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Ley de 21 de julio de 1876 para niños

Enciclopedia para niños

La Ley de 21 de julio de 1876, también conocida como la Ley que puso fin a los fueros vascos, fue una norma importante en la historia de España. Fue aprobada por el Parlamento español, llamado Cortes, a propuesta del gobierno de Antonio Cánovas del Castillo. Esta ley buscaba que las provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya se integraran en las leyes comunes de la monarquía española, que acababa de ser restaurada.

Las instituciones de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, como las diputaciones forales (gobiernos provinciales con leyes propias) y las Juntas (asambleas), se opusieron mucho a esta ley. La llamaron la "ley que quitaba los fueros" y pusieron muchas dificultades para que se aplicara. El gobierno de Cánovas respondió eliminando estas diputaciones forales y Juntas, y las reemplazó por diputaciones provinciales normales, como las que había en el resto de España.

Sin embargo, en 1878, Cánovas llegó a un acuerdo con los representantes de estas provincias. Este acuerdo se llamó "concierto económico" y le dio al País Vasco una gran autonomía para manejar sus impuestos, su economía y su administración, aunque no su autonomía política.

Según el historiador Gregorio Monreal, la Ley de 21 de julio de 1876 "terminó con un largo periodo de autogobierno vasco".

¿Qué pasó antes de la ley?

Las guerras y los fueros

Durante la última parte de la primera guerra carlista (1833-1840), los seguidores de Carlos María Isidro de Borbón defendieron los fueros vascos y navarros. Los fueros eran leyes y costumbres propias que daban a estas regiones una forma especial de gobierno. El gobierno liberal había quitado las Diputaciones forales en 1837, lo que aumentó el apoyo a los carlistas.

Los liberales, por su parte, apoyaron la idea de "Paz y Fueros" para terminar la guerra. Esta idea llevó al "abrazo de Vergara" en 1839, donde los generales Baldomero Espartero (liberal) y Rafael Maroto (carlista) se encontraron y acordaron el fin de la guerra en el País Vasco. En este acuerdo, se prometió que el gobierno propondría al Parlamento la concesión o modificación de los fueros.

Archivo:Convenio de Vergara
Pasquín con el texto del Convenio de Vergara.

La Ley de Confirmación de Fueros de 1839

Dos meses después del acuerdo de Vergara, el Parlamento aprobó la Ley de Confirmación de Fueros de 25 de octubre de 1839. Esta ley reconocía los fueros vascos y navarros, pero con una condición importante: "sin perjudicar la unidad constitucional de la Monarquía". Esto causó mucha discusión, porque algunos entendían que los fueros se mantenían, mientras que otros creían que debían adaptarse a la Constitución.

La Ley de Confirmación de Fueros tenía solo dos artículos:

  • Artículo 1.° Se confirman los fueros de las provincias Vascongadas y de Navarra, sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía.
  • Artículo 2.° El Gobierno, tan pronto como la oportunidad lo permita, y oyendo antes á las provincias Vascongadas y á Navarra, propondrá á las Cortes la modificación indispensable que en los mencionados fueros reclame el interés de las mismas, conciliado con el general de la nación y de la Constitución de la monarquía, resolviendo entre tanto provisionalmente, y en la forma y sentido expresados, las dudas y dificultades que puedan ofrecerse, dando de ello cuenta á las Cortes.

En Navarra, se llegó a un acuerdo rápido para aplicar la ley, que se convirtió en la Ley Paccionada Navarra de 16 de agosto de 1841. Esta ley cambió gran parte del antiguo sistema foral de Navarra, pero le dio una nueva forma de autonomía, fortaleciendo su Diputación provincial y estableciendo un acuerdo económico con el Estado.

Archivo:Mapa político de España, 1850
Mapa político de España en 1850. Muestra las provincias forales (Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra) con su régimen especial.

Sin embargo, en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya no se llegó a ningún acuerdo. Las Juntas y Diputaciones forales siguieron existiendo y hasta aumentaron sus poderes sobre los municipios. También mantuvieron la exención de ir al servicio militar y de pagar ciertos impuestos. Esto significaba que el País Vasco conservó un alto grado de autonomía.

El "fuerismo" y la identidad vasca

A los liberales vascos que querían mantener un equilibrio entre los fueros y la Constitución se les llamó "fueristas". Su lema era "Fueros y Constitución". Ellos lograron retrasar la aprobación de una ley similar a la de Navarra, usando el argumento de que si se quitaban los fueros, podría haber otra guerra.

Los fueristas también ayudaron a crear una "tradición vasca" con símbolos y mitos, como el himno Gernikako Arbola (Árbol de Guernica) y el mito de Aitor, un patriarca legendario. También surgieron obras literarias que contaban historias heroicas del pasado vasco.

En 1864, en un debate en el Senado, el fuerista Pedro de Egaña usó el término "nacionalidad" para referirse a la forma especial de organización de las provincias vascas. Esto mostraba que los fueristas tenían un "doble patriotismo", sintiéndose vascos y españoles al mismo tiempo.

Durante el Sexenio Democrático (1868-1874), surgió una corriente de fuerismo que usaba el lema "Dios y fueros" (Jaungoikoa eta Foruac). Estos fueristas se unieron al carlismo, lo que llevó a la tercera guerra carlista en 1872.

Cuando la monarquía de los Borbones fue restaurada, el nuevo rey Alfonso XII pidió a los carlistas que dejaran las armas, prometiendo mantener los fueros. Pero no hubo respuesta.

La Ley de 1876

Después de que los carlistas fueran derrotados en febrero de 1876, Antonio Cánovas del Castillo, presidente del gobierno, decidió resolver el tema de la integración de las provincias vascas a las leyes comunes. La opinión general era que había que terminar con la situación "privilegiada" de estas provincias.

Cánovas se reunió con representantes de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya en abril de 1876 para discutir la aplicación de la Ley de Confirmación de Fueros de 1839. Como no llegaron a un acuerdo, Cánovas impulsó la aprobación de la Ley de 21 de julio de 1876. Las autoridades vascas la llamaron "ley que quitaba los fueros" y se negaron a aplicarla.

La ley no eliminaba por completo el sistema foral, ya que las Juntas y Diputaciones se mantenían. Sin embargo, sí eliminaba dos exenciones importantes que tenían Álava, Guipúzcoa y Vizcaya: la de no ir al servicio militar y la de no pagar ciertos impuestos. El artículo 1º de la ley decía:

Los deberes que la Constitución política ha impuesto siempre a todos los españoles de acudir al servicio de las armas cuando la ley los llama, y de contribuir, en proporción a sus haberes, a los gastos del Estado, se extenderá, como los derechos constitucionales se extienden, a los habitantes de las provincias de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, del mismo modo que a todos los demás de la nación.

Durante el debate de la ley en el Parlamento, los diputados vascos se opusieron firmemente. Argumentaron que la ley no modificaba los fueros, sino que los destruía, y que era un "castigo" por el apoyo de algunos al carlismo.

Después de la aprobación de la ley, hubo una gran conmoción en el País Vasco. Las instituciones forales lideraron la resistencia, declarando que no cooperarían con la ley. Cánovas, sin embargo, no quería eliminar todo el sistema foral, sino aplicar la "unidad constitucional" en temas de impuestos y servicio militar, dejando la administración local.

El historiador Juan José Solozábal señaló que la ley causó "frustración y un sentimiento de incomprensión" en el pueblo vasco. Por primera vez, hubo una defensa unánime de los fueros, lo que sentó las bases para futuros movimientos.

Supresión de las Juntas y Diputaciones forales y el "concierto económico"

Archivo:Don Fidel de Sagarmínaga, en La Ilustració Catalana (cropped)
Fidel Sagarmínaga, Diputado General de Vizcaya, se opuso a la ley de 1876.

El gobierno exigió que se cumpliera la ley, es decir, que las provincias vascas empezaran a contribuir con dinero y hombres. Pero las instituciones forales se negaron, diciendo que no cooperarían con una ley que significaba "la pérdida de nuestras libertades". Esto llevó a un conflicto de dos años entre el gobierno y las autoridades forales.

Con el tiempo, en Guipúzcoa y Álava, las posturas más abiertas a negociar con el gobierno ganaron fuerza. Sin embargo, en Vizcaya, liderada por su Diputado General Fidel Sagarmínaga, la mayoría seguía oponiéndose a cualquier acuerdo.

El gobierno respondió en mayo de 1877, reemplazando la Diputación foral de Vizcaya por una Diputación provincial, como las del resto de España. Seis meses después, las Diputaciones de Guipúzcoa y Álava también fueron disueltas y reemplazadas por diputaciones provinciales, porque seguían sin reconocer la ley de 1876.

Entonces, Cánovas negoció con los representantes de las nuevas diputaciones provinciales, que ahora estaban más dispuestas a llegar a un acuerdo. Este acuerdo se plasmó en un decreto de 28 de febrero de 1878, que estableció el "concierto económico" para las tres provincias vascas.

Según este acuerdo, las diputaciones recaudarían los impuestos y entregarían una parte de ellos, llamada "cupo", al Estado. Esta solución ya se había aplicado en Navarra un año antes.

El "concierto económico" fue una solución de compromiso. Fue bien recibido por la burguesía vasca, especialmente la de Vizcaya, que estaba iniciando su desarrollo industrial, porque era muy beneficioso para sus negocios. Significó que las provincias vascas mantuvieron una forma especial de administración, aunque sobre una base diferente. De hecho, el propio Cánovas reconoció que estas provincias pagaban muchos menos impuestos que las demás.

A partir de entonces, las provincias vascas se integraron en la monarquía de la Restauración. Ya no tenían los fueros como antes, pero sí los Conciertos, que les daban una importante autonomía económica y administrativa, aunque no política.

Sin embargo, algunos fueristas que se oponían a cualquier acuerdo no se conformaron con el concierto económico y pidieron que se restauraran los fueros por completo. Se organizaron en grupos políticos que defendían la "hermandad euskeriana" (vasca) de todos los territorios vascos. Un sector de estos grupos se unió más tarde al Partido Nacionalista Vasco, fundado por Sabino Arana.

¿Qué significó esta ley?

La Ley de julio de 1876 afectó profundamente la forma de pensar de la gente en el País Vasco. Los fueros eran vistos como algo muy importante, que garantizaba una sociedad ideal. Ante esta nueva situación legal, la gente recurrió a los mitos y a la nostalgia de un pasado idealizado.

Se reforzó la idea de que los fueros eran la base de la "libertad", el "progreso" y la "felicidad". La ley de julio fue sentida en la sociedad vasca como una injusticia que debía ser reparada. Esto generó sentimientos de agravio e impulsó los lazos de identidad entre la población vasca. Fue un paso más en la creación de una identidad vasca, que en ese momento no era excluyente.

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Ley de 21 de julio de 1876 para Niños. Enciclopedia Kiddle.