Retablo mayor del Convento de Santa Isabel (Valladolid) para niños
Datos para niños Retablo mayor del Convento de Santa Isabel |
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Autor | Francisco Velázquez, Cristóbal Velázquez, Melchor de Beya, Juan Imberto y Gregorio Fernández | |
Creación | 1613-1614 (modificado en 1621) | |
Ubicación | Convento de Santa Isabel de Valladolid (Castilla y León, España) | |
Estilo | clasicista | |
Material | madera policromada, dorada y estofada | |
El retablo mayor del Convento de Santa Isabel es una impresionante obra de arte. Fue creado entre 1613 y 1614 por varios artistas: Francisco Velázquez, Cristóbal Velázquez, Melchor de Beya y Juan Imberto. Más tarde, en 1621, Gregorio Fernández realizó algunas modificaciones importantes. Este retablo se encuentra en la iglesia del Convento de Santa Isabel en Valladolid, Castilla y León, España.
Contenido
Historia del Retablo Mayor
¿Quiénes crearon el retablo?
Durante mucho tiempo, se pensó que Gregorio Fernández había hecho todo el retablo. Por ejemplo, en 1885, Pedro Muñoz Peña sugirió que podría ser obra suya. Sin embargo, Juan Agapito y Revilla aclaró que Fernández solo había intervenido en una parte.
Finalmente, en 1941, María del Pilar López Barrientos encontró los contratos originales. Estos documentos mostraron que la obra principal fue de Francisco Velázquez y Juan Imberto. También participaron Cristóbal Velázquez y Melchor de Beya.
¿Cómo se construyó el retablo?
El diseño y la estructura
El 21 de junio de 1613, la abadesa Ana de Miranda firmó un contrato con Francisco Velázquez para construir el retablo. Velázquez estaba muy ocupado, así que el 5 de noviembre delegó parte del trabajo a Melchor de Beya. Beya ayudó con el diseño y se encargó de una tercera parte del retablo. Esto incluía el segundo cuerpo, los capiteles y la preparación de tres historias.
El contrato tenía diecisiete cláusulas. La primera decía que el diseño debía ser aprobado por la abadesa y el maestro. La segunda especificaba que la madera debía ser de Soria o Cuéllar, seca y sin nudos. La tercera cláusula detallaba las dimensiones: treinta pies de ancho y treinta y ocho de alto.
La cuarta cláusula mencionaba un pedestal de yeso y ladrillo. Sobre este, la quinta cláusula indicaba que se colocaría el pedestal de madera del retablo. Este pedestal tendría diez figuras en relieve de santos y dos escenas: la Adoración de los Reyes y el Nacimiento.
Las cláusulas sexta y séptima hablaban de elementos que el convento ya tenía, como una custodia de plata y una talla del Ecce Homo. También se especificaba que el retablo tendría seis columnas corintias de nueve pies de alto.
La octava cláusula describía el primer cuerpo del retablo. Tendría dos nichos con figuras de San Juan Bautista y San Juan Evangelista, de cinco pies y medio de alto. También habría dos historias en relieve: la Visitación de Santa Isabel y la Anunciación.
La novena cláusula pedía que las imágenes tuvieran mucho arte y movimiento. La décima cláusula describía el segundo cuerpo del retablo. Este tendría seis columnas y se ejecutaría según el diseño.
Las cláusulas siguientes detallaban más figuras y escenas. Por ejemplo, en la undécima, se mencionaba una figura de Santa Isabel de seis pies de alto. También se harían dos historias: la Resurrección y la Asunción. La duodécima cláusula describía el ático del retablo.
La decimotercera cláusula indicaba que cuatro figuras de santos de la orden, como San Luis Rey de Francia, San Antonio, San Bernardino y San Buenaventura, irían en la parte superior. Las imágenes de Cristo crucificado, la Dolorosa y San Juan ya existían y solo debían ser instaladas.
Las cláusulas decimocuarta a decimoséptima establecían los plazos y el precio. El primer cuerpo debía estar listo para el Día de Santa Isabel de 1613. Toda la obra debía terminarse para el 8 de mayo de 1614. El precio total, incluyendo el retablo, una reja y un púlpito, sería de mil doscientos ducados.
Un documento de 1999, descubierto por Patricia Andrés González, confirmó que Francisco y Cristóbal Velázquez, junto con Melchor de Beya, solo se encargaron de la arquitectura y el ensamblaje. El trabajo de escultura se descontaría del precio final.
Las esculturas
La parte de las esculturas fue realizada por Juan Imberto, un tallista de Segovia. Él tenía un taller en Valladolid antes de mudarse a su ciudad natal. Imberto solía inspirarse en obras de otros artistas y grabados europeos.
El 5 de noviembre de 1614, Imberto firmó un contrato para hacer las figuras de bulto redondo. Estas incluían:
- San Juan Bautista y San Juan Evangelista (cinco pies y medio de alto).
- San Miguel y un Ángel de la Guarda (cinco pies y tres cuartos de alto).
- San Luis Rey de Francia, San Antonio con el Niño, San Buenaventura y San Bernardino (seis pies de alto).
Todas las figuras debían ser de madera de pino, huecas y con mucho movimiento. El precio total por estas esculturas fue de ciento cuarenta y cuatro ducados.
La pintura y el dorado
La policromía (pintura y dorado) del retablo fue encargada a Marcelo Martínez el 26 de agosto de 1621. Francisco Velázquez fue su fiador. Martínez se comprometió a tener el retablo "dorado, estofado, encarnado y pintado" en diez meses. El trabajo debía ser aprobado por Fray Diego de Sicilia y otros expertos.
El costo de la policromía fue de 1200 ducados, pagaderos en tres plazos. El contrato también especificaba que si el trabajo no se completaba, se buscaría a otros pintores y Martínez pagaría los gastos.
Las veinticuatro cláusulas del contrato de policromía detallaban el proceso. La primera indicaba que el retablo y las tallas debían dorarse con oro bruñido de 25 quilates. La segunda y tercera cláusulas pedían estofar y aplicar color a las imágenes con carmín de Indias y azules finos.
Se especificaba cómo estofar diferentes escenas y figuras. Por ejemplo, la Anunciación debía tener telas y brocados ricos. La Adoración de los Reyes Magos también debía ser muy lujosa.
Las cláusulas siguientes detallaban el estofado de otras esculturas y relieves. Se pedía que las encarnaciones (el color de la piel) fueran mate y parecieran naturales. También se mencionaba que las tallas debían ser aprobadas por la abadesa y las monjas.
Una cláusula muy importante, la vigesimotercera, mencionaba el reemplazo de la imagen principal de Santa Isabel de Hungría. Se encargó una nueva imagen a Gregorio Fernández. La imagen antigua sería estofada y pintada de nuevo para otro altar.
Descripción del Retablo
¿Cómo es el retablo?
El retablo tiene un estilo clásico y elegante. Se parece a otros retablos importantes de Valladolid. Está dividido en un banco (la parte inferior), dos cuerpos con cinco calles (secciones verticales) y un ático (la parte superior).
Cada cuerpo tiene seis columnas con estrías verticales y capiteles corintios. El ático está flanqueado por pilastras y pináculos. Los cuerpos y el ático están separados por frisos decorados con motivos vegetales.
En las calles de los extremos hay nichos con figuras de bulto redondo y relieves de virtudes.
- A la izquierda: San Juan Bautista con Prudencia (primer cuerpo) y San Antonio de Padua con Justicia (segundo cuerpo).
- A la derecha: San Juan Evangelista con Fortaleza (primer cuerpo) y San Bernardino de Siena con Templanza (segundo cuerpo).
San Juan Bautista se reconoce por su piel de camello y un cordero a sus pies. San Antonio está con el Niño Jesús. Prudencia sostiene un espejo y tiene una serpiente. Justicia lleva una espada y una balanza. San Juan Evangelista tiene una copa y un águila. San Bernardino viste hábito franciscano y tiene tres mitras a sus pies. Fortaleza lleva una columna y un león. Templanza tiene una copa y un jarrón.
En las calles centrales hay cuatro relieves que cuentan historias de la vida de la Virgen. Aunque el contrato de Imberto solo mencionaba figuras de bulto redondo, se cree que él también hizo estos relieves.
- En el primer cuerpo: la Visitación y la Anunciación.
- En el segundo cuerpo: la Resurrección (Cristo apareciendo a la Virgen) y la Asunción.
La Anunciación muestra a la Virgen arrodillada ante el ángel. La Resurrección es similar, con Cristo apareciendo a su madre. La Asunción muestra a la Virgen rodeada de ángeles.
El ático tiene un Calvario (Cristo crucificado con la Dolorosa y San Juan) sobre un fondo que representa Jerusalén. A los lados están San Buenaventura y San Luis de Francia. San Luis lleva una capa de armiño y una corona. San Buenaventura viste como cardenal y lleva un libro y un crucifijo.
El banco (parte inferior) tiene cuatro relieves rectangulares:
- María Magdalena (izquierda) y San Jerónimo (derecha).
- La Adoración de los pastores y la Adoración de los Reyes Magos (en el centro).
La Magdalena aparece arrepentida con el cabello suelto. San Jerónimo se golpea el pecho y tiene un león a sus pies. El banco también tiene ocho relieves más pequeños de santos, como San Pedro, San Pablo, San Agustín, San Ambrosio, San Buenaventura, San Diego de Alcalá, Santa Clara de Asís y Santa Rosa de Viterbo.
En el centro del primer cuerpo hay una talla del Ecce Homo, posiblemente de Fernández. Debajo, un sagrario. Las imágenes de San Miguel y el Ángel de la guarda, que debían ir en el segundo cuerpo, ahora están en las paredes laterales de la capilla.
Originalmente, el centro del segundo cuerpo tenía un relieve de Santa Isabel de Hungría. Pero las monjas no estaban contentas con su calidad. Por eso, se encargó a Gregorio Fernández una nueva imagen de la santa, Santa Isabel y el Pobre, que es de bulto redondo. El relieve antiguo fue transformado en Santa Teresa de Ávila y se encuentra ahora en la Iglesia de San Benito el Real.
Santa Isabel y el Pobre: La obra de Gregorio Fernández
Esta es la única parte del retablo tallada por Gregorio Fernández. Representa a Santa Isabel vestida como terciaria franciscana, con una corona que simboliza su origen real. En su mano izquierda, sostiene un libro con otra corona, que alude a su papel como fundadora de un hospital.
A los pies de la santa, hay un pobre o enfermo con un bastón. Santa Isabel le ofrece un trozo de pan (que ya no está) como limosna. El pobre lo recibe con una mirada de súplica. La escultura es de tamaño un poco mayor al natural y se apoya en una base decorada.
Fernández creó dos modelos importantes con esta obra. El primero es la figura del pobre, que ya había usado antes en su obra San Martín y el Pobre (1606). El mendigo de este retablo tiene harapos, piernas desnudas, pies descalzos y un bastón. Su rostro es suplicante y lleva un turbante.
La figura de la santa es innovadora. Fernández introdujo elementos que repetiría en otras esculturas de santas, como el brazo derecho adelantado y el izquierdo sosteniendo un libro. La figura tiene un movimiento elegante y pliegues en el hábito que le dan volumen. El manto está sujeto con un alfiler al escapulario, creando un pliegue triangular.
Ambas figuras son muy realistas, con ropajes que parecen telas encoladas y detalles finos. Fernández buscó el naturalismo en sus esculturas desde 1621. La corona de Santa Isabel es una pieza de orfebrería muy detallada que la hace fácilmente reconocible. Esta obra es considerada una de las obras maestras de Fernández. En 2018, participó en la exposición Mons Dei de Las Edades del Hombre.
San Miguel y el Ángel de la guarda: Esculturas de Imberto
La imagen de San Miguel se encuentra en el lado del evangelio. Es una escultura de bulto redondo, casi de tamaño natural. Muestra al arcángel victorioso sobre Lucifer, quien está derrotado a sus pies. Imberto se inspiró en un modelo de Fernández de 1606, pero añadió algunas variaciones.
San Miguel tiene el brazo izquierdo bajado (donde antes llevaba un escudo) y el derecho levantado con una lanza. Su pierna izquierda está sobre Lucifer. La pierna derecha está delante del demonio, lo que le da más fuerza a la composición. Lucifer está en la dirección opuesta, con la cabeza hacia la derecha, y sus alas están extendidas.
El arcángel viste ropas del siglo XVII, como un legionario, y lleva botas. Su rostro es menos expresivo que el de Fernández, y tiene un cuello largo y frente alta, características de Imberto. Los colores de la policromía son vivos, con dorados que brillan. La piel es mate y rosada, contrastando con la piel curtida de Lucifer.
El Ángel de la guarda está en el lado de la epístola. Sigue la iconografía tradicional: camina, señala al cielo con el dedo índice y protege a un niño, que simboliza el alma. Esta escultura muestra la importancia de esta figura en el siglo XVII.
La imagen se inspira en una talla de San Gabriel de Fernández. Es muy fiel al original en la pose del cuerpo, los brazos y la ropa. Sin embargo, las alas tienen una posición diferente. El ángel viste dos túnicas, una marfil y otra más larga con motivos florales. El niño, muy expresivo, tiene la cabeza erguida y las manos juntas. Los colores predominantes son verde, marfil y rojo.
Influencia de Hieronymus Wierix
El retablo muestra una gran influencia del artista Hieronymus Wierix, especialmente en los relieves de la Anunciación y la Resurrección. Estas dos piezas se basaron en grabados de Wierix que eran muy populares en Europa a principios del siglo XVII.
La familia Wierix era famosa por sus grabados. Hieronymus fue el más importante y sus obras se difundieron por todo el mundo, incluso en Oriente y Latinoamérica, aunque él nunca salió de Amberes.
Los grabados de Wierix sobre la Anunciación influyeron mucho en el retablo. Esta escena suele mostrar al arcángel Gabriel, la Virgen, el Espíritu Santo y a veces Dios Padre. La escena ocurre en un dormitorio, con la Virgen arrodillada leyendo las Escrituras. A menudo hay un reclinatorio y un jarrón con lirios, símbolo de la pureza de María.
El relieve de Imberto en el retablo tiene muchas similitudes con un grabado específico de Wierix. Este grabado muestra una cama con dosel y el ángel flotando sobre nubes. Imberto replicó muchos de estos detalles, aunque hizo algunos cambios, como la posición de las manos de la Virgen, para que la escultura no fuera una copia exacta del grabado.
La escena de la aparición de Cristo resucitado a su madre también se parece mucho a un grabado de Wierix. Imberto adaptó la composición, eliminando algunos elementos por falta de espacio, pero manteniendo la esencia del original.
Gregorio Fernández también pudo haberse inspirado en un grabado de Wierix para su grupo Santa Isabel y el Pobre. Un grabado de Wierix muestra a la santa y al mendigo con poses similares. Los ropajes y los objetos que acompañan al pobre son casi idénticos en el grabado y en la escultura. Sin embargo, Fernández añadió su propio estilo, con figuras más voluminosas y con más movimiento, lo que le dio originalidad a su obra.
Restauración del Retablo
El retablo fue restaurado durante más de un año, entre 2005 y 2006. La empresa Uffizzi, junto con otras compañías, realizó el trabajo. Costó 167.021 euros, pagados por la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León.
La restauración incluyó varios pasos:
- Desinsectación: Se eliminaron insectos que estaban dañando la madera, especialmente en la parte superior.
- Corrección de defectos: Se arreglaron problemas causados por el movimiento de las piezas y la deformación de las tablas.
- Reintegración volumétrica: Se rellenaron huecos y se reconstruyeron partes faltantes.
- Tratamiento de metales: Se detuvo la oxidación de las partes metálicas.
- Limpieza: Se limpió toda la superficie del retablo.
- Reintegración cromática: Se restauró el color en las zonas dañadas.
Además, se redactó un informe con medidas para conservar la obra en el futuro. También se invirtieron 12.500 euros para pintar las paredes interiores de la iglesia, que se habían oscurecido con el tiempo. Gracias a esta restauración, el retablo volvió a lucir en todo su esplendor.