Fénix para niños
En la mitología griega, el fénix (del griego foínix) es un ave legendaria que vive por mucho tiempo y tiene la increíble capacidad de renacer de las cenizas de su predecesor.
Según algunas historias, el fénix muere en un espectáculo de llamas y fuego. Otras versiones dicen que el ave simplemente se descompone antes de volver a nacer. La mayoría de las tradiciones cuentan que el fénix vive unos 500 años antes de su renacimiento.
Personajes importantes de la historia como Heródoto, Plinio el Viejo y Ovidio han contado y transmitido las historias sobre el ave Fénix a lo largo del tiempo.
En la antigua Grecia y Roma, el fénix se relacionaba con Fenicia (hoy Líbano). Esta civilización era famosa por producir un tinte púrpura especial y por su comercio marítimo en el Mar Mediterráneo.
El fénix ha sido un símbolo de renovación, del sol, del paso del tiempo y de la idea de volver a empezar.
Contenido
El Fénix en las Culturas Antiguas
El mito del ave fénix influyó en varias creencias sobre la vida después de la muerte, ya que el fénix desaparece para renacer con toda su grandeza.
El Fénix en el Antiguo Egipto
En la religión del Antiguo Egipto, al fénix se le llamaba Bennu. Se creía que tenía poderes especiales, como lágrimas que podían curar, una fuerza increíble, control sobre el fuego y mucha resistencia física. El Bennu se asociaba con las crecidas del Nilo, con la idea de volver a la vida y con el Sol.
El fénix ha sido un símbolo del cuerpo, del poder del fuego, de la purificación y de la vida eterna. Algunos historiadores antiguos, como Heródoto y Plinio el Viejo, decían que esta ave sagrada viajaba a Egipto cada quinientos años. Aparecía en la ciudad de Heliópolis llevando el cuerpo de su padre para dejarlo en la entrada del templo del Sol.
La Leyenda del Fénix en Grecia y Roma
Es probable que la leyenda del fénix pasara de las tradiciones egipcias a las grecorromanas gracias al historiador Heródoto (484-425 a.C.). Él cuenta en sus Historias que viajó a Egipto y habló con los sacerdotes de Heliópolis.
Heródoto escribió:
Otra ave sagrada hay allí que sólo he visto en pintura, cuyo nombre es el de fénix. Raras son, en efecto, las veces que se deja ver, y tan de tarde en tarde, que según los de Heliópolis sólo viene al Egipto cada quinientos años a saber cuándo fallece su padre. Si en su tamaño y conformación es tal como la describen, su mote y figura son muy parecidas a las del águila, y sus plumas en parte doradas, en parte de color de carmesí. Tales son los prodigios que de ella nos cuentan, que aunque para mi poco dignos de fe, no omitiré el referirlos.
Para trasladar el cadáver de su padre desde la Arabia al templo del Sol, se vale de la siguiente maniobra: forma ante todo un huevo sólido de mirra, tan grande cuanto sus fuerzas alcancen para llevarlo, probando su peso después de formado para experimentar si es con ellas compatible; va después vaciándolo hasta abrir un hueco donde pueda encerrar el cadáver de su padre; el cual ajusta con otra porción de mirra y atesta de ella la concavidad, hasta que el peso del huevo preñado con el cadáver iguale al que cuando sólido tenía; cierra después la abertura, carga con su huevo, y lo lleva al templo del Sol en Egipto. He aquí, sea lo que fuere, lo que de aquel pájaro refieren.Heródoto.
Después de Heródoto, el mito del fénix aparece en obras de muchos autores clásicos. Entre ellos están el naturalista Plinio el Viejo (en su obra Historia Natural), el escritor Luciano, el filósofo Séneca, el historiador Tácito y los poetas Ovidio y Claudio Claudiano.
El Fénix en el Cristianismo
El cristianismo también adoptó al fénix como un símbolo de la muerte y la resurrección. De hecho, su imagen se podía ver en las primeras lápidas cristianas.
Según una historia del Antiguo Testamento, el ave fénix vivía en el Jardín del Edén y anidaba en un rosal. Cuando Adán y Eva fueron expulsados del paraíso, una chispa de la espada del ángel que los desterró encendió el nido del fénix. El nido y el ave ardieron. Como el fénix fue la única criatura que se negó a probar la fruta prohibida, se le concedieron varios dones. Entre ellos, el poder del fuego y la luz, y lo más importante, la vida eterna a través de la capacidad de renacer de sus cenizas.
Cuando llegaba el momento de morir, el fénix construía un nido con especias y hierbas aromáticas. Ponía un solo huevo y lo incubaba durante tres días. Al tercer día, el nido ardía. El fénix se quemaba por completo y, al convertirse en cenizas, resurgía del huevo la misma ave fénix, siempre única y eterna. Esto ocurría cada quinientos años.
Clemente de Roma, un líder cristiano antiguo, escribió:
Hay un ave, llamada fénix. Esta es la única de su especie, vive quinientos años; y cuando ha alcanzado la hora de su disolución y ha de morir, se hace un féretro de incienso y mirra y otras especias, en el cual entra en la plenitud de su tiempo, y muere. Pero cuando la carne se descompone, es engendrada cierta larva, que se nutre de la humedad de la criatura muerta y le salen alas. Entonces, cuando ha crecido bastante, esta larva toma consigo el féretro en que se hallan los huesos de su progenitor, y los lleva desde el país de Arabia al de Egipto, a un lugar llamado la Ciudad del Sol; y en pleno día, y a la vista de todos, volando hasta el altar del Sol, los deposita allí; y una vez hecho esto, emprende el regreso. Entonces los sacerdotes examinan los registros de los tiempos, y encuentran que ha venido cuando se han cumplido los quinientos años.Clemente de Roma. Epístola a los Corintios (XXV).
San Ambrosio contaba que el ave fénix moría consumida por el Sol, convertida en cenizas de las que renacía. Después de que su cuerpo ardiera, surgía como un pequeño animal sin patas, un gusano muy blanco que crecía y se alojaba dentro de un huevo redondo. Luego, como una oruga que se convierte en mariposa, se transformaba en un águila celestial que volaba por el cielo estrellado.
Durante el gobierno del emperador Claudio, se dice que un supuesto fénix fue capturado en Egipto y llevado a Roma para ser exhibido. Sin embargo, nadie lo tomó en serio.
Claudio Claudiano (siglo IV), un importante poeta romano, escribió:
El fénix es un ave igual a los dioses celestes, que compite con las estrellas en su forma de vida y en la duración de su existencia, y vence el curso del tiempo con el renacer de sus miembros. No calma su hambre comiendo ni apaga su sed con fuente alguna.Claudio Claudiano
El Fenghuang Chino
En la religión tradicional china, existe una criatura llamada Fenghuang. Aunque no es exactamente igual al fénix occidental, algunos lo llaman el «fénix chino». Es una criatura con cuello de serpiente, cuerpo de pez y la parte trasera de tortuga. Simboliza la unión de fuerzas opuestas pero complementarias, como el yin y el yang.
El Fénix en los Bestiarios Medievales
Los bestiarios son libros antiguos, especialmente de la Edad Media, que recopilaban fábulas e historias sobre animales, tanto reales como fantásticos. El fénix aparece en varios de ellos.
- En las Etimologías de San Isidoro de Sevilla, se describe al fénix como un pájaro de Arabia. Cada quinientos años, construye una pira (que es a la vez su nido y su lecho de muerte) con ramas aromáticas. Luego, con el batir de sus alas, provoca un fuego para finalmente renacer de sus cenizas. San Isidoro también explica que la palabra "fénix" viene del latín "phoeniceus", que a su vez viene del griego "Φοίνιξ". En griego, esta palabra también se usaba para un color púrpura muy especial, exclusivo de Fenicia. Se decía que el ave mitológica tenía ese color tan característico en sus plumas.
- El Bestiario de Aberdeen cuenta una historia similar: el fénix de Arabia construye una pira cada quinientos años, se quema en su propio fuego y de sus cenizas surge un gusano que crece hasta recuperar la forma del ave.
- En el bestiario De Propietatibus rerum se narra algo parecido: el fénix, único en su especie y originario de Arabia, asombraba a todos cuando se metía en su pira funeraria. El libro describe cómo el ave decide voluntariamente entrar en el nido ardiente y cómo el gusano que sale de las cenizas recupera su fuerza. También menciona que Uzías, un rey-sacerdote de Judá, construyó un templo en Heliópolis (que significa "ciudad del sol" en griego) parecido al fénix. Allí encendió un fuego con ramas aromáticas, y un ave fénix descendió y ardió en el fuego del sacerdote. Este recogió las cenizas, y al tercer día el ave renació de ellas.