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Gran Redada para niños

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La Gran Redada, también conocida como Prisión general de gitanos, fue un evento ocurrido en España en 1749. Fue un plan para detener a las personas gitanas que vivían en el país.

Este proyecto fue ideado por el marqués de la Ensenada, quien era ministro del rey Fernando VI. La idea era separar a los hombres de las mujeres gitanas para que no pudieran formar familias y así, con el tiempo, su población disminuyera. La operación comenzó en la madrugada del 31 de julio de 1749 y continuó en los días siguientes. Hubo una segunda parte en agosto en Cataluña y en otras ciudades como Málaga, Cádiz y Almería.

Aunque no logró su objetivo de acabar con la población gitana, la Gran Redada causó un daño muy grande. Según los historiadores, provocó una separación profunda entre las comunidades gitanas y no gitanas, y aumentó la pobreza y la dificultad de integración para muchas personas gitanas que ya vivían de forma estable en sus comunidades.

Orígenes de la situación

¿Cómo llegaron los gitanos a España?

Los gitanos llegaron a la península ibérica alrededor del año 1425. Al principio, fueron bien recibidos porque se presentaban como "peregrinos cristianos" que viajaban en grupos. Sin embargo, con el tiempo, comenzaron a enfrentar dificultades y controles para limitar sus movimientos y dónde podían vivir. También hubo problemas por la competencia en algunos trabajos.

Primeras leyes y desafíos

Esta situación llevó a que los Reyes Católicos ordenaran su expulsión en 1499. Esta orden fue repetida por otros reyes como Felipe II en 1537 y Felipe III en 1619. Las leyes de la época buscaban que los gitanos tuvieran trabajos conocidos y vivieran en lugares fijos, o que abandonaran el reino. Si no lo hacían, podían ser castigados.

Trabajos forzados y restricciones

Un antecedente de la Gran Redada ocurrió durante el reinado de Felipe II. Después de la batalla de Lepanto en 1571, se necesitaban más remeros para los barcos de guerra. Se decidió entonces buscar a todos los hombres gitanos que pudieran remar. Cientos de ellos fueron capturados y obligados a trabajar en los barcos. Años más tarde, en 1637, se realizó otra gran búsqueda de hombres gitanos para los barcos, y muchos fueron encarcelados.

Durante los siglos XVI y XVII, se dieron muchas órdenes para limitar los movimientos de los gitanos. En 1628, se les expulsó del Reino de Navarra. En general, se les veía como personas que vagaban y se les acusaba de no seguir las costumbres de la época. Se distinguía entre los gitanos que viajaban, que eran perseguidos, y los que vivían en un lugar fijo, que eran más tolerados, aunque su situación siempre era incierta. En algunas zonas, como Andalucía, había muchos gitanos que vivían de forma estable y trabajaban en oficios como herreros o curanderos de animales.

Nuevas políticas y el Marqués de la Ensenada

En 1717, el rey Felipe V ordenó que los gitanos vivieran en solo 41 municipios. Esto causó un problema, ya que muchos gitanos que ya vivían de forma estable en otros lugares tuvieron que abandonarlos. Años después, se permitió que los gitanos se quedaran donde hubieran vivido por más de diez años.

En 1745, cuando el marqués de la Ensenada ya estaba en el gobierno, se aprobó una ley que permitía usar la fuerza contra los gitanos que fueran encontrados fuera de los municipios designados. Antes de esto, la pena de muerte solo se aplicaba a grupos de gitanos que llevaban armas de fuego.

Las autoridades de la época veían a los gitanos como un grupo que no se integraba en la sociedad española. Un informe de 1723 los describía de forma muy negativa, acusándolos de varios delitos y de no seguir las normas religiosas y sociales.

El plan para detener a los gitanos

Archivo:Fernando VI
Fernando VI, rey durante la Gran Redada.

El marqués de la Ensenada creía que la única solución era expulsar a los gitanos. Un problema para esto era que los gitanos a menudo se refugiaban en las iglesias para evitar ser arrestados. Ensenada habló con el cardenal Valenti, quien consiguió que el Papa Benedicto XIV permitiera arrestarlos incluso si estaban en un lugar sagrado.

El Consejo de Castilla, siguiendo la propuesta de Ensenada, decidió arrestar a muchos gitanos para "sacarlos de España y enviarlos divididos en corto número a las provincias de América, donde se les diese qué trabajar". Sin embargo, al ver que un plan similar en Portugal había fallado, se cambió la idea de enviarlos a América. En su lugar, se optó por un plan de "prisión general" para separarlos. Para convencer al rey Fernando VI, Ensenada obtuvo el apoyo del confesor del rey, quien dijo que Dios se alegraría si el rey lograba "extinguir esta gente".

Con la aprobación del rey, Ensenada organizó un plan muy detallado. Se necesitaba saber dónde vivían los gitanos y cuántos eran. El arresto debía ser el mismo día y a la misma hora en muchos lugares. Se prepararon instrucciones secretas para las autoridades locales y los militares. Nadie, excepto los más altos mandos, sabía el objetivo final hasta el último momento.

Las instrucciones indicaban que, después de los arrestos, los gitanos serían separados: los hombres mayores de siete años por un lado, y las mujeres y los niños menores de siete años por otro. Los hombres serían enviados a trabajar en los arsenales de la Marina en lugares como Cartagena, Cádiz y Ferrol, o a minas y prisiones en el norte de África. Las mujeres y los niños irían a cárceles o fábricas en ciudades como Málaga, Valencia y Zaragoza. Las mujeres tejerían y los niños trabajarían en las fábricas, mientras los hombres trabajarían en los arsenales, que necesitaban ser modernizados.

El traslado sería rápido y sin paradas. Los gastos de la operación se pagarían con los bienes de los gitanos detenidos, que serían confiscados y vendidos. Si no era suficiente, el propio rey cubriría los gastos.

La ejecución del plan

Archivo:Cartagena Arsenal 1799
Plano de 1799 de la ciudad de Cartagena (derecha) y de su Arsenal (izquierda). Fue uno de los destinos de los varones gitanos y de los niños mayores de siete años.

Los militares y las autoridades locales abrieron las instrucciones el 30 de julio de 1749. La operación comenzó a la medianoche del 30 de julio. Se arrestó a los gitanos en sus hogares y se les separó por sexo. En Andalucía, los hombres fueron llevados a La Carraca y las mujeres a la Alcazaba de Málaga. Este fue el comienzo de la Gran Redada.

El 31 de julio y en los días siguientes, unas 9000 personas gitanas de todas las edades fueron sacadas de sus casas o asentamientos. A estas se sumaron unas 3000 que ya estaban en prisión. La resistencia principal se dio cuando se separaba a las familias. Hubo problemas en las iglesias, donde los gitanos intentaron refugiarse, sin saber que el Papa había quitado ese derecho. A veces, las autoridades tuvieron dificultades para saber si una persona era gitana, lo que llevó a errores. Los bienes de los gitanos fueron subastados para pagar la operación, pero no fue suficiente.

En el sur de España, muchos gitanos recibieron ayuda. Algunos fueron protegidos por alcaldes o curas, otros pagaron para que se escribieran peticiones al rey, y muchos fueron escondidos. En Sevilla, hubo disturbios cuando se arrestó a los gitanos, resultando en algunas muertes. En otros lugares, los gitanos se presentaron voluntariamente, pensando que era para resolver asuntos de su reasentamiento.

Se calcula que unas 9000 personas gitanas fueron capturadas. La organización de los arrestos fue muy detallada, pero el traslado y el alojamiento fueron caóticos. Los gitanos fueron reunidos en castillos y alcazabas, y las condiciones de hacinamiento eran muy malas, a menudo con el uso de grilletes. El proyecto era demasiado grande para los recursos disponibles en ese momento. Además, hubo muchas dudas sobre a quién arrestar, especialmente si tenían trabajos conocidos o estaban casados con personas no gitanas. El Consejo de Castilla tuvo que resolver muchas preguntas. Las protestas de los gitanos que tenían una vida establecida llevaron a que se liberara a algunos de ellos, lo que cambió el plan original.

La actitud de las personas no gitanas varió, desde la colaboración hasta la petición de ayuda al rey por parte de ciudadanos importantes, lo que muestra que la población gitana de entonces tenía diferentes grados de integración.

Las instrucciones no usaban la palabra "gitanos", sino que describían sus actividades. Esto permitió a algunos corregidores no molestar a ciertas familias que estaban bien establecidas. Tampoco se detuvo a las mujeres gitanas casadas con hombres no gitanos, aunque hubo excepciones. Se ordenó la horca para los que huyeran, pero las autoridades locales se negaron a cumplir esa orden.

El fin de la Gran Redada

Archivo:Zaragoza - Diputación General de Aragón (Edificio Pignatelli)
Casa de Misericordia de Zaragoza, donde fueron recluidas mujeres gitanas con sus hijos.

A mediados de agosto, Ensenada se quejaba de que no se había logrado arrestar a todos. También recibía noticias de problemas en los arsenales y de gitanos que habían huido. Por ello, insistió en que se buscara y arrestara a todos los que quedaban, sin excepción de sexo, estado o edad.

Los gobernadores de los arsenales y los encargados de las casas de acogida se quejaban de que estaban llenos. El gobernador del arsenal de Cartagena tuvo que encadenar a 600 gitanos en barcos viejos porque no había más espacio. El gobernador del arsenal de la Carraca tuvo que alojar a mil hombres en almacenes y pidió que no le enviaran más, temiendo un motín que ocurrió el 7 de septiembre. A pesar de las quejas, siguieron llegando gitanos. En Málaga, la Alcazaba no fue suficiente para más de mil mujeres con sus hijos, por lo que unas 650 fueron llevadas a la Casa de Misericordia de Zaragoza. Allí, las mujeres protestaron rompiendo la ropa y los objetos, y burlándose de sus guardianes. También hubo muchas fugas exitosas.

Para evaluar la situación, se reunió una Junta el 7 de septiembre. Ensenada admitió que faltaba lo principal: darles un destino para evitar problemas y, si era posible, "extinguir esta generación". Culpó a las autoridades locales por el fracaso y propuso una medida de perdón. El 27 de octubre, se emitió una instrucción que decía que el rey solo quería detener a los "perniciosos y mal inclinados", y se ordenó liberar a los gitanos que pudieran demostrar una "buena" forma de vida. El resto seguiría en los arsenales (hombres mayores de siete años) y en las casas de acogida (mujeres y niños menores de siete años). A pesar de esta instrucción, Ensenada siguió con su plan de evitar la "procreación de tan malvada raza", restringiendo la salida de los hombres y recluyendo a las mujeres. Incluso añadió la pena de muerte para los que huyeran.

La mayoría de las liberaciones ocurrieron en las cuatro semanas siguientes a octubre de 1749, pero no fueron muchos los que lo lograron. En 1754, cinco años después de la redada, todavía había 470 mujeres en Valencia y 281 hombres en Cartagena.

El perdón real

La resistencia de los gitanos a trabajar en los arsenales, las huelgas, las fugas para reunirse con sus familias y las protestas violentas de las mujeres presas, obligaron a que el nuevo rey Carlos III, quien destituyó a Ensenada en 1754, aprobara un perdón en 1763. Algunos ministros comenzaron a cuestionar la política aplicada hasta entonces, lo que llevaría a una nueva ley en 1783.

La compleja administración de la época tardó dos años más en resolver dónde reubicar a los gitanos, lo que causó desesperación entre los presos y preocupación entre los militares. El rey ordenó acelerar los trámites. Finalmente, el 6 de julio de 1765, dieciséis años después de la redada, se ordenó liberar a todos los presos. A mediados de ese mes, la orden ya se había cumplido en todo el reino. En el arsenal de Cartagena, 75 gitanos fueron liberados. Los últimos dos gitanos presos fueron liberados el 16 de marzo de 1767. Cuando en 1772 se discutió una nueva ley sobre los gitanos, se mencionó la redada de 1749. Carlos III pidió que se quitara esa mención, ya que "hace poco honor a la memoria de mi hermano" (refiriéndose a Fernando VI).

Ensenada también fue "perdonado" por Carlos III y pudo regresar a la corte, pero en 1766 fue desterrado de nuevo a Medina del Campo, la misma ciudad donde los Reyes Católicos habían firmado en 1499 la primera ley contra los gitanos.

Galería de imágenes

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Great Gypsy Round-up Facts for Kids

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