Faustino Ansay para niños
Datos para niños Faustino Ansay |
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subdelegado de la Real Hacienda y Guerra de Mendoza | ||
diciembre de 1808-20 de julio de 1810 | ||
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Información personal | ||
Nacimiento | 1765 Zaragoza (España) |
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Fallecimiento | 1840 Zaragoza (España) |
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Nacionalidad | Española | |
Información profesional | ||
Ocupación | Militar | |
Faustino Ansay (a veces escrito Anzay) fue un militar español que nació en Zaragoza, España, en 1765 y falleció en la misma ciudad en 1840. Tuvo importantes cargos militares y administrativos en el Virreinato del Río de la Plata durante los últimos años del dominio español. Después de la Revolución de Mayo, pasó mucho tiempo como prisionero de los líderes independentistas argentinos.
Contenido
La vida de Faustino Ansay: Un militar en tiempos de cambio
Inicios de su carrera en España
Faustino Ansay comenzó su carrera en el ejército español. Se unió al regimiento de dragones de Villaviciosa. Con este grupo, participó en el asedio y la toma de la isla de Menorca y el castillo de San Felipe en 1782. También estuvo en el bloqueo del Peñón de Gibraltar, donde fue ascendido a sargento en julio de 1782.
Su llegada a Buenos Aires
En 1794, Faustino Ansay llegó a Buenos Aires. Poco después, el 13 de mayo, fue nombrado alférez agregado y graduado del Regimiento de Dragones de Buenos Aires.
Su servicio en Santa Fe
En 1797, durante una nueva guerra con Gran Bretaña, se decidió reforzar las fuerzas militares llamadas Blandengues. Para tener un mejor control, se creó una Comandancia de Fronteras. La idea era que oficiales experimentados y nacidos en España estuvieran al mando.
El 17 de agosto de 1798, Faustino Ansay ya estaba sirviendo como Ayudante Mayor de la Compañía de Blandengues y Sargento Mayor en Santa Fe. En ese momento, la Compañía de Blandengues de Santa Fe era especial, ya que la mayoría de sus líderes eran de España.
Su rol en Mendoza
Expansión de la frontera sur
El 16 de abril de 1800, Ansay fue nombrado Comandante de Armas de la Frontera de Mendoza. En ese momento, la frontera sur de Mendoza vivía un periodo de paz gracias a acuerdos con las comunidades indígenas. Esta tranquilidad llevó a las autoridades a pensar en expandir la frontera hacia el sur. También se buscaba una ruta más corta para comerciar con Chile.
Entre 1802 y 1806, se realizaron varios viajes de exploración por la región. Ansay incluso expidió pasaportes para algunos de estos viajeros. Sin embargo, las relaciones con las comunidades indígenas comenzaron a complicarse. Las autoridades españolas dejaron de lado las costumbres de respeto y los regalos que eran importantes para mantener la paz.
Ansay también enfrentó problemas de dinero, lo que limitaba sus acciones. En 1800, intentó mediar en un conflicto entre comunidades indígenas. Cuando el "capitán de amigos" (un intermediario entre españoles e indígenas) falleció, las comunidades pidieron que su hermano lo reemplazara. Ansay se negó, lo que causó enojo. Intentó resolver la situación con regalos, pero no fue suficiente.
Una líder indígena, María Josefa, viajó a Buenos Aires y se quejó directamente al virrey Rafael de Sobremonte sobre la actitud de Ansay. El virrey le pidió a Ansay que mejorara el trato y nombró a otras personas para mediar. También decidió reemplazar a Ansay como comandante de frontera, aunque Ansay mantuvo su cargo de comandante de armas.
El 2 de abril de 1805, Ansay, junto con el teniente coronel Miguel Teles Meneses, fundó el Fuerte San Rafael del Diamante.
Revisión de caminos
A finales de 1801, debido al aumento del comercio, se hizo necesario revisar el estado de los caminos que conectaban San Luis con Mendoza. Ansay fue el encargado de esta tarea.
Entre diciembre de 1801 y junio de 1802, Ansay recorrió y describió tres caminos principales. En sus diarios, detalló las distancias, el estado del terreno, la vegetación y el tipo de suelo.
Las Invasiones Inglesas
Durante las Invasiones Inglesas (cuando los británicos intentaron tomar Buenos Aires), Ansay partió hacia Buenos Aires el 16 de julio de 1806 con 400 milicianos de Mendoza. Su objetivo era unirse a otras fuerzas, pero tuvo que detenerse por falta de caballos.
El 7 de septiembre de 1806, Ansay recibió la orden de custodiar a 400 prisioneros británicos (200 para San Juan y 200 para Mendoza). También venían con ellos 41 mujeres y 25 niños. Ansay se quejó de que no tenía suficientes armas, hombres o lugares para alojarlos.
A finales de 1806, Ansay organizó el transporte de pólvora, plomo y armas a Buenos Aires para ayudar en la defensa.
Prisioneros británicos
Cuando los prisioneros británicos llegaron a Mendoza, el cabildo (gobierno local) presionó a Ansay para que aumentara la vigilancia y los trasladara a otros lugares. Temían que los prisioneros se rebelaran o se unieran a las comunidades indígenas.
Ansay propuso trasladarlos a Luján para ahorrar recursos. El cabildo, sin embargo, envió una carta al virrey expresando sus miedos. Ansay aclaró que los prisioneros se habían comportado bien y que Mendoza debía colaborar con su custodia.
En Luján, los prisioneros, mujeres y niños convivían con 25 milicianos. Ansay logró enviar 100 prisioneros a San Juan y 39 a San Luis, a pesar de la oposición de las autoridades de esos lugares.
Ansay estableció reglas para los prisioneros, como prohibir el consumo excesivo de bebidas en el cuartel. También insistió en la limpieza del lugar y de las personas. Un pequeño grupo de músicos británicos tenía un trato especial y animaba fiestas.
Muchos británicos escaparon de las columnas que los llevaban de regreso a Buenos Aires. Algunos regresaron a Mendoza y se quedaron a vivir allí. Años después, el general José de San Martín formó con ellos una compañía de "Cazadores ingleses".
Subdelegado de la Real Hacienda y Guerra
Desde finales de diciembre de 1808, Ansay también asumió el cargo de subdelegado de la Real Hacienda y Guerra. Todos estos cargos dependían del gobernador de la intendencia de Córdoba del Tucumán.
La Revolución de Mayo
Eventos de junio y julio de 1810
Las noticias de la Revolución de Mayo en Buenos Aires llegaron a Mendoza en junio de 1810. El 13 de junio, el comandante de frontera Manuel Corvalán trajo las comunicaciones oficiales de la nueva Junta de Gobierno de Buenos Aires. Al día siguiente, llegaron órdenes del gobernador de Córdoba, quien no reconocía a la Junta. Ansay y otros funcionarios reales decidieron seguir las órdenes del gobernador de Córdoba.
El 23 de junio de 1810, se realizó un cabildo abierto en Mendoza. Se decidió obedecer la orden de enviar un representante a Buenos Aires para formar un nuevo gobierno. Ansay y sus colegas se opusieron, siguiendo la postura del gobernador de Córdoba.
Esa misma noche, un grupo de personas se reunió y pidió que Ansay entregara las armas al cabildo. Ansay se opuso al principio, pero luego aceptó para evitar conflictos. Isidro Sáenz de la Maza fue nombrado nuevo comandante de armas.
Ansay se quejó de que el cabildo había cedido ante la presión de un grupo pequeño. El 27 de junio, Ansay entregó las armas. El cabildo envió una nota a la Junta de Buenos Aires explicando la situación y pidiendo que no se dudara de la lealtad de Ansay, ya que él solo seguía órdenes de sus superiores.
El 29 de junio, Ansay decidió recuperar el control del cuartel. Con un grupo de quince personas, incluyendo algunos exmilitares británicos que se habían quedado en Mendoza, ocupó el cuartel sin usar la fuerza. Ansay convenció a sus oponentes de la necesidad de un nuevo acuerdo. Se acordó que Ansay seguiría al mando de las armas y que no se harían cambios hasta que la situación en Buenos Aires y Córdoba se aclarara.
El 1 de julio de 1810, llegó la noticia de que una expedición militar estaba lista para salir de Buenos Aires. Ansay y el cabildo acordaron trabajar juntos, firmando todas las decisiones como "El Gobierno". También se acordó que Ansay seguiría a cargo de las fuerzas armadas y que no se buscarían cambios en la forma de gobierno establecida.
Cuando el coronel Juan Bautista Morón llegó a Mendoza el 10 de julio, con órdenes de la Junta de interceptar armas para Córdoba, Ansay y el Cabildo se pusieron a su disposición.
El 17 de julio, el gobernador de Córdoba ratificó el acuerdo del 29 de junio y pidió más armas y soldados. El cabildo aprovechó para pedir que Ansay cediera el control de las armas a otra persona, manteniendo su cargo y honores. Ansay aceptó, y el mando pasó a su segundo, Francisco Javier de Rosas.
El 20 de julio, llegaron órdenes de la Junta de Buenos Aires para que Ansay y otros dos ministros fueran destituidos, arrestados y enviados a Buenos Aires. La Junta nombró a Isidro Saenz de la Maza como nuevo comandante de armas. Ansay relató que ese día, miembros del cabildo y amigos fueron a su casa para expresarle su apoyo. En los días siguientes, Ansay y los otros funcionarios entregaron todo en orden.
Arresto y viaje a Buenos Aires
El 25 de julio de 1810, Ansay, junto con los ministros Torres y Harriet y Gómez de Liaño, y dos de sus esclavos, partieron de Mendoza hacia Buenos Aires. Fueron escoltados por milicianos.
Durante el viaje, Ansay se separó de sus compañeros para ir más rápido a caballo. El 9 de agosto, el capitán de caballería José Moldes lo encontró y ordenó que le pusieran grilletes, aunque no pudo hacerlo. Moldes también hizo un inventario detallado de sus pertenencias y dinero, que fue confiscado por orden de la Junta.
Al día siguiente, Ansay fue custodiado por el capitán José Narciso Domínguez y alojado en su estancia. Todos los gastos del viaje fueron pagados con el dinero confiscado a Ansay. Ansay envió una carta a la Junta de Buenos Aires explicando su situación y pidiendo una oportunidad para defenderse.
El 27 de agosto, Ansay se enteró de que había sido acusado públicamente de amenazar a soldados para que lo apoyaran. También se enteró de los fusilamientos en Cruz Alta. El 7 de septiembre, Ansay llegó a Buenos Aires y se presentó en la casa de gobierno.
Prisión y condena
Esa misma noche, Ansay fue llevado a la cárcel de la Cuna en Buenos Aires. Le pusieron grilletes en los pies, lo que le dificultaba moverse. Al día siguiente, tuvo que pagar los gastos de su custodia. Dos días después, sus compañeros, Torres y Harriet y Gómez de Liaño, también llegaron a la prisión.
Marcos Balcarce, el comandante de la cárcel, confiscó los bienes y el dinero de Ansay, dejándole solo unos pocos pesos y sus dos esclavos. A pesar de estar incomunicados, algunos amigos lograron visitarlos. El 24 de septiembre, le informaron a Ansay que su vida estaba a salvo.
El 26 de septiembre, Ansay fue informado de que había sido destituido de sus cargos y condenado a diez años de prisión en Carmen de Patagones. La sentencia fue comunicada a las autoridades de Córdoba y Mendoza.
El 1 de octubre, se ordenó la venta de los bienes de Ansay en Buenos Aires, incluyendo a sus dos esclavos. El 12 de octubre, se informó que los bienes de Ansay en Mendoza, incluyendo tres esclavos, ya habían sido subastados. El 6 de noviembre, la Junta decidió pagar los salarios atrasados de Ansay y fijó una cantidad para su manutención en la prisión de Patagones.
En Carmen de Patagones
Viaje al destierro
El 13 de noviembre de 1810, Ansay y once prisioneros salieron de la prisión de la Cuna en Buenos Aires. El grupo fue custodiado por el capitán José Mármol. Ansay pudo comprar una pequeña carreta para su transporte.
Durante el viaje, se encontraron con comunidades indígenas. El 6 de diciembre, unos 400 indígenas armados se acercaron. El cacique Bravo sospechaba que la columna iba a unirse con fuerzas enemigas. Después de una larga discusión y la entrega de regalos, pudieron continuar.
El 15 de diciembre, llegaron al río Colorado, que tardaron dos días en cruzar. El 21 de diciembre, después de 38 días de viaje y unos mil kilómetros, llegaron a Carmen de Patagones, un lugar que Ansay describió como "despoblado, sin caminos, por entre infieles y enemigos".
Estancia en prisión
Cuando Ansay llegó a Nuestra Señora del Carmen de Patagones, el lugar ya era un poblado establecido. La tropa del fuerte estaba compuesta por veteranos, y muchos desertaban hacia las comunidades indígenas.
El fuerte estaba al mando del comandante Francisco Javier de Sancho. Ansay y sus compañeros fueron tratados con dignidad y cordialidad por Sancho, quien conocía a Ansay de antes. Fueron alojados en habitaciones limpias y comían con el comandante.
Desde el primer día, Ansay y sus amigos pensaron en escapar por mar hacia Montevideo. Para ello, necesitaban un barco adecuado y la oportunidad de tomar el fuerte.
Mientras esperaban, Ansay organizó sus papeles y escribió un diario detallado de su viaje. También se mantuvo en contacto con amigos en Buenos Aires y Mendoza a través de un mensajero indígena. La noticia de que otros prisioneros políticos serían enviados a Patagones alarmó a Ansay, pero el cacique Bravo impidió su paso, lo que fue un alivio. Sin embargo, las relaciones con Sancho comenzaron a empeorar.
En 1812, se ultimaron los detalles de la fuga. Se buscó el apoyo de vecinos, soldados y prisioneros leales al rey. Contaron con la ayuda del sargento Domingo Fernández.
Llegaron varios barcos a Patagones, pero no eran adecuados para el escape. Finalmente, a principios de abril de 1812, llegó el barco inglés Amazonas, que era nuevo y perfecto para sus planes.
La fuga
El 20 de abril de 1812, a las 9 de la noche, un grupo de 14 soldados abordó el bergantín Amazonas y lo tomó en silencio. Al mismo tiempo, en la fortaleza, el sargento Fernández consiguió la lealtad de los soldados al rey y propuso a Ansay como comandante, lo cual fue aceptado. Ansay exigió la misma lealtad de los soldados.
Una comitiva detuvo al comandante Sancho y a otros funcionarios, quienes fueron llevados a las habitaciones que habían sido preparadas para los prisioneros que el cacique Bravo había impedido que llegaran. Al amanecer, los vecinos fueron informados y se les pidió que firmaran un documento de apoyo a las nuevas autoridades. La mayoría aceptó. Al día siguiente, se celebró una misa y las nuevas autoridades juraron.
El 23 de abril, los vecinos pidieron que Ansay se quedara en Patagones como comandante hasta que las autoridades de Montevideo enviaran un reemplazo. Ansay aceptó, y el 28 de abril, el barco partió hacia el río Negro, llevando a bordo a los funcionarios depuestos y algunos prisioneros.
Dos días después, el barco encalló en la barra del río. El pueblo ayudó a descargarlo para liberarlo. Este contratiempo retrasó el viaje.
Doce días después, llegó el rumor de otro barco. El 19 de mayo, se confirmó que el queche Hiena, un barco de guerra, estaba anclado cerca. Ansay planeó un engaño para capturarlo. El 22 de mayo, el capitán del Hiena, Tomás Taylor, fue capturado y enviado a Patagones. Al día siguiente, se ejecutó el resto del plan, capturando a 72 marineros del Hiena.
El 2 de junio, el Hiena estaba listo para partir. Llevaba a bordo a Sancho, Azamor, Acosta, Fernández y los ministros de Ansay. Con la ayuda del capitán Taylor, el barco partió el 9 de junio y llegó a Montevideo el 13 de junio.
Durante junio y julio de 1812, Ansay quedó solo al mando del fuerte. Se dedicó a reparar armas, el muelle y las instalaciones del fuerte. Con pocos hombres, controló a los 72 prisioneros del Hiena.
El 24 de julio, llegó un barco de Montevideo con noticias del recibimiento del Hiena. Cinco días después, llegó otro buque de guerra con el capitán Fernández como nuevo comandante del fuerte y órdenes de llevar a Ansay a Montevideo. El 1 de agosto, Ansay entregó el mando.
El 17 de agosto, Ansay se despidió de los habitantes de Carmen de Patagones y se embarcó. El 26 de agosto, hubo un intento de rebelión de los prisioneros del Hiena, que terminó con la ejecución de los líderes. Al día siguiente, el 27 de agosto de 1812, Ansay partió y llegó a Montevideo el 7 de septiembre. Estuvo en Carmen de Patagones 615 días, 486 como prisionero y 103 como comandante del fuerte.
En Montevideo
En Montevideo, el gobernador Gaspar de Vigodet nombró a Ansay Comandante de la fortaleza del Cerro. Sin embargo, la ciudad estaba sitiada por el ejército independentista de José Rondeau. Ansay hacía salidas para conseguir alimentos, pero cada vez era más difícil. En mayo de 1814, la flota de Buenos Aires derrotó a la española y cerró el cerco de la ciudad por mar.
Vigodet rindió Montevideo en junio de 1814. Ansay fue tomado prisionero y enviado a Buenos Aires con otros 300 prisioneros españoles. De allí, fue trasladado a Río Cuarto y luego a Córdoba. El 4 de marzo de 1817, llegó a Córdoba y se enteró de que Chile, su última esperanza, también había caído en manos independentistas.
Un lugar de detención en la pampa
Hasta 1814, la frontera sur llegaba hasta el río Salado. Después de esa fecha, se comenzaron a ocupar territorios más allá de ese río. Se establecieron estancias y también instalaciones militares. Una de ellas fue la guardia sobre la laguna Kakel Huincul, cuya función era proteger las estancias de posibles ataques.
En 1817, el gobierno estableció un lugar de detención llamado Las Bruscas o Santa Elena, fundó un pueblo cercano, la actual Dolores, y una "estancia de la patria" para alimentar a los prisioneros que trabajarían allí.
Las Islas del Tordillo eran unos montes donde funcionaban hornos de carbón. Esta zona era refugio de personas que huían de la justicia. El plan del gobierno era concentrar a los prisioneros de diferentes lugares en Las Bruscas.
Los primeros prisioneros llegaron en julio de 1817. En abril de 1818, ya había 487 personas.
Ansay partió de Córdoba el 8 de junio de 1817 con otros 36 prisioneros. Después de un largo viaje, llegó a la estancia de Carmona el 17 de julio. Finalmente, el 22 de septiembre, Ansay llegó a lo que llamó el "depósito de Las Bruscas".
No era difícil escapar de Las Bruscas, un fortín hecho de palos y tierra. Lo difícil era llegar a algún lugar seguro, ya que estaba rodeado de lagunas y pantanos. Además, había comunidades indígenas y delincuentes que no eran amigables con los viajeros solitarios. A pesar de esto, la preocupación principal de las autoridades era la fuga de los prisioneros y la deserción de los guardias. Cada prisionero tuvo que construir su propia vivienda, y sufrieron muchas dificultades durante tres años.
A pesar de sus muchos pedidos para ser trasladado a Buenos Aires, no lo logró hasta mayo de 1820. En la capital, había mucho desorden. En octubre, Ansay logró escapar a través del Río de la Plata y llegó a Colonia del Sacramento.
Regreso a España y legado
La Banda Oriental estaba bajo control portugués, por lo que Ansay no tuvo problemas para conseguir un viaje de regreso a España. Pasó por Montevideo, Río de Janeiro, Cádiz y Madrid. Finalmente, llegó a su ciudad natal, Zaragoza. Esperaba recibir algún reconocimiento oficial, pero el gobierno de ese momento no le dio ninguno.
Después de que el rey Fernando VII regresara al poder, Ansay escribió sus memorias para el ministerio de guerra. Al principio, era un simple relato militar de su carrera, pero luego lo transformó en una historia más personal de sus aventuras y desventuras desde la Revolución de Mayo. Sus escritos son una de las pocas fuentes históricas que nos permiten saber qué les pasó a los prisioneros leales al rey que cayeron en manos de los patriotas americanos. Sus memorias fueron publicadas mucho después y son casi la única forma de conocer la vida de Faustino Ansay.
Falleció en Zaragoza en la década de 1840.
En la literatura
La vida y las ideas de Ansay fueron interpretadas por Martín Caparrós en su novela Ansay, o los infortunios de la gloria (1984).