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Testamentaría de Fernando VII para niños

Enciclopedia para niños

La testamentaría de Fernando VII fue el proceso legal que se siguió para cumplir las últimas voluntades del rey Fernando VII de España después de su fallecimiento. Es como cuando una persona deja un testamento y se organiza cómo se repartirán sus bienes.

Historia de la testamentaría real

¿Cuándo se hizo el testamento de Fernando VII?

Archivo:María Cristina y sus hijas
María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, reina gobernadora, con sus hijas: Luisa Fernanda en su regazo e Isabel II, niña, a su izquierda. (Litografía coloreada, circa 1834)

El rey Fernando VII hizo su último testamento en junio de 1830. En ese momento, llevaba siete meses casado con su cuarta esposa, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. Ella estaba esperando el primer hijo de la pareja, que más tarde sería la reina Isabel II de España.

Fernando VII falleció el 29 de septiembre de 1833. Cuando se abrió su testamento, se estableció que sus hijas, Isabel II y Luisa Fernanda, serían las herederas principales. Además, una parte de sus bienes se reservaba para su viuda, María Cristina. El rey consideró que todos los bienes que no estaban directamente relacionados con la Corona (como objetos personales, obras de arte, etc.) eran suyos para disponer de ellos.

¿Cuánto tiempo duró el proceso de la testamentaría?

El proceso de la testamentaría fue muy largo, duró 25 años, desde 1833 hasta 1858. Hubo varias razones para que tardara tanto:

  • Fue difícil calcular el valor de todos los bienes que formaban parte de la herencia.
  • Las herederas, Isabel II y Luisa Fernanda, eran menores de edad.
  • Hubo un debate sobre si los bienes del testamento pertenecían a la Corona (y por lo tanto no podían ser repartidos) o si eran bienes personales del rey que sí podían ser distribuidos.
Archivo:Christ Falling on the Way to Calvary - Raphael
El Pasmo de Sicilia fue un cuadro muy valioso (4.000.000 de reales) del inventario de pinturas del Real Museo. Este inventario y tasación fue hecho por pintores importantes como Vicente López y José de Madrazo.

Fernando VII había nombrado a dos personas de confianza para que se encargaran de su testamento: José Gabriel de Silva, marqués de Santa Cruz, y José Rafael de Silva, duque de Híjar. Ambos tenían cargos importantes en la corte.

Lo primero que se hizo fue hacer un inventario y valorar todos los bienes. Se encargó esta tarea a Salvador Enrique Calvet. Se registraron y tasaron todos los objetos que pertenecían al Patrimonio Real, desde cuadros y pinturas de los palacios y del Real Museo de Pinturas (hoy Museo del Prado), hasta carruajes, caballos, muebles, vajillas, relojes y ropa.

El valor total de los bienes se calculó en 152.838.930 reales. Después de descontar las deudas, quedaron 140.706.151,8 reales. De esta cantidad, se restó lo que se gastó en el funeral, otros pagos y el quinto que se reservó para la viuda, María Cristina (26.996.148,16 reales). Para las dos hermanas, Isabel y Luisa Fernanda, quedaron 112.564.921 reales para repartir.

Este reparto fue aprobado en 1834, pero se suspendió hasta que las hermanas fueran mayores de edad.

En 1844, la reina Isabel II creó una comisión especial, a petición de su madre, María Cristina. Esta comisión estaba formada por varias personas importantes, incluyendo al duque de Híjar (el único encargado del testamento que seguía vivo) y representantes de Isabel II, María Cristina y Luisa Fernanda. El objetivo de esta comisión era llegar a un acuerdo amistoso sobre cómo repartir los bienes.

El mayor problema era que, si se repartían los bienes, muchos objetos de los palacios reales y parte de los cuadros del Real Museo de Pinturas (actual Museo del Prado) pasarían a ser propiedad de personas particulares. Como las hermanas iban a casarse, el reparto se volvió a suspender.

Finalmente, el proceso terminó el 29 de enero de 1858. Se decidió que Isabel II compensaría a su hermana con dinero, para que así el patrimonio real se mantuviera completo y no se dividiera.

¿Qué consecuencias tuvo la testamentaría?

Una consecuencia importante de este proceso fue la creación de la Ley de Patrimonio de la Corona en 1865. Esta ley estableció claramente qué bienes pertenecían a la Corona y no podían ser vendidos o repartidos. También definió qué bienes eran propiedad privada del rey, es decir, aquellos que había adquirido con su propio dinero y que no formaban parte del Patrimonio de la Corona.

Véase también

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Testamentaría de Fernando VII para Niños. Enciclopedia Kiddle.