Marysole Wörner Baz para niños
Datos para niños Marysole Wörner Baz |
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![]() Marysole Wörner Baz en su estudio
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Información personal | ||
Nacimiento | 17 de agosto de 1936 México, D. F. |
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Fallecimiento | 22 de junio de 2014 Las Cabañas, Tepotzotlán, Estado de México, México. |
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Nacionalidad | Mexicana | |
Información profesional | ||
Área | Artes plásticas | |
Marysole Wörner Baz (nacida en la Ciudad de México, México, el 17 de agosto de 1936, y fallecida en Las Cabañas, Tepotzotlán, Estado de México, el 22 de junio de 2014) fue una importante artista mexicana. Aunque vivió en la misma época que la llamada Generación de la Ruptura, ella se relacionó más con artistas europeos que vivían en México, como Remedios Varo, Leonora Carrington, Vlady, Mathias Goeritz, Francisco Moreno Capdevilla y Benito Messeguer.
Marysole Wörner Baz fue una artista que exploró la vida de las personas y los momentos importantes de su tiempo. Se sentía muy conectada con el mundo que la rodeaba y siempre supo cómo representarlo en su arte. Al principio, sus dibujos y colores a menudo mostraban sentimientos de preocupación o seriedad, usando mucho el blanco y negro. Con el tiempo, su visión se transformó, mostrando más esperanza y fe en el futuro.
Contenido
¿Cómo empezó Marysole Wörner Baz en el arte?
Marysole Wörner Baz llamó la atención de los críticos de arte desde muy joven, en la década de 1950. Aprendió por sí misma, sin ir a una escuela de arte formal. Su cercanía con artistas extranjeros mayores que ella y el inicio de su carrera en Francia le permitieron mantenerse un poco al margen de las discusiones entre los artistas mexicanos de su época.
Esto le dio la libertad de participar en exposiciones con diferentes estilos y desarrollar un arte muy propio. Su estilo se caracterizaba por mostrar una gran empatía por las personas y a menudo tenía un tono reflexivo.
La crítica de arte Graciela Kartofel mencionó que las esculturas de Marysole, aunque inspiradas en la naturaleza, eran algo nuevo en el arte. Sus primeras obras en piedra y madera evolucionaron hacia formas hechas con "clavos" de vías de tren. Pasó de crear esculturas grandes y voluminosas a otras más lineales, y de temas serios a otros más alegres.
Una familia dedicada al arte
Marysole Wörner Baz venía de una familia de artistas que dejaron su marca en la poesía, la arquitectura y la pintura. Sus tíos, Emilio Baz Viaud y Ben-Hur Baz Viaud, eran conocidos por sus pinturas realistas, que incluían autorretratos, naturalezas muertas y estudios de plantas. Estas obras fueron muy bien recibidas en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México.
El hermano menor de Marysole, Juan Wörner Baz, se dedicó a la arquitectura, inspirándose en la escuela de Luis Barragán para crear espacios y volúmenes con un propósito práctico. Además, su madre, la poeta Marysole Baz de Wörner, escribió la antología "La peonza", donde exploraba emociones con gran habilidad.
Expertos como Raquel Tibol, Antonio Rodríguez y Teresa del Conde han estudiado la trayectoria de esta familia de artistas. Marysole, siguiendo esta tradición, respondió a las necesidades artísticas de una familia muy creativa.
A pesar de su creciente éxito y de expandir su arte de la pintura al dibujo y la escultura, Marysole tuvo un periodo difícil. Sus relaciones personales con la escritora Adela Fernández y Fernández y con la cuentista María Cristina Meza fueron muy importantes en su trabajo artístico. Después de un proceso de recuperación a principios de los años setenta, regresó con una nueva visión. En los años siguientes, sus obras se expusieron en los principales museos de México, como el Palacio de Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno y el Museo Universitario del Chopo, y fue reconocida por coleccionistas de otros países.
Marysole compartió una vez una conversación con su padre, Guillermo Wörner, sobre la vida. Él le enseñó que la vida y la naturaleza tienen una fuerza especial, y que esa fuerza está dentro de cada uno. Desde entonces, ella entendió que la vida está en todo lo que nos rodea.
¿Cómo fue la carrera artística de Marysole Wörner Baz?
Desde su primera exposición individual en 1955, y durante más de cincuenta años, Marysole Wörner Baz exploró muchas formas de arte. Usó técnicas tradicionales y también experimentó con instalaciones y arte efímero (arte que dura poco tiempo). Entre sus obras más destacadas están sus óleos hechos con espátula, sus tallas en madera y sus grabados con muchos colores.
Teresa del Conde, una crítica de arte, explicó que después de la Segunda Guerra Mundial, muchos artistas viajaban a Europa para mejorar sus habilidades y ver lo que pasaba en el arte de otros países. En México, se buscaba abrir nuevos espacios para el arte y así surgió el movimiento conocido como la Ruptura.
Las diferentes etapas de su arte
¿Qué caracterizó su trabajo en los años 50?
En la década de 1950, Marysole usó colores sobrios y oscuros para pintar escenas de la ciudad. Sus obras mostraban situaciones sociales y la influencia de París, ciudad que marcó su estilo. El lado humano de sus obras reflejaba temas como la pasión, la soledad y la tristeza, al estilo de Goya. En esta época, sus esculturas también empezaron a explorar el misterio de los materiales.
¿Cómo evolucionó su arte en los años 60?
En los años sesenta, con un estilo más expresionista, Marysole se adentró en el mundo del circo infantil. A través de este tema, siguió mostrando la seriedad de la década anterior, pero con un toque de esperanza. Su arte reflejaba una conexión con las personas en situaciones difíciles, con pinturas muy cuidadas y fuertes. Sus dibujos, colores y composiciones mostraron que estaba desarrollando su propio estilo creativo.
¿Qué exploró en los años 70?
A principios de los años setenta, con su exposición Intenciones y hallazgos, Marysole buscó entender los caminos de la conducta humana en la vida diaria. Su arte mostraba la búsqueda de la superación, la injusticia y las voces no escuchadas de la sociedad. Esto hizo que su obra fuera universal, abordando temas complejos con una mirada muy involucrada en su entorno. Esta profunda reflexión la llevó a comprender no solo su propio dolor, sino el de toda la humanidad.
¿Cómo se manifestó su arte en los años 80?
El crítico Alfonso de Neuvillate describió la trayectoria de Marysole en los años ochenta como un paso de la oscuridad a la claridad, un despertar a una nueva vida. Esta década marcó el encuentro de Marysole con la naturaleza desde su cabaña en Tepotzotlán. Su serie La montaña usó la espátula para pintar paisajes naturales con una fuerza especial en el color, como señaló Raquel Tibol.
¿Qué innovaciones trajo en los años 90?
En los años noventa, Marysole exploró la diversidad de materiales en su arte. La exposición Todo se mueve, en el Museo Universitario del Chopo en 1997, mostró su interés en interactuar con el espectador de una manera divertida. Creó piezas móviles de hierro esmaltado y con muchos colores, que invitaban a ser tocadas. Raquel Tibol comentó que Marysole creaba su arte pensando en los demás, buscando conectar con la sensibilidad de muchas personas. En esta década, Marysole enfrentó un cáncer de garganta que la hizo repensar muchos de sus intereses artísticos. Sus colecciones Me asomé a la muerte y Paloma de la paz reflejaron su relación con la vida y la muerte.
¿Cuáles fueron sus últimas obras?
En octubre de 2005, la Universidad Autónoma Metropolitana presentó la exposición Imágenes radiológicas de vida y muerte. En ella, Marysole y la fotógrafa Idalia Rangel mostraron propuestas visuales interesantes: Marysole con grupos de calaveras como homenaje a la pintora Remedios Varo, e Idalia con fotografías de espacios abiertos que enmarcaban algunas de las obras de Marysole. Ambas artistas compartían una gran conexión visual y documental. Marysole, inspirada en la fotografía antigua, construía y deconstruía su realidad frente a la cámara de Idalia. En su estudio de Tepotzotlán, se encontraron tallas en madera (libros, formas geométricas) que fueron fotografiadas. También había óleos en blanco y negro junto a retratos de jóvenes y personajes de la vida urbana de México. A través de estas dos miradas, se podía entender el mundo de Marysole Wörner Baz, sus deseos y su relación con los materiales.
Su arte se acercó a la reflexión profunda a través del análisis, llegando a una forma de expresión en el lenguaje de la geometría, las proporciones, el color y la textura. Su pintura era directa, sin apariencias fáciles. No importaba si era un vidrio o una lámina de metal, la superficie que recibía la lluvia en un cuadro llamado La ventana vibraba en muchas direcciones, capturando fragmentos de luz apenas perceptibles.
Las esculturas de Marysole Wörner Baz
Para la inauguración de un Festival Internacional Cervantino a finales de los años ochenta, Marysole Wörner Baz usó el fuego para renovar su forma de crear. En esa ocasión, construyó figuras de Don Quijote y Sancho Panza con una estructura de alambrón y luz de bengala, como si salieran del famoso pasaje de los molinos de viento. Una tela blanca envolvía sutilmente las figuras. El momento mágico ocurrió cuando Marysole encendió la tela, y durante más de una hora, los espectadores vieron un torbellino de viento y llamas. Después del fuego, quedaron dos siluetas, como un ave fénix, cubiertas de ceniza y luz quemada, que se quedaron en una plaza de Guanajuato.
Teresa del Conde explicó que Marysole, desde sus inicios como pintora, también trabajó con volúmenes y empezó tallando piedra. Con el tiempo, se atrevió con piezas de alambrón, que parecían dibujos en tres dimensiones. Algunas de estas obras se relacionan con lo que hacía su colega Armando Ortega en los años sesenta. Marysole incluso presentó exposiciones que eran como happenings, donde al final de la inauguración se quemaban las piezas.
La serie Dar en el clavo, con la ayuda de Raquel Tibol, fue un momento clave en la carrera de Marysole. Usando clavos y durmientes de ferrocarril, la artista creó escenas de multitudes, crucifixiones, militares y grupos que se integraban en el paisaje. Junto con este proyecto, también hizo siluetas de personas y animales con cintas de soleras de hierro, sujetas a una plataforma metálica, que fueron de su interés artístico hasta la primera década del siglo XXI.
Las series de libros de madera tallada y barnizada son un ejemplo de la pasión de Wörner Baz por los materiales. Además de la madera, usó piedra, alambrón, hierro y otros elementos. Desde su estudio en Tepotzotlán, mostró su versatilidad durante más de seis décadas de trabajo ininterrumpido, lo que la convirtió en una de las mujeres artistas mexicanas importantes del siglo XX.
El arte del grabado
Marysole Wörner Baz usó técnicas de grabado como el aguafuerte, el buril y la puntaseca para representar personajes y paisajes urbanos. Los temas se repetían, pero el tratamiento era diferente. Al igual que en su pintura, se puede ver su intención de mostrar las emociones y sentimientos de las personas, desde un perro de la calle hasta un payaso riendo. También creó multitudes o montañas silenciosas con la ayuda del tórculo y la prensa. El grabado le permitió explorar nuevas formas y materiales. Las líneas se hacían más suaves, sin buscar la solidez del trazo.
La crítica de arte Alaíde Foppa dijo que la colección de grabados de Marysole Wörner Baz era como una historia de lo que vemos en la ciudad. Ella capturaba a las personas y los lugares de México con una mirada compasiva o irónica, atenta o distraída, pero nunca completamente objetiva. La mayoría de los personajes estaban vistos de espaldas, como si la artista quisiera capturar lo que no se disimula.
Wörner Baz también creó nuevas formas de expresión artística con el linóleo. Las formas eran simples y geométricas. La línea era la protagonista, con diferentes tratamientos: líneas rotas, paralelas, superpuestas u ondulaciones que no empezaban ni terminaban, creando imágenes de movimiento continuo. El uso del color era constante en este tipo de obras: paneles de azul, amarillo, rojo y verde que enmarcaban un juego de ausencia de figuras. Sin embargo, el contenido emocional era muy claro y lleno de ideas. La naturaleza volvió a ser importante para la artista, pero de una manera diferente, más completa y conectada con nuestro tiempo. El fotógrafo Lázaro Blanco notó la habilidad de la artista para observar y su maestría en el uso del color para interpretar la luz, y pensó que sus apuntes quizás se hicieron con una cámara.
Fallecimiento y legado
Antes de su fallecimiento por un paro respiratorio en junio de 2014, Marysole Wörner Baz donó la mayor parte de su colección al Museo Soumaya, de la Fundación Carlos Slim. Esto aseguró que su obra fuera conservada, estudiada y compartida con el público.
El último homenaje público a la artista en vida se realizó en el Antiguo Atrio del Templo de San Francisco en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Allí se exhibieron 13 de sus esculturas entre marzo y julio de 2014. Se espera que a partir de 2015, su obra pictórica y escultórica viaje por diferentes centros comerciales de Grupo Carso en México. La artista comentó en una conferencia de prensa durante la inauguración de ese evento: "Mis hijos –pinturas y esculturas– se van vestidos de quinceañeras. Cuando vi a la gente del museo que vino a embalarlas, parecían eso... quinceañeras que se van a vivir su propia vida. Me siento libre para comenzar de nuevo."
Véase también
En inglés: Marysole Wörner Baz Facts for Kids