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Jabberwocky para niños

Enciclopedia para niños

«Jabberwocky» es un poema escrito por el británico Lewis Carroll, quien lo incluyó en su obra Alicia a través del espejo (1871). «Jabberwocky» es generalmente considerado como uno de los mejores poemas sin sentido escritos en inglés.

Muchas de las palabras usadas en el poema fueron inventadas por el propio Carroll o son fusiones de palabras. En el libro, el personaje Humpty Dumpty da varias de las definiciones de algunas de las palabras de la primera estrofa. Carroll explicó el significado de algunas otras en obras posteriores, así como su pronunciación. Algunas de las palabras inventadas en este poema (como chortled, galumphing y frabjous) se incorporaron al idioma inglés. La misma palabra Jabberwocky es utilizada en inglés para referirse al lenguaje sin sentido.

Texto de «Jabberwocky»

Archivo:Jabberwocky
Ilustración de Jabberwock, por John Tenniel.
'Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.
'Beware the Jabberwock, my son!
The jaws that bite, the claws that catch!
Beware the Jubjub bird, and shun
The frumious Bandersnatch!'
He took his vorpal sword in hand:
Long time the manxome foe he sought--
So rested he by the Tumtum tree,
And stood awhile in thought.
And as in uffish thought he stood,
The Jabberwock, with eyes of flame,
Came whiffling through the tulgey wood,
And burbled as it came!
One, two! One, two! And through and through
The vorpal blade went snicker-snack!
He left it dead, and with its head
He went galumphing back.
'And hast thou slain the Jabberwock?
Come to my arms, my beamish boy!
O frabjous day! Callooh! Callay!'
He chortled in his joy.
'Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.

Fablistanón

En la traducción de Ramón Buckley de 1984 se le llama Fablistanón:

Borgotaba. Los viscoleantes toves,
rijando en la solea, tadralaban...
Misébiles estaban los borgoves
y algo momios los verdos bratchilbaban.
¡Cuidado, hijo, con el Fablistanón!
¡Con sus dientes y garras, muerde, apresa!
¡Cuidado con el pájaro Sonsón
y rehúye al frumioso Magnapresa!
Blandiendo su montante vorpalino
al monstro largo tiempo persiguió...
Bajo el árbol Tamtam luego se vino
y un rato cavilando se quedó.
Y estando en su aviesmal cavilación,
llegó el Fablistanón, ojo flagrante,
tufando por el bosque fosfuscón,
y se acercó veloz y burbujeante.
¡Un, dos! De parte a parte le atraviesa
varias veces el vorpalino acero...
Y, muerto el monstro, izando la cabeza
regresó galofando muy ligero.
¿De verdad al Fablistanón has muerto?
¡Ven que te abrace, niño radioroso!
¡Hurra, hurra, qué día ristolerto!
risotó carcajeante y jubiloso.
Borgotaba. Los viscoleantes toves
rijando en la solea, tadralaban
Misébiles estaban los borgoves
y algo momios los verdos bratchilbaban.

Compárese con la traducción de Jorge A. Sánchez de 1996:

Asurraba, los viscovivos toves
tadralando en las vaparas ruetaban;
misébiles estaban los borgoves,
mientras los verdos momios bratchilbaban.
Cuidado hijo con el Fablistanón!
con sus dientes y garras muerde, apresa!
Cuidado con el pájaro Sonsón,
y rehúye al frumioso Magnapresa!
Blandiendo su montante vorpalino
al monstruo largo tiempo persiguió...
Bajo el árbol Tumtum luego se vino
y un rato cavilando se quedó.
Y estando en su aviesal cavilación,
llegó el Fablistanón, ojo flagrante,
tufando por el bosque fosfuscón
y se acercó veloz y burbujante.
Un, dos! De parte a parte le atraviesa
varias veces el vorpalino acero;
y muerto el monstruo izando la cabeza
regresó galofando muy ligero.
¿De verdad al Fablistanon has muerto?
¡Ven que te abrace, niño radioroso!
¡Hurra, hurra! ¡Qué día ristolerto,
risoto, carcajante y jubiloso!
Asurraba. Los viscovivos toves
tadralando en las vaparas, ruetaban;
misébiles estaban los borgoves,
mientras los verdos momios bratchilbaban.

Galimatazo

Versión de Jaime de Ojeda, incluida en A través del espejo y lo que Alicia encontró al otro lado, Alianza Editorial, Madrid, 1973.

Brillaba, brumeando negro, el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.
¡Cuidate del Galimatazo, hijo mío!
¡Guárdate de los dientes que trituran
Y de las zarpas que desgarran!
¡Cuidate del pájaro Jubo-Jubo y
que no te agarre el frumioso Zamarrajo!
Valiente empuñó el gladio vorpal;
a la hueste manzona acometió sin descanso;
luego, reposóse bajo el árbol del Tántamo
y quedóse sesudo contemplando...
Y así, mientras cavilaba firsuto.
¡¡Hete al Galimatazo, fuego en los ojos,
que surge hedoroso del bosque turgal
y se acerca raudo y borguejeando!!
¡Zis, zas y zas! Una y otra vez
zarandeó tijereteando el gladio vorpal!
Bien muerto dejó al monstruo, y con su testa
¡volvióse triunfante galompando!
¡¿Y haslo muerto?! ¡¿Al Galimatazo?!
¡Ven a mis brazos, mancebo sonrisor!
¡Qué fragarante día! ¡Jujurujúu! ¡Jay, jay!
Carcajeó, anegado de alegría.
Pero brumeaba ya negro el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncian los borogobios
mientras el momio rantas necrofaba...

Guirigayero

Manuel Barberá para la edición original de Ed. Robin Hood (ca. 1950)

Era la asadura y los flexicosos telatirzones
girosquijaban y agujemechitaban en el praban;
Muy endeblerables estaban los zarrapastrojones
y los perdirrutados chanvertes bufisilbondaban.
-¡Ten mucho cuidado con el cruel Guirigay, hijo mío!
¡Las mandíbulas que muerden y las garras que aprisionan!
-¡Ten cuidado con el pájaro Yuyú, que de él no fío;
huye del rifuegraznizante Protestinfernómal!
Tomó su espada flumirante en la mano,
Por mucho tiempo al enemigo buscó...
Y descansó junto al árbol Tumtumgano
y pensando y pensando permaneció.
Mientras pensaba fulente,
aquel Guirigay llameante
vino por el bosque enverte,
¡rugitando hacia adelante!
¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡De plano, de revesa
la flumirante hoja golpeó y cortó!
Dejando al cuerpo muerto, asió la cabeza
y con tal botín guerrero regresó.
-Y, pues, ¿es verdad que has terminado con el Guirigay?
¡Ven a mis brazos entonces, mi bendito hijo de día!
Oh, promifortunoso día, sí... ¡Aleluya! ¡Alelay!
Armonivibró en medio de su trompetizul alegría.
Era la asadura y los flexicosos telatirzones
girosquijaban y agujemechitaban en el praban;
Muy endeblerables estaban los zarrapastrojones
y los perdirrutados chanvertes bufisilbondaban.

Jabberwocky

Versión de Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich. Publicada en Diario de Poesía N.º 43, Buenos Aires, Argentina, septiembre de 1997.

Asardecía y las pegájiles tovas
giraban y scopaban en las humeturas;
misébiles estaban las lorogolobas,
superrugían las memes cerduras.
¡Con el Jabberwock, hijo mío, ten cuidado!
¡Sus fauces que destrozan, sus garras que apresan!
¡Cuidado con el ave Jubjub, hazte a un lado
si vienen las frumiantes Roburlezas!
Empuñó decidido su espada vorpal,
buscó largo tiempo al monxio enemigo -
Bajo el árbol Tamtam paró a descansar
y allí permanecía pensativo
Y estaba hundido en sus ufosos pensamientos
cuando el Jabberwock con los ojos en llamas
resofló a través del bosque tulguiento:
¡burbrujereando mientras se acercaba!
¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡A diestra y siniestra
la hoja vorpalina silbicortipartió!
Al monxio dejó muerto y con su cabeza en ristre
el joven galofante regresó.
"¡Muchacho bradiante, mataste al Jabberwock!
¡Ven que te abrace! ¡Que día más fragoso
me regalas, hijo! ¡Kalay, kalay, kaló!"
reiqueaba el viejo en su alborozo.
Asardecía y las pegájiles tovas
giraban y scopaban en las humeturas;
misébiles estaban las lorogolobas,
superrugían las memes cerduras.

Jerigóndor

Versión de Francisco Torres Oliver, incluida en Alicia anotada, edición de Martin Gardner. Akal Editor, Madrid, 1984.

Cocillaba el día y las tovas agilimosas
giroscopaban y barrenaban en el larde.
Todos debirables estaban los burgovos,
y silbramaban las alecas rastas.
"¡Cuídate, hijo mío, del Jerigóndor,
que sus dientes muerden y sus garras agarran!
¡Cuídate del pájaro Jubjub, y huye
del frumioso zumbabadanas!"
Echó mano a su espada vorpal;
buscó largo tiempo al manxomo enemigo,
descansó junto al árbol Tumtum,
y permaneció tiempo y tiempo meditando.
Y, estando sumido en irribumdos pensamientos,
surgió, con ojos de fuego,
bafeando, el Jerigóndor del túlgido bosque,
y burbulló al llegar.
¡Zis, zas! ¡Zis, zas! ¡Una y otra vez
tajó y hendió la hoja vorpal!
Cayó sin vida, y con su cabeza,
emprendió galofante su regreso.
"¿Has matado al Jerigóndor?
Ven a mis brazos, sonrillante chiquillo,
¡Ah, frazoso día! ¡Calós! ¡Calay!"
mientras él resorreía de gozo.
Cocillaba el día y las tovas agilimosas
giroscopaban y barrenaban en el larde.
Todos debirables estaban los burgovos,
y silbramaban las alecas rastas.

El flonstluo

Una hermosa mañana de primavera cuando la brisa soplaba y el mar estaba dirazo de olas, la madre salió al jardín, ajustando a los pájaros que picoteaban las gasmi de nap en el suelo, y exclamó:
-¡Ten cuidado, hijo mío, del flonstluo! Su pico desgarra, y sus uñas se clavan en todo. ¡Ten cuidado de ese pájaro, y evita su frumiosa merretida y su cambre insastiaple!
El muchacho emñupó su razafilado sable y anastuvo sin parar chumo siempre en busca del enemigo inbenziple de los hombres. Hinastalmente se puso a retoscar junto al roble Tumtum, mientras se hundía en sus mensahomientos.
Al baco de un taro, cuando reflexionaba, el flonstluo, cuyos ojos despedían llamas, llegó polanto a través de la densa celsbla, como un aterrospantoso vienuracán, rufierto de escamas duras como el hierro, rola de lagarto y alas de murciélago.
¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡Uno, dos! Así el sable razafilado, una y otra vez, dejando las escamas duras como el hierro, entrando como un relrayo en la carne apestosoliente. El muchacho precioso estaba agotado, cuando, hinastlmente, la cabeza de su enemigo se rescayó a sus pies. La cogió, la metió en una bolsa y corrió cuanto pudo hasta los brazos de su madre querida.
Ésta al verle exclamó:
-¡Hijo, hijo mío! ¿No te ha ocurrido nada? ¿Estás bien? ¿Y has matado al asusterrible flonstluo?
El muchacho le enseñó la cabeza de su enemigo.
-¡Deja que te abrace, osaliente y precioso hijo!- gritó con orgullo su madre.
¡Qué día de alegría fue aquél! ¡Viva! ¡Viva! ¡Bravo! Todo el mundo aplaudió contento, y el muchacho narrescló su hazaña.
Fue en una hermosa mañana de primavera, cuando la prisa soplaba, el mar estaba dirazo de olas y los pájaros picoteaban las gasmi de nap en el suelo.

El Dragobán [Disparates]

Versión de Marià Manent, publicada en ‘En el mundo del espejo’, Barcelona: Juventud, 1943, reed. 1969.

Llegaba ya el hervín. Blendes casquines
huldeban y jarcían en el gardo.
Calígonos estaban los cibines
y venía el verdal con paso tardo.
¡Hijo mío, cuidado! ¡El Dragobán!
¡Esas fauces y garas espantosas!
¡El pájaro Yubyub! ¡Oído! ¡Van
por el bosque las Negras Mariposas!
Mas la espada de bronce él empuñó
y buscó al enemigo largamente;
bajo el árbol Tuntún se cobijó
y, pensando, frunció la tersa frente.
Y mientras meditaba, el Dragobán
llegó, con ojos de terribles llamas,
lanzando vaharadas de alquitrán,
de azufre y de betún, bajo las ramas.
Pero ¡zis, zas! ¡zis, zas! el bronce duro
carne y huesos destroza a su sabor.
Bien muerto lo dejó, y, con su cabeza,
traspuso galopando el negro alcor.
«¿Has muerto al Dragobán? ¡Ven a mis brazos,
oh doncel de cien glorias! ¡Ven a mí!
¡Día feliz! ¡Ohé! ¡No más zarpazos!»
Y de alborozo casi enloquecí.
Llegaba ya el hervín. Blendes casquines
huldeban y jarcían en el gardo.
Calígonos estaban los cibines
y venía el verdal con paso tardo.

Versión de Mario Arnaldo Usabiaga, publicada en ‘Godel, Escher, Bach: Una eterna trenza dorada’, México: CONACYT, 1982. ATH.

Era la parrillhora y los flexiosos tovos
en los cesplejos giroscopeaban, vibrhoradaban.
Frivoserables estaban los borogovos
y los verchinos telehogariados relinchiflaban.
"¡Hijo mío! del Jábberwock escapa cuidadoso;
de su boca que muerde, sus garras que lastiman.
¡Cuidado con el pájaro JubJub, y al malhurioso
Bándersnatch siempre esquiva!"
La vorpalina espada ya empuñando,
al enemigo manxiqués buscó,
y junto al árbol Túmtum, descansando,
a pensar un momento se paró.
Pensamientos ufiosos lo embargaban
cuando el Jabberwock vino resoplando
por la fronda, con fuego en la mirada,
¡y avanzó burbujeando!
¡Una, dos! ¡Una, dos! De lado a lado
con vorpalina espada, tris, tras, corta.
Mata al monstuo, su testa ha cercenado,
galonfando la porta.
"¿Mataste pues al Jábberwock?
¡Ven a mis brazos, hijo rayolgente!
¡Frabioso día! ¡Calu!...¡Cáloc!",
resolló alegremente.
Era la parrillhora y los flexiosos tovos
en los cesplejos giroscopeaban, vibrhoradaban.
Frivoserables estaban los borogovos
y los verchinos telehogariados relinchiflaban.

El poema

La primera estrofa del poema apareció originalmente en el periódico Mischmasch, escrito e ilustrado por Carroll, como divertimento familiar. Se llamó «Estrofa de poesía anglosajona». La estrofa tenía ligeras diferencias en su escritura (como bryllyg en vez de brillig), y Carroll dio algunos significados que diferían de los explicados por Humpty Dumpty. En el Suplemento Literario del Times del 1 de marzo de 1957, Roger Lancelyn Green sugirió que el poema fue inspirado en una antigua balada alemana llamada El pastor de las montañas gigantes, en la cual un joven pastor se enfrenta a un monstruoso grifo, que fue traducida al inglés en 1846 por Menella Bute Smedley, una pariente de Carroll.

El poema es especialmente interesante porque, aunque contiene muchas palabras sin sentido, la estructura es perfectamente consistente con la poesía inglesa clásica. La estructura de las oraciones es correcta, lo cual ha sido un desafío para los traductores de otros idiomas. También se cuidan las formas poéticas —como el uso de cuartetas con ritmo yámbico— y, de alguna manera, se puede discernir una trama a través del desarrollo de los acontecimientos.

Traducciones

«Jabberwocky» se ha hecho famoso alrededor del mundo, y ha sido traducido a muchos otros idiomas —incluyendo alemán, búlgaro, catalán, danés, español, esperanto, finlandés, francés, griego, neerlandés, italiano, japonés, hebreo, polaco, portugués y ruso—.

La traducción a cualquier otro idioma tiene la dificultad especial de que muchas de las palabras no tenían un significado previo, ya que simplemente fueron inventadas por Carroll. Generalmente, los traductores han reemplazado estas palabras con sus propias invenciones. A veces, éstas son similares a la pronunciación original, intentando además respetar la morfología del idioma de traducción. En estos casos, las palabras pueden parecerse a palabras reales ya existentes en los diccionarios, pero no necesariamente con significados parecidos. Los traductores también han tratado de utilizar palabras que surjan de las raíces empleadas por Carroll.

Para Douglas Hofstadter, las traducciones de este poema son el mejor ejemplo de isomorfismo genérico, es decir, de las similitudes entre dos redes semánticas. La traducción directa de un texto es relativamente fácil, cuando el traductor tiene el nivel suficiente de dominio de ambas lenguas, y existen vocablos o expresiones equivalentes para denominar las ideas que se van a traducir. Sin embargo, en el «Jabberwocky» no predomina el lenguaje corriente: las palabras no tienen una significación directa, sino que funcionan únicamente como estimuladores de símbolos. Por ejemplo, en el original en inglés, la palabra slithy probablemente activa, en una mente anglosajona, conceptos como slimy ('viscoso'), slither ('resbalar'), lithe ('flexible, fino') y otros. Al traducir esta palabra a lenguas romances, hay necesidad de buscar estimuladores que funcionen de forma similar. De este modo, una traducción elegida fue lubricilleux en francés y flexiosos en español, palabras que buscan estimular los mismos símbolos en la mente de un lector latino, quien probablemente relacionaría esos vocablos con lubrifiaient ('lubricado' en francés), o «flexible» en español.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Jabberwocky Facts for Kids

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Jabberwocky para Niños. Enciclopedia Kiddle.