Romancero viejo (poesía) para niños
El Romancero viejo es el nombre que se le da a un grupo de romances que fueron recopilados y publicados entre los siglos XV y XVII. Un romance es un tipo de poema tradicional que se cantaba o recitaba, muy popular en España. Es parecido a las baladas que se contaban en otros países de Europa.
Los expertos en literatura han dividido este tipo de poesía en dos grandes grupos: el Romancero viejo y el Romancero nuevo, que es el de la tradición oral más reciente. Aunque hay algunas diferencias entre ellos, su estilo es similar y tratan temas parecidos. Esto demuestra que son parte del mismo género, pero han cambiado un poco con el tiempo porque se transmitían de forma oral, es decir, de boca en boca.
Contenido
¿De dónde vienen los romances viejos?
Durante el siglo XV, los romances se hicieron muy populares. Esto hizo que la gente se interesara en publicarlos y recopilarlos, ya que al principio solo se transmitían de forma oral. Los romances más antiguos que conocemos se encontraron principalmente en dos tipos de documentos: los pliegos sueltos y los cancioneros castellanos.
Pliegos sueltos: publicaciones populares
Los pliegos sueltos, también conocidos como "pliegos de ciego", eran publicaciones sencillas y baratas. Se vendían sin encuadernar, a menudo colgados en cuerdas en los mercados. Eran como pequeños cuadernillos de 8, 16 o 32 páginas. Su contenido era muy variado: podían incluir poemas, noticias de la vida diaria, historias religiosas o sucesos importantes.
Aunque se conservan algunos pliegos impresos a principios del siglo XVI en ciudades como Sevilla, Burgos y Barcelona, el pliego suelto más antiguo que contiene un romance parece haber sido publicado en Zaragoza entre 1506 y 1510. Este pliego incluye una versión del romance del Conde Dirlos. Como eran muy frágiles, a pesar de que se publicaron muchísimos, hoy en día solo se conservan unos pocos cientos.
Cancioneros: colecciones de poemas
Los cancioneros eran colecciones de canciones y poemas de diferentes autores. Se recitaban en las cortes de España a finales del siglo XV y principios del XVI. Algunos romances viejos se han encontrado en cancioneros importantes, como el Cancionero de Estúñiga (alrededor de 1460-1463), el Cancionero de Londres (de finales del siglo XV) y el Cancionero musical de Palacio. En este último, se hallaron más de cuarenta romances, muchos de ellos de origen medieval.
Otras formas de encontrar romances
También se han encontrado romances en otros documentos escritos de forma casual. Por ejemplo, en 1421, un estudiante de leyes de Mallorca llamado Jaume de Olesa escribió un romance en sus apuntes. Este romance cuenta la historia de una dama que intenta conquistar a un pastor sin éxito.
Otro ejemplo es un documento legal de 1429, encontrado en un archivo de Zaragoza. En él, se copió un romance que narra un suceso de la época: el asesinato de Alonso de Argüello, arzobispo de la ciudad, por orden del rey Alfonso V de Aragón.
Estos hallazgos son muy importantes porque, en una época en la que pocas personas sabían escribir, estos documentos legales ayudaron a que los romances se conservaran. Gracias a ellos, podemos conocer hoy en día algunos de los romances más antiguos que se recitaban de memoria.
Según la experta Mercedes Díaz Roig, estas fuentes no solo muestran lo antiguos que son los romances, sino también su característica principal: son poesía tradicional. Las diferentes versiones que existen de un mismo romance, algunas por la transmisión oral y otras por el paso del tiempo, demuestran que son obras populares que han logrado conservarse.
Publicaciones importantes
A mediados del siglo XVI, el Romancero ya era un género muy de moda. La gente conocía muchos romances, los cantaba y a veces los acompañaba con instrumentos como la vihuela. También los leían en pliegos sueltos o los copiaban para uso personal. Por eso, no es de extrañar que con el tiempo se empezaran a publicar libros dedicados solo a los romances.
Algunas de las primeras publicaciones donde se encontraron romances, a menudo como base para que otros poetas crearan nuevas versiones, fueron:
- Cancionero general: Publicado en 1511, fue una colección muy exitosa de poesía castellana de la época. Incluía algunos romances, lo que muestra la influencia de este género popular en la corte española.
- Cancionero musical de Palacio: También conocido como Cancionero de Barbieri, es una colección de música del Renacimiento de la corte de los Reyes Católicos. Contiene fragmentos de romances adaptados para ser cantados.
- Cancioneros en los que se han encontrado algunos romances
Las primeras ediciones que se dedicaron por completo a los romances fueron:
- El libro de cincuenta romances: Fue el primer intento de publicar un libro solo con romances, entre 1520 y 1530. Solo se conserva la primera parte, que incluye romances de origen carolingio, de aventuras y sobre la guerra de Troya.
- El cancionero de romances s. a.: Publicado por Martín Nucio en Amberes, es una gran colección de más de 150 romances. Fue la primera vez que se recopilaron tantos romances que circulaban de forma oral. Se cree que se publicó entre 1547 y 1548. Nucio, que era impresor y editor, incluso intentó clasificarlos por temas: primero los carolingios, luego los históricos y épicos, después los clásicos (como los de Troya) y, por último, los de amor. Este libro fue muy popular y ayudó a que el romance se consolidara como un género literario importante.
- El cancionero de romances de 1550: Debido al éxito de su primer libro, Nucio hizo una nueva edición en 1550, mejorando algunos textos y añadiendo más romances. Se reimprimió varias veces a lo largo del siglo XVI, lo que demuestra lo popular que era este género en España.
Otras colecciones importantes fueron:
- Silua de Zaragoza (1550).
- Romances nuevamente sacados de historias antiguas (1551), de Lorenzo de Sepúlveda.
- Cancionero de romances sacados de las crónicas antiguas de España (1570), de Lorenzo Sepúlveda y Alonso de Fuentes.
- Romancero historiado (1582), de Lucas Rodríguez.
- Portadas de algunas ediciones de Romances
¿Cómo son los romances viejos?
Desde 1950, varios estudiosos han investigado cómo eran los romances viejos y cómo se relacionan con la tradición oral actual. Han analizado las características de estos poemas.
La métrica: el ritmo de los versos
Se cree que los romances estaban formados por versos de dieciséis sílabas, si venían de historias épicas (de héroes y batallas), o por versos de ocho sílabas con rima asonante (solo coinciden las vocales al final del verso) en los versos pares, si eran de origen lírico (más relacionados con sentimientos).
Algunos expertos, como Menéndez Pidal, pensaban que los romances surgieron de las canción de gesta (poemas largos que contaban hazañas de héroes). Los juglares (artistas que cantaban y recitaban) habrían tomado las partes más emocionantes de esas historias y las habrían convertido en romances. Al principio, la métrica (el número de sílabas) de estos romances épicos variaba mucho, pero con el tiempo se fue haciendo más regular, y los versos largos de dieciséis sílabas se convirtieron en los de ocho sílabas que conocemos hoy.
La rima: el sonido final
La rima característica de los romances es la asonante. Esto significa que solo coinciden los sonidos de las vocales al final de los versos, a partir de la última vocal acentuada. En los romances viejos, esta regla es muy estricta. Las rimas asonantes más comunes son las que terminan en "ía", "áa" o "áo".
El estribillo: una frase que se repite
Algunos romances, sobre todo los que se adaptaron para ser cantados, tienen un estribillo. Un estribillo es una frase o verso que se repite a lo largo del poema. Esto ayuda a darle musicalidad. Un ejemplo famoso es el romance de La pérdida de Alhama, donde el estribillo "—¡Ay de mi Alhama!—" se repite para expresar la tristeza por la caída de la ciudad.
Paseábase el rey moro — por la ciudad de Granada
desde la puerta de Elvira — hasta la de Vivarrambla.
—¡Ay de mi Alhama!—
Cartas le fueron venidas — que Alhama era ganada.
Las cartas echó en el fuego — y al mensajero matara,
—¡Ay de mi Alhama!—
Descabalga de una mula, — y en un caballo cabalga;
por el Zacatín arriba — subido se había al Alhambra.
—¡Ay de mi Alhama!—
Como en el Alhambra estuvo, — al mismo punto mandaba
que se toquen sus trompetas, — sus añafiles de plata.
—¡Ay de mi Alhama!—
Y que las cajas de guerra — apriesa toquen el arma,
porque lo oigan sus moros, — los de la vega y Granada.
—¡Ay de mi Alhama!—
Los moros que el son oyeron — que al sangriento Marte llama,
uno a uno y dos a dos — juntado se ha gran batalla.
—¡Ay de mi Alhama!—
Allí fabló un moro viejo, — de esta manera fablara:
—¿Para qué nos llamas, rey, — para qué es esta llamada?
—¡Ay de mi Alhama!—
—Habéis de saber, amigos, — una nueva desdichada:
que cristianos de braveza — ya nos han ganado Alhama.
—¡Ay de mi Alhama!—
Allí fabló un alfaquí — de barba crecida y cana:
—Bien se te emplea, buen rey, — buen rey, bien se te empleara.
—¡Ay de mi Alhama!—
Mataste los Bencerrajes, — que eran la flor de Granada,
cogiste los tornadizos — de Córdoba la nombrada.
—¡Ay de mi Alhama!—
Por eso mereces, rey, — una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino, — y aquí se pierda Granada.
—¡Ay de mi Alhama!—.
Estructura: narración y diálogo
Los romances rara vez son solo una narración. Por lo general, mezclan la narración con diálogos, lo que hace que la historia sea más viva. Los hechos se cuentan y se refuerzan a través de lo que dicen los personajes.
¿Qué temas tratan los romances viejos?
Los romances viejos podían hablar de muchos temas diferentes: guerras, rebeliones, traiciones, amor, fidelidad, heroísmo, aventuras y la muerte, entre otros. Estos temas se repiten en muchos romances, pero cada uno los trata de una manera especial. Las historias venían de la historia de España, de poemas épicos franceses, de cuentos populares, de baladas europeas y, muchas veces, de la imaginación de los poetas.
Clasificación de los romances
Muchos estudiosos han intentado clasificar los romances viejos según sus temas, buscando de dónde venían las historias. Una de las clasificaciones más usadas es la de Ferdinand Wolf y Conrado Hofmann.
Sin embargo, clasificar los romances es difícil porque un mismo romance puede tratar varios temas a la vez. Por ejemplo, un romance histórico también puede hablar de aventuras o de amor.
Un buen ejemplo de esto es el romance de El Cid y Búcar. En el siglo XVI se clasificaba como épico (de héroes), pero en el siglo XIX pasó a ser considerado novelesco (de aventuras).
La importancia de la tradición oral
Los romances, como género poético, están influenciados por dos fuerzas de la poesía popular: la conservación de sus historias y la renovación de sus formas. Las diferentes versiones de un romance son el resultado de su transmisión oral a lo largo del tiempo.
La conservación permite que una historia se mantenga viva en la memoria de la gente durante años, incluso siglos, pasando de generación en generación. Al mismo tiempo, las sociedades tienen la necesidad de renovar y mejorar lo que ya tienen, transformando las composiciones originales en nuevas versiones, a veces muy parecidas, pero con cambios propios de cada época.
Por eso, los romances han sufrido muchísimas transformaciones. La gente los adapta a su entorno, pero siempre conservan lo más importante de su forma. Como dice la experta Díaz Roig, "el romance cambia y permanece, varía y queda el mismo, porque la historia rara vez se pierde; puede acortarse o alargarse y también, aunque no es frecuente, convertirse en un romance diferente".
Todo esto es posible porque la gente sabe que un texto popular no pertenece a nadie en particular. Al aprenderlo, lo hacen suyo. Esta forma de compartir y adaptar los romances es lo que permite que sigan vivos hoy en día, evolucionando y transformándose con cada nueva generación.