Epigrafía para niños
La epigrafía es una ciencia que se encarga de estudiar las inscripciones antiguas. Su objetivo principal es descifrar, leer e interpretar estos textos grabados para entender lo que nos quieren decir. Además, la epigrafía también investiga los materiales donde se escribieron (como piedra, metal, madera, hueso o cerámica) y cómo se hicieron. También busca saber para qué se crearon esas inscripciones.
Según expertos internacionales, la existencia de inscripciones propias en una cultura es una señal de que pasó de ser prehistórica a histórica. Esto es especialmente cierto si esas inscripciones incluyen registros de eventos importantes o crónicas.
La epigrafía está muy relacionada con otras ciencias como la Historia Antigua, la Arqueología (que estudia restos del pasado), la Filología (que estudia los idiomas) y la Paleografía (que estudia escrituras antiguas). También se apoya en otras áreas como la Numismática (estudio de monedas y medallas), la Historia de las Religiones o el Derecho Romano. Aunque la epigrafía puede estudiar textos en monedas, el análisis profundo de las inscripciones en ellas es tarea de la numismática.
Contenido
Historia de la epigrafía
El primer tipo de escritura que conocemos con seguridad es la cuneiforme, creada por la cultura sumeria alrededor del año 3800 a.C.
La epigrafía se especializa según la época y la cultura que produjo las inscripciones. Las más estudiadas históricamente son las cuneiformes, egipcias, griegas y romanas.


La epigrafía ha estado en constante desarrollo desde el siglo XVI. Al principio, los estudiosos europeos se enfocaron en las inscripciones latinas. Muchos expertos han contribuido a esta ciencia, como Georg Fabricius, Stefano Antonio Morcelli, Luigi Gaetano Marini, August Wilhelm Zumpt, Theodor Mommsen, Emil Hübner, Franz Cumont y Louis Robert.
Una de las colecciones más grandes y completas de inscripciones latinas es el Corpus Inscriptionum Latinarum. Fue iniciado por Mommsen y otros expertos y se publica en Berlín desde 1863. Se siguen añadiendo nuevos volúmenes a medida que se descubren más inscripciones.
La epigrafía griega también tiene sus propias colecciones importantes. Una de las primeras fue el Corpus Inscriptionum Graecarum, publicado entre 1825 y 1877. Hoy en día, la colección más usada es Inscriptiones Graecae, que organiza las inscripciones por categorías como decretos, catálogos o textos funerarios.
Existen otras colecciones similares para diferentes culturas, como el Corpus Inscriptionum Etruscarum (para inscripciones etruscas), el Corpus Inscriptionum Iranicarum (para inscripciones iraníes) y colecciones de inscripciones sumerias y acadias.
Los jeroglíficos egipcios pudieron ser descifrados gracias a la Piedra de Rosetta. Esta piedra tenía el mismo texto escrito en tres idiomas: griego clásico, egipcio demótico y jeroglíficos egipcios. Los estudiosos Jean-François Champollion y Thomas Young fueron clave en este descubrimiento.
La forma de interpretar los jeroglíficos mayas se perdió después de la conquista española de América Central. Sin embargo, gracias al trabajo de epigrafistas y lingüistas mayas, hoy tenemos mucha información sobre este complejo sistema de escritura.
Tipos de inscripciones
Las inscripciones se pueden clasificar en diferentes grupos según su contenido o propósito. Aquí te presentamos siete tipos principales, basados en la clasificación de la epigrafía romana:
- Inscripciones religiosas: Son textos dedicados a dioses o divinidades. Si se hacen como resultado de una promesa, se llaman votivas.
- Jurídicas o legales: Contienen leyes, edictos, decretos o cartas oficiales.
- Públicas o monumentales: Se graban en edificios públicos, arcos de triunfo, puentes o templos. A menudo mencionan a sus constructores, el motivo o la fecha de su creación.
- Históricas: Generalmente recuerdan eventos importantes.
- Honoríficas: Se dedican a honrar la memoria de una persona destacada.
- Funerarias o sepulcrales: Son epitafios que recuerdan a los fallecidos y señalan su lugar de entierro.
- Menores: También llamadas instrumenta domestica, se encuentran en objetos de uso diario como cerámica, vidrio o marfil. Pueden ser grabadas a mano o estampadas (como sellos en ánforas) o espontáneas (como dibujos o letreros pintados).
Materiales empleados
Epigrafía romana
En la antigua Roma, al principio se usaba la toba volcánica para las inscripciones más antiguas. Luego, se prefirió la caliza. Cuando la técnica de grabado mejoró, se necesitaron materiales más fuertes y lisos como el travertino y, más tarde, el mármol de Carrara.
Se sabe que existían talleres de lápidas y escultores en ciudades como Roma, Pompeya y Ostia. Allí se han encontrado trabajos a medio hacer, listos para ser personalizados cuando un cliente los encargaba.
En estos talleres, había dos tipos de trabajadores:
- El grabador: Usaba un hacha o cincel para hacer las letras en el material.
- El quadratarius: Se encargaba de preparar el espacio donde iría el texto, marcando los márgenes y el lugar para las letras y las líneas.
El efecto de luz y sombra que se ve en algunas inscripciones antiguas se lograba con la punta triangular del cincel.
También hay pruebas de que se añadía color a las inscripciones, especialmente en las que no eran muy profundas. Normalmente se usaba rojo, pero también oro o azul. Sin embargo, es difícil estudiarlo hoy porque el pigmento se ha perdido con el tiempo. Escritores antiguos como Plinio el Viejo mencionaron este uso.
Estilos de corte
Las primeras inscripciones, a menudo hechas por personas sin mucha experiencia, solían ser irregulares. Pero en trabajos posteriores, las inscripciones eran claramente hechas por profesionales, con estilos y métodos definidos según el lugar y la época. Por ejemplo, en Egipto, los jeroglíficos se cortaban con mucho cuidado al principio, pero con el tiempo se volvieron más simples.
En Grecia, los mejores trabajos se hicieron en los siglos V y IV a.C. en Atenas. Las letras eran exactas y regulares, sin adornos, y estaban bien alineadas. En esa época, todos los trazos tenían el mismo grosor. Sin embargo, en el siglo IV a.C. y después, se empezó a sujetar el cincel de forma inclinada, creando un trazo en forma de cuña. Una técnica similar en Mesopotamia dio origen al sistema cuneiforme.
En el siglo III y posteriores, se hizo común añadir pequeños adornos a los trazos de las letras, una costumbre que aún vemos en nuestras letras mayúsculas. La idea de hacer trazos de diferente grosor se volvió común en las inscripciones romanas, que desarrollaron su propio estilo monumental. A menudo, las inscripciones pueden datarse aproximadamente tanto por el estilo del corte como por la forma de las letras.
El tamaño de las inscripciones variaba mucho, dependiendo de dónde se iban a leer, su propósito y la habilidad del grabador. Algunas inscripciones son muy largas, como un registro de cuentas del templo de Delos, que es casi la mitad de largo que un libro de Tucídides.
La epigrafía en España
España es un lugar muy importante para el estudio de inscripciones celtibéricas, ibéricas, griegas, romanas, visigodas y árabes.
En el siglo XIX, destacaron en su estudio Juan Catalina, Aureliano Fernández-Guerra, Fidel Fita, José Amador de los Ríos, Eduardo Saavedra y el gran compilador alemán Emil Hübner. En el siglo XX, fueron importantes Manuel Gómez-Moreno, Antonio García y Bellido y Joaquín María de Navascués.
Inscripciones notables
- Decreto de Trecén
- Disco de Festo
- Edictos de Ashoka
- Estela 1 de La Mojarra
- Inscripción de Behistún
- Inscripción de Bitola
- Inscripción del Dípilon
- Inscripción Duenos
- Inscripción de Kedukan Bukit
- Inscripción sobre cobre de Laguna
- Inscripción de Shugborough
- Mausoleo libio-púnico de Dougga
- Piedra de Rosetta
- Res gestae Divi Augusti
Véase también
En inglés: Epigraphy Facts for Kids