Balista para niños
La balista o ballista es una máquina de guerra antigua que se usaba para lanzar proyectiles, como flechas grandes o piedras, a objetivos que estaban a más de cien metros de distancia. Fue muy utilizada en Europa desde la época de la Antigüedad clásica hasta que aparecieron los cañones en el siglo XV. Se parecía mucho a una ballesta, pero era mucho más grande. Esta arma de asedio fue creada alrededor del año 400 a.C. por Dionisio I de Siracusa, un gobernante de Siracusa. Se desarrolló a partir de otras máquinas llamadas oxíbeles y gastrafetes. Al principio, las balistas lanzaban dardos pesados o piedras de distintos tamaños para los asedios a ciudades. Con el tiempo, se hicieron versiones más pequeñas y precisas, como el scorpio, y posiblemente el polybolos.
Contenido
¿Cómo funcionaba una balista?
Una balista se construía principalmente con madera. A veces, algunas de sus partes estaban hechas o cubiertas de metal. Para funcionar, usaba cuerdas, tendones de animales o crines de caballo muy tensos.
Mecanismo de torsión
Esta máquina se basaba en un sistema diferente a los arcos comunes. Usaba dos palancas que almacenaban energía al retorcer madejas de cuerdas o tendones. Esta torsión, o giro de un material elástico, era lo que le daba la fuerza para lanzar los proyectiles. Era más efectiva que un arco, que funciona por la tensión de un material.
Gracias a este sistema, la balista podía lanzar rocas grandes o flechas de madera con punta afilada. Las balistas más grandes podían alcanzar objetivos a más de 150 metros de distancia. Esto las convertía en máquinas muy importantes para atacar fortalezas.

Uso y manejo
Debido a su gran tamaño, la balista necesitaba un trípode para sostenerse. Varios hombres la manejaban: unos colocaban los proyectiles, otros tensaban la máquina con el mecanismo de torsión y, finalmente, uno liberaba el proyectil. Si todo se hacía bien, el proyectil salía disparado a gran distancia.
Se usaba principalmente en los asedios, ya que una vez montada, era difícil apuntar a objetivos que se movían. Sin embargo, a veces se le ponían ruedas a su base para poder moverla sin tener que desarmarla.
¿Cuál fue el origen de la balista?
El nombre "balista" se ha usado de diferentes maneras a lo largo de la historia. Al principio, se llamaba "catapulta" a las máquinas que lanzaban flechas o lanzas (también conocidas como oxybolos y dorybolos). Y "balista" se refería a las que lanzaban piedras (también llamadas lithobolos y petrobolos), que eran más potentes.
Sin embargo, en algún momento del siglo IV a.C., estas definiciones cambiaron. La balista pasó a ser la máquina que lanzaba flechas o lanzas, que era menos potente.
La primera catapulta
La palabra "catapulta" es la más antigua para estas armas pesadas. Viene del griego katapéltēs, que significa "hacia abajo" y "escudo ligero". Esto sugiere que era una máquina capaz de romper escudos con sus proyectiles. Más tarde, esta palabra se usó solo para un tipo específico de estas armas.
En el año 399 a.C., Dionisio el Viejo, el gobernante de Siracusa, ordenó crear nuevas armas mecánicas para defender su ciudad del ataque de Cartago. Entre ellas estaba el gastraphetes, que fue el antepasado de la ballesta y el oxibeles. Era una especie de ballesta gigante montada sobre un trípode, que lanzaba flechas grandes (de 600 a 800 gramos) que podían atravesar una fila de soldados.
La balista en la Antigua Grecia
Las primeras balistas en la Antigua Grecia se desarrollaron a partir de dos armas: el oxíbeles y el gastrafetes.
Gastrafetes y oxíbeles
El gastrafetes, que significa "arco de ombligo", era una ballesta de mano. Se armaba apoyando la parte delantera en el suelo y la parte trasera en el estómago, y luego el operador caminaba hacia adelante para tensarla. Un mecanismo de seguridad impedía que se disparara durante la carga. Se decía que esta arma podía ser usada por una persona con fuerza normal, pero tenía suficiente potencia para ser efectiva contra soldados con armadura.
El oxíbeles era una máquina más grande y pesada. Usaba un cabrestante (un tipo de torno) para tensarse y se montaba en un trípode. Tenía una velocidad de disparo más lenta y se usaba como máquina de asedio.
La invención de la torsión
Con la invención de la tecnología de torsión (resortes hechos de cuerdas retorcidas), se construyeron las primeras balistas. La ventaja de este nuevo sistema era que liberaba la energía muy rápido. Esto permitía lanzar proyectiles más ligeros a mayor velocidad y a una distancia más larga. En cambio, las máquinas de tensión como el oxíbeles liberaban la energía más lentamente, lo que limitaba el alcance de los proyectiles ligeros.
Se cree que la primera balista se creó para Dionisio I de Siracusa, alrededor del año 400 a.C.
Uso en el campo de batalla
La balista griega era un arma de asedio. Sus partes que no eran de madera se transportaban con el ejército. Las partes de madera se podían construir en el lugar si era necesario. Algunas balistas se colocaban dentro de grandes torres de asedio móviles y blindadas, o incluso en el borde de un campo de batalla.
Aunque ofrecía muchas ventajas, fue bajo Filipo II de Macedonia y, sobre todo, bajo su hijo Alejandro Magno, cuando la balista empezó a desarrollarse y a ser reconocida como una máquina de asedio y artillería de campo. Se dice que Filipo II tenía un grupo de ingenieros en su ejército para diseñar y construir catapultas. Incluso se afirma que Filipo II y su equipo inventaron la balista mejorando el dispositivo de Dionisio. Alejandro la perfeccionó aún más, y su propio equipo de ingenieros introdujo ideas como usar resortes hechos de bobinas de cuerda apretadas en lugar de un arco para lograr más energía y potencia al lanzar proyectiles.
Polibio mencionó el uso de balistas más pequeñas y fáciles de transportar, llamadas escorpiones, durante la segunda guerra púnica.
Las balistas se podían modificar fácilmente para lanzar tanto proyectiles redondos como con forma de flecha. Esto permitía a los operadores adaptarse rápidamente a las situaciones del campo de batalla. A medida que la artillería se hizo más compleja, se añadió una articulación universal (inventada para esta función) al soporte de la balista. Esto permitía a los operadores cambiar la dirección y la trayectoria del disparo sin tener que desarmar la máquina.
La balista en el Imperio Romano
La balista fue un arma de guerra fundamental durante el Imperio Romano, junto con la catapulta o el onagro. Cada legión podía tener varias balistas en unidades llamadas ballistarii. También existieron las carroballistae o carrobalistas: carros tirados por caballos con una balista montada. Fue muy importante hasta que, en la época tardía del Imperio, fue reemplazada por el onagro. Aunque las fuentes latinas hablan de balistas enormes, no se sabe si era propaganda, pero sí se sabe que al menos llegaron a medir ocho metros de altura.
Julio César usó balistas justo antes del inicio del Imperio, durante su conquista de la Galia y las invasiones de Gran Bretaña. En sus propios diarios, De bello Gallico, registró el uso de la balista en sus dos intentos de invasión de Gran Bretaña y en la batalla de Alesia. También se sabe que se usaron en las batallas de Bedriacum, en el sitio de Rodas o durante el sitio de Jerusalén.
El ingeniero romano Marco Vitruvio escribió en su obra De architectura sobre el uso de máquinas de guerra como la balista y su experiencia en el ejército romano. También explicó cómo adaptaron las versiones griegas. En su libro décimo, dedicado a las máquinas, describe la construcción de las balistas y cómo se armaban. Su principal aporte fue una nueva pieza que permitía aumentar el tamaño del resorte, lo que aumentaba su potencia.
Las primeras balistas romanas eran de madera y se reforzaban con placas y clavos de hierro. La parte principal tenía una guía donde se cargaban las piedras o proyectiles. En la parte trasera, había un par de tornos y una garra para tirar de la cuerda del arco y armar el disparo. Un deslizador pasaba por los marcos del arma, donde estaban los resortes de torsión (normalmente tendones de animales), que se retorcían alrededor de los brazos del arco. Al tirar de la cuerda del arco hacia atrás con los tornos, se almacenaba la energía necesaria para disparar. El escritor romano Lucilio las describió como armas que podían lanzar piedras de uno a 30 kilogramos, aunque se han encontrado proyectiles de más de 70 kilogramos. Usar piedras más pequeñas permitía disparar más rápido.
La balista era un arma muy precisa, pero su diseño sacrificaba el alcance por la precisión. Las catapultas, en cambio, sacrificaban la precisión por un mayor alcance y podían lanzar proyectiles de más de 100 kilogramos.
Un arma también para la mente
El valor de la balista, como el de otras máquinas de asedio, no era solo su capacidad para destruir o herir, sino también el efecto en el ánimo de las tropas defensoras. No solo por el impacto de los proyectiles a distancia, sino también por el ruido que hacían. Para que la balista pareciera más impresionante en la batalla, se le añadían adornos para hacerla más grande. A veces, incluso se creaban armas falsas para asustar más al enemigo.
Por ejemplo, buscando precisamente desmoralizar al enemigo, el general cartaginés Aníbal, al mando de una flota al servicio del rey Prusias de Bitinia, en el año 184 a.C., usó balistas en una batalla naval para lanzar jarras de arcilla llenas de serpientes contra la flota del rey Eumenes II de Pérgamo, aliado de Roma.
Descubrimientos importantes
- El barco romano de Mahdia. En 1907, cerca de la ciudad de Mahdía en Túnez, se encontró un barco romano hundido a 40 metros de profundidad. Dentro, se hallaron partes de un mecanismo, como una rueda dentada de diez centímetros y otras dos más pequeñas, y un modiolus (una rueda de unos quince centímetros con perforaciones). Todo esto formaba parte de los mecanismos para elevar y apuntar las balistas. Se cree que el barco transportaba el botín del asedio de Atenas por parte de Sila en el año 86 a.C.
- Balista de Hatra. En 1972, en la ciudad de Hatra, Irak, se encontraron varios fragmentos de una balista. Estaban en una de las puertas de la ciudad y quedaron sepultados cuando la entrada fue derribada durante un asedio. Se encontraron piezas como modiolus de bronce, anillos, restos de madera y placas de bronce de 2 milímetros que protegían contra el fuego. Se calcula que medía 240 cm de ancho, 84 cm de alto y 45 cm de grosor.
La balista en la Edad Media
Con la caída del Imperio Romano, fue difícil construir y mantener estas máquinas tan complejas. Por eso, la balista fue reemplazada al principio por el onagro, que era más simple y barato, y por la espingarda, que era más eficiente.
Aunque la balista se siguió usando en la Edad Media, su uso disminuyó con la llegada del fundíbulo y el mangonel en las guerras de asedio.
Aunque no es un descendiente directo en su mecanismo, el concepto y el nombre de la balista continúan en las arbalestas (que combinan "arco" y "balista").
Véase también
En inglés: Ballista Facts for Kids
- Carrobalista
- Quirobalista