Agustín Saperes para niños
Agustín Saperes, también conocido como "El Caragol", fue un líder militar español a principios del siglo XIX. Apoyaba la monarquía absoluta, un sistema de gobierno donde el rey tiene todo el poder.
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¿Quién fue Agustín Saperes?
Agustín Saperes fue un soldado de la Marina durante un periodo en España llamado el Trienio Constitucional. En este tiempo, España tuvo una constitución que limitaba el poder del rey. Sin embargo, Saperes no estaba de acuerdo con estas ideas.
El inicio de su lucha
Saperes decidió dejar el ejército y formó un grupo de "voluntarios realistas". Estos eran personas que apoyaban al rey y querían que volviera a tener todo el poder. Su grupo luchó contra los "liberales", que eran quienes defendían la constitución y las ideas de libertad. Actuaron principalmente en las zonas de Montserrat y los Cingles de Bertí.
La Guerra de los Agraviados
En 1827, Saperes y otros líderes, como Josep Bussoms, iniciaron un levantamiento conocido como la Guerra de los Agraviados. Publicaron un documento llamado Manifiesto donde explicaban sus razones. Querían que el rey Fernando VII recuperara su poder absoluto y que se aplicaran medidas muy conservadoras.
La Junta Suprema Provisional
El 25 de agosto de 1827, Saperes y sus aliados crearon la "Junta Suprema Provisional de Gobierno del Principado de Cataluña" en Manresa. Desde allí, lograron controlar una gran parte del interior de Cataluña. Ciudades como Vich, Cervera, Valls, Reus, Talarn y Puigcerdá fueron ocupadas rápidamente. También sitiaron otras ciudades importantes como Cardona, Hostalrich, Gerona y Tarragona.
La respuesta del gobierno
El gobierno actuó con rapidez para detener la revuelta. El rey Fernando VII anunció que viajaría a Cataluña, lo que ayudó a calmar la situación. El conde de España fue nombrado jefe del ejército para controlar a los rebeldes. La presencia del rey y la promesa de un perdón para los que se rindieran facilitaron que muchas ciudades, como Manresa, se entregaran sin luchar.
El fin de la revuelta
Aunque muchos esperaban un trato amable, el rey Fernando VII fue muy estricto. Nueve de los líderes principales de la revuelta fueron fusilados en Tarragona. Además, unas trescientas personas fueron enviadas a Ceuta.