Asalto de la Isla de las Ratas para niños
El asalto a la Isla de las Ratas, que ocurrió con éxito el 15 de julio de 1811, fue una operación militar importante. Un grupo de soldados patriotas, que apoyaban la Revolución de Mayo, atacó la isla durante la Guerra de Independencia de la Argentina. El objetivo principal era destruir una base militar de los realistas (que apoyaban al rey de España) en la isla. También querían conseguir pólvora para los cañones de las fuerzas patriotas que estaban sitiando la ciudad de Montevideo, bajo el mando del general José Rondeau.
La Isla de las Ratas está en el Río de la Plata y hoy forma parte de Uruguay.
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¿Por qué fue importante la Isla de las Ratas?
Después de la victoria de los patriotas el 18 de mayo de 1811 en la Batalla de Las Piedras, comenzó el sitio de Montevideo el 20 de ese mismo mes. Montevideo era una ciudad muy bien protegida. Tenía muros de nueve metros de alto y seis de ancho, con cuatro torres defensivas y un foso alrededor.
Las defensas de la ciudad incluían también la Fortaleza del Cerro, el Fuerte de San José del Real de San Felipe y Santiago y la Isla de las Ratas. En esta isla, los realistas habían construido una base con cañones, un almacén de pólvora y un lugar para prisioneros. Esta nueva base, diseñada el 15 de marzo por el ingeniero José del Pozo y Marquy, tenía diez cañones de diferentes tamaños.
¿Cómo se desarrolló el sitio de Montevideo?
Montevideo era muy difícil de conquistar para el ejército patriota, ya que la ciudad tenía 50 cañones y controlaba el río. Por eso, las fuerzas del general Rondeau se enfocaron en cortar los caminos para que la ciudad no pudiera recibir alimentos ni agua. Los pozos de agua estaban fuera de los muros de la ciudad. Así, Montevideo solo podía abastecerse por medio de sus barcos.
Mientras tanto, los cañones de los revolucionarios bombardeaban la ciudad durante el día. Por la noche, usaban unos aparatos llamados morteros, construidos por el ingeniero Ángel Monasterio.
¿Cómo se planeó el ataque a la isla?
A mediados de 1811, la pólvora para los cañones patriotas se estaba acabando, lo que amenazaba con detener los bombardeos. Fue entonces cuando se pensó en un plan para atacar la Isla de las Ratas. El general Rondeau y otro líder, Soler, organizaron el proyecto.
Para llevar a cabo el ataque, se formó un grupo de setenta voluntarios. Estos incluían a los remeros de diferentes unidades militares que participaban en el bloqueo de Montevideo.
¿Quiénes participaron en el asalto?
El capitán Juan José Quesada, del Regimiento Dragones de la Patria, estuvo al mando de la infantería y de toda la operación. Su segundo fue el teniente José Caparrós.
Los botes, que fueron prestados por pescadores del arroyo Miguelete, estuvieron bajo el mando del teniente de Marina Pablo Zufriategui. Su segundo fue el piloto Vicente Barbas.
Otros oficiales importantes fueron:
- Ángel Mosqueira, que conocía bien la isla.
- Ramón Odosio, del regimiento de Regimiento de Pardos y Morenos Patricios.
- Manuel Díaz Vélez, un aventurero.
El resto de los soldados provenían de diferentes regimientos:
- Regimiento de Patricios: 1 cabo y 8 soldados.
- Regimiento de Granaderos de Fernando VII: 1 sargento y 8 soldados.
- Regimiento N° 3: 1 cabo y 8 soldados.
- Dragones de la Patria: 1 cabo y 7 soldados.
- Pardos y Morenos Patricios: 1 cabo y 10 soldados.
- Artilleros: 2 cabos y 12 soldados.
En total, eran 7 oficiales, 1 sargento, 6 cabos y 53 soldados, sumando 67 hombres armados.
El ataque sorpresa a la isla
Las tropas se reunieron en un lugar llamado Caserío de las Filipinas, cerca de la desembocadura del arroyo Miguelete. Allí, los botes fueron llevados en carretas con mucho cuidado para no hacer ruido. El 13 de julio, el día planeado para el ataque, una fuerte tormenta obligó al general Rondeau a posponer la operación.
Esa misma noche, la tormenta desprendió dos botes de un barco español llamado Ifigenia. Uno de ellos era muy grande, con 22 remos. Estos botes llegaron a la orilla en Arroyo Seco y fueron capturados por los patriotas.
Con los nuevos botes y el más grande de los pescadores, los patriotas partieron el 15 de julio desde la Cala del Sastre, al norte de la ciudad sitiada. Se organizaron en seis grupos.
Antes de llegar a la isla, un centinela (un guardia) los vio y les pidió una contraseña. Quesada respondió que eran refuerzos enviados desde la ciudad. Esto dio tiempo a los botes para atracar. Las primeras líneas de soldados saltaron al foso y sirvieron de escalera para que sus compañeros subieran por sus espaldas y alcanzaran la muralla.
Finalmente, el centinela dio la alarma y fue abatido con un disparo. Esto despertó al resto de los soldados realistas. Los patriotas comenzaron el asalto a la orilla sin mucha resistencia. El comandante de la base, el capitán Francisco Ruiz, corrió con una pistola en una mano y una mecha encendida en la otra para disparar un cañón que apuntaba al lugar de desembarco. Pero también fue eliminado, y el resto de los soldados realistas se rindieron.
Como había poco espacio, no se tomaron muchos prisioneros, solo a los siete que encontraron en la isla. Los patriotas cargaron veinte quintales de pólvora (casi una tonelada), armas y correajes. Luego, inutilizaron los diez cañones y regresaron. A las cinco de la mañana, llegaron a la costa y fueron recibidos con alegría por el general Rondeau. Él pidió que se les diera un escudo de honor a los que participaron, pero el gobierno lo prometió y nunca lo entregó.
¿Qué pasó después del asalto?
El ataque dejó temporalmente fuera de servicio una de las defensas clave de Montevideo. Además, la gran cantidad de pólvora que se obtuvo fue de mucha ayuda para los patriotas, ya que les faltaba mucho este material. Sus rutas de suministro, para todo lo que no venía de la campaña oriental, tenían que cruzar ríos controlados por los barcos realistas.
Pero el impacto más grande fue en el ánimo de la gente. Para los patriotas, fue un gran estímulo, ya que hasta entonces su papel había sido más pasivo. Para los españoles, la sorpresa y el éxito de esta arriesgada incursión fueron muy grandes, incluso más allá de los efectos militares.
Después del asalto a la Isla de las Ratas, el comandante general de la Marina en el Río de la Plata, José María Salazar, estaba cansado de no ser valorado. Por eso, volvió a pedir que lo quitaran de su cargo para regresar a España. En una carta del 21 de julio al Secretario de Estado, después de informar sobre la "sorpresa" que sus enemigos hicieron en la Isla de las Ratas, se quejó de la conducta del virrey Francisco Javier Elío. Esto terminó con la salida de Salazar de su puesto.
Debido a las características de esta operación, que se parece a las tácticas usadas por los comandos, el gobierno de Uruguay estableció el 15 de julio como el "Día de los Comandos Orientales" mediante un decreto en 2006.