Vesta (mitología) para niños

Vesta era una diosa muy importante en la religión romana. Se le consideraba la diosa del hogar, la familia y, sobre todo, la guardiana del fuego sagrado. Este fuego era muy especial para los romanos, ya que simbolizaba la vida y la seguridad de la ciudad.
Vesta era una de las diosas principales del panteón romano. A diferencia de otros dioses, rara vez se la representaba con forma humana. En su lugar, se la simbolizaba con el fuego que ardía en su templo, ubicado en el Foro Romano. Solo sus sacerdotisas, conocidas como las vestales, podían entrar a su templo. La dedicación y pureza de estas sacerdotisas eran consideradas esenciales para la supervivencia de la Antigua Roma. Vesta es similar a la diosa Hestia en la mitología griega, pero en Roma tuvo un papel aún más destacado. También es un símbolo de la lealtad.
Como Vesta era vista como la protectora del pueblo romano, su fiesta, las Vestalias, era una de las celebraciones más importantes en la antigua Roma. El fuego estaba dedicado a Vesta porque se creía que ella representaba la Tierra y el centro del universo, y que de ella nacían los fuegos celestiales. Algunos también decían que en el templo de Vesta se guardaban secretos importantes, conocidos solo por los sacerdotes principales y las vestales.
Las vestales eran elegidas desde los diez años para mantener encendida la llama en el templo de la diosa. Se les llamaba las "sacerdotisas del fuego eterno".
Algunos escritores antiguos, como Marciano Capella, decían que Vesta era la diosa del fuego. Otros, como Ovidio, pensaban que ella era tanto el fuego como la Tierra. Los romanos consideraban que las cosas dedicadas a Vesta eran muy puras. Por ejemplo, se decía que el umbral de una casa era sagrado para Vesta, la cocina para los Penates (dioses del hogar), y la pared que rodeaba la casa para Júpiter Herceo.
Se cree que Numa Pompilio, un antiguo rey de Roma, fue el primero en construir un templo a Vesta y en nombrar a las vírgenes para que fueran sus sacerdotisas. En una ocasión, una vestal llamada Emilia descuidó la llama y esta se apagó. La joven, sabiendo que esto era un grave error, le rogó a la diosa. Se dice que Vesta, conmovida, hizo que la llama se reavivara de forma milagrosa. Es difícil imaginar a Vesta con una forma específica, ya que sus rituales se centraban en la ceremonia del fuego.
Contenido
Historias de Vesta y sus sacerdotisas
Las historias sobre Vesta y sus sacerdotisas no son muy numerosas. Las más conocidas son las que hablan de cómo algunas sacerdotisas tuvieron hijos de una manera especial, a través de una manifestación de la diosa o de un ser sobrenatural masculino relacionado con las llamas del hogar sagrado.
La familia de Vesta
Vesta era hija de Saturno y Ops. Sus hermanos eran Ceres, Juno, Júpiter, Plutón y Neptuno. A diferencia de sus hermanas, Vesta decidió no casarse. Se la entendía como la llama viva de la que no nace ningún ser. Ni Vesta ni el fuego tienen una imagen definida.
Ovidio comparaba a Vesta con la Tierra, diciendo que ambas tienen un fuego protector debajo. La Tierra y el fuego son símbolos de un lugar fijo y estable. Por eso, a veces se decía que "la Tierra y Vesta son la misma divinidad".
Vesta y los fundadores de Roma
Según algunas tradiciones romanas, los fundadores de Roma, Rómulo y Remo, o el rey Servio Tulio, nacieron de una manera especial, relacionada con el fuego sagrado de Vesta.
Una historia contada por Plutarco dice que en la casa de Tarquecio, un rey de los albanos, apareció una forma misteriosa en el hogar. Un oráculo de Etruria le dijo a Tarquecio que si una joven se unía a esta forma, nacería un hijo muy importante. Tarquecio le pidió a su hija que lo hiciera, pero ella envió a una sirvienta. Cuando Tarquecio se enteró, se enojó y las encerró. Sin embargo, Vesta se le apareció en sueños y le prohibió hacerles daño. Entonces, Tarquecio les ordenó tejer una tela en prisión, prometiendo casarlas cuando terminaran. Pero por la noche, otras personas deshacían la tela. Cuando la sirvienta dio a luz a dos gemelos, Tarquecio ordenó matarlos. Pero el hombre encargado de hacerlo los dejó a orillas de un río. Allí, una loba los amamantó y pájaros les trajeron comida, hasta que un pastor los encontró y los crió. Cuando crecieron, derrotaron a Tarquecio.
Otra versión, de Dionisio de Halicarnaso, cuenta que una forma misteriosa surgió del hogar de Vesta en el palacio del rey Numa Pompilio. Ocresia fue la primera en verlo y avisó al rey y la reina. La reina Tanaquil, que sabía de adivinación, dijo que era una señal de que nacería un descendiente superior. El rey eligió a Ocresia para que se uniera a esta forma, ya que ella la había visto primero. Se dice que Vulcano o el dios protector de la casa se le apareció. Después de esto, Ocresia concibió y dio a luz a Servio Tulio.
Vesta y Príapo
Hay una historia en la mitología romana donde Príapo, un dios menor, intentó acercarse a Vesta mientras ella dormía durante una fiesta. Cíbele había invitado a los dioses, sátiros y ninfas a su celebración. Todos estaban disfrutando y algunos dormían. Vesta se había acostado tranquilamente y dormía profundamente. Príapo, el guardián de los jardines, vio a Vesta y se acercó sigilosamente con malas intenciones. Justo cuando iba a actuar, el burro del viejo Sileno rebuznó ruidosamente. La diosa se despertó asustada por el ruido, y todos los presentes acudieron. Príapo tuvo que huir rápidamente. Es posible que esta historia sea una versión romana de un relato similar que involucra a la ninfa Lotis.
Las Vestalias
Vesta era honrada en las fiestas llamadas Vestalia, que se celebraban entre el 7 y el 15 de junio. El primer día de esta fiesta, se abría por única vez en el año el penus Vestae, que era la parte más sagrada de su templo. Estas celebraciones anuales servían para renovar la conexión con la diosa y pedirle protección para los hogares.
Véase también
En inglés: Vesta (mythology) Facts for Kids
- Fuego sagrado de Vesta
- Casa de las Vestales
- Caca
- Vestales
- Religión de la Antigua Roma
Galería de imágenes
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Representación de la diosa Vesta en un cuadro de Sebastiano Ricci, 1723.