Sony Corp. of America v. Universal City Studios, Inc. para niños
El caso Sony Corp. of America contra Universal City Studios, Inc. (1984), también conocido como el "caso Betamax", fue una decisión muy importante de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Este fallo estableció que hacer copias de programas de televisión completos para verlos en otro momento (lo que se llama time-shifting) no es una violación de los derechos de autor. Se consideró un "uso justo" o "uso legítimo".
Además, el Tribunal decidió que los fabricantes de aparatos para grabar videos en casa, como las Betamax o las VCR, no eran responsables si sus clientes grababan programas protegidos por derechos de autor. Este caso fue muy bueno para el mercado de videos caseros, ya que dio seguridad legal a esta tecnología.
La consecuencia más grande de esta decisión fue que se creó una regla general para saber si un aparato que podía copiar o grabar algo violaba la ley de derechos de autor. Esta regla ha sido un desafío para los tribunales al aplicarla a tecnologías más nuevas, como el intercambio de archivos en computadoras e Internet.
Contenido
¿Qué pasó antes del caso Betamax?
El inicio de la grabación de video en casa
En los años 70, la empresa Sony creó un formato para grabar videos llamado Betamax. Las compañías de cine, como Universal Studios y Walt Disney Company, no estaban muy contentas con esta nueva tecnología. Sabían que el Congreso de EE. UU. estaba revisando la ley de derechos de autor y que probablemente no querrían crear nuevas leyes para proteger a la industria del cine.
Por eso, en 1976, Universal y Disney decidieron demandar a Sony y a sus distribuidores en un tribunal de California. Argumentaron que, como Sony fabricaba un aparato que podía usarse para violar los derechos de autor, ellos eran responsables de cualquier infracción que hicieran sus compradores.
Decisiones iniciales del tribunal
Dos años después, el tribunal de primera instancia le dio la razón a Sony. Dijo que grabar programas en casa para uso personal y no comercial era un "uso justo". También mencionó que el acceso a información pública gratuita es importante para el público, según la Primera Enmienda.
Sin embargo, esta decisión fue cambiada en parte por otro tribunal, el Tribunal del Noveno Circuito. Este tribunal dijo que Sony sí era responsable de la infracción. También sostuvo que el Betamax no era un producto básico porque su propósito principal era copiar. Sugirió que se pagaran compensaciones o se aplicaran licencias obligatorias.
La decisión de la Corte Suprema
El debate entre los jueces

Después de escuchar los argumentos, la Corte Suprema no estaba de acuerdo al principio. Documentos del juez Thurgood Marshall mostraron que la mayoría de los jueces pensaban apoyar la decisión del Noveno Circuito. El juez Harry Blackmun iba a escribir la opinión de la mayoría, mientras que el juez John Paul Stevens escribiría una opinión en contra.
El juez Stevens, pensando que podría convencer a otros jueces, escribió su opinión en contra como si fuera la de la mayoría. En su primer borrador, Stevens estaba muy preocupado por la idea de que alguien pudiera ser demandado por copiar un solo programa en su casa para uso personal.
El juez White sugirió a Stevens que cambiara el enfoque de su opinión. Dijo que no era necesario decidir si el uso doméstico era una infracción, porque la demanda no era contra los usuarios, sino contra los fabricantes de la tecnología.
La jueza Sandra Day O'Connor, que al principio también estaba de acuerdo con el Noveno Circuito, tenía dudas sobre quién debía probar el daño. El tribunal de primera instancia había dicho que los demandantes no habían probado que sufrieran daños.
Stevens ajustó su borrador para incluir las ideas de Brennan y O'Connor. Al hacerlo, logró cambiar el voto del Tribunal de un 6-3 a favor del Noveno Circuito a un 5-4 en contra del Noveno Circuito, dándole la razón a Sony.
La opinión de la mayoría
La decisión final de la Corte, con 5 votos a favor y 4 en contra, fue a favor de Sony. Se basó en que la tecnología Betamax podía tener usos importantes que no violaban los derechos de autor, y que los demandantes no pudieron probar lo contrario.
El Tribunal explicó que un fabricante no es responsable de una infracción si su producto se usa mucho para fines legales y aceptables. Solo necesita ser capaz de tener usos importantes que no violen los derechos de autor.
El Tribunal dijo que el "time-shifting" (grabar un programa para verlo más tarde) en casa y sin fines comerciales cumplía con este requisito. Esto era así porque:
- Otros dueños de derechos de autor podían permitir que se grabaran sus programas.
- Los hechos mostraron que incluso grabar programas sin permiso para verlos más tarde en casa era un uso legítimo y justo.
Si millones de personas graban eventos deportivos, programas religiosos o educativos, y los creadores de esos programas están de acuerdo, el negocio de vender los aparatos para grabar no debería ser detenido solo porque algunas personas graben obras sin permiso.
El Tribunal también consideró que, como el "time-shifting" solo permite ver un programa que ya se había ofrecido gratis, el hecho de copiar todo el programa no lo hacía un uso injusto. Además, al ser un uso no comercial y sin fines de lucro, se consideró un uso justo.
Para esta decisión, fue importante el testimonio del Sr. Rogers, una personalidad de la televisión infantil, quien apoyó a los fabricantes de VCR. El Tribunal mencionó que sus opiniones eran una prueba de que muchos productores de televisión estaban de acuerdo con el "time-shifting".
La opinión en contra de Blackmun
El juez Harry Blackmun no estuvo de acuerdo, junto con los jueces Marshall, Powell y Rehnquist. Sobre el "time-shifting" sin permiso, Blackmun escribió que la ley de derechos de autor prohíbe hacer una sola copia sin autorización.
Blackmun argumentó que la ley no sugería una excepción general para una sola copia hecha para uso personal. Dijo que el "uso justo" se encuentra cuando una obra se usa para "críticas, comentarios, noticias, enseñanza, estudio o investigación". Estos usos, según él, son "productivos" y ofrecen un beneficio adicional al público.
También señaló que, si bien prohibir la venta de VCR podría afectar a los dueños de derechos de autor que sí permiten las copias, se podrían buscar soluciones que no interfirieran con el "time-shifting" autorizado. Por ejemplo, Sony podría haber creado una grabadora que permitiera a las emisoras "bloquear" la grabación no autorizada de ciertos programas.
Blackmun criticó la definición de la mayoría sobre la responsabilidad del fabricante, diciendo que casi cualquier fabricante podría demostrar que su producto tiene usos legales. Él creía que el Congreso quería evitar la venta de productos que se usaran casi solo para violar los derechos de autor.
¿Qué pasó después?
Impacto en la industria del entretenimiento
Después de perder en la Corte Suprema, las compañías de cine intentaron que el Congreso aprobara leyes para protegerlas de las copias caseras. Sin embargo, en los ocho años que pasaron desde la demanda, el uso de grabadoras de video en casa se había vuelto tan común que el Congreso no quiso tomar medidas que perjudicaran a tantos dueños de VCR.
La industria del cine presionó para que se cobrara una pequeña tarifa por la venta de cintas de video vírgenes, pero el Congreso no lo hizo. En cambio, señaló que los estudios de cine estaban ganando mucho dinero con el alquiler y la venta de videos caseros.
En lugar de perjudicar a los estudios de cine, las ventas de cintas de video se volvieron muy importantes para sus ingresos. La prensa decía que la VCR había cambiado los hábitos de la gente al ver televisión. Los estudios de cine crearon nuevas divisiones para producir cintas pregrabadas. En 1985, las ventas de videos eran casi iguales a los ingresos de taquilla de los cines.
Aunque al principio se culpó a la VCR por una disminución en la venta de entradas de cine, en 1987 se le atribuyó haber ayudado a que la taquilla alcanzara récords. La popularidad de las cintas de video animó a la gente a interesarse más en las películas y a verlas en los cines. Incluso los canales de películas por cable empezaron a ofrecer más películas durante la noche para que los dueños de VCR pudieran grabarlas y crear su propia colección.
Legado del caso Betamax
En 1989, Sony compró Columbia Pictures y se convirtió en dueña de su propio estudio de Hollywood. Para 1995, más de la mitad de los ingresos de Hollywood en Estados Unidos venían del video casero, mientras que menos de una cuarta parte venía de los cines. En 2001, la revista Forbes escribió que la VCR ya no era vista como el fin del negocio del cine, sino que se había convertido en su "salvador".
Pamela Samuelson, una experta en leyes, ha dicho que la decisión de Sony es el legado más importante del juez Stevens en el campo de la ley de propiedad intelectual. Su importancia sigue siendo clave para resolver disputas entre las industrias de derechos de autor y los creadores de nuevas tecnologías.
La DMCA (Ley de Derechos de Autor del Milenio Digital) ha cambiado la ley en la que se basó la decisión de Sony, y aún se están adaptando nuevas interpretaciones. Muchos de los puntos legales que se discutieron en este caso siguen siendo tema de debate, especialmente con las demandas recientes sobre el intercambio de archivos entre pares. Por ejemplo, en el caso A&M Records, Inc. contra Napster, Inc., un tribunal rechazó un argumento similar al "time-shifting" de Sony, porque Napster podía controlar las actividades de sus usuarios.
En 2005, en el caso MGM Studios, Inc. contra Grokster, Ltd., la Corte Suprema decidió que Grokster podía ser responsable de fomentar la infracción de derechos de autor. El juez Souter afirmó que si una empresa promueve un uso que viola los derechos de autor o da instrucciones para hacerlo, demuestra una intención de que su producto se use para infringir, y eso supera la idea de que solo vende un producto comercial con algún uso legal.
Galería de imágenes
Véase también
En inglés: Sony Corp. of America v. Universal City Studios, Inc. Facts for Kids