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Pío Tamayo para niños

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Datos para niños
Pío Tamayo
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Pío Tamayo antes de 1935.
Información personal
Nacimiento 4 de marzo de 1898
El Tocuyo, estado Lara, Venezuela
Fallecimiento 5 de octubre de 1935
Barquisimeto, estado Lara, Venezuela
Nacionalidad Venezolana
Información profesional
Ocupación Poeta, escritor, floricultor, investigador
Partido político Partido Comunista Cubano
Partido Comunista de Venezuela (post mortem en 1978)

José Pío Tamayo (nacido en El Tocuyo, estado Lara, Venezuela, el 4 de marzo de 1898 y fallecido en Barquisimeto, estado Lara, Venezuela, el 5 de octubre de 1935) fue un poeta, investigador y escritor venezolano. Es conocido por ser una figura importante en los inicios de ideas sobre la igualdad social y los derechos de los trabajadores en Venezuela. También fue uno de los fundadores del primer grupo político que buscaba cambios sociales en Cuba.

¿Quién fue Pío Tamayo y qué hizo?

Sus primeros años y estudios

A los 14 años, Pío Tamayo se mudó a Barquisimeto para estudiar en el Colegio La Salle. Allí, junto a sus amigos, fundó una imprenta a la que llamaron "Gil Blas".

Cuando tenía 16 años, regresó a El Tocuyo. En su pueblo, creó una revista literaria llamada Renacimiento, que existió por poco tiempo. También fundó el "Tonel de Diógenes", un lugar donde se reunían para hablar de poesía y temas importantes para la sociedad.

Pío Tamayo se encargó de la hacienda de su familia, "El Callao". Hizo muchos cambios para mejorar las condiciones de trabajo de los campesinos. Compró máquinas modernas, instaló servicios de salud y puso electricidad en las casas de los trabajadores y en la hacienda.

Además, creó una granja de cerdos y el primer transporte público entre Barquisimeto y El Tocuyo. Este transporte era muy económico para que las personas con menos recursos pudieran usarlo. Durante este tiempo, se esforzó por organizar a los campesinos y formar cooperativas agrícolas, aunque con pocos resultados.

Su tiempo fuera de Venezuela

En 1922, Pío Tamayo tuvo que dejar Venezuela debido a sus actividades contra el gobierno de Juan Vicente Gómez. Primero se fue a San Juan de Puerto Rico, donde trabajó en una fábrica de azúcar. Luego viajó a Nueva York, donde se unió a otros venezolanos que se oponían al gobierno.

Más tarde, se trasladó a La Habana (Cuba). Allí participó en la creación de un grupo político que buscaba cambios sociales en Cuba. Mientras estuvo en la isla, colaboró en las revistas Venezuela Libre y Revista Universitaria. También se unió a un grupo de venezolanos que se oponían a Gómez y participó activamente en la Liga Antiimperialista de las Américas, colaborando en la publicación El Libertador.

En Barranquilla, Colombia, fundó la Unión Obrera Venezolana. Esta organización buscaba promover la unión y la conciencia de los trabajadores.

En septiembre de 1925, Pío Tamayo viajó a Panamá. Allí fue delegado en un congreso de estudiantes y ayudó a organizar una huelga de inquilinos (personas que alquilaban viviendas). Por esta razón, fue arrestado y luego expulsado de Panamá. Se fue a Guatemala, pero también fue expulsado por el presidente José María Orellana. Finalmente, llegó a Costa Rica, donde fue director de la revista Siluetas y colaboró en otras publicaciones como Avispas y Nueva Prensa.

El regreso a su país y su encarcelamiento

En 1926, Pío Tamayo pudo regresar a Venezuela gracias a una amnistía (un perdón oficial) otorgada por Francisco Baptista Galindo. En Caracas, comenzó a colaborar en la revista Elite y en el diario Mundial.

Fue uno de los organizadores de la Semana del Estudiante en 1928. En el evento de inauguración, Pío Tamayo leyó un poema llamado Homenaje y demanda del Indio en el Teatro Municipal. El contenido de su poema fue considerado una crítica al gobierno, lo que le costó ser encarcelado en la Rotunda.

Más tarde, ese mismo año, fue trasladado al castillo Libertador de Puerto Cabello. En un registro de presos políticos de 1931, Pío Tamayo aparece como el número 6, con la nota:

“Pío Tamayo: Iniciador de ideas sobre la igualdad social en Venezuela. Persona que se oponía al gobierno. Preso el 14 de febrero de 1928 y enviado al castillo el 27 de febrero del mismo año.”

En prisión, Pío Tamayo fundó "La Carpa Roja". Este era un espacio para aprender, estudiar y debatir sobre temas sociales y políticos. Allí, enseñaba a los jóvenes y los ponía en contacto con las ideas de cambio social. Este espacio fue muy importante para la futura creación del Partido Comunista de Venezuela. Muchos de los jóvenes que participaron en "La Carpa Roja" se convirtieron en miembros importantes de este partido, como Rodolfo Quintero, Kotepa Delgado, Miguel Otero Silva, Juan Bautista Fuenmayor, Fernando Salvador Key Sánchez, Miguel Acosta Saignes, Ángel Márquez y Raúl Osorio.

Aunque Pío Tamayo nunca fue miembro oficial del Partido Comunista de Venezuela en vida, su trabajo fue tan fundamental que en 1978, después de su fallecimiento, el partido le otorgó el carné de miembro honorario.

Semanas después de la Semana del Estudiante, en abril, los estudiantes volvieron a protestar contra Juan Vicente Gómez. Se descubrió un plan para derrocar al gobierno que incluía a estudiantes y jóvenes militares. Debido a estas protestas, en mayo de ese mismo año, se aprobó una reforma en la ley que prohibía la difusión de ideas sobre la igualdad social en todo el país. También se declaró "traidor a la Patria" a cualquiera que practicara esa doctrina.

Muchos jóvenes fueron liberados y enviados al exilio, pero Pío Tamayo permaneció en prisión. Allí contrajo tuberculosis, una enfermedad grave. En diciembre de 1934, cuando fue liberado, su estado de salud era muy delicado. Falleció el 5 de octubre de 1935 en Barquisimeto.

Poesía de Pío Tamayo

"Homenaje y demanda del indio"

Este es un fragmento del poema que Pío Tamayo leyó en el Teatro Municipal en 1928:

Sangre en sangres dispersa, almagre oscuro y fuerte estirpe Jirajara.

Cacique Totonó, baile de piaches, rezo de quenas- soy un indio tocuyo yo.

Meseta brava y bella que abre su arcada a los llanos y sus patios a la luna;

patíbulo de Carvajal, espinas de cardonales, polvo y sol.

Altiplano tocuyano que nutre su carne en jugos blancos de cañamelar.

Y los hace sangre roja en la flor del cafetal; bueno y santo por la madre,

y porque me enlaza hermano del de la selva en Oriente y del de la sierra al sur.

Yo llegué de ese altiplano a avivarme en mis hermanos los de la Universidad,

savia en afanes quemada, delirio del roble erguido- y a rendirte mi homenaje

de indio triste Majestad.

...

Beatriz del estudiante, cetro de rebeldías, corona de futuros;

bajo el patio de auroras de vuestro trono eres la juvenil canción del amanecer.

El ensueño durmiente al amparo del alma jubilosa y dinámica de la federación,

hecho viva esperanza en tu luz de mujer.

Y digan con mis voces palabras de tus súbditos que es tu reinado, Reina, el único que no hace

cesarismo anacrónico, en esta nutrida selva de Guaicaipuro, de Mara y yaracuy

y del equino trueno de los cien mil corceles sobre el que galoparon libertadas naciones.

...

Y ahora, majestad, con el sollozo esclavo de un jacaney rendido

el súbito presenta su demanda ante vos descarnado de insomonios

se consume mi rostro y los tiempos incrustan sus cauces en mis sienes.

Retornan a romper las obras de los montes baladros caquetíos.

Se desatan los ecos de vencidos lamentos y corren sobre el área salvaje de los llanos

o se extinguen muriendo en los senos intactos de un Pacaraima hermético.

¡Me han quitado mi novia! La novia que me quiso; ¡mi novia enamorada!

Palabras que se dicen con la pena infinita de quien ya no podrá volverlas a cambiar...

Qué bien decirte tú, como a mi novia, Reina.

En ti la miro a ella y al mirarte me acuerdo...

Era de sol su carne y de un frágil metal.

El eco de sus voces era de acero azul.

Estaba hecha de alturas. A ti se parecía.

Yo fui su novio niño, -ya lo hemos sido tantos-, Cantar, correr, soñar,

en el soleado campo, en la vega porosa, junto al lirio morado, al laurel

y al signo rojo de las rosas.

...

¡Cómo me acuerdo, Reina! Temblando bajo sombras la amaba con angustias.

En mis venas corrieron los miedos por su vida.

Y un día me la raptaron un día se la llevaron.

Desde los horizontes, allá donde hace señas de adioses el crepúsculo,

vi encenderse los últimos luceros de sus besos.

Aprestarse a la andanza, porque la hemos perdido

¡y salid a buscarla! ¡Mirar cómo levantan asfixias hasta el cielo

las crestas de los cerros!

...

Pero no, Majestad que he llegado hasta hoy, y el nombre de esa novia se me parece a vos!

Se llama LIBERTAD! Decidle a vuestros súbditos -tan jóvenes que aún no pueden conocerla-

que salgan a buscarla, que la miren en vos, ¡Vos, sonriente promesa de escondidos anhelos!

Vuestra justicia ordene, Y yo enhiesto otra vez, -alegre el junco en silbo de indígena romero-

armado de esperanzas como la antigua raza, proseguiré en marcha, pues con vos, Reina nuestra,

juvenil, en su trono, ¡se instala el porvenir!

Más información

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