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Ley de Confirmación de Fueros de 1839 para niños

Enciclopedia para niños

La Ley de Confirmación de Fueros del 25 de octubre de 1839 fue una ley importante en la historia de España. Se aprobó durante el tiempo en que la Reina María Cristina de Borbón gobernaba el país, mientras su hija, la futura Reina Isabel II, era aún muy joven.

Esta ley surgió de un acuerdo especial llamado el «Abrazo de Vergara». Este acuerdo fue entre el general Baldomero Espartero, que apoyaba a la Reina Isabel II, y el general carlista Rafael Maroto. El «Abrazo de Vergara» ayudó a terminar la primera guerra carlista en las regiones del País Vasco y Navarra. Parte de este acuerdo era respetar los fueros de estas zonas.

Los fueros eran leyes y costumbres propias que tenían Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra. Eran los únicos territorios de España que aún conservaban sus propias leyes e instituciones después de que el Rey Felipe V cambiara muchas cosas con los Decretos de Nueva Planta (entre 1707 y 1714).

La ley de 1839 causó mucha discusión. En Navarra, se llegó a un acuerdo con la «ley paccionada» de 1841. Pero en Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, la situación no se resolvió tan rápido. Sus fueros fueron finalmente eliminados por una ley en 1876, durante el reinado de Alfonso XII.

Muchos años después, Sabino Arana, quien fundó el nacionalismo vasco, consideró que la ley de 1839 marcó el fin de la "independencia" de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra. Sin embargo, incluso Arana reconoció que la gente de Vizcaya a principios del siglo XIX no se sentía "independiente" de esa manera. En realidad, estas regiones ya eran consideradas "provincias" desde el siglo XV.

¿Qué son los fueros vascos y navarros?

Las leyes especiales antes de 1839

Después de que el Rey Felipe V cambiara las leyes en la Corona de Aragón con los Decretos de Nueva Planta (entre 1707 y 1714), las provincias de Álava, Guipúzcoa, el Señorío de Vizcaya y el Reino de Navarra mantuvieron sus propias leyes y costumbres, conocidas como fueros. Esto fue porque no se rebelaron contra Felipe V durante la Guerra de sucesión española.

Cada uno de estos cuatro territorios tenía sus propios fueros, pero compartían algunas características:

  • Tenían sus propias asambleas representativas, como las Juntas Generales de Álava, Juntas Generales de Guipúzcoa, Juntas Generales de Vizcaya y las Cortes de Navarra.
  • Contaban con Diputaciones forales, que eran sus propios gobiernos locales.
  • Disfrutaban de importantes ventajas fiscales y militares. Por ejemplo, no tenían que pagar ciertos impuestos al gobierno central ni enviar hombres al servicio militar de forma regular.
  • Tenían un sistema de libre comercio, ya que las aduanas (donde se pagaban impuestos por los productos) estaban en los límites con Castilla y Aragón, no dentro de sus territorios.
  • Poseían el «pase foral». Esto les permitía revisar las leyes del Rey para asegurarse de que no fueran en contra de sus fueros. Era como un derecho a decir "espera" si una ley del gobierno central no respetaba sus costumbres.
  • Tenían un conjunto amplio de principios legales propios.

Durante el siglo XVIII, hubo algunas tensiones entre estas "provincias con fueros" y la Monarquía absoluta de los Borbones. Los reyes querían un Estado más centralizado, y los fueros parecían un obstáculo.

Un jesuita de Guipúzcoa llamado Manuel Larramendi defendió mucho los fueros. Él habló de una "nación vascongada" y llegó a imaginar un Estado vasco que incluyera también las provincias vascas de Francia. Sin embargo, Larramendi también era muy leal a la monarquía española y no buscaba la independencia, sino mantener la unión con Castilla.

A finales del siglo XVIII, el ministro Manuel Godoy pensó en eliminar los fueros. Esto ocurrió después de que la Diputación Foral de Guipúzcoa intentara un acuerdo con la República Francesa durante la Guerra de la Convención (1793-1795). Aunque el plan de Godoy no se llevó a cabo, sí intentó eliminar la exención militar de Vizcaya, lo que causó una revuelta popular conocida como la Zamacolada (1804-1805).

Durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), la Constitución española de 1812 fue aceptada en las Provincias Vascongadas al principio. Sin embargo, esta Constitución no contemplaba privilegios especiales, lo que significaba que los fueros podrían desaparecer. Esto hizo que algunos sectores en el País Vasco y Navarra se unieran a los grupos que se oponían a los cambios liberales.

El «Abrazo de Vergara»

Archivo:Convenio de Vergara
Pasquín con el texto del Convenio de Vergara.

Fue en la última parte de la primera guerra carlista (1833-1840) cuando los carlistas, que apoyaban a don Carlos, empezaron a defender los fueros vascos y navarros. Esto ocurrió especialmente después de que el gobierno liberal de Madrid eliminara las Diputaciones forales en 1837.

Por otro lado, los liberales moderados apoyaron la idea de "Paz y Fueros" de José Antonio Muñagorri. Esta idea buscaba quitarles a los carlistas la bandera de los fueros para así terminar la guerra.

La idea de "Paz y Fueros" fue clave para el «abrazo de Vergara» en agosto de 1839. En este encuentro, el general Baldomero Espartero (del lado de la Reina Isabel II) y el general carlista Rafael Maroto se dieron un abrazo, poniendo fin a la guerra en el País Vasco y Navarra.

En el primer punto del acuerdo de Vergara, se dijo que Espartero "recomendará con interés al Gobierno el cumplimiento de su oferta, de comprometerse formalmente a proponer a las Cortes la concesión o modificación de los fueros" vascos y navarros. Espartero ya había prometido esto antes, en 1837, asegurando que los fueros serían conservados.

La Ley de Confirmación de Fueros

Dos meses después del «Abrazo de Vergara», las Cortes aprobaron la Ley de Confirmación de Fueros el 25 de octubre de 1839. Esta ley reconocía los fueros vascos y navarros, pero añadió una frase importante: "sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía". Esta frase causó mucha discusión.

La ley era un poco confusa porque permitía diferentes interpretaciones. Quienes defendían los fueros se fijaban en la parte que decía "se confirman los Fueros". Pero sus oponentes decían que era necesario "modificar" los fueros para que se ajustaran a la "unidad constitucional" de España.

La Ley de Confirmación de Fueros tenía solo dos artículos:

  • Artículo 1.° Se confirman los fueros de las provincias Vascongadas y de Navarra, sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía.
  • Artículo 2.° El Gobierno, cuando sea posible y después de escuchar a las provincias Vascongadas y a Navarra, propondrá a las Cortes los cambios necesarios en los fueros. Estos cambios deben buscar el interés de las provincias, pero también el interés general de la nación y de la Constitución. Mientras tanto, el Gobierno resolverá provisionalmente las dudas que puedan surgir, informando de ello a las Cortes.

El ministro de Gracia y Justicia, Lorenzo Arrazola, defendió la ley diciendo que se mantenía la unidad constitucional al tener un solo rey, un mismo poder legislativo y una representación nacional común para todas las provincias.

Los defensores de los fueros interpretaron la ley como una renovación de un antiguo acuerdo con la Corona, pero ahora con las Cortes. Así lo entendió Fidel Sagarmínaga, quien consideró que esta ley tenía el mismo valor que la Constitución para las provincias vascas.

¿Cómo se aplicó la ley?

La «ley paccionada» de Navarra y el «fuerismo» vasco

En Navarra, se llegó rápidamente a un acuerdo para aplicar la ley. Este acuerdo se convirtió en la ley de modificación de los Fueros de Navarra del 16 de agosto de 1841. Esta ley significó que Navarra perdió gran parte de su antiguo sistema foral y sus instituciones, convirtiéndose en una provincia más. Sin embargo, también le dio una nueva forma de fueros, fortaleciendo su Diputación Foral y un acuerdo económico con el Estado que fue muy beneficioso para Navarra. Esta ley le dio mucha estabilidad a Navarra durante el siglo XIX.

En cambio, en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya no se llegó a ningún acuerdo. Por eso, su situación legal fue muy particular:

  • Las Juntas y Diputaciones forales siguieron existiendo y hasta aumentaron sus responsabilidades sobre los municipios.
  • Continuaron sin pagar ciertos impuestos al gobierno central y sin enviar hombres al servicio militar.

Sin embargo, un decreto de 1844 hizo algunos cambios importantes en el sistema foral vasco:

  • Se eliminó la justicia propia de las provincias.
  • Las aduanas se trasladaron a la costa y a la frontera.
  • Lo más importante, se eliminó el «pase foral». Esto se justificó diciendo que el "pase foral" no era compatible con la unidad constitucional de la monarquía.

A pesar de estos cambios, el sistema foral vasco mantuvo una parte importante de sus características. Las provincias vascas conservaron sus propias instituciones (Juntas Generales, Diputaciones) con muchas responsabilidades. Siguieron sin contribuir a la Hacienda Pública y sin enviar hombres al servicio militar. Esto significaba que el País Vasco mantuvo un alto grado de autonomía.

A los liberales moderados vascos que querían mantener esta situación, a medio camino entre el sistema foral y la Constitución, se les llamó «fueristas». Su lema era "Fueros y Constitución". Ellos lograron retrasar la aprobación de una ley similar a la de Navarra, usando como argumento el peligro de una nueva guerra carlista.

Archivo:Gernikako Batzarretxea 1866
Casa de Juntas de Guernica junto al Árbol de Guernica, con los miembros de las Juntas Generales de Vizcaya en 1866.

Los fueristas también destacaron el particularismo vasco, creando una "tradición vasca" con símbolos y mitos que luego serían importantes para el nacionalismo vasco. Por ejemplo, el himno Gernikako Arbola, creado en 1853, o el mito de Aitor, el patriarca del linaje vasco. También se desarrolló una literatura fuerista que contaba historias míticas y heroicas del pasado vasco, como Tradiciones vasco-cántabras (1866) de Juan Venancio Araquistáin y Amaya o los vascos en el siglo VIII (1877; 1879) de Francisco Navarro Villoslada.

En 1864, en un debate en el Senado, el fuerista Pedro de Egaña usó el término "nacionalidad" para referirse a la "organización especial" de las provincias vascas. Sin embargo, esto no significaba que dudara de la "nación española". Esto muestra que entre los fueristas existía un "doble patriotismo", siendo a la vez vascos y españoles.

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