Caso Añoveros para niños
El caso Añoveros fue un desacuerdo importante que ocurrió en España entre febrero y marzo de 1974. En ese tiempo, España estaba bajo un gobierno que se conoce como el franquismo, que era un sistema político autoritario.
A finales de febrero de 1974, el obispo de Bilbao, monseñor Antonio Añoveros Ataún, fue presionado para que se fuera de España. Esto sucedió porque había escrito un mensaje, llamado homilía, donde hablaba a favor de la libertad del pueblo vasco y de un sistema político que respetara su forma de ser.
El gobierno de entonces, liderado por Carlos Arias Navarro, había dicho poco antes que quería ser más abierto. Sin embargo, consideró que el mensaje del obispo era un "grave ataque a la unidad nacional".
El cardenal Tarancón, que era la máxima autoridad de la Iglesia Católica en España, y la Conferencia Episcopal Española (un grupo de obispos) defendieron a monseñor Añoveros. Dijeron que el gobierno no tenía derecho a expulsar a un obispo y amenazaron con una excomunión (una medida que excluye a alguien de la comunidad de la Iglesia) a quien diera la orden de expulsión.
El papa Pablo VI apoyó al cardenal Tarancón y a monseñor Añoveros. Al final, el propio Francisco Franco, que era el jefe de Estado, tuvo que intervenir y ordenar a Arias Navarro que cambiara de opinión.
Finalmente, el gobierno y la Santa Sede (la autoridad central de la Iglesia Católica), representados por monseñor Angelo Acerbi, llegaron a un acuerdo. El obispo de Bilbao recibió un permiso especial para tomar unas vacaciones, sin tener que negar lo que había dicho en su mensaje. Arias Navarro tuvo que aceptar esta solución.
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¿Qué sucedió exactamente?
Siguiendo las nuevas ideas del Concilio Vaticano II, el obispo de Bilbao, Antonio Añoveros Ataún, que había nacido en el País Vasco, compartió algunas de sus responsabilidades con un grupo llamado Consejo episcopal. Este Consejo incluía sacerdotes, religiosos y personas laicas. El vicario de la diócesis, José Ángel Ubieta, que tenía ideas sobre la identidad vasca, estaba a cargo del Consejo.
El Consejo preparó cinco mensajes para ser leídos en las iglesias de la diócesis. Uno de ellos, titulado El cristianismo, mensaje de salvación para los pueblos, decía que al pueblo vasco se le estaba impidiendo mantener su identidad y pedía que se reconociera su "derecho a la libertad". Monseñor Añoveros hizo algunos cambios al texto y lo hizo suyo. El mensaje decía que la libertad de una persona está unida a la libertad de su pueblo, que la Iglesia reconoce el derecho de los pueblos a mantener su propia identidad, y que el pueblo vasco enfrentaba dificultades para disfrutar de este derecho, por lo que se pedían cambios.
La reacción del gobierno
El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Tarancón, se enteró del mensaje y se reunió con Añoveros en Madrid el 20 de febrero de 1974, pero Añoveros no le dio mucha importancia. Otro cardenal, Narciso Jubany, que sí conocía el contenido, le dijo a Tarancón que el mensaje era "imprudente e inaceptable". Pero monseñor Añoveros no quiso cambiar su postura y regresó a Bilbao.
Al día siguiente, 21 de febrero, el ministro de Justicia, Francisco Ruiz Jarabo, llamó alarmado a Tarancón, porque había leído el mensaje. Como el cardenal dijo que no lo conocía, el ministro le envió una copia. Tarancón, sabiendo que esto podía causar problemas con el gobierno, habló con el nuncio (el representante del Papa en España), Luigi Dadaglio. El nuncio le dijo que el Ministerio de Asuntos Exteriores español había pedido que se impidiera la lectura del mensaje. Cuando hablaron con el obispo Añoveros, este dijo: "Volverme atrás ahora por presión del Gobierno podría producir un auténtico escándalo". Solo aceptó que la lectura del mensaje no fuera obligatoria.

La lectura completa del mensaje se realizó el día previsto, el domingo 24 de febrero. En algunas iglesias de Bilbao hubo protestas y algunos sacerdotes no lo leyeron. El martes 26, algunos periódicos españoles criticaron duramente el mensaje, acusándolo de defender la separación. Ese mismo día, el gobierno decidió expulsar de España al obispo Añoveros por "desobediencia a la autoridad civil". Inmediatamente, ordenó que Añoveros fuera confinado en su casa, esperando ser llevado al aeropuerto de Sondika para un vuelo a Roma.
Al día siguiente, el nuncio Dadaglio fue llamado al Ministerio de Asuntos Exteriores. Al mismo tiempo, el ministro de Justicia se presentó en la oficina del cardenal Tarancón. Ambos ya sabían que el obispo de Bilbao estaba retenido en su casa y amenazado con ser desterrado. Ruiz Jarabo le propuso a Tarancón que Añoveros se fuera de España voluntariamente o que fuera llamado desde el Vaticano, a lo que el cardenal se negó. Tarancón le dijo a Ruiz Jarabo que si el obispo había cometido algún delito, que lo juzgaran. Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores, Pedro Cortina Mauri, le dio a Dadaglio un plazo de 48 horas para que Añoveros aceptara irse de España, y llegó a amenazarlo con declararlo "persona no grata", lo que habría significado romper relaciones con la Santa Sede.
La Iglesia defiende al obispo
El cardenal Tarancón decidió convocar a la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española para dos días después. Esta Comisión estuvo de acuerdo con el cardenal en apoyar al obispo Añoveros y fue más allá: decidió que si se expulsaba al obispo, excomulgarían a la persona que firmara la orden. El propio Añoveros había hecho la misma amenaza de excomunión al Jefe de Policía de Bilbao. Al mismo tiempo, acordaron que monseñor Añoveros hiciera una declaración negando que su mensaje fuera de separación y reafirmando su "amor a España".
El gobierno respondió con una nota pública el domingo 3 de marzo, con acusaciones muy duras contra el obispo Añoveros, presentándolo como enemigo de la "unidad nacional" y sugiriendo que apoyaba ideas que el gobierno consideraba peligrosas para la unidad del país.

El nuncio Dadaglio, que había viajado a Roma para recibir instrucciones, regresó a Madrid el martes 5 de marzo para calmar la situación. Mientras tanto, el cardenal Tarancón se reunió en privado con el presidente de las Cortes franquistas, Alejandro Rodríguez de Valcárcel, para que intercediera ante el gobierno, ya que este seguía insistiendo en que Añoveros debía irse del país.
Al día siguiente, miércoles 6 de marzo, Tarancón se entrevistó con los ministros Pío Cabanillas y Antonio Carro. Este último le comunicó que el gobierno tenía preparada una nota para romper relaciones con la Santa Sede. Los dos ministros negaron que el obispo estuviera detenido, sino que estaba bajo "protección" debido a la "tensa" situación en Bilbao. Finalmente, acordaron que el obispo Añoveros viniera a Madrid y diera una declaración ante la Permanente de la Conferencia Episcopal.
Efectivamente, al día siguiente Añoveros viajó a la capital y se alojó en la Nunciatura. Ese mismo día, la Secretaría de Estado de la Santa Sede hizo pública una nota en la que se oponía a la salida del obispo de España. El viernes 8 de marzo, Añoveros hizo la declaración que se le pedía, pero al gobierno no le gustó porque "no contiene las seguridades del respeto al principio de la unidad de la Patria adecuadas para resolver" el conflicto. La Permanente respondió mostrando su apoyo al obispo Añoveros, destacando su "espíritu pastoral y amor a España", y enviando una nota al gobierno reiterando que Añoveros siempre había demostrado "su constante amor a España y el respeto y lealtad debidos a la unidad nacional".
La solución del conflicto
Fue entonces cuando el gobierno cambió de opinión por orden de Franco. Según contó el cardenal Tarancón, Franco llamó a Arias Navarro y le preguntó alarmado: "¿A dónde quiere llevarnos?". Franco no quería arriesgarse a que su presidente del gobierno fuera excomulgado, así que obligó a Arias a retractarse, como afirmó Paul Preston.
El gobierno justificó su cambio de postura diciendo que la nota de la Permanente era suficiente, ya que, aunque no era una declaración directa del obispo, sí era de un organismo del que él formaba parte. El gobierno retiró sus amenazas y se mostró dispuesto a negociar directamente con la Santa Sede.
Así, el lunes 11 de marzo, llegó a Madrid monseñor Angelo Acerbi, un alto funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano. El acuerdo al que llegaron fue darle al obispo Añoveros un permiso especial para tomar vacaciones. Él aceptó con una condición que le fue concedida: que se le permitiera regresar a Bilbao y permanecer allí al menos 24 horas. Añoveros salió de Bilbao el jueves 14 de marzo. El vicario de la diócesis, José Ángel Ubieta, lo hizo dos días después.
El lunes 18, el cardenal Tarancón envió una carta al presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, en la que planteaba la necesidad de colaboración entre las autoridades del Estado y las de la Iglesia en España.
¿Qué significó este caso?
Este incidente fue visto como una derrota política para el gobierno, que se vio obligado a ceder ante la firme postura de la Iglesia católica y la Santa Sede. Estuvo a punto de causar una ruptura entre el Vaticano y el gobierno español. Sin embargo, mostró que había un desacuerdo profundo e inevitable entre la Iglesia y el gobierno de ese tiempo.
Algunos políticos de la época, como Laureano López Rodó y Manuel Fraga Iribarne, escribieron que el gobierno había quedado en "ridículo" o había dado "un paso en falso" y no había superado la "prueba de fuerza". Esto se demostró en que tres ministros estuvieron a punto de renunciar.
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Cardenal-arzobispo de Madrid Vicente Enrique y Tarancón.
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El presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro.