, de paso, establecer un nuevo gobierno monárquico en México. Nicolás Bravo, que apoyaba un gobierno centralista, respaldó este levantamiento y se rebeló contra Vicente Guerrero, quien defendía un sistema federalista.

Bravo se refugió en Tulancingo, donde tenía el apoyo de las milicias. En 1828, Guerrero atacó a Bravo en Tulancingo, lo que causó un conflicto con muchos muertos y heridos en la ciudad.

Después de su derrota en la guerra con Estados Unidos, Santa Anna se exilió, pero regresó a principios de 1853 para ser presidente por undécima vez. Actuando como dictador, se apresuró a eliminar a sus enemigos políticos. Envió a Melchor Ocampo, un gobernador liberal, prisionero a Tulancingo. Aunque Ocampo no estuvo en la cárcel, sino que podía moverse libremente, aprovechó su estancia para hacer amigos y promover el trabajo artesanal.

Seis meses después, Santa Anna cambió de opinión y envió a Ocampo fuera del país. Pero en Tulancingo, Ocampo dejó encendida la "llama" de las ideas de reforma social y liberalismo. Estas ideas fueron adoptadas por un joven de 28 años llamado Manuel Fernando Soto.

El 17 de abril de 1858, en honor a Nicolás Bravo, la ciudad fue oficialmente nombrada Tulancingo de Bravo. Manuel Fernando Soto, originario de Tulancingo, gobernó el Estado de México por unos meses e intentó crear un nuevo estado de la República. Sin embargo, el país estaba muy ocupado con otros problemas.

Por un lado, los conservadores querían vengarse de sus derrotas y deseaban un monarca extranjero. Por otro lado, los liberales defendían el sistema republicano y querían implementar las Leyes de Reforma.

La Intervención Francesa y el Imperio

En julio de 1863, después de que el presidente Benito Juárez se retirara, las fuerzas francesas entraron en Tulancingo. En la capital, se formó una Junta de Gobierno y una Asamblea de Notables. La Junta de Gobierno, que incluía al obispo de Tulancingo, Juan Bautista Ormaechea, tomó el poder ejecutivo. La Asamblea de Notables decidió que México debía tener un emperador y ofreció la corona al príncipe Fernando Maximiliano de Habsburgo, Archiduque de Austria.

El 12 de junio de 1864, una comitiva, liderada por el obispo Ormaechea, recibió al nuevo emperador Maximiliano en la Ciudad de México. Del 30 de agosto al 2 de septiembre, Maximiliano visitó Tulancingo, alojándose en la misma casa y habitación donde había estado Agustín de Iturbide.

En 1865, los conservadores se sorprendieron cuando Maximiliano puso en vigor leyes de carácter reformista. Como el país ya no era una república sino un imperio, se eliminó la división por estados y se establecieron 50 departamentos, uno de los cuales fue Tulancingo.

Cuando Benito Juárez regresó triunfante a la Ciudad de México, lo primero que hizo fue expulsar al obispo de Tulancingo, acusándolo de apoyar al imperio. Con la paz restaurada en México, todo estaba listo para la creación del Estado de Hidalgo.

El Nacimiento del Estado de Hidalgo

El 16 de enero de 1869 se proclamó el decreto que creó el Estado de Hidalgo. Manuel Fernando Soto fue una figura clave en esta creación. En ese momento, Tulancingo se convirtió en una de las once cabeceras municipales del nuevo estado, abarcando varias localidades como Huehuetla, Tutotepec, Metepec, Acaxochitlán, Tulancingo, Acatlán, Epazoyucan y Singuilucan.

En 1867, con la república restaurada, había razones suficientes para llevar a cabo el proyecto de un nuevo estado. El sábado 16 de enero de 1869, México tenía un nuevo estado. Una vez autorizado el nacimiento de Hidalgo, faltaba decidir cuál sería su capital: Actopan, Tulancingo o Pachuca.

Actopan no tenía suficientes recursos ni edificios para las oficinas de gobierno. Tulancingo era la ciudad con más habitantes, mayores ingresos económicos y edificios adecuados en el nuevo estado. Sin embargo, el hecho de que fuera la residencia de un obispo que había colaborado con los franceses no le favoreció. Finalmente, Pachuca fue elegida como capital.

El Porfiriato y la Modernización

Para organizar la defensa contra la invasión, Juárez decretó el 7 de junio que el Estado de México se dividiría en tres distritos militares. El segundo de estos distritos correspondía al territorio que más tarde sería Hidalgo. Pedro Espinosa y, después, Manuel Fernando Soto fueron los primeros comandantes militares de este distrito.

El 28 de enero de 1872, el gobierno federal declaró a Hidalgo en estado de sitio debido a la inconformidad con la reelección de Juárez. El distrito de Tulancingo desconoció la autoridad impuesta.

Cuando Juárez falleció, el presidente Lerdo de Tejada puso fin al estado de sitio en Hidalgo y devolvió el poder al gobernador Tagle. A Tagle le tocó promulgar la primera Constitución del estado de Hidalgo. Aunque era de ideas liberales, esto no impidió que el obispo Ormaechea regresara a Tulancingo al año siguiente.

El 28 de enero de 1878 se inauguró la conexión ferroviaria entre Pachuca, Tulancingo y la Ciudad de México, aunque el primer tren circuló hasta 1893.

La Revolución Mexicana en Tulancingo

En enero de 1910, se fundó el "Club Antirreleccionista Benito Juárez" en Tulancingo, que apoyó la candidatura de Francisco I. Madero a la presidencia.

El 15 de mayo de 1911, las fuerzas maderistas, bajo el mando de Gabriel Hernández, tomaron Tulancingo. Al día siguiente, tomaron Pachuca. En 1912, la ciudad fue visitada por el propio Madero.

En la madrugada del 2 de mayo de 1915, los revolucionarios carrancistas fueron sorprendidos por los villistas en la plaza de Tulancingo. En 1916, Venustiano Carranza también visitó Tulancingo. Después del triunfo de la Revolución, la lucha por la tierra fue liderada por Agustín Olvera.

Véase también

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Historia de Tulancingo de Bravo para Niños. Enciclopedia Kiddle.