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Patronato regio para niños

Enciclopedia para niños

El patronato regio fue un permiso especial que los papas de la Iglesia católica dieron a algunos reyes de Europa hace mucho tiempo. Este permiso les permitía a los reyes tener voz en ciertas decisiones de la Iglesia o incluso elegir a personas para ocupar cargos importantes dentro de ella.

Al principio, los reyes solo podían opinar o proponer nombres. Pero con el tiempo, llegaron a tener mucho más poder, actuando casi como la máxima autoridad de la Iglesia en sus propios territorios.

El patronato regio más conocido fue el que se concedió a los reyes de España a partir de 1508. Pero también se dieron permisos similares al rey de Francia en 1516 y al rey de Portugal en 1506. Estos permisos iniciales se aplicaban a obispados y otros cargos importantes.

¿Cómo surgió el patronato regio?

Archivo:Francisco Antonio Vallejo - Glorification of the Immaculate Conception - Google Art Project
Glorificación de la Inmaculada por Francisco Antonio Vallejo. Muestra la relación entre el poder del rey y el poder de la Iglesia.

Hace muchos siglos, después de que grandes imperios como el romano se desintegraran, surgieron muchos reinos pequeños en Europa. Aunque a menudo estaban en conflicto, compartían la misma fe cristiana. En ese tiempo, el poder de los papas creció mucho, no solo como líderes espirituales, sino también en asuntos de gobierno.

La Iglesia se hizo muy fuerte. Los papas ayudaban a resolver disputas entre reinos y confirmaban a los gobernantes. Se creía que el poder de los reyes venía de Dios, y la Iglesia era la que señalaba esa voluntad divina.

Sin embargo, siempre hubo tensiones entre los reyes y la Iglesia. A medida que los reinos se hacían más fuertes y ricos, los reyes necesitaban menos la ayuda del papa. Los reyes se convirtieron en los encargados de llevar a cabo las decisiones de la Iglesia en sus tierras.

Esta situación beneficiaba a ambos. La Iglesia, desde la lejana Roma, no podía manejar todos los asuntos diarios en cada reino. Los reyes, por su parte, aumentaban su poder. No solo recibían la bendición de la Iglesia, sino que también obtenían permiso para tomar decisiones que antes solo le correspondían al papa. A este momento histórico se le conoce como el Derecho de patronato.

Cuando el cristianismo se expandía a nuevas tierras, los gobernantes locales eran los únicos que podían ayudar a establecer nuevas diócesis (territorios de la Iglesia). Por eso, el papa les dio el derecho de "presentación", que significaba proponer nombres para los cargos eclesiásticos. A cambio, el rey o príncipe debía financiar la construcción y el mantenimiento de las nuevas iglesias.

En el siglo XIV, el papa Clemente VI concedió al príncipe Luis de la Cerda las Islas Canarias para que fueran cristianizadas. Esto le daba soberanía política, pero no el derecho de patronato completo. Algo similar ocurrió con Portugal, que recibió permiso para expandir sus territorios, pero al principio no tuvo el derecho de presentar obispos.

La Monarquía Hispánica (España) fue la primera en avanzar hacia el patronato regio. Los reinos de Castilla y Aragón eran muy poderosos en el siglo XV. La Reconquista (la recuperación de territorios en la península ibérica) hizo que los reyes españoles fueran vistos como defensores de la fe cristiana. Además, les dio nuevos territorios para evangelizar.

La creación de los diezmos (una décima parte de las ganancias que los fieles pagaban a la Corona) permitió la expansión de la evangelización. Esto también convirtió al rey en el encargado de recaudar y administrar esos fondos, decidiendo dónde y cuándo crear nuevas misiones o iglesias. Así, la relación entre el papa y el Estado español cambió. El rey empezó a "sustituir" a la autoridad de la Iglesia en muchos aspectos.

Este cambio se aceleró por dos eventos importantes: la llegada de los europeos a América en 1492 y la aparición de Martín Lutero en 1517. Este último evento hizo que el papa necesitara el apoyo militar y político de los reinos católicos para enfrentar la Reforma.

El patronato regio en España y América

El patronato regio fue muy importante para los reyes de España y Portugal. A cambio de su apoyo para evangelizar y establecer la Iglesia católica en América y Asia, los papas les concedieron grandes privilegios.

Esto comenzó con bulas papales (documentos importantes del papa) como Romanus Pontifex (1455) e Inter caetera (1456) para Portugal. Después del Descubrimiento de América, las Bulas Alejandrinas de 1493 dieron privilegios a los Reyes Católicos de España. El papa Julio II confirmó el patronato regio para la Corona Española en 1508. Gracias a esto, la enseñanza religiosa a los pueblos indígenas se benefició con la creación de obispados.

Primeros pasos

Antes de todo esto, el 13 de diciembre de 1486, el papa Inocencio VIII ya había concedido a los Reyes Católicos el "patronato" permanente sobre las Islas Canarias y Puerto Real, y también sobre Granada, que esperaban conquistar pronto. Esto se estableció con la bula Ortodoxae fidei.

Sin embargo, no fue hasta 1505 que los reyes pidieron al papa todos los derechos del patronato para las nuevas tierras descubiertas y para España. Y solo en 1523, el papa Adriano VI se los concedió.

Cómo se desarrolló

Los poderes del rey sobre la Iglesia fueron creciendo con el tiempo. Estos poderes incluían:

  • Enviar y seleccionar misioneros a América (bula Inter caetera, 1493).
  • Cobrar el diezmo (bula Eximiae devotionis, 1501).
  • Poder para establecer y cambiar los límites de las diócesis en América (bula Ullius fulcite praesidio, 1504).
  • Poder para rechazar la elección de arzobispos u obispos, y el derecho de presentación (bula Universalis ecclesiae, 1508).

En 1539, el emperador Carlos V exigió que todas las peticiones de los obispos al papa pasaran primero por él. Impuso el pase real (o regium exequatur), que significaba que los documentos del papa necesitaban la aprobación del rey para ser válidos en sus territorios.

Se emitió la real cédula de Patronato en Indias, que hizo esta institución aún más fuerte. Con ella, la construcción de iglesias, catedrales, conventos y hospitales, así como la asignación de obispados y otros cargos eclesiásticos, necesitaban la autorización del rey. Los líderes de la Iglesia debían informar al rey sobre sus acciones.

Para elegir a los sacerdotes de las parroquias, el obispo debía hacer un concurso. De los candidatos seleccionados, presentaba dos a la autoridad civil, y esta decidía quién ocuparía el puesto.

Además, los obispos no tenían que viajar a Roma tan a menudo para informar al papa. La correspondencia de los obispos era revisada por el Consejo de Indias. Los concilios (reuniones de obispos) debían celebrarse bajo la supervisión de los virreyes. Para construir conventos, se necesitaba un informe al rey y su aprobación. Ningún líder de una orden religiosa podía ejercer su cargo sin la autorización real. También se vigilaba la vida en los conventos, castigando a los religiosos que no cumplían sus deberes. La Real Audiencia (un tribunal real) se convirtió en el primer lugar para resolver conflictos de la Iglesia.

El patronato regio permitió que la Iglesia tuviera muchos misioneros y los recursos económicos necesarios para su trabajo. Sin embargo, también tuvo consecuencias menos favorables para el papa. La Iglesia quedó muy sometida al poder del rey, se aisló de Roma y la disciplina religiosa se debilitó al disminuir la autoridad de los obispos.

El control de la Monarquía Hispánica sobre la Iglesia, tanto en América como en España, causó envidia en otras monarquías europeas. Esto influyó en movimientos como la Reforma Protestante y el galicanismo en Francia. La Iglesia católica respondió con la Contrarreforma, creando instituciones como Propaganda Fide (1622) para promover la fe.

El siglo XVIII

En el siglo XVIII, con la dinastía de los Borbones en España y América, las ideas de que el rey tenía un gran poder sobre la Iglesia se hicieron más fuertes. En 1735, la Junta del Real Patronato afirmó que los reyes de España tenían derecho a un patronato universal, lo que significaba controlar todos los beneficios de la Iglesia en el reino.

Esto llevó a discusiones para el Concordato de 1753 (un acuerdo entre el rey y el papa) y a la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767. Los expertos legales españoles empezaron a decir que el control del rey sobre la Iglesia no venía de una concesión del papa, sino que era un derecho propio de la soberanía de los reyes. El concordato de 1753 confirmó esta idea.

Tiempos modernos

El Patronato Regio terminó en América Latina a partir de 1810, después de las guerras de independencia hispanoamericana y la creación de nuevos países. Sin embargo, las nuevas repúblicas americanas también intentaron mantener este derecho, considerándose herederas de las obligaciones de la Corona española. Este llamado Patronato Republicano duró algunas décadas más, hasta que fue abolido poco a poco.

En España, el Concordato de 1851 mantuvo el patronato universal como un derecho de la Corona española hasta la llegada de la Segunda República Española en 1931. El patronato regio se mantuvo hasta la separación Iglesia-Estado a principios del siglo XX y fue finalmente renunciado por el rey Juan Carlos I en 1976.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Patronato real Facts for Kids

  • Patronato nacional en Argentina
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