Sucesos de Castilblanco para niños
Los sucesos de Castilblanco se refieren a un enfrentamiento ocurrido en la localidad española de Castilblanco (Badajoz) el 31 de diciembre de 1931. Este suceso tuvo lugar entre un grupo de campesinos del pueblo y la Guardia Civil, y lamentablemente terminó con la muerte de cuatro miembros de este cuerpo. Fue el comienzo de una serie de eventos difíciles en los primeros años de la Segunda República Española.
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¿Qué ocurrió en Castilblanco?

El invierno era una época del año con muy poco trabajo para los jornaleros (trabajadores del campo) en Extremadura y Andalucía. Esto generaba mucha tensión social. El 20 de diciembre de 1931, en Castilblanco, un pueblo grande de la provincia de Badajoz, la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (FNTT) organizó una manifestación pacífica. Querían pedir trabajo, pero la Guardia Civil la disolvió. La Guardia Civil dijo que la manifestación era ilegal porque no se había pedido permiso, aunque el derecho a manifestarse estaba en la Constitución de 1931 que se había aprobado hacía poco.
La huelga y el conflicto
Después de esto, la FNTT convocó una huelga general de dos días. Su objetivo era lograr que el jefe local de la Guardia Civil fuera trasladado, ya que lo acusaban de apoyar a los dueños de las tierras y a los líderes locales (caciques) en contra de las nuevas leyes sociales.
Se organizó otra manifestación para el 30 de diciembre. Esta vez sí se pidió permiso, pero el alcalde no lo concedió por razones de orden público. A pesar de esto, la manifestación se realizó sin problemas porque las fuerzas del orden no intervinieron.
Al día siguiente, el 31 de diciembre, el alcalde envió a la Guardia Civil a la Casa del Pueblo, que era la sede de la FNTT. Querían pedir que se cancelara una nueva manifestación planeada para ese día. Mientras negociaban, un grupo de mujeres que estaba fuera comenzó a gritar a los cuatro guardias civiles.
Se produjo un enfrentamiento cuando la Guardia Civil intentó evitar que los manifestantes entraran de forma brusca al local. Hay diferentes versiones de lo que pasó después. Una dice que un manifestante murió por una bala de la Guardia Civil. La versión oficial dice que el civil falleció después de que un cabo de la Guardia Civil fuera atacado con un cuchillo. Lo cierto es que una parte de la multitud se lanzó sobre los guardias con palos, piedras y cuchillos, y los atacaron con gran fuerza, lo que resultó en la muerte de los cuatro guardias civiles en el lugar.
Testimonio de los hechos
Santos Martínez Saura, quien era secretario del presidente del gobierno Manuel Azaña, escribió en sus memorias sobre lo ocurrido en Castilblanco:
La Guardia Civil quiso detener una manifestación autorizada, de la forma habitual; se escucharon silbidos y quizás palabras fuertes hacia la "Benemérita"... Lo que pasó fue que, después de los silbidos y las palabras, si es que realmente los hubo, vinieron disparos para asustar, y como la gente no sabe de qué tipo son los disparos, quizás por eso los campesinos respondieron al fuego de los guardias, con otros que causaron cuatro víctimas, entre los del orden.
Repercusión de los sucesos
Estos hechos causaron una gran conmoción en todo el país. El general José Sanjurjo, director general de la Guardia Civil, dijo que ni siquiera en las comunidades más aisladas durante la Guerra del Rif había visto cuerpos tan gravemente afectados. El entierro de los cuatro guardias civiles fue presidido por el ministro de la Gobernación, Santiago Casares Quiroga.
El doctor Gregorio Marañón escribió en el periódico El Sol que los sucesos de Castilblanco eran como un nuevo Fuenteovejuna. Explicó que las muertes eran el resultado de las condiciones de vida muy difíciles de los jornaleros extremeños. Señaló que los verdaderos responsables de las muertes eran quienes mantenían a los campesinos en una situación de pobreza y atraso.
Este fue uno de los argumentos que usó Luis Jiménez de Asúa, el abogado que defendió a los acusados (y que había sido presidente de la comisión que redactó la Constitución de 1931). Sin embargo, el tribunal dictó seis condenas muy severas, que luego fueron cambiadas por cadena perpetua (prisión de por vida).
Tensión política y social
La tensión que se generó por los acontecimientos de Castilblanco hizo que el ambiente político y social de la época fuera muy complicado. Los partidos de izquierda culparon a la Guardia Civil de lo sucedido. Esto hizo que el presidente del Gobierno, Manuel Azaña, interviniera en las Cortes (el parlamento):
Cualquiera diría que en Castilblanco fue la Guardia Civil quien se excedió en su deber, y me sorprende que cuando cuatro "pobres" Guardias Civiles han muerto cumpliendo con su obligación, se ponga en discusión el prestigio de la institución, como si estos Guardias hubieran sido los que mataron, y no los muertos.
El jefe de la Guardia Civil, el general Sanjurjo, quien más tarde intentaría un golpe de Estado en 1932 y sería uno de los que impulsaron el golpe de julio de 1936 que dio inicio a la Guerra Civil Española, se mostró muy molesto por lo sucedido. De hecho, una comisión de jefes de la Guardia Civil se reunió con él para proponerle una sublevación de todo el cuerpo en España, pero Sanjurjo les pidió calma.
Otros enfrentamientos
Pocos días después de Castilblanco, en Zalamea de la Serena, la intervención de la Guardia Civil resultó en la muerte de dos campesinos y tres heridos. Algunos vieron esto como un castigo por lo de Castilblanco, mientras que otros lo vieron como una continuación de los conflictos laborales.
En Épila (Zaragoza), el sábado 2 de enero, los trabajadores de una fábrica de azúcar se declararon en huelga. Querían que se contratara preferentemente a la gente del pueblo. Los jornaleros de la localidad los apoyaron, no salieron a trabajar y cerraron algunos negocios. Al día siguiente, domingo 3 de enero, unas quinientas personas se reunieron en la plaza del pueblo. La Guardia Civil intervino para despejar la plaza, y hubo un enfrentamiento en el que murieron dos personas y varias resultaron heridas.
Al día siguiente, lunes 4 de enero, una manifestación de campesinos en Jeresa (Valencia) se enfrentó a los dueños de las tierras que no aceptaban sus propuestas de trabajo. Recibieron a la Guardia Civil a caballo con gritos y piedras. Hubo una carga de sables y disparos. El resultado fue cuatro muertos y trece heridos, dos de ellos mujeres. Dos días después, el 5 de enero, ocurrieron los hechos más trágicos: los sucesos de Arnedo.
Relación con los sucesos de Arnedo
La tensión causada por los sucesos de Castilblanco probablemente influyó en el trágico desenlace de los llamados sucesos de Arnedo, que ocurrieron cinco días después, el 5 de enero de 1932. En esta localidad riojana hubo otro choque con la Guardia Civil. Un grupo de trabajadores acompañaba a una delegación que iba a una reunión con los dueños de las empresas para negociar el fin de una huelga convocada por la Unión General de Trabajadores.
Cuando la Guardia Civil se acercó a los trabajadores reunidos, estos comenzaron a gritarles y atacarlos. Quizás asustados por lo que había pasado en Castilblanco, los agentes abrieron fuego contra la multitud, matando a once personas –entre ellas un niño y cinco mujeres– e hiriendo a treinta. Estos sucesos causaron un enorme escándalo. Si después de Castilblanco la opinión pública apoyó mayoritariamente a la Guardia Civil, en esta ocasión sucedió lo contrario. Las Cortes pidieron que el jefe de la Guardia Civil, el general Sanjurjo, fuera destituido. El Gobierno de Azaña se negó a hacerlo; pero un mes más tarde lo reemplazó por Miguel Cabanellas y lo nombró jefe de los Carabineros.