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Bienaventuranza para niños

Enciclopedia para niños

La bienaventuranza (también conocida como macarismo) es una forma especial de expresión que se encuentra en la Biblia. Hay más de cien ejemplos de ella, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Esta forma de escritura se usa para felicitar a las personas que tienen ciertas cualidades o que actúan de una manera que agrada a Dios. En la Biblia, Dios es visto como quien nos da la vida y la felicidad.

Cuando una bienaventuranza se anuncia en la Biblia, no es solo una simple bendición o una maldición. Su propósito es animar a las personas a seguir los caminos que llevan a la felicidad, basándose en experiencias de alegría. A lo largo del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, este tipo de mensaje fue cambiando. Al principio, se enfocaba más en las cosas buenas de la vida terrenal. Poco a poco, se fue centrando en lo que se llama "bienes eternos", es decir, la felicidad que va más allá de esta vida.

De todas las bienaventuranzas, las más conocidas son las nueve que Jesús de Nazaret pronunció al inicio de su famoso Sermón del monte (en el Evangelio de Mateo, capítulos 5:3-11). Estas bienaventuranzas resumen las enseñanzas de Jesús sobre la espiritualidad y la compasión. Presentan una nueva forma de ver la vida, basada en el amor y la humildad, en lugar de la fuerza o el poder.

Archivo:TissotBeatitudes
Le sermon sur la montagne (El sermón de la montaña, 1895-1897), obra del francés James Tissot (1836-1902). Acuarela opaca sobre grafito en papel vitela gris. Museo Brooklyn.

¿De dónde viene la palabra "bienaventurado"?

Archivo:Aischylos Büste
Busto que representa a Esquilo, autor de «Los Persas», obra en que se aplica el término «μακαρίτης» a los muertos.

En la antigua literatura griega, la palabra "bienaventurado" se usaba al principio para describir a los dioses. Significaba que ellos estaban por encima de las penas y dificultades de la vida. Se usaban términos como "μάκαρ" y "μακάριος". Más tarde, la palabra "μακαρίτης" (que significa "bendito") se aplicó a los muertos. Se decía que los muertos eran "bienaventurados" porque ya no sentían dolor.

En griego antiguo, una palabra importante para la felicidad era "eudaimonia" (que significa "buen espíritu"). De esta palabra surgieron otras relacionadas, como "eutychia" (suerte) y "makarios" (bendecido, feliz). Con el tiempo, "makarios" se empezó a usar también para las personas. El poeta Píndaro fue uno de los primeros en usarla. Luego se hizo común en las obras de Aristófanes y Eurípides. Implicaba la idea de "tener suerte" o "ser afortunado".

Así, en los siglos V y IV antes de Cristo, se decía que las personas eran "μακαριος" si eran ricas. Esto significaba que no tenían que preocuparse por las dificultades de la vida diaria. En el mundo griego, el género literario llamado "macarismo" se usaba para celebrar la felicidad de una persona, explicando el motivo de su alegría.

En los textos del Antiguo Testamento, la palabra hebrea "ašrê" (o ashrêy) se traduce como "bienaventurado". Siempre se refiere a personas, nunca a cosas. A diferencia de la literatura griega, la Biblia nunca usa "ašrê" para Dios. Sin embargo, la felicidad se relaciona con Dios porque se le considera la fuente de toda alegría.

¿Cómo se forma una bienaventuranza?

Una bienaventuranza generalmente empieza con una expresión como "feliz", "dichoso" o "bienaventurado". Esta expresión describe a la persona que posee una cualidad como "digna de felicidad". A menudo, se añade una segunda parte a la frase, que puede estar en tiempo presente o futuro.

  • Si está en tiempo presente, explica por qué esa cualidad hace feliz a la persona. Por ejemplo: "Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados... Es como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo y sus hojas nunca se marchitan..." (Salmo 1:1-3).
  • Si está en tiempo futuro, indica las consecuencias que tendrá esa cualidad. Las más conocidas usan la palabra "porque" para iniciar la segunda parte. Por ejemplo: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mateo 5:7).

Algunas bienaventuranzas no mencionan el premio directamente, se entiende que está implícito. Por ejemplo: "Bienaventurados los que no han visto y han creído" (Juan 20:29).

Las bienaventuranzas en el Antiguo Testamento

En la Biblia hebrea y en el Antiguo Testamento hay muchas bienaventuranzas. Los libros de sabiduría mencionan varias cosas que llevan a la felicidad, según las ideas de esa época. Por ejemplo, se dice "dichoso" el que respeta a Yahveh: será poderoso, bendecido, tendrá bienes y riqueza (Salmo 112:1-3). También tendrá una esposa fértil y muchos hijos (Salmo 128:1-3).

También se dice "dichoso" el hombre que no sigue los malos consejos, ni se junta con pecadores, sino que disfruta de la ley de Yahveh (Salmo 1:1). Son "dichosos" los que viven de forma correcta, los que siguen las leyes de Yahveh y lo buscan de todo corazón (Salmo 119:1-2). Es "dichoso" el que escucha la sabiduría (Proverbios 8:34) y el que la encuentra (Proverbios 3:13).

Sin embargo, el verdadero sabio no solo busca recompensas en este mundo. La recompensa más grande es Dios mismo. Son "dichosos" los que esperan en él (Isaías 30:18), los que confían en Dios (Salmo 84:12) y los que tienen su apoyo y esperanza en Yahveh su Dios (Salmo 146:5).

Para descubrir que solo Dios da la felicidad, a veces se necesita pasar por momentos difíciles. Por eso, el salmista dice: "Mejor es refugiarse en Yahveh que confiar en el hombre; mejor es refugiarse en Yahveh que confiar en los poderosos" (Salmo 118:8-9). El profeta también dice que es bendito el que confía en Yahveh, porque Yahveh nunca defrauda (Jeremías 17:5.7).

La bienaventuranza en el sufrimiento

Archivo:Job and his friends
Job y sus amigos (1869). Óleo sobre lienzo de Ilya Yefimovich Repin (1844–1930). Museo del Estado ruso, San Petersburgo.

A veces, cuando llega el sufrimiento, la idea de "bienaventuranza" parece disminuir. A Job, un hombre que perdió todo (sus bienes, sus hijos y su salud), uno de sus amigos le dice: "¡Feliz el hombre a quien Dios corrige! No desprecies su enseñanza" (Job 5:17). Esto sugiere que el sufrimiento es una lección. Pero Job no se siente satisfecho con esa respuesta. Él expresa su gran dolor y desesperación: "¡Ah, si se pudiera pesar mi aflicción, si mis males se pusieran juntos en la balanza! Pesarían más que la arena de los mares, por eso mis palabras se desbordan" (Job 6:2-3).

Los amigos de Job intentan consolarlo, pero sus palabras no le ayudan. Esto sucede porque ellos no logran entender el profundo dolor de Job. En lugar de "sufrir con" él, solo "se compadecen de" él.

Al final del libro, Dios no responde directamente a las preguntas de Job sobre su sufrimiento. En cambio, Dios le hace preguntas a Job, mostrándole su grandeza (Job 38-41). Después, Dios le devuelve a Job su salud y sus bienes, incluso el doble de lo que tenía, y también le da una nueva familia. Todas las "bienaventuranzas" materiales regresan. Pero las preguntas de Job sobre el sufrimiento siguen siendo un misterio para las personas.

Un nuevo tipo de bienaventuranza: la felicidad en la Biblia griega

Algunos escritos que forman parte de la Biblia griega no están en todas las Biblias. Estos libros, llamados "deuterocanónicos", son aceptados por algunas Iglesias cristianas, como las ortodoxas orientales, la anglicana, la episcopaliana y la católica, así como por las luteranas y anabaptistas. Entre ellos están el Libro de la Sabiduría (escrito posiblemente en el siglo I a.C.) y el Libro del Eclesiástico (190-180 a.C.).

En estos escritos, y en algunos pasajes de los profetas, se ve un cambio en la forma de pensar. Se empieza a entender que los bienes de la tierra, aunque son bendiciones de Dios, no duran para siempre.

Cuando surge la creencia en la "vida eterna" o en la "resurrección de los cuerpos" (que aparece por primera vez en el Libro II de los Macabeos 7, escrito a finales del siglo II a.C. y principios del siglo I a.C.), esta esperanza trae nuevos valores. Incluso se invierte el orden de los valores antiguos.

Se empieza a enseñar que no se debe considerar feliz a una persona antes de su muerte: "Antes del fin, no llames feliz a nadie, que solo al final se conoce al hombre" (Eclesiástico 11:28).

El libro de la Sabiduría, al hablar de la "bienaventuranza", pone la justicia por encima de la prosperidad. Aparecen ideas nuevas: un hombre o una mujer que no pueden tener hijos pueden ser "felices" si son "fecundos espiritualmente". La falta de hijos, que antes se veía como una deshonra, podía ser una señal de bendición: "Dichosa la que no tiene hijos y es pura... cuando las almas sean juzgadas, se verán sus frutos" (Sabiduría 3:13).

Incluso los eunucos, que en el pensamiento antiguo no podían participar en las asambleas de culto a Dios (Deuteronomio 23:2), son aceptados: "Dichoso también el eunuco si no hizo el mal ni tuvo pensamientos de rebelión contra el Señor: su fidelidad será bien recompensada, tendrá un lugar especial en el templo del Señor" (Sabiduría 3:14).

Así, los sabios coinciden en que la "bienaventuranza" no está tanto en tener bienes personales como en actuar con justicia.

Las bienaventuranzas en Mateo 5 y Lucas 6

Archivo:Bloch-SermonOnTheMount
El Sermón del monte, óleo sobre tela del pintor danés Carl Heinrich Bloch (1834–1890).

Las bienaventuranzas más conocidas son las que se encuentran en el evangelio de Mateo (capítulo 5) y el evangelio de Lucas (capítulo 6). Ambos evangelios usan la palabra "bienaventurados" o "dichosos". Los dos las colocan al principio de un discurso importante que Jesús pronuncia al inicio de su ministerio. También hay una clara diferencia entre las primeras bienaventuranzas y la última en ambos evangelios: las primeras son cortas, mientras que la última es más larga.

En ambos evangelios, el mensaje principal lo da la primera bienaventuranza, que se considera un resumen de todas las demás: "Bienaventurados los pobres" (Lucas 6:20) y "Bienaventurados los pobres de espíritu" (Mateo 5:3).

En el evangelio de Mateo, las bienaventuranzas son el comienzo del largo discurso de tres capítulos (Mateo 5-7) conocido como el "sermón de la montaña". En el evangelio de Lucas, se encuentran al inicio de un discurso más corto (Lucas 6: 20-47). Aunque el discurso de Lucas es más breve, casi todo su contenido se encuentra también en el sermón de Mateo, pero con enfoques ligeramente diferentes.

El discurso de Lucas se centra casi solo en el amor al prójimo. Mateo, en cambio, se interesa más en cómo las enseñanzas de Jesús van más allá de las leyes judías de su tiempo.

En cuanto a las bienaventuranzas, la primera diferencia es el número: Mateo tiene 9, mientras que Lucas solo tiene 4. Sin embargo, Lucas añade otras cuatro frases que son lo opuesto a las bienaventuranzas: las maldiciones ("¡Ay de vosotros, los ricos, los que estáis saciados, los que ahora reís, de los que habla bien todo el mundo!").

La diferencia más importante es el contenido: la razón de la felicidad no es la misma para Mateo que para Lucas. Lucas se refiere a situaciones difíciles ("dichosos los pobres... dichosos los que ahora tenéis hambre..."). Mateo, en cambio, se refiere a actitudes y sentimientos espirituales ("dichosos los pobres de espíritu... dichosos los que tienen hambre y sed de justicia..."). Aunque estas dos series de bienaventuranzas están en planos diferentes, se complementan y apuntan a lo mismo.

Así, el esfuerzo que se ve en el Antiguo Testamento por incluir en la bienaventuranza valores distintos al éxito o la riqueza, como la justicia en la pobreza y el fracaso, se refuerza en las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Jesús dice claramente que los dichosos no son los ricos, los satisfechos o los que reciben halagos, sino los que tienen hambre y lloran, los pobres y los perseguidos.

Según Xavier Léon-Dufour, dos grandes bienaventuranzas resumen todas las demás:

  • La pobreza, junto con la justicia, la humildad, la mansedumbre, la pureza, la misericordia y el deseo de paz. En este mismo contexto, se dice que María (madre de Jesús) es bienaventurada por haber creído (Lucas 1:45). También son bienaventurados los que no vieron y creyeron (Juan 20:29). Además, tanto el evangelio de Lucas como el Apocalipsis dicen que son bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen (Lucas 11:28), y los que leen y escuchan la Palabra y guardan lo que está escrito en ella (Apocalipsis 1:3).
  • La persecución por amor a Cristo. El autor del Apocalipsis, que escribió a las siete Iglesias de Asia (Apocalipsis 1:4) durante un tiempo de persecución (Apocalipsis 1:9), dice que es dichoso el que se mantiene alerta (Apocalipsis 16:15) y el que será llamado para la resurrección (Apocalipsis 20:6). Incluso si alguien da su vida como testimonio, es bienaventurado "por morir en el Señor", porque sus buenas acciones lo acompañan (Apocalipsis 14:13).

Las bienaventuranzas según la Iglesia católica

El Catecismo de la Iglesia Católica explica que las bienaventuranzas son el centro de lo que Jesús de Nazaret enseñó. Ellas responden al deseo natural que tenemos de ser felices: "Las bienaventuranzas muestran el propósito de la vida humana, el objetivo final de nuestras acciones: Dios nos llama a su propia felicidad".

Las bienaventuranzas en el arte

Antoni Gaudí incluyó representaciones de las bienaventuranzas en su diseño del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia. Se encuentran en las bóvedas traseras del pórtico de la gloria, justo encima de sus ocho columnas interiores.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Beatitudes Facts for Kids

Galería de imágenes

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