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Justa para niños

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Archivo:Modern-Knight
Representación de un torneo medieval en Livermore, California (2006).

En la Edad Media, una justa era un tipo de combate especial entre dos personas. Se realizaba a caballo y usando lanzas. Al principio, se hacían para resolver disputas o demostrar la verdad en un asunto importante, como una prueba de justicia. Por eso se llamaban "justas". Con el tiempo, este nombre se usó también para juegos y ejercicios de caballería donde los caballeros mostraban su habilidad con las armas.

Aunque a veces se confunden, las justas y los torneos eran diferentes. En las justas, se usaban armas reales, tanto para atacar como para defenderse. Esto significaba que los participantes podían sufrir heridas serias o incluso perder la vida. En cambio, en los torneos, casi siempre se usaban armas que no eran peligrosas, para evitar daños. Los torneos eran más bien ejercicios militares o espectáculos.

Historia de las Justas

Desde hace mucho tiempo, en diferentes culturas guerreras, existieron combates o pruebas de fuerza y habilidad. Aunque no siempre tenían la misma forma, compartían el espíritu de competencia que se veía en las justas de la Edad Media.

En la Grecia antigua, los Juegos Olímpicos y los juegos Panhelénicos (como los de Corinto) eran una especie de justas. En ellos, la gente mostraba sus habilidades físicas y su valentía. Los ganadores recibían premios y el aplauso del público.

Los pueblos del norte de Europa tenían la costumbre de resolver asuntos de justicia o defender a personas inocentes mediante un combate singular. Creían que el resultado de esta lucha estaba en manos de Dios. Por ejemplo, los godos realizaban justas para demostrar su inocencia ante una acusación o para proteger a alguien débil, enfrentándose al acusador.

Los árabes, por su parte, trajeron a España juegos de combate como los de sortija, bohordos y cañas. Estos juegos influyeron más tarde en los torneos y justas que se hicieron populares.

La Justa en la Edad Media

Con el paso del tiempo, las justas iniciales, que eran pruebas de justicia, se transformaron. Se convirtieron en combates o torneos, que eran ejercicios con armas. A veces, estos eventos eran una forma de mostrar vigor y valentía para honrar a una dama.

Esta costumbre se hizo tan común en la Edad Media que en casi todas las ciudades importantes había un lugar especial para estos combates. Generalmente estaba fuera de las murallas de la ciudad y se llamaba "la tela". En ocasiones especiales, se elegían lugares en campo abierto. Se anunciaban los combates para que cualquier caballero que quisiera pudiera venir a enfrentarse al "mantenedor" del palenque, que era el caballero que lanzaba el desafío.

Relatos de Justas

Algunas de estas justas fueron descritas con detalle en las Crónicas de la época. También aparecen en los libros de caballerías, aunque en estos últimos, los hechos a veces se exageraban o se convertían en leyendas.

Por ejemplo, en la crónica de Álvaro de Luna, se menciona una de las justas más intensas: el "paso honroso" del caballero Suero de Quiñones. Este caballero, para liberarse de un compromiso que le había impuesto una dama (y por el cual llevaba un aro de hierro al cuello), le pidió al rey Juan II permiso para romper trescientas lanzas. Esto significaba enfrentarse a trescientos caballeros, rompiendo tres lanzas con cada uno, en el Camino de Santiago durante treinta días, con la ayuda de nueve hidalgos. Así esperaba conseguir su libertad.

¿Por qué se hacían las Justas?

El motivo principal de las justas era el espíritu de caballería de la época, que se resumía en el lema "Dios, mi rey y mi dama". Aunque a veces este espíritu llevaba a excesos, las justas y los torneos se convirtieron en una costumbre regular, útil para las necesidades militares.

Estas competencias, aunque riesgosas, eran importantes para entrenar a los caballeros. Les permitían practicar con las armas que luego usarían en los campos de batalla, como si fueran un entrenamiento militar.

Reglas y Ordenanzas

Con el tiempo, fue necesario establecer reglas para estos combates. Se crearon ordenanzas especiales que detallaban cómo debían realizarse las justas en el palenque. La "presidencia" de estos eventos solía recaer en los reyes. También asistían nobles respetados por sus logros y experiencia, actuando como jueces o para asegurar que se cumplieran las leyes de caballería.

Había también reglas especiales para decidir quién ganaba el premio y para resolver cualquier discusión entre los participantes. A menudo, una dama presidía estas competencias como "reina de la hermosura". Los caballeros competían por un premio que daban las damas, que solía ser una banda bordada, una joya u otro objeto. El mayor valor de estos premios era haberlos ganado con valentía y esfuerzo.

Estos eventos eran muy solemnes y asistían muchas personas. Se prohibía cualquier muestra de aplauso o desaprobación para evitar desanimar a los que perdían o para prevenir desórdenes. Se ponía tanto cuidado que se castigaba a la gente común que gritara y se expulsaba a los nobles que interrumpieran la seriedad del acto. Sin embargo, cuando las justas eran organizadas por personas particulares, había más libertad entre los espectadores.

Aunque las autoridades locales intentaban controlar las manifestaciones ruidosas del público, era común que la gente se dividiera en grupos. A menudo, eran personas importantes que tenían familiares y amigos que los apoyaban.

Condiciones del Combate

Para organizar una justa, se redactaban las condiciones del combate, como un cartel de desafío. Este cartel se dirigía a todos los caballeros que quisieran participar. Una vez aprobado por la autoridad (a veces el propio rey), se publicaba con música y de noche. Una multitud llevaba antorchas encendidas, precedida por heraldos y acompañada de jinetes y mucha gente. El cartel se fijaba en un lugar público.

Preparativos para la Justa

Archivo:Joust John Holland Reginald de Roye
Justa entre Reginald de Roye y John Holland en Betanzos ante Juan de Gante en 1387. Ilustración de las Crónicas de Jean Froissart (siglo XV).

Una vez que pasaba el plazo para que se apuntaran los combatientes, la justa debía celebrarse. Para ello, en el lugar habitual, que era un recinto cerrado de madera, se preparaba todo lo necesario. Tenía barreras bajas y también galerías y estrados para las damas, los jueces y las personas importantes. Los balcones y tablados se adornaban con telas de seda y tapices bordados.

En un extremo, se levantaba un pabellón o tienda para los mantenedores, decorado con banderolas de sus colores elegidos. En otro lugar elevado, se colocaba el trono de la dama de la fiesta, muy decorado, cerca de los reyes o los jueces.

Para estos eventos, se necesitaba la ayuda de la fuerza pública, que ocupaba los alrededores del palenque y ponía guardias cerca del tablado de los jueces. Bandas de música militar tocaban melodías. Un grupo de "ministriles" con trompetas y otros instrumentos daban las señales cuando llegaban al lugar los diferentes personajes del evento.

Armas y Equipo

En las justas, las únicas armas que se usaban eran la lanza de madera y la adarga o escudo. Además, los caballeros llevaban loriga, cota y armadura, que mostraba la posición social del caballero.

La regla común era que se debían romper tres lanzas con cada campeón o retador que llegara a la palestra. Si uno de los combatientes lograba derribar a su oponente del caballo, se consideraba que la lanza se había roto, aunque no fuera así.

El Desarrollo de la Justa

Archivo:CapitelN16
Capitel del siglo XV representando una justa, monasterio de Santa María la Real de Nieva.

Cuando las bandas de música dejaban de tocar, entraban los reyes, los jueces y la dama de honor. Se les recibía con respeto y las trompetas seguían sonando hasta que ocupaban sus asientos. La dama del palenque (dama de honor) entraba montada en un caballo adornado con ricos arreos, y ella misma vestía galas espléndidas. La seguían sus damas, amigos y un gran grupo de sirvientes. Daba una vuelta por la arena, entre los aplausos de la multitud y los saludos de sus conocidos, para luego ocupar su asiento.

El "mantenedor" también daba una vuelta al palenque al son de los instrumentos que tocaban los "ministriles".

Con él iban los ayudantes que había elegido, que llevaban sus colores en los cascos y pequeños estandartes en las lanzas. En sus escudos llevaban un símbolo común con las armas de cada uno. El "mantenedor" y sus oponentes solían adoptar un lema o leyenda que resumía el objetivo de su desafío. Además de los ayudantes, los seguían sus "escuderos" y los de ellos, y varios sirvientes en mulas adornadas con telas de seda y pequeños estandartes de sus colores favoritos. También llevaban armas de repuesto. Una vez en su tienda, los "mantenedores" esperaban a que se presentara algún competidor.

Los jueces ordenaban a un heraldo que leyera en voz alta las reglas del duelo y las condiciones especiales de la justa. Cuando llegaban los participantes, eran introducidos en el palenque y daban una vuelta. Los heraldos repetían el desafío y los jueces tomaban juramento a cada combatiente de luchar con lealtad. Según las leyes de caballería, los jueces medían las armas y asignaban un puesto a cada combatiente (para que tuvieran las mismas ventajas de luz y sombra). Luego, se retiraban a su estrado y daban la señal para el ataque, que era el comienzo de la justa, y los ministriles la repetían tocando sus trompetas.

El primer campeón se enfrentaba al "mantenedor", y los siguientes a sus ayudantes. El "mantenedor" volvía a luchar después del último. Nadie podía ayudar al que estaba combatiendo. Si uno de los "mantenedores" era vencido, herido o perdía la vida, otro lo reemplazaba hasta que terminaba el combate con el vencedor. Una vez terminada la lucha, se permitían las muestras de aplauso, pero no mientras el resultado era incierto.

Los reyes de Inglaterra solían prohibir las justas, excepto en ocasiones especiales. La Iglesia las desaprobaba aún más. En 1130, el Papa declaró que cualquier caballero que perdiera la vida en una lucha tan innecesaria contra otros cristianos no podría ser enterrado en tierra sagrada.

Las justas se celebraban desde el amanecer hasta el anochecer. A veces, el palenque permanecía abierto varios días, a petición de los caballeros que llegaban y no podían luchar por falta de tiempo.

La Justa en la Edad Moderna

Archivo:MPS Dortmund 2014 10
Justa moderna, celebrada en Dortmund en 2014.

En el siglo XVI, esta costumbre decayó debido a los cambios en las ideas políticas y militares. Sin embargo, la idea de un combate entre dos personas a caballo y con lanza continuó de forma privada en los duelos. Estos duelos se realizaban también entre dos personas, con testigos llamados padrinos, en un día y hora específicos, y con diferentes tipos de armas como pistolas, sables o floretes. Películas como Los duelistas (1977) de Ridley Scott y Barry Lyndon (1975) de Stanley Kubrick muestran cómo estos combates singulares de la Edad Media evolucionaron hacia los duelos privados de la Edad Moderna.

La justa, de alguna manera, sobrevivió en la Inglaterra del período Tudor. La mayoría de los grandes palacios de esa época tenían un gran patio llamado "Tiltyard", donde se celebraban este tipo de torneos. Eran más bien espectáculos, aunque también se usaban para resolver disputas ante la nobleza local.

Otros temas relacionados

  • Justa poética
  • Justa del Sarraceno

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Jousting Facts for Kids

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Justa para Niños. Enciclopedia Kiddle.