Castillo de la Villa (Cádiz) para niños
El Castillo Viejo de Cádiz, también conocido como Castillo de la Villa o Castillo del Teatro, fue una antigua fortaleza que se levantó en la parte más alta de la ciudad de Cádiz. Este lugar, que hoy está más bajo debido a obras de nivelación que comenzaron en el siglo XVIII, se conocía antes como "El Monturrio".
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¿Dónde estaba el Castillo Viejo de Cádiz?
La fortaleza se encontraba en la esquina sureste del barrio del Pópulo, que fue el centro de la ciudad medieval y el origen del Cádiz moderno.
Aunque la zona ha cambiado mucho con el tiempo, las paredes del castillo se extendían de la siguiente manera:
- La parte este daba a la calle de San Juan de Dios y se unía a la muralla medieval, cerca del Arco de los Blanco que aún existe.
- El lado oeste bajaba por la calle que hoy se llama del Silencio.
- Al norte, daba a la calle del Mesón Nuevo.
- Al sur, miraba hacia el mar, que en aquel entonces estaba mucho más cerca de la costa que ahora.
¿Cómo era el Castillo de la Villa?
Como no quedan restos del castillo, los expertos han usado documentos antiguos de los años 1513, 1564, 1596, 1599 y 1724 para describirlo. La fuente más completa es la Maqueta de Cádiz de 1777, que se guarda en el Museo Histórico.
El castillo tenía una forma más o menos cuadrada, midiendo unos 43 por 25 metros.
La fachada norte del Castillo
La fachada norte, que daba a la actual calle del Mesón Nuevo, medía unos 25 metros. Estaba protegida por dos torres que sobresalían del muro: la oriental era cuadrada y la occidental, circular. Esta fachada se veía muy fuerte y compacta, con pocas aberturas.
La primera torre, cuadrada, se llamaba Torre de las Armas. Era la segunda más grande del castillo, con unos 10 metros de lado. Estaba en la esquina noreste, frente al Arco de los Blanco, una de las antiguas puertas de la ciudad. Esta torre compartía la defensa del arco con un torreón de la muralla medieval. Era la parte más antigua y la primera en mostrar signos de deterioro, pero sobrevivió más tiempo que el resto del castillo.
Según la maqueta de 1777, la Torre de Armas tenía una ventana grande que dominaba el Arco de los Blanco. Un dibujo de 1513 muestra otra abertura en un piso inferior.
En el otro extremo de la fachada, en la esquina noroeste, había un torreón pequeño y circular de 3 metros de diámetro. Se accedía a él desde el patio de armas por una puerta. Una escalera de caracol conectaba esta entrada con la azotea, que era parte del camino de ronda. Este torreón no tenía aberturas en su frente norte, pero sí dos en su lado oeste.
Las almenas (los salientes en la parte superior de los muros) de la fachada norte eran diferentes: las de la Torre de Armas tenían una forma especial (albardilladas), mientras que las del muro y el torreón noroeste no. En 1777, estas almenas ya habían desaparecido.
La fachada este del Castillo
Es muy probable que esta parte del edificio fuera parte de la primera defensa de la ciudad por tierra. Era la fachada más grande del castillo, orientada hacia la calle de San Juan de Dios, ocupando 53 metros de esta calle hasta el Campo del Sur. Sus esquinas estaban defendidas por dos torres cuadradas: la Torre de armas, que compartía con la fachada norte, y la Torre del homenaje, en el extremo sureste, donde el castillo miraba hacia el mar.
El muro se interrumpía a la mitad con otro torreón, el más pequeño de todos. No se sabe si era macizo (como un contrafuerte) o si tenía alguna escalera.
Entre este torreón y la Torre del homenaje, la maqueta muestra que el muro se elevaba para cubrir las antiguas almenas. Había seis aberturas al mismo nivel que las antiguas almenas.
En la parte del muro entre el torreón circular y la Torre de Armas, la maqueta muestra cinco aberturas: tres en el piso superior y dos en la parte elevada del muro que conectaba la azotea del muro con la de la Torre de Armas.
En este sector del muro se veía la ventana más grande del castillo, que estaba tapada hasta la mitad, lo que podría indicar que tuvo un balcón.
En esta fachada, las construcciones adosadas (arrimos) eran más bajas que las del lado del Silencio. Una de ellas ocultaba una puerta que se abrió en el siglo XVII para la entrada y salida de la pólvora de la ciudad.
Las almenas originales de esta fachada, según el grabado de Simancas, eran similares a las de la fachada norte: con forma especial en las torres del homenaje y de las armas, y sin esa forma en el muro y el torreón central.
La fachada sur del Castillo
Esta era la fachada más importante, ya que en ella se encontraba la entrada principal a la fortaleza. Medía unos 25 metros y se inclinaba bruscamente hacia el oeste. El extremo sureste estaba defendido por la Torre del Homenaje y una torre circular que la ayudaba, sobresaliendo de la fachada. En la esquina suroeste había una torre cuadrada mucho más pequeña. Entre estas dos torres se abría la única entrada original del castillo, que daba acceso directo al patio de armas.
La Torre del homenaje era la más grande de todo el castillo, con una base cuadrada de 12.5 metros de lado. En una de sus esquinas se unía a una torre circular de poco más de 6 metros de diámetro. Para entrar a la Torre del Homenaje, había que pasar primero por el torreón circular desde la plaza de armas y subir al primer piso, donde se conectaba con el primer piso de la Torre del Homenaje.
En la Torre del Homenaje había dos aberturas más, cerca de la esquina que daba a la calle de San Juan de Dios. Los techos de esta torre eran, según algunos autores, "abovedados, gruesos y fuertes".
En la azotea, la Torre del Homenaje tenía una pequeña casa separada para los guardias. Con el tiempo, esta caseta cambió su techo provisional de caña por uno más sólido de mampostería.
La Torre del Homenaje era el punto más alto del edificio, no solo por estar en la parte más elevada de la ciudad, sino porque la torre en sí era mucho más alta que las demás. Las almenas, según el documento de Simancas, tenían una forma especial, pero ya no existían en 1777.
La entrada principal se hacía directamente desde el exterior, sin obstáculos previos. La puerta, que en la maqueta parece casi recta en la parte superior, medía aproximadamente 1.40 metros de ancho. En 1486, el alcaide (gobernador) del Castillo entregó un juego de llaves de esta puerta.
Esta entrada estaba protegida por una cornisa con aberturas que sobresalía sobre la puerta y llegaba hasta las dos torres que la flanqueaban: el torreón cuadrado del suroeste y la torre circular unida a la del homenaje. Esto hacía que la fachada pareciera un frente casi sólido con tres cuerpos de torre, con muy poca muralla visible, salvo la que unía la torre circular y la cuadrada menor, que avanzaban para proteger la entrada.
El torreón suroeste también era cuadrado, pero más pequeño que la Torre del Homenaje (7 metros de lado). Su organización interior era similar: dos plantas y entrada a nivel del patio de armas.
El paso de ronda (camino de vigilancia) pasaba por encima de la cornisa con aberturas, y se veía una entrada a nivel del primer piso de la torre circular. Este torreón circular compartía la azotea con la del homenaje. Tenía una abertura de tamaño mediano hacia el sur y, justo debajo, otra abertura que parecía ser una claraboya.
No hay señales de las almenas originales de este torreón, aunque debió tener una abertura estrecha en la esquina exterior donde se unía con la Torre del Homenaje para defender esa parte.
Al pie de este torreón circular había una pequeña puerta que conectaba con otras dependencias fuera del castillo.
En esta fachada, solo se encontró una construcción adosada. No se sabe cuándo se construyó, pero fue después de 1648, ya que tapaba la pequeña puerta que en esa fecha aún estaba abierta.
La fachada oeste del Castillo
Esta fachada bajaba por la calle del Silencio y era la menos importante, ya que estaba dentro de la ciudad. Comenzaba en la torre cuadrada de la esquina suroeste, desde donde partía el muro más largo del castillo. Este muro era interrumpido por un torreón circular similar al de la fachada norte, con el que se conectaba. Este torreón tenía dos ventanas en esta fachada occidental, una en cada una de sus dos plantas.
Esta fachada fue objeto de muchas construcciones adosadas (arrimos), que eran más grandes que en las otras fachadas y tenían dos plantas. Llegaron a cubrir aproximadamente la mitad de la altura del muro y tenían un tejado inclinado.
El torreón noroeste tenía almenas sin forma especial. El pequeño cubo central no tenía ningún tipo de almenas. Es posible que este torreón, al estar completamente dentro de la ciudad, no tuviera almenas desde el principio.
La torre cuadrada, que era común a la fachada sur, tenía almenas con forma especial.
¿Cómo era el interior del Castillo?
El castillo tenía un pequeño patio de armas, que se hizo aún más pequeño con la construcción de viviendas en su interior, hasta casi desaparecer. Originalmente, debió ocupar casi todo el espacio entre las torres.
En 1592, el patio abierto ya se había reducido a 332 metros cuadrados. En él, al pie de la cara interior de la Torre del Homenaje, había un aljibe (depósito de agua) cuadrado protegido por un pequeño muro. Su falta de agua se hizo evidente en la Toma y saqueo de Cádiz de 1596, cuando la escasez de agua fue una de las razones para la rendición.
A finales del siglo XVI, se abrieron tres habitaciones rectangulares de diferentes tamaños en el interior. Parece que no se construyeron al mismo tiempo. Todas tenían la entrada paralela al muro occidental y se cubrieron con una estructura recta en la parte superior.
La primera de estas habitaciones se construyó en 1485. No se sabe si tenía dos plantas. Se edificó en la parte interior del muro, en la esquina noreste, usando como paredes el muro norte por un lado y la cara interior de la Torre de Armas por el otro. Ocupaba unos 11 metros cuadrados y aprovechaba el espacio de una escalera para ser más amplia. La escalera exterior conectaba el patio con la azotea de la Torre de Armas y con el paso de ronda.
La segunda habitación, separada de la anterior por la misma escalera, era un poco más pequeña. Compartía un muro con la tercera, que era la más grande de las tres (unos 28 metros cuadrados).
En el siglo XVIII, las habitaciones se habían multiplicado y dividido, llegando a tener un total de nueve dependencias abiertas, además de usar las habitaciones de las torres como viviendas. Así, cuando el castillo albergó la Academia de Guardias Marinas, estaba ocupado en tres cuartas partes de su totalidad.
En la maqueta, lo que más llama la atención es la puerta de acceso a las dependencias interiores, que tenía una forma de medio punto muy elevado. Otras dos puertas se abrían en el patio de armas: una al pie de la torre circular de la fachada sur y la otra en el frente de San Juan de Dios.
Sobre las torres del homenaje y de las armas se levantaron dos casetas separadas, pequeñas y cubiertas con pequeñas cúpulas. La del homenaje era una evolución de otra que ya existía para los guardias desde 1485. El perfil de ambas se parecía más a las clásicas torres-miradores de Cádiz que a una garita de vigilancia.
Cambios en las almenas del Castillo
En cuanto a la parte superior de los muros, un grabado de Simancas muestra merlones (los salientes de las almenas) con forma piramidal, muy comunes en Andalucía. El grabado incluso muestra una diferencia: los de los muros no tenían esa forma, mientras que los de las torres sí, idénticos a los de la muralla medieval.
En la maqueta de 1777, solo el torreón circular en el centro del muro de San Juan de Dios conservaba las almenas originales.
La presencia de dos tipos diferentes de almenas (con forma especial para las torres cuadradas y sin ella para los cubos circulares) sugiere que hubo dos etapas de construcción: una primera en tiempos de Alfonso X el Sabio, al mismo tiempo que se construía la cerca, que correspondería a las torres cuadradas; y una segunda, coincidiendo con los años del señorío de los Ponce de León.
Construcciones adicionales
En la fachada sur, delante de la Torre del Homenaje, había dos construcciones adicionales hechas al mismo tiempo que el resto del edificio. Eran dos habitaciones de altura desconocida (aunque más bajas que la muralla), destinadas a albergar ganado (carneros y ovejas) y los establos, respectivamente.
La primera estaba adosada a la Torre del Homenaje. Tenía una superficie de 20 metros cuadrados y se accedía a ella desde la zona del Campo del Sur, al final de la calle de San Juan de Dios.
A la segunda habitación se accedía por una puerta que miraba hacia la entrada del castillo.
Historia del Castillo Viejo
Los historiadores Fray Pedro de Abréu e Hipólito Sancho de Sopranis no estaban seguros de si el castillo fue construido por el rey Alfonso X el Sabio o por Rodrigo Ponce de León, el primer duque de Cádiz, a quien algunos solo consideran un reconstructor. Agustín de Horozco afirmó que "el anfiteatro romano de la Huerta del Hoyo se desmanteló para construir el castillo con sus piedras".
El Castillo bajo el Señorío
Un documento del 14 de agosto de 1471, del entonces gobernador del castillo y ciudad de Cádiz, Pedro de Pinós, indica que el duque de Cádiz (cuando aún era conde) mandó construirlo.
El castillo le servía al Marqués más como almacén que como arsenal o fortaleza defensiva. El 13 de noviembre de 1486, el alcalde del castillo, Pedro Despinosa, lo entregó al administrador, Lope Díaz de Palma. El castillo contenía "tres asientos de molinillos de mano con su aderezo, cinco tinajas para vino, 354 corchos de carbón, dos llaves de la puerta grande, una del postigo, otra de la puerta de la escalera", entre otras cosas. No se menciona ningún tipo de armas.
En 1485 se construyó una sala nueva en la fortaleza y un muro bajo sobre las habitaciones de la torre vieja. En 1486, el administrador compró cañas para "techar la casa que está para las velas encima de la torre del homenaje".
El Castillo bajo la Corona
Cuando la ciudad volvió a formar parte de la corona de Castilla el 27 de octubre de 1493, se acordó que los herederos del Duque entregarían la ciudad y su fortaleza. Una vez en poder de la corona, el castillo comenzó a deteriorarse. Un documento del siglo XVI, sin fecha, menciona que una de sus torres, la llamada de las Armas, estaba a punto de caerse. En 1592, Felipe II envió una carta a la ciudad de Cádiz, preguntando qué estaba mal y necesitaba ser reparado. La lentitud de las reparaciones hizo que, cuando el Duque de Essex tomó la ciudad en 1596, el Castillo de la Villa estuviera casi igual de indefenso. Seguía sin artillería, ya que se pensaba que las otras defensas de Cádiz en ese momento (como el castillo de San Lorenzo del Puntal, la Batería de San Felipe y el castillo de Matagorda) serían suficientes.
Durante el saqueo de 1596, el Castillo de la Villa sirvió como un punto de defensa, no de ataque, ya que no podía devolver el fuego de artillería enemigo. Solo los disparos de arcabuces desde las almenas intentaron detener el avance anglo-holandés. Los 17 días de asedio demostraron la vulnerabilidad de Cádiz. A partir de entonces, el Castillo de la Villa comenzó a llamarse Castillo Viejo. Incluso se pensó en usar sus piedras para construir nuevas defensas en la ciudad. No se sabe por qué, a pesar de varias órdenes (incluso una del propio Felipe II), el Castillo Viejo no fue demolido.
En 1599, la pólvora y municiones de Cádiz se trasladaron al castillo. Allí permanecieron hasta 1648, probablemente en las habitaciones bajas de las torres y en almacenes construidos en el patio de armas. En 1701, en un nuevo intento de ataque a la ciudad, la pólvora se sacó del almacén que la ciudad había construido, que al parecer estaba en muy mal estado, y se llevó de nuevo al Castillo Viejo.
En 1717, se iniciaron obras para adaptar el Castillo Viejo como sede de la recién creada Real Compañía de Caballeros Guardias Marinas, aunque no se instalaron allí hasta 1719.
En 1751, Jorge Juan y Santacilia asumió el mando de la Escuela Naval. Desde ese momento, la vieja Torre del Homenaje del Castillo de la Villa se convirtió en uno de los centros de observación astronómica más importantes de su época. Con la llegada de Jorge Juan, la Academia de Cádiz vivió su etapa más productiva. El aumento progresivo del número de cadetes obligó a la Academia a pedir continuamente la ampliación de sus instalaciones, que en esos años casi ocupaban toda "la rinconada detrás del barrio del Pópulo".
A partir de 1769, con el traslado de la Academia a la Isla de León, la ciudad tomó posesión de todas las dependencias que hasta entonces había mantenido la Marina, excepto el castillo, que seguiría bajo jurisdicción real treinta años más. No fue hasta 1798 que los instrumentos del Observatorio Astronómico de Cádiz se trasladaron de la Torre del Homenaje. A partir de entonces, el castillo pasó a llamarse Castillo del Observatorio.
Desde ese año y hasta 1872, el Castillo Viejo de Cádiz se fue desmoronando y prácticamente desapareció. En 1858, el escritor Adolfo de Castro lamentaba que del Castillo de Guardias Marinas, antes llamado de la Villa, "hoy solo se conserva el solar y mañana apenas se conservará la memoria". En 1872, se instaló en el solar el Asilo de la Infancia.
En 1887, quince años después de la instalación del Asilo, Vera y Chillier escribió: "El antiguo Castillo de la villa existió, aunque derruido, hasta hace no muchos años". Sin embargo, durante bastantes años más, los antiguos muros sobrevivieron ocultos en las paredes del nuevo edificio del Asilo de la Infancia, hasta que la explosión de un polvorín de la Armada en 1947 eliminó los pocos vestigios que quedaban.