Sucesos de Cullera para niños
Los sucesos de Cullera fueron una serie de eventos importantes que ocurrieron el 19 de septiembre de 1911 en la localidad de Cullera, en la provincia de Valencia, España. Durante una revuelta de trabajadores, el juez de Sueca, Jacobo López Rueda, y dos de sus ayudantes perdieron la vida. Ellos habían ido a Cullera para intentar calmar la situación.
Por estos hechos, varias personas fueron juzgadas y condenadas a penas muy severas. Sin embargo, hubo una gran campaña en España y en otros países para pedir que se revisaran estas condenas. Los acusados habían dicho que sus declaraciones se obtuvieron usando métodos muy duros. Debido a esta presión, el gobierno de José Canalejas cambió las penas de la mayoría de los condenados. Más tarde, el rey Alfonso XIII también cambió la pena del supuesto líder de la revuelta, conocido como el Chato de Cuqueta.
Estos sucesos hicieron que la sociedad española se fijara más en cómo se trataba a las personas detenidas y en la importancia de un castigo justo. También mostraron que la gente empezaba a rechazar los tratos crueles.
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¿Qué ocurrió en Cullera en 1911?
A mediados de septiembre de 1911, dos importantes organizaciones de trabajadores, la CNT y la UGT, convocaron una huelga general en toda España. Los trabajadores pedían mejoras en sus condiciones laborales y también se oponían a que se enviaran soldados a la guerra en Marruecos.
La huelga se extiende por Valencia
En la zona de la Ribera Baja valenciana, donde se encuentra Cullera, las asociaciones de trabajadores decidieron unirse a la huelga. Rápidamente, la situación se volvió muy tensa y se produjeron levantamientos en varias localidades, como Gandía, Játiva, Alcira y Carcagente.
El 18 de septiembre, Cullera, que era una de las ciudades más importantes de la comarca junto con Sueca, quedó bajo el control de los trabajadores en protesta. Cortaron las carreteras de acceso y grupos de trabajadores ocuparon los puntos clave de la ciudad.
La llegada del juez y el conflicto
Al día siguiente, el 19 de septiembre, el juez de Sueca, Jacobo López Rueda, llegó a Cullera con la intención de detener la revuelta y restaurar el orden. Al parecer, el juez disparó varias veces hacia la multitud. La gente respondió atacando al juez y a sus acompañantes. Como resultado, el juez y dos de los tres oficiales de su juzgado que lo acompañaban fallecieron. Estos eran el alguacil Antonio Dolz García y el secretario del juzgado de Sueca, Fernando Tomás, quien murió más tarde a causa de sus heridas.
La respuesta del gobierno
Cuando el gobierno de José Canalejas se enteró de lo sucedido, declaró el estado de guerra en la zona. Esto significaba que el ejército tomaba el control para restablecer el orden y encontrar a los responsables. Muchas personas fueron detenidas.
Finalmente, veintidós de los detenidos fueron juzgados en tribunales militares. Se les impusieron penas muy duras de prisión, y a siete de ellos se les aplicó la pena más alta de la época. El capitán general de Valencia aprobó tres de estas condenas.
Sin embargo, hubo muchas protestas en toda España y en otros países, especialmente por parte de grupos anarquistas y republicanos. Estas protestas lograron que el gobierno cambiara las penas de dos de los condenados el 12 de enero de 1912. La pena del tercer condenado, Juan Jover, conocido como el Chato de Cuqueta, fue cambiada por el propio rey Alfonso XIII. Esto causó que el presidente del gobierno, Canalejas, presentara su dimisión, aunque el rey no la aceptó.
¿Cómo se investigaron las denuncias de malos tratos?
Los detenidos denunciaron que habían sufrido malos tratos y presiones para que hicieran declaraciones. Ante estas denuncias, grupos republicanos de Valencia lograron que se creara una comisión. Esta comisión entrevistó a los presos y recogió pruebas.
La reacción del gobierno y la prensa
Las conclusiones de la comisión se publicaron en la prensa republicana, lo que obligó al gobierno a enviar a un alto funcionario de prisiones y a la guardia civil para investigar. Sin embargo, el presidente Canalejas también ordenó que se actuara contra quienes, según él, estaban "calumniando el honor nacional", pues consideraba que las denuncias eran falsas y buscaban un efecto político negativo. La prensa que apoyaba al gobierno también criticó esta "campaña difamatoria" contra España.
La campaña para denunciar los malos tratos y pedir que se cambiaran las penas se extendió por toda España. Decenas de miles de personas, incluyendo figuras importantes de la política, la cultura, el periodismo y los sindicatos, firmaron manifiestos que se publicaron en los periódicos. Entre quienes denunciaron los malos tratos y pidieron la liberación de los presos estaban escritores como Galdós, científicos como Ramón y Cajal, y pintores como José Benlliure y Joaquín Sorolla.
La comisión médica y la prensa europea
La prensa europea también se hizo eco de las denuncias de malos tratos. Esto llevó al gobierno a crear una comisión médica, formada por médicos civiles y militares, para investigar el asunto. La comisión concluyó que, tras examinar a los presos, no habían encontrado "rastros de tormento", solo algunas cicatrices antiguas.
La prensa que apoyaba al gobierno, como el diario ABC, celebró este informe, diciendo que desmentía las "falsedades" sobre los "supuestos malos tratos" a los de Cullera. El gobierno, para contrarrestar las "campañas de calumnias", publicó el informe en un libro que fue traducido a varios idiomas. Sin embargo, para parte de la prensa europea, las conclusiones de esta comisión no eran creíbles. Por ejemplo, el diario socialista francés L'Humanité publicó que el hecho de que no se permitiera a otros médicos examinar a los presos, ni que la prensa pudiera participar en los trabajos de la comisión oficial, hacía que el informe no fuera aceptable.
El director del diario ABC, Torcuato Luca de Tena y Álvarez Ossorio, propuso una acción coordinada para enfrentar lo que él llamó "la campaña de infamias" de los periódicos europeos. Luca de Tena afirmó que el ataque contra "el honor de España" justificaba la protesta contra la acusación de que España era un país de "tiranos y asesinos", cuando, según él, la libertad y la tolerancia eran muy grandes en el país. Por ello, se decidió enviar notas de prensa extensas en varios idiomas al extranjero.