Monasterio de Santa María de Sisla para niños
El monasterio de Santa María de la Sisla fue un convento de la Orden de San Jerónimo que existió entre 1384 y 1835. Estaba ubicado en la comarca de la Sisla, cerca de la ciudad de Toledo.
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Historia del Monasterio de la Sisla
El nombre "Sisla" se cree que viene de la palabra latina silva, que significa "bosque", o de una palabra celta que se refiere a los juncos. La zona es cercana a un río y aún conserva restos de árboles que formaron parte de un antiguo bosque. Ya en el año 1162, se menciona una ermita (una pequeña capilla) llamada "de Santa María de Cisla", que dependía de la Basílica de Santa Leocadia en Toledo. El nombre de esta ermita dio origen al topónimo de la zona, que hoy es una finca rural al sureste de Toledo.
Fundación y prosperidad del convento
El convento de Santa María de la Sisla fue el segundo de la Orden de San Jerónimo en España. Se construyó en 1384 y se dedicó a Santa María de la Sisla. El monasterio llegó a ser muy próspero gracias a los recursos naturales y económicos de la zona. Su iglesia, de estilo gótico, al igual que los claustros (patios interiores), celdas y otras partes del edificio, era muy grande. El monasterio obtenía muchos ingresos de sus montes, olivares y otras propiedades.
A mediados del siglo XV, un escritor y traductor llamado Gonzalo de Ocaña fue el prior (el superior) de este monasterio. Él era muy apreciado por la reina María de Aragón. En ese mismo siglo, se creó un retablo (una obra de arte para el altar) para la iglesia. Seis de sus pinturas, que representan escenas como la Anunciación y la Visitación, se encuentran hoy en el Museo del Prado.
El monasterio en tiempos de conflicto
A principios del siglo XVI, durante la revuelta de los Comuneros de Castilla, en 1521, un grupo de personas se instaló en el convento para rodear Toledo, que apoyaba a los que estaban en contra del emperador. El acuerdo de paz que se firmó en el convento se conoce como la Concordia de la Sisla.
Los reyes Carlos I y Felipe II pensaron en construir aquí sus palacios de retiro. Carlos I solía pasar tiempo con los monjes antes de decidirse por el monasterio de Yuste. Felipe II, por su parte, eligió el de San Lorenzo de El Escorial. Sin embargo, un importante consejero de Felipe II, Francisco de Vargas Mejía, sí eligió este monasterio toledano para pasar sus últimos días.
En el siglo XVIII, el escritor Antonio Ponz visitó el monasterio y mencionó que vio importantes obras de arte, incluyendo una Santa Cena de Luis Tristán, un alumno de El Greco.
Deterioro y fin del monasterio
En 1802, el monasterio sufrió un incendio que dañó parte del edificio. Durante la Guerra de la Independencia Española, grupos de guerrilleros ocuparon el lugar, lo que lo dejó muy deteriorado. El monasterio sufrió abandonos temporales en 1820 y 1835, cuando los monjes tuvieron que dejarlo. En 1821, se disolvió por un par de años y se vendió a un particular.
Después de que Fernando VII regresara al trono en 1823, la propiedad fue devuelta a la Orden de San Jerónimo. En 1825, el obispo Manuel Abad y Queypo estuvo prisionero y falleció en el monasterio.
La Orden Jerónima desapareció en 1835. Con un proceso llamado Desamortización española, todas las propiedades del monasterio se vendieron en una subasta pública en 1838. Los nuevos dueños particulares causaron más daños: la iglesia del convento fue demolida, y sus techos de madera decorados se llevaron a Madrid para adornar la casa de un banquero.
Las partes del edificio que quedaron se usaron como granja y lugar de recreo. A principios del siglo XX, Consuelo Cubas, una noble, aprovechó los restos para construir un vistoso palacio de estilo neomudéjar, con trabajos de hierro forjado y jardines diseñados por Cecilio Rodríguez. Aunque en 1925 aún quedaban algunos restos del monasterio, el palacio fue demolido en parte después de la Guerra de España. En 1975, se quitaron más elementos, ya que el terreno pasó a formar parte del campo de maniobras de la Academia de Infantería de Toledo. Hoy en día, solo se conservan pequeñas partes, como algunos bancos de cerámica de Daniel Zuloaga. El acceso a este lugar está muy restringido.
Reliquias del monasterio
El cardenal Albornoz envió desde Roma muchas reliquias a la catedral de Toledo, que eran regalos del papa Urbano V. Entre ellas, había una reliquia que se decía había pertenecido a San Pablo. Esta reliquia se guardó en el monasterio de la Sisla hasta que, debido a la Desamortización española en 1835, tuvo que ser trasladada a otros lugares. La gente solía venerar esta reliquia en el monasterio de La Sisla cada 25 de febrero.
En el año 1936, durante un conflicto en España, la reliquia desapareció definitivamente del monasterio.