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Loza policromada de Talagante para niños

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La loza policromada de Talagante es una técnica de artesanía muy especial que se desarrolla en la localidad de Talagante, en la Región Metropolitana de Santiago en Chile. Se trata de pequeñas figuras, de menos de 20 centímetros, hechas de greda (un tipo de arcilla) y pintadas a mano con colores muy vivos y brillantes. Estas piezas suelen representar escenas de la vida diaria y costumbres chilenas con mucho detalle.

Historia de la Loza Policromada

Orígenes Antiguos de la Artesanía

La historia de la loza policromada de Talagante es muy antigua. Sus inicios se relacionan con unas monjas llamadas las «monjas claras» en Chile. En el año 1571, tres mujeres españolas comenzaron a hacer cerámicas pequeñas con un estilo que recordaba al arte árabe.

Este grupo de monjas se mudó varias veces de lugar. Primero estuvieron en Osorno, luego en Castro, después en San Francisco del Monte y finalmente en Santiago. En Santiago, se instalaron cerca del cerro Santa Lucía, donde hoy está la Biblioteca Nacional de Chile. Allí, las monjas siguieron haciendo estas piezas de cerámica pintadas y hasta perfumadas. Sin embargo, cuando la última monja que mantenía esta tradición falleció en 1898, la técnica se perdió entre las religiosas.

La Tradición Continúa en Talagante

Afortunadamente, la localidad de Talagante ya tenía una larga historia en la fabricación de objetos de greda desde hace mucho tiempo. La tradición de la loza policromada fue mantenida en Talagante por Antonina viuda de Calderón. Ella había trabajado con las monjas claras y siguió haciendo las figuras, pero añadiendo diseños de la vida popular.

Entre las alumnas de Antonina estaba Margarita Gutiérrez (1858-1928). Ella fue quien empezó a crear figuritas inspiradas en los vendedores que andaban por las calles. Margarita enseñó este arte a sus hermanas, Zoila Rosa (1859-1927) y Sara Gutiérrez (fallecida en 1954). Sara fue una de las artesanas más importantes, creando figuras de oficios populares como el vendedor de aves a caballo, el organillero (que toca un instrumento musical en la calle), la amasandera (que hace pan) y la lavandera. Las piezas de Sara Gutiérrez eran muy populares y se vendían en las ferias de Navidad en Santiago.

Familias que Mantienen la Tradición

Otra familia importante en la historia de la loza policromada es la de María del Rosario Toro (1818-1893). Se dice que ella aprendió el oficio de dos mujeres que habían salido del monasterio de las monjas claras. María del Rosario transmitió sus conocimientos a su hija, Dolores López Toro, quien a su vez enseñó a sus hijas María Dolores (1878-1958) y María Luisa Jorquera López (1893-1968). Ellas hicieron que la loza policromada fuera tan reconocida que llegaron a vender sus piezas a museos y a otros países.

La tradición continuó con René Díaz Jorquera (1926-2012), quien fue el único hombre en la familia en dedicarse a este arte, y con sus hermanas María Olga (1921-2006) y María Luisa Díaz Jorquera (1936-2004). Hoy en día, esta tradición sigue viva gracias a las hermanas Marisol (nacida en 1959) y Teresa Olmedo Díaz (nacida en 1962), hijas de María Luisa Díaz Jorquera, y con María Olga Espinoza Díaz (nacida en 1954), hija de María Olga Díaz Jorquera.

Reconocimiento y Homenajes

La loza policromada de Talagante es tan importante que incluso ha sido un regalo para personas muy destacadas. Por ejemplo, cuando el Papa Juan Pablo II visitó Chile en 1987, recibió una figura de loza policromada que representaba la procesión de la fiesta de Cuasimodo. En 2007, la presidenta Michelle Bachelet le regaló una figura similar al Papa Benedicto XVI. Y en 2018, el Papa Francisco también recibió una procesión de Cuasimodo hecha en loza policromada durante su visita a Chile.

En 2012, se creó un monumento en honor a la loza policromada en uno de los accesos a Talagante. Esta escultura, hecha por Sergio Mallea, representa a un cuasimodista a caballo, una figura típica de las piezas de loza. Además, en 2013, se inauguró una exposición permanente de loza policromada en el Museo de Talagante, que en 2019 ya tenía unas 139 piezas de diferentes épocas.

Artesanas y Talleres Actuales

El Rescate de una Tradición

Después de que la loza policromada de las monjas claras desapareciera en 1898, una investigación en 1975 permitió descubrir cómo se hacía la arcilla y la pintura. Esto ayudó a que las monjas Claras volvieran a producirla por un tiempo. Sin embargo, a finales de los años 90, casi todas las monjas que hacían este trabajo habían fallecido, y la artesanía estuvo a punto de desaparecer de nuevo.

Cultoras de Hoy

Actualmente, quienes continúan el arte de la loza policromada como parte de su tradición familiar son María Olga Espinoza Díaz, conocida también como «Chiruca», y las hermanas Teresa y Marisol Olmedo Díaz. Ellas tienen un taller en la Villa Los Aromos de Talagante. María Olga Espinoza Díaz ha recibido importantes premios, como el Sello de Excelencia Artesanía Chile en 2008 y 2010, otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y la Unesco. La familia también tiene una tienda donde muestran y venden sus creaciones.

Nuevos Impulsos para la Loza Policromada

En 2010, se formó en Talagante la Agrupación Huellas de Greda. Este grupo reúne a artesanas de Talagante y Peñaflor que quieren mantener viva la técnica de la loza policromada. Ellas no solo imitan el trabajo de las antiguas artesanas, sino que también crean figuras con imágenes y temas de la actualidad. Aprendieron el oficio de Olga Espinoza Díaz y desde 2012 han participado en importantes ferias de artesanía. También han hecho exposiciones especiales, como una con figuritas relacionadas con la Reforma Agraria, que se mostró en el Museo Histórico Nacional en 2017.

Galería de imágenes

Véase también

  • Artesanía de Chile
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