Entrevista de Pultumarca para niños
La entrevista de Pultumarca, también conocida como la reunión en los «Baños del Inca», fue un encuentro importante durante la llegada de los españoles al Imperio incaico. Ocurrió el 15 de noviembre de 1532, cerca de la ciudad de Cajamarca. Fue la primera vez que el Inca Atahualpa, el líder del Imperio inca, se reunió con los enviados de Francisco Pizarro, el jefe de los conquistadores españoles.
Los embajadores españoles fueron Hernando de Soto y Hernando Pizarro. Ellos invitaron a Atahualpa a cenar con Francisco Pizarro en Cajamarca. Atahualpa aceptó la invitación y al día siguiente entró en la plaza de la ciudad con muchos de sus seguidores. Sin saberlo, cayó en una trampa que le tendieron los españoles, un evento conocido como la captura de Atahualpa.
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¿Qué pasó antes de la entrevista?
Después de ganar una guerra contra su hermano Huáscar, Atahualpa se dirigió a Cajamarca. Allí se enteró de que un grupo de personas extrañas (los españoles) estaban explorando la costa norte de su imperio. Desde Cajamarca, Atahualpa invitó a Francisco Pizarro a reunirse con él. Pizarro aceptó y viajó para encontrarse con el Inca, cruzando las montañas de los Andes.
Cuando Pizarro llegó a Cajamarca, la ciudad estaba vacía. El Sapa Inca, Atahualpa, se encontraba en Pultumarca, a poca distancia de la ciudad. Estaba en un palacio construido en medio de unas fuentes de agua caliente, un lugar de descanso que hoy conocemos como los Baños del Inca. El ejército de Atahualpa, con unos 30.000 guerreros, estaba acampado cerca. Los españoles vieron muchas tiendas blancas que albergaban a los guerreros incas, lo que los impresionó mucho. Un cronista de la época, Miguel de Estete, escribió que les causó "harto espanto" ver tantas tiendas y tan bien organizadas.
¿Quiénes fueron los embajadores?

Pizarro le pidió a Hernando de Soto que fuera a ver al Inca para invitarlo a cenar en Cajamarca. Pizarro le insistió a Soto que la invitación debía ser muy amable y pacífica para evitar problemas. Soto salió con veinte jinetes y el intérprete Felipillo.
Mientras Soto iba de camino, Pizarro, desde una torre en Cajamarca, vio el enorme campamento del Inca. Temió que sus hombres pudieran caer en una emboscada y envió a su hermano Hernando Pizarro con otros veinte jinetes y el intérprete Martinillo para apoyar a Soto.
¿Cómo era Pultumarca?
Pultumarca se encuentra hoy en el distrito de Baños del Inca, en la provincia de Cajamarca. Era un lugar de descanso para los incas, famoso por sus aguas termales. Para llegar allí, los españoles caminaron por un camino de piedra que pasaba entre dos canales de agua. Este camino terminaba en un río, donde comenzaba el campamento del Sapa Inca.
Más allá del campamento, estaba el palacio de Atahualpa. Estaba en medio de un campo cultivado y tenía dos torres y cuatro habitaciones de piedra alrededor de un gran estanque. Unos cuatrocientos guerreros incas custodiaban la residencia del Inca. El cronista Francisco de Jerez describió el lugar como la mejor casa que había visto entre los indígenas, con un estanque de agua caliente y fría que se mezclaban.
¿Cómo fue la reunión?
Hernando de Soto y sus hombres llegaron primero al palacio. Sin bajarse de sus caballos, enviaron a Felipillo para pedir ver al Sapa Inca. Un noble inca llevó el mensaje a Atahualpa, y los españoles esperaron. Pasó el tiempo y nadie salía. En ese momento llegó Hernando Pizarro con otros cuatro españoles, todos a caballo.
Hernando Pizarro, sin bajarse de su caballo, le preguntó a Soto por qué se demoraban. Soto respondió que estaban esperando a Atahualpa. Hernando Pizarro se enojó y le dijo a Martinillo que llamara al Inca. Como nadie salía, se molestó aún más y dijo: "¡Decidle al perro que salga...!"
Después de este comentario, un noble inca salió del palacio. Regresó adentro para informarle a Atahualpa que el mismo español enojado que lo había tratado con dureza en Poechos estaba afuera. Atahualpa decidió salir, caminando hacia la puerta del palacio y sentándose en un banco, detrás de una cortina que solo dejaba ver su silueta.
Soto se acercó a la cortina, todavía a caballo, y le presentó la invitación a Atahualpa. Pero el Inca ni siquiera lo miró. En cambio, le susurró algo a uno de sus nobles. Hernando Pizarro, muy impaciente, volvió a perder la calma y empezó a gritar. Esto llamó la atención del Sapa Inca, quien ordenó que quitaran la cortina. Por primera vez, los españoles pudieron ver al líder del Tahuantinsuyo. Lo describieron como un hombre de unos treinta y cinco años, con una mirada fuerte, y en su cabeza brillaba la mascapaicha, una borla de color rojo intenso.
Atahualpa miró fijamente al español que lo había llamado "perro", pero se dirigió a Soto. Le dijo que le avisara a su jefe que al día siguiente iría a verlo en Cajamarca y que allí deberían pagarle todo lo que habían tomado en sus tierras.
Hernando Pizarro, sintiéndose ignorado, le dijo a Martinillo que le comunicara al Inca que no había diferencia entre él y el capitán Soto, porque ambos eran capitanes del rey de España. Pero Atahualpa no mostró ninguna reacción. Tomó dos vasos de oro llenos de chicha (una bebida de maíz) que le ofrecieron unas mujeres. Soto le dijo al Inca que su compañero era el hermano del Gobernador. El Sapa Inca siguió mostrando indiferencia hacia Hernando Pizarro, pero finalmente se dirigió a él. Le dijo que su capitán Maizavilca le había contado cómo había tratado con dureza a varios líderes indígenas, encadenándolos. También dijo que Maizavilca se jactaba de haber matado a tres cristianos y un caballo. El impulsivo Pizarro respondió que Maizavilca era un mentiroso y que él y todos los indígenas nunca podrían matar a cristianos ni a caballos, y que si quería comprobarlo, que lo acompañara en la guerra contra sus enemigos para ver cómo luchaban los españoles.
El Sapa Inca, mirando con desprecio al español, solo respondió que había un líder que no le obedecía y que esa podría ser una oportunidad para que los españoles acompañaran a su gente en la guerra que pensaba iniciar. Hernando Pizarro siguió con sus comentarios desafiantes, diciendo que no era necesario que el Inca enviara a todos sus hombres, pues solo diez españoles a caballo bastaban para someter a cualquier líder. Este lenguaje agresivo de Hernando Pizarro iba en contra del plan de su hermano Francisco, pero afortunadamente para él, Atahualpa debió tomarlo como simples fanfarronadas.
Luego, el Sapa Inca ofreció a los españoles los vasos de chicha. Ellos, temerosos de que la bebida estuviera envenenada, se negaron, diciendo que estaban en ayuno. El Inca les respondió que él también estaba ayunando y que la chicha no rompía el ayuno. Para que se sintieran seguros, el Inca probó un sorbo de cada vaso, lo que tranquilizó a los españoles, quienes entonces bebieron.
Soto, montado en su caballo, quiso lucirse y empezó a galopar, haciendo piruetas frente al Sapa Inca. De repente, avanzó hacia el monarca como si fuera a atropellarlo, pero se detuvo bruscamente. Soto se asombró al ver que el Inca había permanecido inmóvil, sin mostrar el menor signo de miedo. Algunos de los sirvientes del Inca sí mostraron temor y por ello fueron castigados. Atahualpa luego ordenó traer más bebida y todos bebieron. La entrevista terminó con la promesa de Atahualpa de ir al día siguiente a encontrarse con Francisco Pizarro.