Correíllo para niños

Un correíllo era un tipo de barco muy importante para las Islas Canarias. Su misión principal era conectar las islas, llevando el correo postal, mercancías y pasajeros de un lugar a otro.
Al principio, los "correíllos" eran barcos de vela. Con el tiempo, se convirtieron en vapores, que eran más rápidos y eficientes. La primera ruta de estos barcos se abrió en 1855. Conectaba las islas principales, como Tenerife y Gran Canaria, varias veces a la semana. Las otras islas, como Lanzarote, Fuerteventura, La Palma, La Gomera y El Hierro, tenían menos viajes.
Hoy en día, el único correíllo que se conserva es el La Palma. Fue construido en 1912 para una compañía llamada Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios.
Contenido
¿Por qué eran tan importantes los correíllos en Canarias?
El aislamiento de las islas y la necesidad de conexión
Las Islas Canarias siempre estuvieron un poco aisladas. Antes de que existieran los aeropuertos, el mar era la única forma de viajar y conectar con el mundo exterior. Hace mucho tiempo, los habitantes de las islas no sabían navegar entre ellas. Por eso, cada isla desarrolló su propia cultura, sin mucho contacto con las demás.
El nacimiento de las rutas marítimas
Con el crecimiento de los puertos en Canarias, se necesitaba más gente para trabajar. Esto llevó a la creación de nuevos barrios donde vivían los trabajadores y sus familias. A medida que la población aumentaba, también lo hacía la demanda de alimentos y productos básicos.
Las islas comenzaron a comerciar entre sí:
- Gran Canaria vendía papas y azúcar.
- Lanzarote ofrecía garbanzos y cebollas.
- Fuerteventura aportaba millo, cebada y trigo.
- Tenerife producía plátanos y papas.
El comercio creció mucho. Los comerciantes empezaron a unirse para compartir los gastos de transporte o incluso para comprar sus propios barcos. Así nacieron las primeras empresas navieras, que competían para ofrecer rutas regulares entre las islas.
En 1855, aparecieron los primeros veleros dedicados a este servicio interinsular, y se hicieron muy famosos con el nombre de "correíllos". Aunque los veleros siguieron usándose, los barcos de vapor empezaron a ser más populares a finales del siglo XIX. Eran más rápidos y fiables que las goletas que se usaban antes. Esto permitió ampliar las rutas y los servicios, incluyendo el transporte de correo.
La llegada de compañías extranjeras y el desarrollo del comercio
La influencia británica en el transporte marítimo
Pronto, compañías de otros países se interesaron en el negocio de las comunicaciones en Canarias. Una de las más importantes fue la británica Elder Dempster & Co. Esta empresa ya operaba en la costa de África y encontró en los puertos canarios un lugar estratégico.
Establecieron bases en Gran Canaria y en Santa Cruz de Tenerife. Desde allí, comenzaron a exportar productos canarios como plátanos, tomates y vino hacia el puerto de Liverpool en el Reino Unido. Gracias a esto, Canarias se hizo más conocida en el Reino Unido, y poco a poco, empezaron a llegar los primeros turistas.
Mejoras en el viaje de pasajeros
La compañía Elder también se preocupó por los pasajeros. Antes, viajar entre las islas no era muy cómodo. Elder vio una oportunidad y ofreció viajes con un nivel de comodidad que no se conocía en Canarias. En 1886, fundaron una empresa filial en las islas, la Compañía de Vapores de las Islas Canarias, para crear una línea de transporte. Al principio, esta línea no incluía La Gomera ni El Hierro.
Los primeros vapores y la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios
Los barcos pioneros
Esta nueva etapa de la navegación en Canarias comenzó con una pequeña flota de tres vapores:
- Formoso: Medía 61,8 metros de largo, tenía un casco de hierro y una sola cubierta. Podía llevar ocho pasajeros en primera clase con mucha comodidad. Empezó a operar el 25 de abril de 1886, viajando de Santa Cruz de Tenerife a Las Palmas.
- Forcados: Era similar al Formoso.
- Mersey: También formaba parte de esta primera flota.
Estos barcos sentaron las bases para la creación de la “Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios”. Esta compañía ganó un concurso para organizar un servicio regular de barcos de vapor para el transporte de correo entre las Islas Canarias. Esto fue posible gracias al apoyo de Fernando León y Castillo, un importante político de la época.
Nuevos barcos y servicios
Se encargó la construcción de dos nuevos vapores a astilleros británicos, llamados Viera y Clavijo y León y Castillo, en honor al político que impulsó el proyecto. Estos barcos llegaron en 1888 y comenzaron a operar de inmediato. Llevaban las letras CM en su bandera de popa, que significaba "Correo Marítimo". Incluso se colocaron buzones en los muelles para que la gente pudiera dejar sus cartas.
Para conectar las islas de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro, la Compañía adquirió más vapores, como el Pérez Galdós en 1894 y el Almirante Díaz en 1901. En 1904, el Congo se unió a la flota para unir Tenerife, La Palma y La Gomera, haciendo paradas en muchos puertos pequeños.
En 1911, se encargaron seis nuevos vapores para la flota, con nombres como Viera y Clavijo (repitiendo el nombre), León y Castillo (también repitiendo), La Palma, Fuerteventura, Lanzarote y Gomera-Hierro. Estos barcos estaban diseñados para las necesidades de las islas, con alojamientos para diferentes clases de pasajeros y sistemas de ventilación e iluminación eléctrica.
En abril de 1912, la nueva flota de "correíllos" estaba completa. Su inauguración fue un gran evento. Los vapores recorrían muchos puertos canarios, como el puerto de Santa Cruz de Tenerife, el puerto de Las Palmas, y muchos otros en todas las islas.
Desafíos y quejas en el servicio
La Primera Guerra Mundial afectó mucho a la Compañía de Vapores. Disminuyó la cantidad de carga y pasajeros, y hubo escasez de carbón. El movimiento de barcos en el puerto de Santa Cruz de Tenerife bajó más del 85%. Esto causó problemas económicos y escasez de productos básicos en las islas. La compañía tardó varios años en recuperarse.
Después de la guerra, aunque el servicio se normalizó, empezaron a surgir quejas. Los viajeros de El Hierro, por ejemplo, se quejaban del mal trato que recibían ellos y sus mercancías. Decían que las condiciones en los espacios de tercera clase, donde viajaban personas y animales juntos, no eran buenas. La mercancía a menudo se tiraba sin cuidado. Además, después de pasar La Palma, apagaban la luz eléctrica y usaban lámparas de aceite, lo que hacía que los habitantes de El Hierro se sintieran menos importantes que los de otras rutas.
El fin de la Compañía de Vapores
En 1921, se abrió un nuevo concurso para el servicio de transporte. La Compañía de Vapores de Correos Interinsulares Canarios se presentó de nuevo, pero esta vez también lo hizo la Compañía Trasmediterránea. El contrato se le dio a la empresa canaria porque tenía mucha experiencia desde 1880. Este contrato duraría diez años.
Aunque el servicio de la Compañía de Vapores era generalmente bueno, la crisis económica mundial de 1929-1930 también les afectó. La Compañía Trasmediterránea aprovechó la situación y comenzó a negociar para comprar la mayoría de las acciones de la Compañía de Vapores. En 1929, Trasmediterránea ya estaba prestando el servicio, y en junio de 1930, se confirmó la compra. Trasmediterránea se quedó con los servicios, propiedades y personal de la antigua compañía.
Así terminó la historia de la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios. Esta empresa fue muy importante para las Islas Canarias en tiempos difíciles. No solo transportaba pasajeros y mercancías, sino que también ayudaba en emergencias. Por ejemplo, llevaba grandes cantidades de agua a islas con sequía o alimentos en momentos de necesidad. También ayudó a los habitantes de Tenerife durante la erupción del volcán Chinyero en 1909, ofreciendo pasaje gratuito a quienes lo necesitaban. Incluso transportaba materiales de construcción sin costo a las islas más pequeñas para mejorar sus infraestructuras.
La era de Trasmediterránea
A partir de 1930, la Compañía Trasmediterránea se hizo cargo de las comunicaciones entre las islas. Los clásicos "correíllos", con sus cascos negros, siguieron navegando. Algunos de ellos, como el Viera y Clavijo y La Palma, estuvieron activos hasta mediados de los años 70.
Trasmediterránea añadió otros barcos, incluyendo una nueva serie de "correíllos" en los años 60 y 70. Estos eran conocidos como los "correíllos blancos" o "santas", como el Santa María de la Caridad. Sin embargo, al principio no eran muy cómodos y se movían mucho con el oleaje porque no tenían estabilizadores.
Más tarde, llegaron barcos más modernos y eficientes, como los ferris y los Jet-foil (entre 1980 y 2005), marcando el fin de la etapa de los antiguos "correíllos".
El 31 de julio de 2005, el último barco de Trasmediterránea dejó de operar en el transporte interinsular canario. En 2002, la compañía fue privatizada y vendida a un grupo de empresas, siendo Acciona la principal. Actualmente, la compañía se llama Naviera Armas Trasmediterránea, después de ser comprada por Naviera Armas en 2018. Estos barcos siguen realizando rutas entre las islas y conectando con Cádiz.
Véase también
- Puerto de la Luz
- Fernando León y Castillo
- Navegación Marítima
- Navegación a vapor