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Antón Makárenko para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Antón Makárenko
Makarenko.jpg
Información personal
Nombre de nacimiento Antón Semiónovich Makárenko
Nacimiento 13 de marzo de 1888
Bandera de Rusia Bilopilia, Imperio ruso
Fallecimiento 1 de abril de 1939
Bandera de la Unión Soviética Moscú, RSFS de Rusia, Unión Soviética
Causa de muerte Insuficiencia cardíaca
Sepultura Cementerio Novodévichi
Nacionalidad ruso-soviético
Familia
Cónyuge Tatiana Mijáilovna Dergachova
Educación
Educado en Poltava National Pedagogical University
Información profesional
Ocupación pedagogo, escritor
Años activo desde 1914
Miembro de Unión de Escritores Soviéticos
Sitio web www.makarenko.edu.ru
Distinciones
  • Orden de la Bandera Roja del Trabajo
Firma
Signature. Anton Makarenko.jpg

Antón Semiónovich Makárenko (en ruso, Антон Семёнович Макаренко; en ucraniano, Антон Семенович Макаренко; Bilopilia, 13 de marzo de 1888-Moscú, 1 de abril de 1939) fue un pedagogo y escritor ruso-soviético. Después de un importante cambio en su país, fundó hogares para niños que habían quedado huérfanos por la guerra. Entre estos, destacó la Colonia Gorki. Más tarde, fundó otro centro llamado Dzerjinski, donde trabajó hasta el final de su vida.

Makárenko escribió muchos libros. Uno de los más conocidos es El Poema pedagógico (Педагогическая поэма), que cuenta la historia de la colonia Gorki. Este libro fue muy popular y hoy en día se estudia en muchas universidades relacionadas con la escuela y la pedagogía.

La vida de Antón Makárenko

Sus primeros años y educación

Antón Makárenko nació el 1 de marzo de 1888, en la ciudad de Bilopol, en lo que hoy es Ucrania. Su padre, Semión Grigórievich, era pintor. Antón fue el segundo hijo de la familia. Aunque de pequeño fue un niño débil, con el tiempo se hizo fuerte.

A los cinco años, ya sabía leer y escribir. Desde muy joven, mostró una gran capacidad para observar y quería entender el porqué de las cosas. Su madre, a diferencia de su padre que era más callado, era una mujer alegre y optimista. Ella llenaba la casa de alegría, algo que Makárenko llamó "tono mayor" en sus libros.

En 1895, a los siete años, Antón entró a la escuela. En 1900, su padre, que trabajaba en el ferrocarril, consiguió un nuevo empleo en Kriúkov, un barrio de la ciudad de Kremenchug. Allí, su padre fue nombrado pintor oficial y luego ascendió a capataz. Makárenko se matriculó en la escuela urbana de Kremenchug, donde estudió durante seis años.

Su camino hacia la pedagogía

En 1904, a los dieciséis años, Makárenko terminó el instituto con excelentes calificaciones. Luego, ingresó a un curso de un año para ser maestro de niños pequeños en zonas rurales y barrios de trabajadores. En 1905, terminó el curso y empezó a trabajar como maestro en la escuela primaria de la empresa ferroviaria donde trabajaba su padre.

Era un profesor muy bueno, con muchos conocimientos y sabía enseñarlos bien. Ayudaba a sus alumnos a pensar y a razonar. Sin embargo, al principio, los niños no lo aceptaban del todo. Su interés por la pedagogía creció cuando, al revisar las notas de un trimestre, decidió hacer un experimento. Calculó el promedio de cada alumno y los ordenó del primero al último.

Cuando un estudiante que estaba en el último lugar (y que luego se supo que estaba enfermo) vio su posición, se puso muy triste. Esto conmovió a Makárenko. El joven maestro entendió que para educar no solo necesitaba saber mucho, sino también comprender la vida de cada estudiante y sus características personales para poder ayudarlos.

Durante esta etapa, hubo grandes cambios en su país. Makárenko y otros profesores leían periódicos que hablaban de nuevas ideas. Poco a poco, se formó un grupo de personas que se reunían para hablar de temas científicos y de la sociedad. Makárenko también fundó una casa hogar para niños huérfanos.

Ascenso y nuevas responsabilidades

En 1911, Makárenko fue enviado a un nuevo lugar como inspector de una escuela ferroviaria en Dolinskaya. En ese tiempo, "inspeccionar" también significaba dirigir, y Makárenko asumió esta tarea de forma muy creativa. En sus clases, combinaba el aprendizaje con actividades divertidas. Organizaba obras de teatro y juegos para sus alumnos, lo que sorprendía a todos por su gran alcance.

Por ejemplo, para celebrar un evento histórico, preparó un espectáculo teatral que no solo divirtió a los niños, sino también a los adultos del pueblo. En Dolínskaya, Makárenko lideró un grupo de estudio y debate, al que se unieron algunos trabajadores del ferrocarril. Se reunían los domingos en un bosque cercano para hablar sobre la necesidad de cambios en la sociedad y sobre la libertad y la democracia.

En 1914, se abrió el Instituto Pedagógico en Poltava, que formaba maestros para escuelas secundarias. Makárenko, que siempre quiso seguir aprendiendo, envió su solicitud y, tras aprobar los exámenes, se matriculó.

Su vida después de grandes cambios en el país

Makárenko ingresó al instituto a los 26 años, siendo el único estudiante con experiencia trabajando con niños. Desde el principio, se dedicó a estudiar a fondo la pedagogía y la literatura. En 1917, terminó el primer curso con una medalla de oro, lo que le permitió ocupar puestos de dirección en escuelas.

Una nueva etapa en la vida de Makárenko, y de millones de personas, comenzó con un gran cambio en su país. Lo que muchos habían soñado se hizo realidad. La gente empezó a cambiar su forma de pensar, dejando de lado el deseo de riqueza personal. La confianza y la ayuda mutua se volvieron muy importantes.

A principios de 1918, Makárenko regresó a la misma escuela donde había empezado a trabajar. La escuela ferroviaria de Kriúkov se había convertido en una escuela secundaria, y Makárenko fue nombrado director. Sin embargo, la situación era difícil debido a conflictos internos y la presencia de fuerzas extranjeras.

A finales de 1919, la paz llegó a Kremenchug y Kriúkov, y a principios de 1920, el nuevo gobierno se estableció en toda Ucrania. En agosto de 1919, Makárenko se mudó a Poltava, donde dirigió una escuela primaria. Al año siguiente, debido a la falta de espacio, la escuela de Makárenko compartió instalaciones con una oficina del gobierno, lo que dificultaba el estudio y los experimentos educativos.

Aportes de Makárenko a la educación

La educación en comunidad

Antón Makárenko propuso una forma de educación basada en la comunidad. Esto era muy importante después de los grandes cambios en su país, cuando se buscaba construir una sociedad nueva. El objetivo era que las personas valoraran el trabajo y colaboraran entre sí, en lugar de competir.

La educación era clave para formar una generación que construyera una sociedad donde todos trabajaran juntos. Se quería un futuro con una nueva forma de pensar, con personas comprometidas y con una buena formación en ciencia y tecnología.

Makárenko decía: "Estamos obligados a educar al ciudadano que nuestra sociedad necesita". Él no solo se enfocaba en formar trabajadores, sino en moldear el carácter, la conducta y la personalidad para la nueva sociedad.

Antón defendía una educación en grupo que uniera a cada persona, creando una red de apoyo. También promovía un método único para que todas las personas pudieran desarrollarse, expresar su forma de ser y seguir sus sueños.

El Poema Pedagógico

El Poema Pedagógico es una de las obras más importantes de Antón Makárenko. En este libro, cuenta su experiencia de 15 años (de 1920 a 1935) trabajando con jóvenes que habían tenido problemas con la ley, en lo que se llamó la Colonia Máximo Gorki. Allí, Makárenko desarrolló y perfeccionó un sistema educativo basado en la comunidad.

Esta obra es muy valiosa por sus ideas sobre cómo debe ser la educación. En El Poema Pedagógico, Makárenko explica que la educación es la fuerza que puede cambiar la sociedad y construir un mundo mejor.

Su modelo educativo se basa en dos ideas principales:

  • El objetivo de la educación debe ser el bienestar de la comunidad.
  • La educación se fortalece a través del trabajo, siempre y cuando el trabajo y el estudio se complementen. El primer objetivo depende del segundo, porque el trabajo ayuda a formar una conciencia de grupo.

El propósito de este modelo es formar personas capaces de integrarse en la comunidad y de entenderse como seres sociales. Así, las personas enfocarían sus acciones en mejorar la vida de todos.

En el libro, Makárenko se muestra como un educador que guía a la comunidad para que luego pueda dirigirse a sí misma. Él fue un ejemplo de trabajo, disciplina, dignidad y esfuerzo para los jóvenes, que gracias a su guía, al trabajo, a la distribución de responsabilidades, a la cooperación y a la participación, se convirtieron en una verdadera comunidad. Aprendieron que no estaban solos y que si alguien no hacía su parte, afectaba a todos.

Cada capítulo de la novela muestra el proceso educativo de Makárenko con sus alumnos. Aquellos jóvenes que al principio eran difíciles de manejar, se convirtieron en doctores, maestros, ingenieros o padres de familia, según sus propios deseos.

El Poema Pedagógico destaca la importancia del sistema educativo de Makárenko para formar una comunidad, fomentar el trabajo y desarrollar el carácter. Enseña sobre la firmeza, la voluntad, la dignidad, la disciplina y la capacidad de resistir tentaciones. También conecta el aprendizaje con los sentimientos, viendo la pedagogía como la observación del ser humano en toda su complejidad, incluyendo sus emociones.

La educación de los niños

Makárenko también hizo importantes contribuciones a la educación de los niños pequeños. En su obra Conferencias de Educación Infantil (1940), les pide a los padres que tomen con seriedad la educación de sus hijos. Él señala que los niños de hoy serán los ciudadanos del futuro, por lo que deben ser educados correctamente desde el principio. Si la educación es deficiente, dice Makárenko, "esto será fuente de amarguras y lágrimas", porque es difícil corregir malos hábitos después.

En esta obra, Makárenko diferencia entre la verdadera autoridad de los padres y la falsa autoridad. La falsa autoridad ocurre cuando los padres no entienden los verdaderos objetivos de la educación. Esto lleva a formar personas obedientes, que saben seguir órdenes, pero que son débiles por dentro.

Makárenko identificó nueve tipos de falsa autoridad:

  • Autoridad de la represión: Los padres usan golpes, insultos o castigos, lo que causa miedo en los niños. Esto forma personas oprimidas, sin ganas de hacer nada (abúlicas), que en el futuro podrían buscar venganza por una infancia difícil.
  • Autoridad del distanciamiento: Los padres no tienen contacto ni conversan con los niños. Ponen sus propios intereses por encima de los de sus hijos.
  • Autoridad de la jactancia: Los padres hablan mucho de sus cargos o profesiones, creando un ambiente de orgullo excesivo. Pierden de vista su papel en la educación de sus hijos.
  • Autoridad de la pedantería: Los padres creen que su palabra es sagrada y que sus hijos deben obedecerlos sin cuestionar. Ven cualquier acción de los hijos como una falta de respeto.
  • Autoridad del razonamiento: Los padres agobian a sus hijos con discursos y charlas, insistiendo en que ellos siempre tienen la razón.
  • Autoridad del amor: Los padres creen que conseguirán la obediencia de sus hijos solo con cariño. Con el tiempo, esto puede generar egoísmo en la familia y en los hijos, quienes se vuelven egoístas y manipuladores.
  • Autoridad de la bondad: Los padres son demasiado permisivos, temen los conflictos y no ponen límites. Esto hace que los hijos tomen el control y manipulen a sus padres.
  • Autoridad de la amistad: Makárenko acepta que padres e hijos sean amigos, pero debe haber límites. Si se cruzan esos límites, los hijos pueden terminar "educando" a los padres.
  • Autoridad del soborno: Es una forma incorrecta de autoridad, donde la obediencia se compra con regalos, premios o promesas.

Para Makárenko, estos tipos de autoridad no deben usarse. En cambio, propone que la autoridad debe basarse en el respeto, la seriedad, el compromiso y la responsabilidad. Él decía: "La autoridad real se basa en la participación activa del padre en la vida de la comunidad, en su sentido de responsabilidad, en su conocimiento de la vida del niño, en la ayuda que le da y en la responsabilidad por su educación".

El trabajo de Makárenko en un centro de jóvenes

Un nuevo desafío

En septiembre de 1920, le ofrecieron a Makárenko dirigir un centro para jóvenes con problemas de conducta, y él aceptó. El comienzo fue muy difícil. Los edificios estaban vacíos, sin ventanas, puertas ni estufas.

Dos meses después, cuando uno de los edificios fue reparado, llegaron los primeros seis jóvenes, de 16 y 17 años. No molestaban a los educadores, pero tampoco les prestaban atención. Uno de ellos, poco después, cometió un robo y fue detenido en el mismo centro.

Makárenko y sus pocos ayudantes no sabían cómo tratar a estos jóvenes. Buscaron respuestas en libros de pedagogía, pero no encontraron soluciones claras para su situación. Se dio cuenta de que no necesitaba fórmulas ya hechas, sino que debía analizar la situación y crear sus propios métodos.

Un día, uno de los jóvenes, Zadórov, le dio a Makárenko la oportunidad de intentar algo diferente. Cuando el director le pidió que fuera a cortar leña, el joven respondió con desinterés: "¡Ve a cortarla tú mismo: sois muchos aquí!".

Makárenko cuenta en su libro Poema Pedagógico: Enojado y ofendido, llevado a la desesperación por todo lo que había pasado, me lancé sobre Zadórov. Le di una bofetada. Le di tan fuerte que se tambaleó y cayó contra la estufa. Le golpeé por segunda vez y, agarrándolo por el cuello y levantándolo, le pegué una vez más.

Esto fue una explosión de emociones. Aunque para muchos expertos de hoy sería un error educativo, esta fuerte reacción logró romper la indiferencia de los jóvenes. Sorprendidos por esta explosión, los jóvenes reaccionaron como se esperaba de personas que venían de un mundo difícil: cedieron a la fuerza sin sentirse humillados. Fue una especie de victoria, pero que necesitaba ser reforzada con otras medidas.

Creando nuevos métodos

Lo que pasó con Zadórov hizo que Makárenko se diera cuenta de que la violencia no era la solución. Este problema lo hizo pensar mucho. Ninguno de los métodos que usaban otros educadores de su tiempo parecían funcionar. Así que la respuesta era clara: él mismo debía crear nuevas formas de educar.

Las ideas de sus nuevos métodos ya se veían en su propia experiencia. Para educar a todos a la vez, y no a cada uno por separado, necesitaba una visión más amplia. Debía organizar la vida del centro de tal manera que los propios jóvenes se encargaran de todo: los edificios, el trabajo, el dinero, la disciplina, etc. Ellos mismos deberían educarse unos a otros, exigirse, respetarse, preocuparse y ayudarse mutuamente.

Makárenko siempre creyó que el trabajo colectivo era la clave para que las personas se adaptaran a la sociedad, porque solo la sociedad impone tareas y responsabilidades. El centro de jóvenes no era solo un grupo de personas, sino una comunidad social compleja, de la que tanto los jóvenes como los educadores se sentían orgullosos. A esto lo llamó "colectividad".

De la teoría a la práctica

Las primeras ideas de Makárenko se pusieron a prueba con hechos. Primero, intentó sacar a los jóvenes de la pobreza. En marzo de 1921, el centro tenía unos 30 jóvenes, la mayoría hambrientos y con ropa vieja. Makárenko sabía que sus alumnos, por necesidad, iban a la ciudad a cometer atracos. Pero entendía que al principio no podía prohibirlo, así que evitaba hablar de los objetos robados. Para acabar con los robos, se necesitaba una situación diferente dentro de la colonia, y Makárenko esperaba el momento adecuado.

Al mismo tiempo, comenzaron los robos dentro del propio centro. Desapareció dinero del cajón de la mesa de Makárenko, que era el sueldo de seis meses para los educadores. En una reunión general, Makárenko rogó al ladrón que devolviera el dinero, ya que él podría ser acusado de malversación.

Después de la reunión, dos jóvenes le dijeron en secreto que sabían quién había tomado el dinero, pero que no lo dirían. Intentarían convencerlo de que lo devolviera. A la mañana siguiente, el dinero apareció tirado en el establo.

Dos días después, alguien rompió la puerta de la despensa y robó comida y aceite. Los jóvenes no entendían cómo alguien de la propia colonia podía robar sus pertenencias. Con mucho esfuerzo, los educadores consiguieron alimentos y los guardaron en la despensa. Pero esa misma noche, todo desapareció de nuevo.

Makárenko pensó que ahora sus alumnos sí denunciarían a los ladrones. Pero no fue así: aunque los jóvenes se entristecieron, no se unieron a la indignación de los educadores.

La solución del conflicto

Los pequeños robos se hicieron comunes. Makárenko intentó hacer guardia por la noche, pero solo aguantó tres noches. Al ver el esfuerzo de su educador, y sintiendo pena por él, los jóvenes empezaron a decir que estaban dispuestos a contratar guardias. Makárenko lo rechazó, ya que no tenían dinero.

Finalmente, encontraron al ladrón. Era Burún, uno de los primeros seis jóvenes. Los educadores se sintieron recompensados por sus esfuerzos al ver que los jóvenes empezaban a tener intereses comunes.

Cuando Burún les dijo a sus compañeros que ellos no eran quiénes para juzgarlo, los jóvenes reaccionaron, rechazándolo: -¡¿Cómo, muchachos?! -y Kostya Vetkovski saltó de su asiento- ¡¿Tenemos que ver con eso nosotros o no?! -¡Tenemos que ver! -apoyó a Kostya toda la colonia.

Por fin había llegado el momento del cambio. Después de estos sucesos, Makárenko siguió desarrollando su pedagogía. Su idea principal era lograr un cambio en la conducta de sus alumnos, conseguir que la idea de lo que era mejor para la comunidad se apoderara de ellos y se convirtiera en el punto de partida de todo el trabajo educativo.

El cambio en el centro de jóvenes

Gracias a las ideas de Makárenko, los jóvenes del centro se interesaron por la economía de la colonia. Incluso empezaron a trabajar en sus campos y huertas.

Ampliando su idea de lo que era común y social, los jóvenes protegieron el bosque cercano y se enfrentaron a los cazadores ilegales. La lectura fue muy importante para cambiar la forma de pensar de los jóvenes. Leían con entusiasmo (como Makárenko en su juventud) y organizaban lecturas en grupo, especialmente sobre Máximo Gorki, a quien Makárenko admiraba mucho.

A los jóvenes les sorprendían sus novelas autobiográficas, ya que se sentían identificados. La vida de Máximo Gorki -escribe Makárenko en Poema Pedagógico- pasó a formar parte de nuestra vida. Algunos de sus episodios se convirtieron entre nosotros en elementos de comparación, bases para apodos, lemas para discusiones y escalas para medir los valores humanos.

La visión de Makárenko sobre la educación

Makárenko creía que la educación debía formar ciertas cualidades en cada persona para el bien de la sociedad. Algunas de estas cualidades eran:

  • El sentido del deber.
  • La responsabilidad hacia los objetivos de la comunidad.
  • Un espíritu de colaboración.
  • La solidaridad y el compañerismo.
  • Una personalidad disciplinada.
  • Pensar siempre en los intereses del grupo.
  • Actuar de manera que se evite que una persona domine o se aproveche de otra.
  • Una formación que hiciera de cada joven una persona convencida de sus ideas y capaz de compartirlas con sus acciones y palabras.

Makárenko también comparaba diferentes enfoques: uno que no se centraba en las necesidades del niño y otro que sí lo hacía. Sin embargo, también veía similitudes, como el trabajo en equipo, el deber, y educar para el cuidado y respeto de la naturaleza y la sociedad. Se puede ver que su educación buscaba formar personas con un fuerte sentido de responsabilidad social, ya que Makárenko consideraba que así se alcanzaría el éxito en la vida.

Obra

  • El Poema pedagógico
  • Conferencias de Educación Infantil (1940)

Galería de imágenes

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Anton Makarenko Facts for Kids

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Antón Makárenko para Niños. Enciclopedia Kiddle.