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Crisis del final del reinado de Isabel II para niños

Enciclopedia para niños

La crisis del final del reinado de Isabel II fue un período muy complicado en la historia de España, que ocurrió entre 1863 y 1868. Durante estos años, el gobierno de la reina Isabel II enfrentó muchos problemas, como dificultades económicas, descontento social y una fuerte oposición política. Esta etapa terminó con la Revolución de 1868, que puso fin a su reinado y la llevó al exilio. Después de esto, España comenzó una nueva etapa conocida como el Sexenio Democrático (1868-1874).

¿Qué pasó antes? La salida del gobierno de O'Donnell

A partir de 1861, el partido que gobernaba, la Unión Liberal, liderado por el general Leopoldo O'Donnell, empezó a tener problemas internos. Sus miembros no estaban de acuerdo en muchas cosas y el partido se fue debilitando.

Por ejemplo, cuando España se unió a una expedición a México en 1861, algunos diputados de la Unión Liberal no apoyaron al gobierno. También hubo críticas al estilo de gobierno de O'Donnell, que era muy personal. Poco a poco, figuras importantes del partido, como Antonio Cánovas del Castillo, se unieron a los críticos.

Archivo:Leopoldo ODonnell
El general Leopoldo O'Donnell.

Al mismo tiempo, la oposición de los progresistas, otro partido importante, se hizo más fuerte. Su líder, Salustiano de Olózaga, denunció en las Cortes la gran influencia que algunas personas cercanas a la reina Isabel II tenían sobre ella. Estas personas, como la religiosa Sor Patrocinio y el Padre Claret (confesor de la reina), eran acusadas de limitar las decisiones del gobierno y de impedir que los progresistas llegaran al poder. Olózaga dijo una frase famosa: «Hay obstáculos tradicionales que se oponen a la libertad de España».

También surgieron denuncias de corrupción. A principios de 1863, O'Donnell pidió a la reina disolver las Cortes para tener un parlamento más afín, pero Isabel II se negó. Por esta razón, O'Donnell renunció a su cargo, poniendo fin a su largo gobierno.

El regreso de los moderados al poder (1863-1865)

El gobierno de Miraflores y la retirada de los progresistas

Después de la renuncia de O'Donnell, la reina buscó un nuevo presidente. Le aconsejaron nombrar a un progresista, pero los líderes de este partido no le dieron un nombre y pidieron tiempo para organizarse.

Finalmente, la reina tuvo que nombrar al anciano moderado Marqués de Miraflores. Su gobierno enfrentó una fuerte oposición y tuvo que disolver las Cortes en agosto de 1863.

Miraflores intentó negociar con el líder progresista Salustiano de Olózaga para que su partido participara en las nuevas elecciones. Sin embargo, el gobierno impuso condiciones que los progresistas no aceptaron, como renunciar a la Milicia Nacional (un grupo de ciudadanos armados para defender la Constitución). Además, el ministro de Gobernación envió órdenes a los gobernadores civiles para controlar las elecciones y asegurar que salieran elegidos los candidatos afines al gobierno.

Estas acciones provocaron la ruptura entre progresistas y moderados. El Partido Progresista decidió no presentar candidatos a las elecciones, lo que se conoció como el "retraimiento". Esto significaba que no reconocían la legitimidad de las Cortes que salieran de esas elecciones.

El regreso de Narváez

El gobierno del Marqués de Miraflores duró solo diez meses. Le sucedieron otros gobiernos moderados de corta duración. Finalmente, el 16 de septiembre de 1864, la reina llamó al general Ramón María Narváez para que formara gobierno por sexta vez. Narváez era el único político que podía unir al dividido Partido Moderado.

Narváez intentó una política de conciliación para que los progresistas abandonaran su "retraimiento". Sin embargo, cuando convocó elecciones, los progresistas se mantuvieron firmes en su postura, exigiendo que la reina los llamara a gobernar. Esta decisión acercó a los progresistas con el sector "liberal-democrático" del Partido Demócrata.

Narváez abandonó rápidamente la política de conciliación y adoptó medidas más autoritarias. Esto radicalizó a los progresistas, quienes comenzaron a pensar en la insurrección para cambiar el sistema.

Otro problema para el gobierno de Narváez fue la "cuestión romana". La reina Isabel II se oponía a reconocer al nuevo reino de Italia porque estaba en conflicto con el Papa. Esta situación aumentó el desprestigio de la reina y debilitó aún más el sistema político.

La "Noche de San Daniel" y la caída de Narváez

Un evento clave fue la "Noche de San Daniel" en 1865. Todo comenzó con dos artículos del escritor Emilio Castelar que criticaban a la reina Isabel II por la venta de algunas propiedades de la Corona. Castelar argumentaba que la reina se había quedado con una parte del dinero de bienes que, en realidad, pertenecían al país.

El gobierno de Narváez reaccionó con mucha dureza. Destituyó a Castelar y a otros profesores de la Universidad de Madrid que lo apoyaron. También despidió al rector de la Universidad por negarse a sancionar a sus colegas. El 10 de abril, día de San Daniel, los estudiantes se manifestaron en Madrid.

El gobierno envió a la guardia civil, que actuó con gran violencia contra los manifestantes y transeúntes. Hubo 11 muertos y 193 heridos, incluyendo ancianos, mujeres y niños. Estos trágicos sucesos provocaron la caída del gobierno de Narváez. La reina destituyó a Narváez y volvió a llamar a O'Donnell para que formara gobierno.

El regreso de la Unión Liberal de O'Donnell (1865-1866)

Archivo:José de Posada Herrera
José Posada Herrera, ministro de la Gobernación en el gobierno de Leopoldo O'Donnell.

O'Donnell formó un nuevo gobierno de la Unión Liberal con el objetivo de fortalecer su partido como una alternativa liberal, que se alternaría en el poder con los moderados. Para ello, adoptó algunas medidas que los progresistas pedían, como reducir los requisitos para votar y reconocer al reino de Italia.

O'Donnell incluso intentó formar un gobierno con progresistas, pero no lo consiguió. El general Juan Prim, líder progresista, propuso que su partido participara en las elecciones, pero la mayoría de los progresistas se negaron a abandonar el "retraimiento".

Ante esta situación, Prim intentó un levantamiento militar en enero de 1866, conocido como el "pronunciamiento de Villarejo de Salvanés". Su objetivo era forzar un cambio de gobierno sin la participación de civiles. Sin embargo, el levantamiento fracasó porque otras unidades militares no se unieron. Este fracaso llevó a Prim a apoyar la idea de una insurrección para derrocar a la monarquía de Isabel II.

La crisis económica de 1866

Archivo:La red de ferrocarriles
La red de ferrocarriles en España durante el siglo XIX

A principios de 1866, España sufrió su primera crisis financiera moderna. El problema principal fueron las compañías de ferrocarriles. Muchos inversores habían puesto su dinero en ellas, esperando grandes ganancias, pero cuando las líneas empezaron a funcionar, se dieron cuenta de que no eran tan rentables como esperaban. Esto hizo que el valor de las acciones de los ferrocarriles cayera en picado.

Esta crisis afectó también a los bancos y a otras empresas. Las primeras quiebras de bancos relacionados con los ferrocarriles ocurrieron en 1864. En mayo de 1866, la crisis llegó a importantes empresas de crédito en Barcelona, causando pánico. La situación económica se complicó aún más con la crisis política.

El levantamiento del cuartel de San Gil y la caída de O'Donnell

Archivo:San Antonio María Claret (Museo Nacional del Romanticismo de Madrid)
San Antonio María Claret. Luis de Madrazo y Kuntz.

El 22 de junio de 1866, hubo un levantamiento en Madrid protagonizado por los sargentos de artillería del Cuartel de San Gil. El levantamiento fracasó, pero la situación fue muy grave porque varios oficiales murieron. O'Donnell, el presidente del gobierno, consideró que este levantamiento era el inicio de una revolución social y aplicó una represión muy dura.

Fueron fusiladas 66 personas, la mayoría sargentos de artillería. La reina insistió en que se fusilara a todos los detenidos, pero O'Donnell se negó.

Este levantamiento dejó claro que los progresistas estaban fuera del sistema y habían optado por la "vía revolucionaria". La estrategia de O'Donnell de integrarlos en la monarquía había fracasado. Por esta razón, la reina destituyó a O'Donnell y volvió a llamar a Narváez para que formara gobierno. Se dice que la reina consideró que O'Donnell había sido demasiado blando en la represión.

Los últimos gobiernos moderados y el fin de la Monarquía (1866-1868)

El último gobierno del general Narváez (julio de 1866-abril de 1868)

Archivo:Marqués de Orovio - Ministerio del 8 de marzo de 1879, en La Ilustración Española y Americana (cropped)
El neocatólico Manuel Orovio, ministro de Fomento del gobierno de Narváez

El séptimo gobierno del general Narváez adoptó una política muy autoritaria y represiva. Desde el primer día, Narváez suspendió las garantías constitucionales y cerró temporalmente el parlamento.

Una de las víctimas de esta represión fueron los profesores de la Universidad de Madrid, muchos de ellos eran "krausistas", un grupo de pensadores que eran vistos con desconfianza por el gobierno. El ministro de Fomento, Manuel Orovio, destituyó a varios profesores, incluyendo a Emilio Castelar y Nicolás Salmerón.

La represión llegó incluso a los presidentes del Congreso y del Senado, que fueron detenidos y desterrados por pedir la reapertura de las Cortes.

La política autoritaria de Narváez hizo imposible la alternancia en el poder con la Unión Liberal de O'Donnell. O'Donnell incluso llegó a sugerir que Isabel II abdicara en favor de su hijo Alfonso, que solo tenía nueve años.

Mientras tanto, progresistas y demócratas firmaron el pacto de Ostende en Bélgica el 16 de agosto de 1866. Este pacto tenía dos objetivos principales:

  • Destruir el sistema de poder existente.
  • Nombrar una asamblea constituyente que decidiría el futuro del país, elegida por sufragio universal (todos los hombres podían votar).

Después de la muerte de O'Donnell en 1867, la Unión Liberal, liderada por el general Serrano, se unió al pacto de Ostende.

Las Cortes, cerradas en julio de 1866, no volvieron a abrirse. Se disolvieron y se convocaron nuevas elecciones en 1867. El gobierno manipuló las elecciones para obtener una mayoría aplastante, dejando a la Unión Liberal con solo cuatro diputados. Además, se eliminó el voto de censura, lo que redujo la capacidad del parlamento para controlar al gobierno.

La crisis de alimentos de 1867-1868

A la crisis económica de 1866 se sumó una grave crisis de subsistencias en 1867 y 1868. Esto fue causado por las malas cosechas de esos años, lo que provocó una escasez y un aumento de los precios de productos básicos como el pan. El precio del trigo subió mucho.

Para intentar solucionar la crisis, el gobierno de Narváez permitió la importación libre de trigo y harina, rompiendo con la política tradicional de protección. Esta medida se tomó para calmar el descontento popular y las revueltas sociales.

La crisis de alimentos afectó principalmente a las clases populares, que no podían comprar comida. Hubo motines en varias ciudades. La situación se agravó por el aumento del desempleo, causado por la crisis económica que afectó a sectores como las obras públicas y la construcción. Así, se juntaron dos tipos de crisis: una moderna (capitalista) que generaba desempleo y otra tradicional (de subsistencias) que causaba escasez y carestía. Esta combinación creó una situación social muy explosiva.

Los dos últimos gobiernos de la Monarquía (abril-septiembre 1868)

El 23 de abril de 1868, murió el general Narváez. La reina, sin poder contar ya con O'Donnell (que también había fallecido), nombró a Luis González Bravo, un político muy conservador, como nuevo presidente del gobierno. En este momento, la monarquía de Isabel II estaba muy sola políticamente.

González Bravo cerró las Cortes y ordenó detener y desterrar a los principales generales de la Unión Liberal. La oposición, que ya había firmado el Pacto de Ostende, ratificó sus objetivos en el Pacto de Bruselas en junio de 1868.

Una señal más del aislamiento del régimen fue el decreto de julio de 1868 que desterró de España al duque de Montpensier y a su esposa (hermana de la reina). Se sospechaba que Montpensier quería el trono, y esta decisión hizo que más militares se unieran al movimiento revolucionario que se estaba preparando.

La Revolución de 1868

Archivo:JuanBatistaTopeteYCarballoPorRafaelMonleón
Almirante Juan Bautista Topete (1887).

La Revolución de 1868 comenzó el 18 de septiembre, cuando el almirante Juan Bautista Topete se sublevó con la escuadra en Cádiz. Dos días después, el general Juan Prim llegó a Cádiz, y el 19 de septiembre, el general Serrano y otros generales unionistas se unieron. Topete leyó un manifiesto que justificaba el levantamiento y terminaba con el famoso grito: «¡Viva España con honra!».

El levantamiento se extendió rápidamente por el resto del país, comenzando por Andalucía. El mismo día, Luis González Bravo aconsejó a la reina que lo sustituyera un militar, y el general José Gutiérrez de la Concha asumió la presidencia.

El 28 de septiembre, tuvo lugar la decisiva batalla de Alcolea, en la que las fuerzas sublevadas, al mando del general Serrano y con el apoyo de miles de voluntarios, lograron la victoria. Al día siguiente, el levantamiento triunfó en Madrid.

El 30 de septiembre, Isabel II abandonó España desde San Sebastián. Así terminó toda resistencia de las fuerzas leales a la reina. El 8 de octubre, se formó un gobierno provisional presidido por el general Serrano, con el general Prim y el almirante Topete como parte de él. De esta manera, triunfó la Revolución de 1868, también conocida como "La Gloriosa", que puso fin al reinado de Isabel II.

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