Luisa de Mecklemburgo-Strelitz para niños
Datos para niños Luisa de Mecklemburgo-Strelitz |
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Luise Auguste Wilhelmine Amalie zu Mecklenburg | |
Nombre en alemán | Luise zu Mecklenburg | |
Nacimiento | 10 de marzo de 1776 Hannover (Electorado de Brunswick-Luneburgo) |
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Fallecimiento | 19 de julio de 1810 Schloss Hohenzieritz (Alemania) |
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Causa de muerte | Neumonía | |
Sepultura | Mausoleo del Parque Charlottenburg | |
Nacionalidad | Alemana | |
Religión | Luteranismo | |
Familia | ||
Familia | Casa de Mecklemburgo | |
Padres | Carlos II de Mecklemburgo-Strelitz Federica de Hessen-Darmstadt |
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Cónyuge | Federico Guillermo III de Prusia (1793-1810) | |
Hijos |
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Información profesional | ||
Ocupación | Política | |
Distinciones |
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Firma | ||
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Luisa de Mecklemburgo-Strelitz | ||
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Reina consorte de Prusia | ||
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Reinado | ||
16 de noviembre de 1797 - 19 de julio de 1810 |
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Información personal | ||
Otros títulos | Electora consorte de Brandemburgo Duquesa de Mecklemburgo-Strelitz |
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Luisa de Mecklemburgo-Strelitz (nacida como Luisa Augusta Guillermina Amalia de Mecklemburgo-Strelitz; Hannover, 10 de marzo de 1776-Hohenzieritz, 19 de julio de 1810) fue una reina de Prusia. Se casó con Federico Guillermo III. Fue la madre de Guillermo I, quien se convertiría en el primer káiser de Alemania, y de la zarina Carlota de Prusia.
Luisa era hija de Carlos II de Mecklemburgo-Strelitz, un duque alemán. Su padre fue mariscal de campo y luego gobernador general. Después de que su madre y su madrastra fallecieran, Luisa, con solo 6 años, y sus hermanos se fueron a vivir con su abuelo a Darmstadt. Allí recibieron una educación sencilla. Se casó con el príncipe heredero de Prusia en 1793. Cuatro años después, se convirtió en reina. Era muy querida por su belleza y encanto. Se mantenía informada sobre los asuntos del gobierno y formó alianzas importantes con los ministros. Tuvo nueve hijos, incluyendo a los futuros monarcas Federico Guillermo IV de Prusia y Guillermo I.
Su fama creció después de su encuentro con Napoleón Bonaparte en Tilsit en 1807. Intentó negociar la paz con Francia después de las derrotas de Prusia, pero no lo logró. Este encuentro la hizo conocida como "el alma de la virtud nacional". Murió a los 34 años. Su esposo creó la orden de Luisa en su honor. Más tarde, en la década de 1920, se formó la Liga de la reina Luisa, un grupo de mujeres alemanas conservadoras.
Contenido
La vida de Luisa de Mecklemburgo-Strelitz
Sus primeros años como duquesa (1776-1793)
Luisa Augusta Guillermina Amalia de Mecklemburgo-Strelitz nació el 10 de marzo de 1776. Nació en una casa sencilla cerca de la capital de Hannover. Fue la sexta de los hijos del duque Carlos II de Mecklemburgo-Strelitz y su esposa, Federica Carolina Luisa de Hesse-Darmstadt. Su abuela y una prima fueron sus madrinas. Su segundo nombre, Augusta, fue en honor a su prima.
Cuando Luisa nació, su padre aún no era el gobernante de Mecklemburgo-Strelitz. Se convirtió en duque en 1794. Por eso, Luisa no nació en un palacio real. Su padre era mariscal de campo en Hannover. Poco después de su nacimiento, se convirtió en gobernador general de la zona. La familia se mudó a Leineschloss, la residencia de los reyes de Hannover. En verano, vivían en Herrenhausen.
Luisa tenía una relación muy cercana con su hermana Federica y su hermano Jorge. Una gobernanta, Fräulein von Wolzogen, cuidaba a Luisa y sus hermanos. Cuando Luisa tenía 6 años, su madre falleció al dar a luz. Esto la afectó mucho. Siempre que veía niños huérfanos, les daba dinero. Decía: "ellos, como yo, tampoco tienen madre". Después de la muerte de su madre, la familia se mudó a Herrenhausen.
Dos años después, el padre de Luisa se casó de nuevo con la hermana menor de su primera esposa, Carlota. Tuvieron un hijo, Carlos. Luisa quería mucho a su madrastra. Pero ella también falleció un año después de la boda. El duque estaba muy triste. Decidió llevar a sus hijos a Darmstadt. Allí, su suegra, María Luisa de Hesse-Darmstadt, los cuidaría.
Su educación y formación
La abuela de Luisa quería que sus nietos tuvieran una educación sencilla. Incluso hacían su propia ropa. Contrató a una gobernanta suiza, Madame Salomé de Gélieu. Ella les enseñó francés, algo común en la aristocracia de la época. Un clérigo luterano les enseñó religión. Además de las clases, Luisa aprendió la importancia de la caridad. Acompañaba a su gobernanta a visitar a personas necesitadas. A veces, Luisa gastaba demasiado dinero en caridad, lo que causaba problemas con su abuela.
Desde los diez años hasta su boda a los diecisiete, Luisa pasó la mayor parte del tiempo con su abuela y su gobernanta. A los nueve años, Luisa escuchó la lectura de una obra de teatro del poeta Friedrich Schiller. Esto la hizo amar la literatura alemana. También le gustaba la historia y la poesía. Leían obras de Goethe, Paul, Herder y Shakespeare. Las princesas también aprendieron inglés, alemán, dibujo, pintura y piano.
En 1793, su abuela llevó a Luisa y a su hermana a Fráncfort. Allí conocieron al rey Federico Guillermo II de Prusia. Luisa era una joven muy bella con "grandes ojos azules". El tío de Luisa quería fortalecer los lazos entre su familia y la de Prusia. Así, Luisa conoció al príncipe heredero de Prusia, Federico Guillermo. Él tenía veintitrés años y ella diecisiete. Él era serio y religioso. Luisa le causó una gran impresión. Decidió en ese momento que quería casarse con ella.
La hermana de Luisa, Federica, también llamó la atención del hermano menor de Federico, el príncipe Luis Carlos. Las dos familias planearon un doble compromiso. Se formalizó un mes después, el 24 de abril de 1793, en Darmstadt. Federico y Luisa se casaron el 24 de diciembre de ese año. Su hermana Federica se casó dos días después.
La vida de Luisa como princesa heredera
La llegada de Luisa a Berlín, la capital de Prusia, fue un gran evento. Los ciudadanos la recibieron con entusiasmo. Rompió el protocolo para tomar a un niño y besarlo. Un escritor prusiano, Friedrich de la Motte Fouqué, escribió que su llegada "esparce un esplendor noble". Otro dijo que "cuanto más se conoce a la princesa, más cautivo queda de su nobleza".
El suegro de Luisa, el rey Federico Guillermo II, les regaló el palacio de Charlottenburg. Pero el príncipe heredero y su esposa preferían vivir en el palacio de Paretz, cerca de Potsdam. Allí, Luisa se encargaba de las tareas de la casa por la mañana. Paretz estaba lejos del ajetreo de la corte. La pareja prefería la vida tranquila del campo. Eran muy felices. Él la llamaba "princesa de las princesas" y le regaló un palacio en Oranienburg.
La princesa heredera sentía que su deber era apoyar a su esposo. También les gustaba leer juntos a Shakespeare y Goethe. Luisa pronto quedó embarazada. Lamentablemente, el bebé falleció el 1 de octubre de 1794. Sin embargo, después tuvo nueve hijos sanos con poca diferencia de edad. Dos de ellos murieron en la infancia. Sus hijos fueron: Federico Guillermo (1795), Guillermo (1797), Carlota (1798), Federica (1799), Carlos (1801), Alejandrina (1803), Fernando (1804), Luisa (1808) y Alberto (1809).
El espíritu caritativo de Luisa nunca desapareció. En su primer aniversario de bodas, el rey Federico Guillermo II le preguntó qué quería de regalo. Ella respondió que quería dinero para repartir entre la gente y compartir su alegría. El rey le dio una gran cantidad de dinero.
El papel de Luisa como reina de Prusia
El 16 de noviembre de 1797, su esposo se convirtió en rey de Prusia. Luisa le escribió a su abuela: "Ahora soy reina y lo que más me alegra es la esperanza de, a partir de ahora, no tener que escoger las obras de caridad con tanto cuidado". La pareja tuvo que dejar la tranquilidad de Paretz y vivir en la corte real. Empezaron a viajar por las provincias orientales del país. El rey quería conocer a sus súbditos, y ellos querían conocer a su reina. Por primera vez en Prusia, la reina tenía un papel importante. La presencia de Luisa en los viajes del rey fue algo nuevo. Su influencia no venía de tener una corte separada, sino de apoyar a su esposo.
Cuando su esposo subió al trono, Luisa se hizo muy cercana a ministros importantes. Se convirtió en una figura influyente en el gobierno. Inspiraba respeto y cariño. La reina a menudo no seguía el protocolo para estar informada de los asuntos de la corte. Desde el principio, el rey le pedía consejo sobre asuntos de Estado. Federico Guillermo era indeciso. En 1798, dijo: "Odio la guerra y (...) no conozco nada mejor en el mundo que la preservación de la paz".
El rey siguió la política de su padre de mantenerse neutral. Esto fue especialmente importante durante las invasiones napoleónicas (1803-15). Se mantuvo firme ante las presiones de otros países para unirse a un bando. Luisa lo apoyaba, pero creía que si Prusia se unía a alguien, debería ser con Austria, Gran Bretaña y Rusia. Ella pensaba que Prusia era el país más débil de la coalición. Los ataques franceses hicieron que el rey pensara en la guerra. Consultó a Luisa y a varios ministros. Incluso consideró una alianza con Napoleón.
Un miembro del gobierno, el barón vom Stein, quería reformar el gobierno. Quería que fuera más responsable. Preparó un documento para el rey con ideas para mejorar la administración. Este documento llegó a la reina en la primavera de 1806. Aunque Luisa estaba de acuerdo con el contenido, pensó que estaba escrito de forma "demasiado fuerte" para el rey. Por eso, ayudó a mantenerlo oculto.
La guerra con Francia

Entre los consejeros del rey, la reina y el príncipe Luis Fernando de Prusia apoyaban la guerra contra Francia. Otros, como el barón Karl vom Stein y Karl August von Hardenberg, querían reformas. Hardenberg le pidió a la reina que hablara con el rey sobre las reformas.
Aunque Prusia había estado en paz desde 1795, sus líderes militares creían que vencerían a las tropas de Napoleón. Después de un incidente con un folleto antifrancés, la reina y su familia presionaron al rey Federico Guillermo para que entrara en guerra. Las tropas prusianas se movilizaron. Esto llevó a una gran derrota de Prusia en Jena. Prusia perdió la mayor parte de su ejército. El rey y la reina acompañaron a las tropas, pero tuvieron que huir del avance francés.
Napoleón ocupó Berlín. Obligó al rey, a la reina y a su familia a huir a Königsberg, en la parte más oriental del reino. Esto ocurrió en el invierno, y Luisa estaba enferma. Durante el viaje, no había suficiente comida ni agua limpia.
Después de varios eventos, Napoleón exigió la paz. Se firmó la paz de Tilsit en 1807. Napoleón aceptó mantener la mitad de Prusia intacta. La reina Luisa se unió a las negociaciones. Federico Guillermo había enviado a su esposa, que estaba embarazada, para pedir mejores condiciones para Prusia. Luisa le dijo a su esposo: "por el amor de Dios, que no haya una paz vergonzosa... [Prusia] debería por lo menos caer con honra". El rey creía que la presencia de su esposa ablandaría a Napoleón. Luisa aceptó a regañadientes reunirse con el emperador en Tilsit. Lo hizo solo para salvar "a su Prusia".
Napoleón había intentado dañar la imagen de Luisa. Pero la reina se reunió con él. Usó su belleza y encanto para intentar convencerlo de firmar términos de paz más favorables. Luisa había llamado a Napoleón "el monstruo". Aun así, pidió hablar con él en privado y se arrodilló. Napoleón quedó impresionado, pero se negó a hacer concesiones. Le escribió a su esposa, la emperatriz Josefina, que Luisa: "es realmente encantadora y muy atenta conmigo, pero no te pongas celosa (...) me saldría muy caro interpretar el papel de galán". Los intentos de Napoleón de dañar la reputación de Luisa fallaron. En cambio, la gente la quiso aún más. Sus esfuerzos por proteger a su país fueron muy admirados por las generaciones futuras.
Los últimos años de la reina
Prusia tuvo que hacer grandes sacrificios, incluyendo pagar una gran suma de dinero a Francia. Luisa, que era un símbolo del orgullo prusiano, sufrió mucho durante la ocupación francesa. Napoleón la insultaba a menudo, llamándola "el único hombre serio de Prusia". La reina sabía que su país dependía de ella para el apoyo moral. Por eso, recuperó su optimismo y preparó a su hijo mayor para ser rey. En los años siguientes, Luisa apoyó las reformas del gobierno. También apoyó la reorganización del ejército. Después de la derrota de Tilsit, Luisa fue clave para que el barón von Stein regresara al gobierno. Le dijo a Federico Guillermo que Stein "es mi última esperanza. Tiene un gran corazón, una mente abierta, quizá sepa los remedios que desconocemos".
En 1808, aún era peligroso volver a Berlín. La familia real pasó el verano cerca de Königsberg. Luisa creía que las dificultades que sus hijos estaban pasando les harían bien. En el invierno de 1808, el zar Alejandro I invitó a los reyes a visitar San Petersburgo. Allí se alojaron en habitaciones lujosas. Cuando se acercaba el nacimiento de su hijo menor en 1809, Luisa le escribió a su padre: "por suerte (...) las calamidades no afectaron ni a nuestro matrimonio ni a la vida en familia, sino que fortalecieron nuestras relaciones".
Luisa estuvo enferma casi todo el año. Regresó con el rey a Berlín después de tres años de ausencia. La reina llegó en un carruaje con sus dos hijas, Carlota y Alejandrina, y su hijo Carlos. Su padre la recibió en el palacio de Charlottenburg. El palacio había sido saqueado por Napoleón y sus comandantes. Se llevaron cuadros, estatuas, manuscritos y antigüedades. A su regreso, encontró una Prusia muy diferente. Un clérigo notó que "nuestra querida reina está lejos de ser feliz, pero su seriedad tiene una serenidad silenciosa (...) sus ojos han perdido el antiguo brillo y se ve que han llorado mucho y aún lloran".
El 19 de julio de 1810, mientras visitaba a su padre en Strelitz, la reina falleció en los brazos de su esposo. Murió debido a una enfermedad. Los súbditos de la reina creyeron que la ocupación francesa fue la causa de su muerte prematura. La muerte de Luisa dejó a su esposo solo en un momento difícil. Las invasiones napoleónicas y las necesidades de reforma continuaban. Napoleón dijo que el rey "había perdido a su mejor ministro".
Luisa fue enterrada en el jardín del palacio de Charlottenburg. Allí se construyó un mausoleo con una estatua de Christian Daniel Rauch sobre su tumba. Federico Guillermo no se volvió a casar hasta 1824. Se casó con Augusta von Harrach. Dijo que "la compañía y simpatía femeninas se volvieron indispensables para mí, por eso me debo volver a casar". Después de su muerte el 7 de junio de 1840, Federico Guillermo fue enterrado junto a ella.
El legado de la reina Luisa
La reina Luisa era considerada el "alma de la virtud nacional" por sus súbditos. Algunos historiadores la describen como "el nacionalismo prusiano personificado". Según Christopher Clark, Luisa era "una celebridad femenina que combinaba virtud, modestia y la gracia de un soberano con gentileza y sensualidad". Su muerte temprana en 1810, a los treinta y cuatro años, mantuvo su imagen joven para la historia. Su reputación de apoyo del rey, amada y respetada por su esposo, fue clave para su legado. La admiración por ella se asoció con cualidades femeninas "ideales": belleza, dulzura y virtudes de madre y esposa.
En el aniversario de su nacimiento, en 1814, Federico Guillermo, el rey viudo, creó la orden de Luisa o Luisenorden. Era una condecoración similar a la cruz de Hierro. Se otorgaba a mujeres que habían contribuido a los esfuerzos de guerra contra Napoleón. Más tarde, también se concedió a miembros de la casa real que no tenían relación con la guerra.
En 1880, se inauguró una estatua de Luisa en Tiergarten, en Berlín.
Luisa inspiró la creación de una organización de mujeres conservadoras alemanas. Se llamaba Königin-Luise-Bund, o Liga de la reina Luisa. En este grupo, su figura era muy admirada. El objetivo principal del grupo era promover el patriotismo entre las mujeres alemanas. Destacaba valores como la familia y la moral alemana. La Liga de la reina Luisa estuvo activa durante la República de Weimar y los primeros años del Tercer Reich. Aunque apoyó el movimiento nacionalista alemán, el partido nazi la cerró en 1934.
Luisa y la emperatriz María Teresa de Austria fueron las únicas mujeres usadas por la propaganda de la época. Consideraban a Luisa la "personificación de las cualidades femeninas". El gobierno intentaba enseñar estas cualidades en las escuelas alemanas. La resistencia de Luisa a las invasiones napoleónicas fue vista como el "despertar del espíritu prusiano".
Hijos de Luisa de Mecklemburgo-Strelitz

Luisa de Mecklemburgo-Strelitz y Federico Guillermo III de Prusia tuvieron los siguientes hijos:
- El rey Federico Guillermo IV de Prusia (1795-1861). Se casó con la princesa Isabel Luisa de Baviera.
- El rey Guillermo I de Prusia (1797-1888). Se casó con la princesa Augusta de Sajonia-Weimar-Eisenach.
- La princesa Carlota de Prusia (1798-1860). Se casó con el zar Nicolás I de Rusia.
- La princesa Federica de Prusia (1799-1800).
- El príncipe Carlos de Prusia (1801-1883). Se casó con la princesa María de Sajonia-Weimar-Eisenach.
- La princesa Alejandrina de Prusia (1803-1892). Se casó con el gran duque Pablo Federico de Mecklemburgo-Schwerin.
- El príncipe Fernando de Prusia (1804-1806).
- La princesa Luisa Augusta de Prusia (1808-1870). Se casó con el príncipe Federico de los Países Bajos.
- El príncipe Alberto de Prusia (1809-1872). Se casó con la princesa Mariana de los Países Bajos y luego con la princesa Rosalía von Rauch.