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Represión borbónica en la guerra de sucesión española para niños

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La represión borbónica en la Guerra de Sucesión Española se refiere a las medidas estrictas que tomó el rey Felipe V de España contra quienes apoyaron al Archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión Española (1701-1714). Esta guerra ocurrió porque el rey Carlos II de España de la Casa de Austria murió sin hijos, y tanto Felipe de Borbón como el Archiduque Carlos querían ocupar el trono de España.

La mayoría de los habitantes de la Corona de Castilla se mantuvieron fieles a Felipe de Borbón. Sin embargo, los territorios de la Corona de Aragón (como Cataluña, Aragón y Valencia) apoyaron en su mayoría al Archiduque Carlos, a quien proclamaron como su rey con el título de Carlos III.

Las acciones del rey Felipe V afectaron especialmente a la Corona de Aragón. Como resultado, miles de personas que apoyaban al Archiduque Carlos tuvieron que irse de España. Muchos se refugiaron en Viena, junto al Archiduque Carlos, quien desde 1711 se había convertido en el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con el título de Carlos VI. Este movimiento de personas es considerado por el historiador Joaquim Albareda como el primer exilio político en la historia de España.

Historia de las Medidas Estrictas

Una de las principales formas de estas medidas fue la confiscación de los bienes y propiedades de quienes habían apoyado al Archiduque Carlos. Según Joaquim Albareda, el valor de las propiedades confiscadas al final de la guerra fue significativo en todas las regiones.

En Castilla, las personas afectadas fueron principalmente nobles. En cambio, en la Corona de Aragón, el apoyo al Archiduque fue mucho más amplio y diverso en la sociedad.

Las confiscaciones de bienes no solo ocurrieron durante y al final de la guerra. También hubo otras más tarde, en momentos de conflictos internacionales. Estas coincidían con el aumento de las acciones de grupos que seguían luchando después de la guerra. Por ejemplo, durante el levantamiento de los Carrasclets (1717-1719), que coincidió con una guerra de Felipe V contra la "Cuádruple Alianza". También hubo nuevas confiscaciones durante la Guerra de Sucesión de Polonia en 1734.

¿Cómo fue la situación en el Reino de Valencia?

Después de que Valencia se rindiera, tres semanas después de la derrota del ejército del Archiduque Carlos en la batalla de Almansa en 1707, Felipe V nombró al duque de Berwick como comandante general del reino de Valencia. El duque de Berwick no tuvo que seguir las leyes propias del reino.

Nombró a Baltasar Patiño y Rosales como jefe de las finanzas, por encima de los cargos locales. Patiño decretó impuestos muy altos sin seguir los procedimientos establecidos por los Furs (leyes valencianas), para cubrir las necesidades del ejército. Berwick también nombró a José de Pedrajas para encargarse de los bienes confiscados, asumiendo funciones que correspondían a la Audiencia de Valencia. De esta manera, el duque de Berwick dejó sin efecto las leyes valencianas.

Durante mayo de 1707, se enviaron muchas cartas al rey pidiendo perdón para la ciudad. El perdón llegó el 8 de junio, concediendo a los valencianos "perdón general del referido delito, indultándoles de la vida y demás penas corporales". Sin embargo, esto dejó la puerta abierta a la abolición de las leyes, las confiscaciones de bienes y el exilio. Además, Felipe V no cumplió su promesa de indulto "de la vida", ya que se aplicó la máxima pena a quienes apoyaban al Archiduque, incluso en casos dudosos.

Las nuevas autoridades ordenaron entregar las armas bajo la máxima pena, pero la medida no fue muy efectiva. Incluso se prohibió que los niños jugaran a "maulets y botiflers" (nombres de los bandos).

Al mismo tiempo, se llevó a cabo una represión muy dura contra quienes apoyaban al Archiduque. Muchos fueron detenidos y encarcelados a pesar del indulto. Se embargaron el dinero, las rentas y los derechos de todos ellos. Melchor de Macanaz se destacó en esta labor como juez de confiscaciones. Sus métodos, que incluyeron los bienes de los religiosos, le llevaron a un fuerte enfrentamiento con el arzobispo de Valencia, quien huyó a Barcelona para unirse a las fuerzas del Archiduque.

Quienes apoyaban al Archiduque denunciaron repetidamente la represión en Valencia y Aragón. En un escrito de 1710 se decía que la persecución en Valencia duró más de tres años, con castigos muy severos que afectaron a miles de personas.

¿Qué pasó en Cataluña?

Cataluña fue el territorio más afectado por las medidas, ya que fue el principal y último lugar de resistencia. Cataluña siguió luchando sola incluso después de que se firmara la Paz de Utrecht, que puso fin a la guerra en Europa.

Archivo:James FitzStuart, Duke of Berwick
James Fitz-James, I duque de Berwick, hijo de Jacobo II de Inglaterra de la dinastía Estuardo.

Al igual que en el Reino de Valencia, el duque de Berwick dirigió las primeras medidas contra quienes apoyaban al Archiduque, justo después de la rendición de Barcelona en 1714. Las decisiones que tomó se basaron en instrucciones de Felipe V, que decían que los resistentes "merecen ser sometidos al máximo rigor según las leyes de la guerra para que sirva de ejemplo". Entre otras cosas, se estipulaba que pagarían los gastos de la guerra y que no se hablaría más de privilegios o leyes propias.

El duque Berwick escribió en sus Memorias que aquella orden le pareció excesiva. Según él, Felipe V y sus ministros pensaban que "todos los rebeldes debían ser castigados severamente".

A pesar de sus pensamientos, el duque de Berwick cumplió las órdenes. Al entrar en Barcelona en 1714, creó la Real Junta Superior de Justicia y Gobierno, que reemplazó a las instituciones catalanas históricas. Así, el Principado de Cataluña dejó de existir como Estado.

Archivo:Josep Moragues i Mas
Busto del general Josep Moragues i Mas en la plaza Mayor de Sort.

Luego, veinticinco oficiales que habían defendido Barcelona fueron detenidos y encarcelados, a pesar de las garantías que se les habían ofrecido. Entre ellos estaban los generales Antonio de Villarroel y Joan Baptista Basset. Muchos murieron en prisión, y otros estuvieron encarcelados hasta el Tratado de Viena de 1725. Un caso notable fue el del general Josep Moragues, quien sufrió un castigo muy severo y su cabeza fue expuesta públicamente para recordar quién tenía el poder.

Berwick usó información obtenida por amenazas o recompensas, lo que llevó a la detención de unas 4.000 personas sospechosas. La mayoría fueron condenadas a la máxima pena (ejecutada en público como advertencia), largas condenas en galeras o la deportación, además de la confiscación de sus bienes. El cronista Francesc Castellví describió el ambiente de persecución en Barcelona:

La condición de los catalanes en este gobierno fue la más triste. No sólo era peligroso el hablar, sino también el callar, y aun los pensamientos pagaban tributo y recibían daño... Si se hablaba, se interpretaba y se subvertía el sentido; si no se hablaba, se conjeturaba poca satisfacción y gusto del gobierno.

También se ordenó la requisa de armas, y se prohibió a los nobles llevarlas. Muchos perdieron sus títulos y privilegios. A quienes no fueron castigados con la máxima pena o encarcelados, se les obligó a exiliarse. Se prohibió la correspondencia con los territorios bajo el emperador Carlos VI. Parte del clero colaboró en estas medidas, como Baltasar Bastero, quien instó a los barceloneses a obedecer a Felipe V.

Archivo:BNE.Barcelona.planos.1806
Plano de Barcelona de 1806 con la Ciudadela, a la derecha, integrada dentro de las murallas de la ciudad.

Otra medida fue la construcción de la Ciudadela en 1715, bajo la dirección del ingeniero José Próspero Verboom, para mantener Barcelona bajo control. Su construcción implicó derribar unas mil casas en el barrio de la Ribera, el más afectado por los bombardeos. Así, como señala Joaquim Albareda, "desapareció casi una quinta parte de la ciudad, en el barrio más rebelde y, al mismo tiempo más dinámico en términos económicos. Por esta razón la Ciudadela se convirtió en el símbolo por excelencia de la opresión borbónica, hasta que fue demolida después de la revolución de 1868".

El historiador borbónico Rousset de Missy valoró las medidas en Cataluña en una obra de 1719:

Como un rigor excesivo es, con frecuencia, considerado como una gran injusticia, no todo el mundo elogió igualmente la venganza que dicho príncipe [Felipe V] ejerció contra los rebeldes conducida hasta límites extremos, de cuyo rigor hay pocos ejemplos en la Historia

Las medidas continuaron en los años siguientes. En 1727, el militar Francisco Máximo Moya Torres sugirió a Felipe V que usara la amabilidad, ya que "la benignidad, que vence y atrae más que el rigor".

El Tratado de Viena de 1725 y el perdón

Aunque hubo algunos perdones después de la guerra, el perdón general para quienes apoyaban al Archiduque no llegó hasta la firma del Tratado de Viena el 30 de abril de 1725. Este tratado puso fin diplomáticamente a la Guerra de Sucesión Española.

Según el tratado, el emperador Carlos VI renunció a sus derechos al trono de España y reconoció a Felipe V como rey. A cambio, Felipe V reconoció al emperador la soberanía sobre las posesiones en Italia y los Países Bajos que habían pertenecido a España antes de la guerra. En uno de los documentos del Tratado, Felipe V otorgó el perdón a quienes apoyaban al Archiduque y se comprometió a devolverles sus bienes confiscados. También se les reconocieron los títulos que les había otorgado el Archiduque Carlos. Sin embargo, cuando el emperador volvió a plantear el tema de las leyes e instituciones propias de la Corona de Aragón, Felipe V se negó a restablecerlas, y el emperador cedió.

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