Partidas realistas para niños
Las partidas realistas fueron grupos de guerrilleros que se formaron en España entre 1820 y 1823. Su objetivo era defender el poder absoluto del rey Fernando VII y oponerse al gobierno constitucional que había surgido de la Revolución de 1820. Estos grupos eran el brazo armado de la "contrarrevolución", que buscaba acabar con las ideas liberales y restaurar el antiguo sistema de gobierno.
El propio rey Fernando VII no estaba de acuerdo con la Constitución que le habían hecho jurar. Por eso, desde el principio, conspiró en secreto para derribar el gobierno constitucional, contando con la ayuda de personas importantes de la corte y del Estado que también estaban en contra de los liberales.
Aunque algunas partidas aparecieron en 1820, fue a partir de la primavera de 1821 cuando se hicieron más numerosas. En 1822, alcanzaron su mayor fuerza, provocando una situación de conflicto en Cataluña, Navarra y el País Vasco. Al principio, los ejércitos del gobierno constitucional lograron vencerlas, obligando a muchos realistas a huir a Francia o Portugal. Sin embargo, la invasión francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis en abril de 1823, junto con las tropas realistas españolas reorganizadas, significó el triunfo de la contrarrevolución. El rey Fernando VII recuperó su poder absoluto y el sistema constitucional fue eliminado.
Contenido
Orígenes y desarrollo de las partidas realistas
Las partidas realistas empezaron a actuar desde el inicio del gobierno constitucional. Las primeras se vieron en Galicia en abril de 1820. Estaban organizadas por personas que apoyaban al rey y que se habían exiliado en Francia, manteniendo contacto con el Palacio Real.
Cómo operaban las partidas
Los métodos de estas partidas eran muy parecidos a los que usaron los guerrilleros durante la Guerra de la Independencia española. De hecho, algunos de esos antiguos guerrilleros se unieron a las partidas realistas. Esto hizo que fuera más fácil ponerlas en marcha, ya que muchos combatientes ya sabían usar armas y estaban acostumbrados a defender sus intereses en nombre del rey, la religión y la patria.
El marqués de Mataflorida, una figura importante entre los realistas exiliados, escribió en 1821 que, debido a la "opresión" del gobierno, habían aparecido grupos armados por todas partes. Estos grupos, aunque a veces afectaban a los pueblos, también los ayudaban a mantener su independencia y a no obedecer a las autoridades constitucionales.
¿Quiénes formaban las partidas realistas?
Los líderes de las partidas eran en su mayoría sacerdotes (el 50% en Navarra), nobles (el 45% en Galicia), y también propietarios de tierras y campesinos. En Cataluña, también había miembros de los Mozos de Escuadra.
La mayoría de los integrantes de las partidas realistas eran personas sin propiedades, de las clases más humildes. Se ganaban la vida trabajando para otros, como jornaleros o aparceros. También había artesanos y tejedores en algunas ciudades medianas. En resumen, pequeños campesinos, jornaleros, tejedores y artesanos formaban la base social de este movimiento.
Crecimiento y expansión
Al principio, las partidas no eran muy grandes, pero a partir de la primavera de 1821, crecieron mucho. Su actividad se movió del sur y centro de la península hacia el norte: Galicia, Asturias, Castilla y León, Extremadura, País Vasco, Navarra, Aragón, País Valenciano y Cataluña. Su número se triplicó entre 1820 y 1821.
Algunas de las partidas más conocidas fueron:
- La del cura Jerónimo Merino, que actuaba en Burgos.
- Las de Joaquín Ibáñez Cuevas, barón de Eroles, y Antonio Marañón, el Trapense, que actuaban en Cataluña.
- La de Pedro Zaldívar, que actuaba en la Serranía de Ronda.
- La de Manuel Hernández, El Abuelo, que actuaba por Madrid y Aranjuez.
- La de Manuel Freire de Andrade y el canónigo de Santiago Manuel Chantre, que formaron la Junta Apostólica en Galicia.


La unión de fuerzas
El éxito de las partidas realistas se debió a la unión de dos grupos:
- La "contrarrevolución": formada por las antiguas élites que querían volver al sistema anterior.
- La "antirrevolución": formada por las clases populares que se sentían perjudicadas por los cambios liberales.
Estos dos grupos se unieron bajo el nombre de "realistas" porque compartían un objetivo: luchar contra el sistema constitucional y defender el poder absoluto del rey y la importancia de la Iglesia católica.
El papel de la Iglesia católica
La Iglesia católica, en su mayoría, se opuso al gobierno liberal, especialmente por la desamortización española, que afectaba a sus propiedades. Por eso, jugó un papel clave en la unión de las élites y las clases populares. El clero local controlaba muchos espacios de reunión en el campo, como las parroquias y las fiestas populares, y desde allí difundía ideas en contra del gobierno constitucional.
Además de la participación directa de muchos sacerdotes en las partidas (algunas incluso lideradas por ellos, como el famoso cura Merino), la Iglesia dio a los realistas una base ideológica. Crearon un discurso de "guerra religiosa" que tuvo mucho éxito en las zonas rurales, donde las ideas liberales no llegaban tanto. Este mensaje también llegó a algunos trabajadores de ciudades y a personas sin empleo.
Fue en las ciudades medianas en crisis, con mucha presencia de la Iglesia, donde la contrarrevolución y la antirrevolución se conectaron primero. Allí hubo revueltas, a menudo precedidas por campañas en contra del gobierno, organizadas por el clero. Cuando las autoridades tomaban decisiones que chocaban con los intereses de la gente, las fuerzas contrarrevolucionarias lograban movilizar el descontento. Esto fue posible gracias a redes de apoyo formadas por nobles, miembros de la Iglesia, campesinos acomodados y jefes de partida, que reclutaban, armaban y pagaban a los realistas.

El rey como figura central
El rey estaba en la cima de la contrarrevolución, pero no era el único líder. Era una red de personas que compartían un mismo objetivo. El papel del rey era dar unidad al movimiento, presentándose como un padre querido por su pueblo, que tomaba las armas para defenderlo de una minoría que le había quitado su trono.
La guerra civil de 1822-1823
En la primavera de 1822, las acciones de las partidas realistas aumentaron mucho, especialmente en Cataluña, Navarra, el País Vasco, Galicia, Aragón y Valencia. Un evento importante fue la toma de la Seo de Urgel el 21 de junio, lo que dio a la contrarrevolución un punto de apoyo en España.
El levantamiento realista se extendió tanto que, durante el verano y otoño de 1822, Cataluña, el País Vasco y Navarra vivieron una verdadera guerra civil. La población civil sufrió mucho, con represalias, requisas y saqueos. Los realistas llegaron a formar un ejército de entre 25.000 y 30.000 hombres.
Sin embargo, el gobierno liberal tomó medidas militares, declarando el estado de guerra en Cataluña. Durante el otoño e invierno de 1822-1823, después de una dura campaña de seis meses, los ejércitos del gobierno, liderados por generales como el antiguo guerrillero Espoz y Mina, lograron cambiar la situación. Obligaron a los realistas de Cataluña, Navarra y País Vasco a huir a Francia (unos 12.000 hombres) y a los de Galicia, Castilla la Vieja, León y Extremadura a huir a Portugal (unos 2.000 hombres).
Pero la situación cambió definitivamente el 7 de abril de 1823, cuando el ejército francés de los «Cien Mil Hijos de San Luis» entró en España. Este ejército contaba con el apoyo de tropas realistas españolas que se habían organizado en Francia (entre 12.000 y 35.000 hombres). A medida que avanzaban, se les unieron las partidas realistas que habían sobrevivido. Es interesante notar que muchos de los que lucharon en estas partidas habían combatido a los franceses quince años antes en la Guerra de la Independencia española.
Galería de imágenes
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Antonio Marañón, el Trapense, litografía de Friedrich August Fricke (1784-1858).
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Pedro Zaldívar, jefe de la partida realista que actuó por la Serranía de Ronda.
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El cura Merino, jefe guerrillero que combatió a los franceses durante la Guerra de la Independencia española, y que durante el Trienio encabezó una partida realista muy activa que apoyó la invasión francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis.