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Expulsión de los jesuitas de España de 1767 para niños

Enciclopedia para niños

La expulsión de los jesuitas de España en 1767 fue una decisión importante tomada por el rey Carlos III. Esta medida siguió a acciones similares en Portugal (1759) y Francia (1762). La razón oficial fue que se les acusaba de haber provocado los disturbios populares del año anterior, conocidos como el Motín de Esquilache.

Seis años después de la expulsión, el rey Carlos III logró que el papa Clemente XIV disolviera la orden de los jesuitas. Sin embargo, la orden fue restablecida por el papa Pío VII el 7 de agosto de 1814. El rey Fernando VII les permitió regresar a España el 15 de mayo de 1815.

Los jesuitas fueron expulsados de España varias veces más a lo largo de la historia: en 1820, durante el Trienio Liberal; en 1835, durante la Regencia de María Cristina de Borbón; y en 1932, bajo la Segunda República.

¿Por qué se expulsó a los jesuitas?

El ambiente contra los jesuitas en el siglo XVIII

Archivo:Jesuitenorden 1773
Expulsión de los jesuitas de Portugal en 1759 por el ministro Marqués de Pombal (grabado de la época)

Durante el siglo XVIII, se extendieron nuevas ideas como el jansenismo y la Ilustración. Estas ideas chocaban con algunas de las enseñanzas de los jesuitas. Según el historiador Antonio Domínguez Ortiz, los métodos educativos de los jesuitas y su forma de ver la autoridad ya no encajaban con una monarquía que quería tener más poder y ser menos religiosa.

Además, los jesuitas tuvieron problemas con otras órdenes religiosas. Por ejemplo, lograron que un libro de un cardenal agustino fuera incluido en la lista de libros prohibidos. También hubo críticas a una obra de un jesuita, el Padre Isla, que se burlaba de los frailes.

Cuando Carlos III subió al trono en 1759, la situación de los jesuitas empeoró. A diferencia de los reyes anteriores, Carlos III no los apoyaba. Su madre, la reina Isabel de Farnesio, no los quería debido a algunos desacuerdos o problemas que había tenido con ellos. El rey también venía de una corte en Nápoles donde no se veía bien a los jesuitas. Por eso, Carlos III rompió la tradición y nombró a un fraile de otra orden como su confesor personal.

El «Motín de Esquilache» de 1766

Archivo:Giuseppe bonito-esquilache
Retrato del Marqués de Esquilache, obra del italiano Giuseppe Bonito (1759).

El Motín de Esquilache de 1766 comenzó en Madrid. La causa principal fue un decreto del secretario de Hacienda, el marqués de Esquilache, que era extranjero. Este decreto buscaba reducir la delincuencia y formaba parte de un plan para mejorar la ciudad, como limpiar las calles o poner alumbrado.

La norma que causó la protesta exigía que la gente dejara de usar capas largas y sombreros grandes. Se decía que estas prendas ocultaban rostros, armas y productos de contrabando. Sin embargo, el verdadero problema de fondo era la escasez y el alto precio del pan. Esto se debía a malas cosechas y a una ley de 1765 que había liberado el mercado del grano, eliminando los precios máximos.

Durante el motín, la casa de Esquilache fue atacada al grito de "¡Viva el rey, muera Esquilache!". Luego, la gente se dirigió al Palacio Real, donde hubo enfrentamientos. Carlos III calmó la revuelta prometiendo anular el decreto, quitar a Esquilache de su puesto y bajar el precio del pan. El motín se extendió a otras ciudades, como Zaragoza, y en algunos lugares se convirtió en revueltas contra los señores. Todas estas revueltas fueron duramente controladas.

¿Cómo se decidió la expulsión?

El fiscal del Consejo de Castilla, Pedro Rodríguez de Campomanes, que no quería a los jesuitas, recibió el encargo de investigar quién había provocado los motines. Campomanes rápidamente sospechó de los jesuitas, ya que algunos de ellos habían participado en las revueltas.

Campomanes reunió información de varias provincias, obtenida de forma secreta, como cartas interceptadas, informes de autoridades y chismes. Con esta información, que según algunos historiadores era de origen dudoso y con pocas pruebas, Campomanes presentó su informe al Consejo de Castilla en enero de 1767. En él, acusó a los jesuitas de ser los responsables de los motines y de querer cambiar la forma de gobierno.

Para apoyar su acusación, Campomanes usó argumentos antiguos contra los jesuitas, como la idea de que se podía desobedecer a un gobernante injusto, sus enseñanzas sobre la conducta, su deseo de poder y riquezas, y sus actividades en América.

El presidente del Consejo de Castilla, el conde de Aranda, formó un consejo especial que consideró probada la acusación y propuso expulsar a los jesuitas de España y de sus territorios en América. Carlos III, para estar más seguro, convocó otra junta especial que confirmó la propuesta de expulsión y recomendó al rey no explicar los motivos de la decisión.

Después de la aprobación de Carlos III, el Conde de Aranda organizó en secreto todos los preparativos para la expulsión en marzo de 1767.

Archivo:Arte de la Lengua Guarani - Antonio Ruiz de Montoya
Arte de la lengua guaraní, obra del jesuita Antonio Ruiz de Montoya (1724). Los jesuitas estudiaban las costumbres y culturas nativas para ser aceptados por los pueblos indígenas, lo que les ayudó a tener buenas relaciones con ellos en muchas colonias españolas.

Después de la expulsión, el rey pidió la aprobación de las autoridades de la Iglesia. Envió una carta a los 56 obispos españoles. Solo seis se atrevieron a no estar de acuerdo con la decisión, y cinco no respondieron. La gran mayoría de los obispos aprobaron la expulsión.

La expulsión en sí

Archivo:Programática Sanción 1767, Cabildo de Pasto (IMAHP) San Juan de Pasto
Orden de expulsión de jesuitas emitida por el Cabildo de Pasto en San Juan de Pasto, Colombia.

El 2 de abril de 1767, al amanecer, los soldados del rey rodearon las 146 casas de los jesuitas. Allí se les comunicó la orden de expulsión, que estaba en un documento llamado Pragmática Sanción de 1767. El documento decía que la decisión se tomaba por "gravísimas causas" relacionadas con la obligación del rey de mantener la tranquilidad y la justicia en sus pueblos, y otras razones urgentes que el rey se guardaba para sí.

Fueron expulsados 2641 jesuitas de España y 2630 de los territorios de América. Los jesuitas de España fueron reunidos y embarcados en varios puertos. Al principio, fueron recibidos en la isla de Córcega, que en ese momento pertenecía a la República de Génova. Pero al año siguiente, Córcega pasó a ser parte de Francia, donde la orden estaba prohibida desde 1762. Esto obligó al papa Clemente XIII a aceptarlos en los Estados Pontificios, algo a lo que se había negado antes. Allí vivieron con una pequeña pensión que les dio Carlos III, usando el dinero de la venta de algunos de sus bienes.

¿Cuáles fueron los verdaderos motivos?

Gracias al descubrimiento del informe del fiscal Campomanes, hoy se sabe que la expulsión no fue un problema religioso. Se descartan dos ideas anteriores: la que decía que fue para que las "luces" (ideas de la Ilustración) vencieran al "fanatismo" de los jesuitas, y la que decía que fue una "conspiración" de diferentes grupos contra la Compañía de Jesús.

Según los historiadores Antonio Mestre y Pablo Pérez García, las razones de Carlos III fueron varias:

  • El gobierno quería culpar a los jesuitas del Motín de Esquilache.
  • La presión internacional, ya que Portugal y Francia ya los habían expulsado.
  • La diferencia entre el poder absoluto del rey y las ideas que se atribuían a los jesuitas, que algunos veían como "populistas".
  • Intereses económicos y sociales.
  • Conflictos entre las órdenes religiosas y los obispos con los jesuitas.

Estos historiadores también relacionan la expulsión con la política del regalismo de Carlos III. Esta política buscaba que la Corona tuviera más control sobre los asuntos de la Iglesia. El Concordato de 1753, firmado durante el reinado de Fernando VI, ya había dado más poder a la Corona en temas eclesiásticos. La expulsión fue la medida más fuerte de esta política, dirigida contra la orden religiosa más cercana al papa debido a su voto de obediencia absoluta a él.

La expulsión fue un acto de fuerza y un símbolo del intento del rey de controlar la Iglesia en España. El gobierno quería evitar que las órdenes religiosas dependieran directamente de Roma. Por eso, intentaron que los líderes de las principales órdenes religiosas en España fueran españoles y personas que el rey aprobara.

¿Qué consecuencias tuvo la expulsión?

Los bienes de los jesuitas, como sus fincas, fueron vendidos en subasta pública. Sus templos pasaron a manos de los obispos, y sus edificios y casas se convirtieron en seminarios, fueron cedidos a otras órdenes religiosas o siguieron usándose para la educación. Esto último era importante, ya que la expulsión dejó un gran vacío en la enseñanza.

Archivo:San Ignacio Miní mission ruins
Ruinas de la Misión jesuítica de San Ignacio Miní (actual Argentina), abandonada tras la expulsión.

Según Antonio Mestre y Pablo Pérez García, la expulsión de los jesuitas tuvo consecuencias muy importantes. Fue necesario reformar los estudios, y el gobierno aprovechó para cambiar los planes de estudio en universidades y seminarios. En muchos lugares, los obispos usaron las casas de los jesuitas para instalar seminarios. El rey obligó a estos seminarios a seguir las ideas que había impuesto en las facultades de Teología y Cánones de las universidades, que eran principalmente regalistas y con influencia jansenista.

Las consecuencias de la expulsión para la política y la cultura españolas se han interpretado de diferentes maneras. Algunos pensaron que fue el inicio de la expansión de las ideas de la Ilustración, que los jesuitas supuestamente frenaban. Otros creen que, aunque se perdieron mentes brillantes, las otras órdenes religiosas que se beneficiaron no eran más abiertas o progresistas. Además, para asegurar que no se difundieran las ideas jesuitas, el rey fortaleció su poder de censura y lo aplicó a otros temas, lo que no ayudó a la libertad de pensamiento.

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Expulsión de los jesuitas de España de 1767 para Niños. Enciclopedia Kiddle.