Tratado de Cabreros para niños
El Tratado de Cabreros fue un acuerdo muy importante firmado el 26 de marzo de 1206. Lo firmaron dos reyes: Alfonso IX de León y Alfonso VIII de Castilla. Se reunieron en un pueblo llamado Cabreros del Monte, cerca de Valladolid. El objetivo principal era terminar con las discusiones y problemas que tenían sus reinos por la posesión de varias fortalezas. También querían resolver el asunto de los castillos que eran parte de la dote de la reina Berenguela de Castilla. Ella era hija de Alfonso VIII y había estado casada con Alfonso IX de León, pero se habían separado en 1204.
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¿Por qué se firmó el Tratado de Cabreros?
Un matrimonio para la paz
En 1197, Alfonso IX de León se casó con la infanta Berenguela de Castilla. Ella era hija de Alfonso VIII de Castilla y de la reina Leonor de Plantagenet. Este matrimonio se hizo para intentar poner fin a una guerra que había enfrentado a los reinos de León y Castilla desde 1195.
Dos años después de la boda, el 8 de diciembre de 1199, se firmaron los acuerdos matrimoniales en Palencia. En ellos, Alfonso IX confirmó que le entregaba a su esposa, Berenguela, varias torres en la ciudad de León, Astorga, Valencia de Don Juan y otros treinta castillos. Además, para asegurar que se cumpliría lo acordado, Alfonso IX le dio a su primo Alfonso VIII diez castillos como garantía. Los castillos que Alfonso IX le dio a su esposa estaban en diferentes lugares de León, Galicia y Asturias.
Por su parte, Alfonso VIII de Castilla le entregó a su hija Berenguela, como parte de su dote, todas las ciudades y fortalezas leonesas que él había tomado durante la guerra entre Castilla y León de 1196-1197. Alfonso IX de León las reclamaba como suyas.
La dote de la reina Berenguela
Para cuidar la dote de la reina Berenguela, se encargó a doce caballeros. Ellos debían ser leales a la reina, pero también al rey de León, con el permiso del rey de Castilla. Se acordó que, si los reyes se separaban, la dote seguiría siendo de la reina Berenguela. Sin embargo, si Alfonso IX se separaba de su esposa, las fortalezas que él le había dado como dote pasarían a estar bajo el control de Castilla.
La separación de los reyes
Después de casarse, Alfonso IX de León y su esposa fueron declarados fuera de la comunidad religiosa por el papa Inocencio III. El papa dijo que esto era porque eran parientes muy cercanos: Berenguela era sobrina segunda de Alfonso IX. A pesar de esta situación, los reyes de León intentaron retrasar su separación todo lo que pudieron. En mayo de 1201, el papa Inocencio III ordenó a varios líderes religiosos que confirmaran la decisión contra Alfonso IX de León.
Finalmente, debido a esta situación, los reyes de León se separaron en abril de 1204. Esto ocurrió después de una reunión de líderes religiosos de Castilla y León en Valladolid. En mayo de 1204, la noticia de su separación llegó a Roma. El 19 de junio de 1204, el papa Inocencio III levantó la decisión que pesaba sobre el rey de León y sus consejeros. Esto se hizo público en octubre de 1204.
Después de la separación de Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla, surgió un problema entre los reinos de Castilla y León. Discutían por la posesión de los castillos que habían sido parte de la dote de la reina Berenguela y que Alfonso IX le había entregado. El papa Inocencio III dijo que esas fortalezas pertenecían a Alfonso IX. Incluso amenazó a Berenguela de Castilla y a su padre Alfonso VIII con la misma medida si no devolvían las fortalezas al rey leonés. El papa sugirió que, si no llegaban a un acuerdo, el problema se llevara ante la Santa Sede (la autoridad del Papa).
El acuerdo de Cabreros
Para mantener la paz entre los reinos de Castilla y León y terminar con el problema de las fortalezas de la dote de la reina Berenguela, Alfonso IX de León y Alfonso VIII de Castilla se reunieron en Cabreros del Monte el 26 de marzo de 1206.
Alfonso VIII de Castilla le dio a su nieto, el infante Fernando de León (hijo de Alfonso IX y Berenguela), varios castillos. Estos eran Monreal, El Carpio, Valderas, Bolaños de Campos, Villafrechós, Castrotierra de Valmadrigal, Almanza, Siero de Asturias y Siero de Riaño. Alfonso IX de León los había reclamado desde que su primo Alfonso VIII los tomó en guerras anteriores. Así, Alfonso VIII cumplía lo que había dejado escrito en su testamento en 1204, donde decía que esas fortalezas debían ser entregadas a su nieto Fernando después de su muerte, a menos que sus encargados decidieran entregárselas a Alfonso IX de León.
Por su parte, la reina Berenguela de Castilla le entregó a su hijo, el infante Fernando de León, el pueblo de Cabreros del Monte y todas las fortalezas que formaban su dote. Estas fortalezas le habían sido dadas por su antiguo esposo, Alfonso IX de León, y en ese momento estaban en poder de Alfonso VIII, quien las había tomado como garantía después de los acuerdos matrimoniales.
Alfonso IX de León también entregó a su hijo, el infante Fernando de León, los castillos de Luna, Argüello, Ferrera, Gordón, Tiedra y Alba de Aliste.
En el Tratado de Cabreros también se estableció claramente qué castillos pertenecían al reino de León y cuáles al reino de Castilla.
El documento donde se escribieron todas las condiciones del tratado fue redactado en el idioma romance castellano. Aunque tenía algunas palabras de León, algunos expertos creen que fue el primer documento oficial largo escrito en una lengua romance.