Judíos de Aragón para niños
Los judíos de Aragón fueron una minoría religiosa que vivió en el territorio aragonés desde mucho antes de que se formara el Reino de Aragón. Su presencia terminó en el año 1492, cuando los Reyes Católicos ordenaron su salida de España.
Contenido
La vida de los judíos en Aragón
Desde el año 876 hasta su salida en 1492, se sabe que hubo judíos en casi todas las ciudades y pueblos de la Corona de Aragón. En los lugares donde eran más numerosos, vivían juntos en un barrio especial llamado aljama. Las aljamas judías más importantes del reino de Aragón estaban en ciudades como Zaragoza, Calatayud, Huesca, Jaca, Tarazona y Teruel.
Las aljamas solían estar cerca del castillo o dentro de las murallas de la ciudad. Tenían su propio gobierno, formado por una asamblea y personas mayores de la comunidad. Ellos podían elegir a sus líderes, organizar la recogida de impuestos y resolver sus problemas internos siguiendo sus propias leyes.
La situación económica de los judíos en las aljamas era variada. Había familias ricas que a menudo dirigían la comunidad y la recaudación de impuestos. También había comerciantes, artesanos, trabajadores y familias con menos recursos. La comunidad se dividía en grupos según su nivel económico, lo que influía en su participación en el gobierno y en cuánto contribuían a los gastos.

La aljama judía más importante del reino era la de Zaragoza. Tenía dos barrios, uno dentro y otro fuera de la muralla. Contaba con varias sinagogas (lugares de culto), un hospital, escuelas, baños públicos y carnicerías. Fuera de la ciudad, tenían un cementerio. Los primeros registros de judíos en Zaragoza son del año 839, antes de que los cristianos reconquistaran la ciudad. La población judía de Zaragoza creció en el siglo XII con la llegada de personas que huían de conflictos en otras zonas. También llegaron muchos judíos franceses después de ser expulsados de su reino. Se calcula que en 1369 vivían allí unos 1.500 judíos. Esta aljama se salvó de ataques durante los disturbios de 1391 porque el rey intervino para protegerla.
La mayoría de los judíos en Aragón vivían en ciudades y trabajaban en muchas cosas. Eran muy buenos en medicina, administración, cobro de impuestos y finanzas. La mayoría de los judíos eran considerados propiedad del rey, quien les daba protección a cambio de pagos especiales. Algunas familias estaban libres de impuestos, y algunas comunidades pequeñas dependían de señores o de órdenes militares. No podían moverse libremente y necesitaban permisos para cambiar de ciudad o viajar fuera del reino. Tampoco tenían los mismos derechos políticos que otros aragoneses y no estaban representados en las Cortes. Con el tiempo, se les obligó a vivir en barrios separados para aislarlos de los cristianos y también para protegerlos durante festividades religiosas cristianas, cuando podían ser atacados.
Entre las familias judías más destacadas de Aragón estaban los Alazar, los Alconstantiní, los Cavallería, los Portella y los Zaporta. Miembros de estas familias ocuparon cargos importantes como bailes reales en ciudades como Zaragoza y Calatayud. También aconsejaron al rey en temas de impuestos y asuntos relacionados con judíos y musulmanes, y participaron en negociaciones entre cristianos y musulmanes. La familia real también contaba con médicos judíos.
Historia de la comunidad judía
Orígenes
Ya durante el Imperio Romano y el reino visigodo, antes de que existiera Aragón, había una minoría judía. Esta comunidad, que los romanos toleraban, fue perseguida por los visigodos antes de la llegada de los musulmanes. Los musulmanes, al principio, permitieron la presencia de las comunidades judías a cambio de impuestos especiales. Sin embargo, con la llegada de los almohades, un grupo más estricto, muchas comunidades judías de Al-Ándalus emigraron a los reinos cristianos del norte. Era una comunidad activa que creció junto con el Reino de Aragón, que se formó en el siglo XI. Este reino permitió la convivencia de diferentes religiones (judíos, cristianos y musulmanes), y su relación cambió según el momento histórico y económico.
Los documentos más antiguos que muestran la presencia de judíos en el Aragón cristiano son contratos de compra de caballos escritos en Jaca entre los años 1020 y 1030. A medida que el reino se expandió entre 1076 y 1134, la población judía aumentó, ya que las comunidades que vivían en los territorios conquistados se quedaron. El primer funcionario judío de la casa real del que se tiene registro fue Alazar de Zaragoza, quien trabajó como administrador para Ramón Berenguer IV. Al principio, las leyes que los reyes daban a los pueblos eran muy parecidas para cristianos y judíos.
La Iglesia Católica promovió la discriminación contra los judíos. En el año 1177, un concilio (reunión de obispos) prohibió que los judíos y musulmanes tuvieran empleados cristianos o que cristianos vivieran en la misma casa que ellos. En 1215, otro concilio decretó que los judíos y musulmanes debían vestirse de una manera que los identificara y les prohibió aparecer en público durante la Semana Santa. También prohibió que los judíos tuvieran cargos públicos con autoridad sobre cristianos, aunque esta última regla no se aplicó en Aragón hasta 1283.

Época de prosperidad
El reinado de Jaime I y los primeros años del de Pedro III se consideran un tiempo de gran prosperidad para la comunidad judía en la Corona de Aragón. Aunque Jaime I animaba a los judíos a convertirse al cristianismo, obligándolos a escuchar sermones, también prohibió que se les bautizara a la fuerza. Además, dio a las aljamas judías privilegios para gobernarse a sí mismas. Jaime I y Pedro III nombraron a judíos en puestos importantes a su servicio, como administradores en diferentes ciudades y territorios.
Disminución de la población
En el año 1320, un líder religioso sin apoyo del Papa predicó una cruzada en el norte de Francia. Se unió mucha gente en lo que se llamó la segunda cruzada de los pastores. Esta multitud, después de ser expulsada de París, se dirigió hacia Aragón para luchar contra los musulmanes. En el camino, atacaron comunidades judías en el sur de Francia y las aljamas de Jaca y Montclús, y sitiaron la de Barbastro. El rey de Aragón envió a su ejército para defender a sus súbditos, ejecutando a muchos de los supuestos cruzados y expulsando al resto del reino.
La Peste Negra de 1348 y sus brotes posteriores afectaron mucho a la población judía. No solo redujo el número de personas debido a la enfermedad (en Zaragoza, por ejemplo, la población se redujo a una quinta parte), sino que también se atacaron las juderías, ya que se acusaba a los judíos de haber causado la epidemia.
Los disturbios contra los judíos de 1391, impulsados por las predicaciones de Ferrán Martínez, quien pedía la destrucción de las sinagogas y el aislamiento o la salida de los judíos, afectaron a muchas comunidades judías de la Corona de Aragón. La de Valencia fue destruida, y las de Barcelona, Tarragona y Palma de Mallorca fueron atacadas, al igual que varias aljamas en Aragón. La de Zaragoza se salvó gracias a la intervención del rey. Muchos judíos fueron asesinados o convertidos en siervos, mientras que otros fueron obligados a convertirse al cristianismo.

El religioso Vicente Ferrer, que había impulsado los disturbios de Valencia, comenzó a predicar para que los judíos se convirtieran en 1411. Las comunidades judías fueron obligadas a asistir a sermones de predicadores cristianos en sus propias sinagogas. Después de que Vicente Ferrer apoyara la elección de Fernando de Antequera como rey de Aragón, usó su influencia para que el nuevo monarca respaldara la petición del papa Benedicto XIII de celebrar otro debate entre expertos católicos y judíos. Los líderes de las comunidades del reino, así como otras personas importantes e intelectuales, fueron invitados a este debate. Después de esta Disputa de Tortosa en 1413, un número considerable de judíos aragoneses se convirtieron al cristianismo, lo que hizo que las juderías de lugares como Barbastro, Daroca o Fraga quedaran casi vacías. El número de conversos fue mayor entre las personas más influyentes, lo que dejó a las comunidades judías que quedaron sin sus líderes. El número de judíos en Aragón pasó de unos 9.000 en 1391 a unos 4.500 en 1419, y luego a 3.000 que fueron expulsados en 1492.
En 1415, Benedicto XIII ordenó el cierre de las sinagogas, la confiscación de los libros sagrados judíos y el confinamiento de los judíos en sus aljamas. El rey Fernando I aceptó estas medidas, lo que provocó que algunos judíos se convirtieran, mientras que otros se mantuvieron fieles a su religión, emigrando o quedándose en el reino. Los reyes siguientes redujeron la presión sobre los judíos, pero la situación nunca volvió a ser como la del siglo XIII.
La salida de Aragón
En el año 1492, los Reyes Católicos ordenaron la salida de sus reinos a los judíos que no se hubieran convertido al cristianismo. Algunos judíos aragoneses se fueron a Navarra y luego a Francia. La mayoría se embarcó en Tortosa hacia el norte de África, Italia y el Imperio Otomano. Muchos de ellos terminaron en ciudades de Grecia, los Balcanes, Turquía y Palestina, donde mantuvieron su identidad por un tiempo, teniendo su propio barrio, el Cal de Aragón, y sus propias sinagogas, como la sinagoga Aragón de Tesalónica. La influencia del idioma aragonés todavía se puede ver en algunos aspectos del idioma judeoespañol actual.
Los conversos
Muchos judíos aragoneses se convirtieron al cristianismo, con mayor o menor convicción, para evitar los altos impuestos y la persecución. Estos conversos se integraron en la población cristiana, incluso mezclándose con familias nobles. Sin embargo, su conversión no significó el fin de la discriminación. Otros, llamados criptojudíos, fingían convertirse, pero en realidad mantenían su fe y la practicaban en secreto.
La Inquisición fue restablecida en la Corona de Aragón en 1483 para vigilar a los judíos conversos y a otras personas consideradas herejes, a pesar de la oposición local. Pedro Arbués fue nombrado inquisidor de Aragón, y comenzaron a celebrarse juicios y ejecuciones basadas en confesiones obtenidas bajo presión. El inquisidor fue asesinado mientras rezaba en la Seo de Zaragoza, y varios conversos fueron juzgados y ejecutados en la represión que siguió. La Inquisición vigiló y persiguió a las principales familias conversas del reino, disminuyendo su influencia política. El Libro Verde de Aragón fue publicado para mostrar los orígenes judíos de algunas de las familias más importantes. También se crearon nuevas reglas que exigían, además de pertenecer a la Iglesia Católica, tener "limpieza de sangre" (no tener antepasados judíos o musulmanes) para poder acceder a cargos religiosos y políticos.
Parte de la información negativa contra los conversos fue la creación en el siglo XVI de la historia de un supuesto martirio de Dominguito de Val en Zaragoza en el año 1250. Esta historia no aparece en ningún documento de la época, y su culto fue suprimido en 1969 por la Iglesia, aunque todavía se le venera en una capilla de la Seo de Zaragoza que tiene como figura central a un monaguillo.
Judíos aragoneses destacados
- Moshé de Portella (1230-1293): Fue un importante administrador del rey en Tarazona y luego en todo Aragón.
- Felipe de la Cavallería (c. 1230-1286): Fue administrador de Zaragoza y una de las personas más influyentes de su tiempo.
- Abraham ben Semu'el Abulafiah (1240-1291): Fue un pensador y místico nacido en Zaragoza.
- Hasdai Crescas (1340-1410): Nacido en Barcelona, fue un filósofo y el rabino mayor de Zaragoza. Escribió el libro La Luz del Señor.
- José Albo (c. 1380-1444): Fue un rabino y filósofo que participó en la Disputa de Tortosa. Escribió el Libro de los Principios.
- Jerónimo de Santa Fe (mediados del siglo XIV - 1419): Su nombre original era Yehoshúa' ben Yosef ibn Vives ha-Lorquí. Fue médico, filósofo, escritor y rabino de Alcañiz. Representó a los judíos conversos en la Disputa de Tortosa en 1413. Escribió en latín el libro "Errores y falsedades del Talmud".