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Hepatocarcinoma para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Hepatocarcinoma

Carcinoma hepatocelular en una persona con hepatitis C. Muestra de autopsia.
Especialidad oncología

El carcinoma hepatocelular (CHC), también conocido como hepatocarcinoma, es un tipo de cáncer que afecta al hígado. Es el tumor maligno primario más común del hígado, representando entre el 80% y el 90% de estos casos. Es más frecuente en hombres que en mujeres, y suele aparecer en personas de entre 50 y 60 años. La cantidad de personas afectadas varía mucho según la región del mundo.

Este tipo de tumor se relaciona con una enfermedad del hígado llamada cirrosis hepática en casi el 90% de los casos. Antes, se diagnosticaba cuando ya estaba muy avanzado, lo que dificultaba el tratamiento. Sin embargo, gracias a los avances en técnicas de imagen como la ecografía y la tomografía, ahora se puede detectar más temprano. Esto permite aplicar tratamientos que buscan curar la enfermedad.

En América, este tipo de cáncer es menos común. En cambio, en algunas partes de África y el sudeste asiático, es mucho más frecuente. Se cree que estas diferencias se deben a distintos factores que pueden influir en el desarrollo del tumor.

¿Qué causa el hepatocarcinoma?

Las causas principales del hepatocarcinoma son las mismas que pueden provocar la cirrosis hepática. Entre ellas se incluyen:

  • Infecciones por los virus de la hepatitis C o hepatitis B.
  • El consumo excesivo de bebidas con alcohol.
  • Una enfermedad llamada hemocromatosis.

En el caso de la infección por el virus de la hepatitis B (VHB), el cáncer puede aparecer incluso si no hay cirrosis. Hay una relación entre las zonas donde el hepatocarcinoma es más común y las áreas con muchas personas infectadas por el VHB. Los estudios muestran que las personas con VHB tienen un riesgo mayor de desarrollar este cáncer. Se cree que el virus podría alterar el ADN de las células del hígado, lo que llevaría al desarrollo del tumor.

Otras enfermedades del hígado, como la hemocromatosis o la porfiria cutánea tarda, también aumentan el riesgo. Por ejemplo, en pacientes con hemocromatosis, el riesgo anual de desarrollar hepatocarcinoma es del 5%.

Algunos factores que aumentan el riesgo de desarrollar hepatocarcinoma son:

  • Cirrosis hepática causada por hepatitis B, hepatitis C, consumo de alcohol, cirrosis biliar primaria o déficit de alfa-1-antitripsina.
  • Ser portador del virus de la hepatitis B, especialmente en hombres asiáticos mayores de 40 años, mujeres asiáticas mayores de 50 años o mujeres de origen africano mayores de 20 años.
  • Tener antecedentes familiares de hepatocarcinoma.
  • Cirrosis causada por esteatohepatitis no alcohólica o hepatitis autoinmunitaria.

¿Cuáles son los síntomas del hepatocarcinoma?

A menudo, el hepatocarcinoma no presenta síntomas en sus primeras etapas. Como la mayoría de los casos se desarrollan en hígados con cirrosis, el paciente puede sentir los síntomas propios de la cirrosis.

Si una persona con cirrosis empeora de repente, los médicos pueden sospechar que ha aparecido un hepatocarcinoma. Un pequeño grupo de pacientes, cuyo cáncer se desarrolla en un hígado sano, puede tener síntomas generales como dolor, pérdida de peso o sentir una masa en el abdomen.

Los síntomas más comunes que se han descrito incluyen:

  • Hipoglucemia (niveles bajos de azúcar en la sangre).
  • Eritrocitosis (aumento de glóbulos rojos).
  • Hipercalcemia (niveles altos de calcio en la sangre).
  • Diarrea líquida.
  • Problemas en la piel (como dermatomiositis o pénfigo).
  • Sensibilidad o dolor en el abdomen, especialmente en la parte superior derecha.
  • Agrandamiento del abdomen (ascitis).
  • Tendencia a sangrar o a que aparezcan hematomas.
  • Ictericia (piel y ojos amarillentos).
  • A veces, no hay ningún síntoma.

¿Cómo se desarrolla el hepatocarcinoma?

El hepatocarcinoma, como otros tipos de cáncer, se forma cuando hay un cambio en el funcionamiento normal de las células. Esto hace que las células se reproduzcan más rápido de lo normal o que no mueran cuando deberían. Las infecciones crónicas por hepatitis B y/o C pueden favorecer el desarrollo de este cáncer. Esto ocurre porque el sistema de defensa del cuerpo ataca repetidamente a las células del hígado, tanto las infectadas como las sanas. Este proceso constante de daño y reparación puede llevar a errores que, con el tiempo, causen el cáncer. Esto es más común en la hepatitis C, donde el cáncer suele aparecer después de una etapa de cirrosis. En el caso de la hepatitis B, las investigaciones sugieren que el material genético del virus puede integrarse en las células del hígado, lo que podría causar la enfermedad incluso en un hígado sin cirrosis.

Además, el consumo continuo de grandes cantidades de alcohol puede tener un efecto similar. La cirrosis, que es una causa frecuente de hepatocarcinoma, a menudo es provocada por el consumo de alcohol y las hepatitis B y C crónicas. Ciertas sustancias tóxicas producidas por hongos, llamadas aflatoxinas, también pueden causar hepatocarcinoma si se acumulan en el hígado. Los altos niveles de aflatoxinas y hepatitis B en regiones como China y África Occidental han contribuido al aumento de este cáncer allí. Otros tipos de hepatitis virales, como la hepatitis A, no se vuelven crónicas y, por lo tanto, no se relacionan con el cáncer de hígado.

¿Cómo se diagnostica el hepatocarcinoma?

Archivo:Hepatocellular carcinoma intermed mag
Micrografía de un carcinoma hepatocelular. Biopsia hepática. Tinción tricrómica.
Archivo:HepatoCellular Ca
Anatomía macroscópica del carcinoma hepatocelular.

El hepatocarcinoma se encuentra con mayor frecuencia en pacientes con hepatitis virales crónicas (B o C) o con cirrosis. Por esta razón, los pacientes con estas condiciones son monitoreados regularmente con pruebas como la ecografía.

Cuando hay una alta sospecha de hepatocarcinoma (por ejemplo, si los niveles de alfa-fetoproteína son altos), el mejor método de diagnóstico es una TAC abdominal. Esta prueba se realiza con un contraste especial y en varias fases para que el radiólogo pueda detectar tumores pequeños. Es importante ajustar bien los parámetros de la TAC, ya que otras enfermedades del hígado pueden dificultar la detección.

Al revisar la TAC, el hepatocarcinoma puede verse de tres maneras:

  • Un solo tumor grande.
  • Varios tumores.
  • Un tumor menos definido que se extiende por el hígado.

A veces, no es necesaria una biopsia si las pruebas de imagen muestran características muy claras del tumor. Una alternativa a la TAC es la resonancia magnética, aunque suele ser más costosa.

Pruebas de imagen y análisis de sangre

  • Un examen físico no es muy útil en las etapas tempranas del tumor.
  • La alfa-fetoproteína en la sangre a menudo está elevada en pacientes con hepatocarcinoma, pero sus valores no indican el tamaño del tumor ni su pronóstico.
  • El diagnóstico se basa en el estudio del hígado mediante ecografía, tomografía abdominal o resonancia magnética (MRI) con inyección de contraste.
  • Una biopsia del hígado puede confirmar el diagnóstico.
  • Las pruebas de la función hepática pueden mostrar alteraciones.
  • En ocasiones, se usan técnicas de imagen más complejas, como la angiografía hepática, para confirmar el diagnóstico.

¿Qué complicaciones puede tener?

Las complicaciones pueden ser:

  • Las relacionadas con la enfermedad del hígado que ya existe, como hemorragia gastrointestinal, ascitis (acumulación de líquido en el abdomen) o insuficiencia hepática.
  • Las asociadas a cualquier tipo de tumor, como pérdida de peso o astenia (cansancio extremo).
  • Las que surgen si el tumor crece localmente (como la trombosis de la vena porta) o se extiende a otras partes del cuerpo (metástasis).

¿Cómo se trata el hepatocarcinoma?

Aunque todavía hay debates sobre el diagnóstico y tratamiento, existe un acuerdo general sobre cómo manejar la mayoría de los casos de hepatocarcinoma.

El tratamiento de los tumores debe ser personalizado y dirigido por un especialista. A continuación, se presentan algunas opciones generales:

Hasta hace poco, no había muchos tratamientos para esta enfermedad, pero hoy en día existen terapias para todas las etapas del tumor.

Los tratamientos disponibles son:

1. Para tumores pequeños (menos de dos centímetros) en pacientes con cirrosis y función hepática normal, la mejor opción es la cirugía para extirpar el tumor, si su ubicación lo permite.

2. Para pacientes con cirrosis que tienen hasta tres tumores pequeños, la mejor opción es el trasplante de hígado.

3. En pacientes con tumores más grandes que no se han extendido fuera del hígado, se puede usar la quimioembolización (TACE). Este tratamiento ayuda a reducir el tamaño del tumor. Después, el paciente podría ser candidato a un trasplante o a una cirugía para extirpar el tumor.

4. Cuando el tumor se ha extendido (metástasis) o es muy grande, se puede tratar con un medicamento llamado sorafenib. Este medicamento ayuda a reducir el tumor y a mejorar la calidad de vida de los pacientes. El sorafenib es el primer medicamento que ha demostrado ser útil para el tratamiento del cáncer de hígado avanzado. Funciona bloqueando el crecimiento de las células cancerosas y evitando que se formen nuevos vasos sanguíneos que alimenten el tumor. Esto detiene el crecimiento del tumor y mejora la vida del paciente. Muchos otros medicamentos nuevos están siendo investigados.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Hepatocellular carcinoma Facts for Kids

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Hepatocarcinoma para Niños. Enciclopedia Kiddle.