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Experimento de Milgram para niños

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El experimento de Milgram fue una serie de estudios importantes en el campo de la psicología social. Fueron realizados por Stanley Milgram, un psicólogo de la Universidad de Yale. El objetivo principal de estos experimentos era entender hasta qué punto una persona está dispuesta a seguir las órdenes de una autoridad, incluso si esas órdenes van en contra de lo que la persona cree que es correcto.

Los experimentos comenzaron en julio de 1961. Milgram los diseñó para explorar una pregunta importante: ¿Por qué algunas personas siguen órdenes que pueden causar daño a otros? Quería entender mejor cómo la obediencia a la autoridad influye en el comportamiento humano.

Milgram explicó el experimento en su artículo de 1974, Los peligros de la obediencia, diciendo:

Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son muy importantes, pero no nos dicen mucho sobre cómo se comporta la mayoría de la gente en situaciones reales. Hice un experimento sencillo en la Universidad de Yale para ver cuánto dolor una persona común le causaría a otra solo porque se lo pedían para un estudio científico. La fuerte autoridad superó los sentimientos morales de los participantes de no lastimar a otros. Incluso con los gritos de las víctimas, la autoridad a menudo lograba que continuaran. La gran disposición de los adultos a aceptar casi cualquier cosa que les ordenara una autoridad es el descubrimiento principal de este estudio.
Stanley Milgram. The Perils of Obedience (Los peligros de la obediencia. 1974)
Archivo:Milgram experiment v2
El investigador (E) le pide al participante (T) que dé lo que cree que son descargas eléctricas dolorosas a otro sujeto (L), quien es un actor que simula recibirlas. Muchos participantes continuaron dando descargas a pesar de las súplicas del actor para que no lo hicieran.

¿Cómo se Hizo el Experimento de Milgram?

Para encontrar participantes, se colocó un anuncio en un periódico en Florida (Connecticut). El anuncio pedía voluntarios para un "estudio de la memoria y el aprendizaje" en Yale. A los voluntarios se les pagaban cuatro dólares (que equivaldrían a unos 28 dólares hoy en día) más gastos. Lo que no sabían era que el verdadero propósito del estudio era investigar la obediencia a la autoridad. Los participantes eran personas de entre 20 y 50 años, con diferentes niveles de educación.

El experimento necesitaba tres personas:

  • El experimentador: un investigador de la universidad.
  • El maestro: el voluntario que respondió al anuncio.
  • El alumno: un actor que trabajaba con el experimentador y fingía ser otro participante.

El experimentador le explicaba al voluntario que su papel sería el de "maestro". Su tarea era castigar al "alumno" con descargas eléctricas cada vez que este se equivocara en una pregunta.

Para decidir los roles, se les pedía a los dos "participantes" (el voluntario y el actor) que sacaran un papel de una caja. El actor siempre decía que le había tocado ser el "alumno". Al voluntario siempre le tocaba ser el "maestro", ya que ambos papeles estaban preparados para que así fuera.

El "alumno" (el actor) se sentaba en una silla especial, separado del "maestro" por un cristal. Se le ataba para "evitar movimientos excesivos" y se le colocaban unos electrodos. Se le decía al "maestro" que las descargas podían ser muy dolorosas, pero que no causarían daños permanentes. El voluntario observaba todo esto.

También se les informaba a los participantes que el experimento estaba siendo grabado.

¿Qué Pasó Durante el Experimento?

Al principio, tanto el "maestro" como el "alumno" recibían una descarga real de 45 voltios. Esto era para que el "maestro" sintiera el dolor y entendiera lo que el "alumno" iba a experimentar.

Luego, el investigador le daba al "maestro" una lista de pares de palabras para que se las enseñara al "alumno". El "maestro" leía la lista y después le hacía preguntas al "alumno" sobre esas palabras. Si el "alumno" respondía mal, el "maestro" debía darle una descarga eléctrica. La primera descarga era de 15 voltios, y la intensidad aumentaba con cada error, hasta llegar a 30 niveles de descarga, con un máximo de 450 voltios. Si la respuesta era correcta, pasaban a la siguiente palabra.

El "maestro" creía que estaba dando descargas reales, pero en realidad todo era una simulación. El "alumno" (el actor) había sido instruido para simular los efectos de las descargas. A medida que el nivel de descarga "aumentaba", el "alumno" empezaba a golpear el cristal, se quejaba de tener problemas de corazón, luego gritaba de dolor, pedía que el experimento terminara y, al llegar a los 270 voltios, gritaba de agonía. Lo que el participante escuchaba eran grabaciones de gemidos y gritos de dolor. Si el supuesto dolor llegaba a los 300 voltios, el "alumno" dejaba de responder.

Cuando los "maestros" llegaban a los 75 voltios, muchos se ponían nerviosos por las quejas del "alumno" y querían detener el experimento. Pero la autoridad del investigador los hacía continuar. Al llegar a los 135 voltios, muchos "maestros" se detenían y preguntaban el propósito del experimento. Algunos continuaban, diciendo que no se hacían responsables de las consecuencias. Algunos participantes incluso se reían nerviosamente al escuchar los gritos de dolor.

Si el "maestro" quería parar, el investigador le daba órdenes firmes, como:

  • Continúe, por favor.
  • El experimento requiere que usted continúe.
  • Es absolutamente esencial que usted continúe.
  • Usted no tiene opción alguna. Debe continuar.

Si después de la última frase el "maestro" se negaba a seguir, el experimento se detenía. Si no, continuaba hasta que el "maestro" administraba la descarga máxima de 450 voltios tres veces seguidas.

¿Cuáles Fueron los Resultados del Experimento?

En el experimento original, el 65% de los participantes (26 de 40) llegaron a aplicar la descarga máxima de 450 voltios, aunque muchos se sentían muy incómodos al hacerlo. Todos los "maestros" dudaron en algún momento y cuestionaron el experimento. Ningún participante se negó por completo a aplicar más descargas antes de alcanzar los 300 voltios.

Estudios posteriores mostraron que los "maestros" que tenían un contexto social más parecido al de su "alumno" tendían a detener el experimento antes.

Antes de realizar el experimento, el equipo de Milgram había preguntado a estudiantes, adultos y psicólogos qué resultados esperaban. La mayoría pensó que la descarga promedio sería de unos 130 voltios y que casi nadie llegaría al máximo. Creían que solo personas con problemas graves aplicarían el voltaje más alto.

Fue una gran sorpresa cuando se vio que el 65% de los participantes que actuaron como "maestros" administraron el voltaje límite de 450 voltios a sus "alumnos". Otros psicólogos en todo el mundo repitieron el experimento con resultados similares.

En 1999, Thomas Blass, un profesor de la Universidad de Maryland, analizó todos los experimentos de este tipo y encontró que el porcentaje de participantes que aplicaban voltajes altos estaba entre el 61% y el 66%, sin importar cuándo o dónde se hicieran los estudios.

¿Qué Opinaron las Personas sobre el Experimento?

El equipo de Milgram se preguntó cómo era posible obtener esos resultados. A primera vista, los participantes no parecían ser personas que disfrutaran causando daño; de hecho, se mostraban preocupados por lo que hacían. Todos estaban nerviosos y preocupados por cómo se desarrollaba la situación. Cuando se enteraban de que el "alumno" era un actor y no había sufrido daño, suspiraban aliviados. Sin embargo, eran conscientes del dolor que creían haber causado, ya que al preguntarles cuánto sufrimiento había experimentado el "alumno", la media fue de 13 en una escala de 14.

El experimento generó debates sobre la ética en la ciencia, debido al estrés emocional que sufrieron los participantes. Aunque se podría decir que esa tensión fue causada por sus propias decisiones. La mayoría de los científicos hoy en día considerarían que el experimento no fue ético, pero aun así, dio lugar a estudios muy valiosos sobre el comportamiento humano. Thomas Blass, autor de una biografía de Milgram, ha señalado que los experimentos de Milgram han tenido un gran impacto no solo en la psicología, sino también en muchos otros campos.

A favor de Milgram, hay que decir que el 84% de los participantes dijeron después que estaban "contentos" o "muy contentos" de haber participado en el estudio, y a un 15% les fue indiferente. Muchos le expresaron su agradecimiento más tarde.

Un dato interesante, reportado por Philip Zimbardo, es que ninguno de los participantes que se negaron a dar las descargas finales pidió que se detuviera el experimento por completo, ni fueron a revisar al "alumno" sin antes pedir permiso.

Seis años después del experimento, durante un conflicto, uno de los participantes le envió una carta a Milgram agradeciéndole por haber participado, a pesar del estrés:

Fui un participante en 1964, y aunque creía que estaba lastimando a otra persona, no sabía en absoluto por qué lo estaba haciendo. Pocas personas se dan cuenta de cuándo actúan según sus propias creencias y cuándo están siguiendo a la autoridad. [...] Sentir que me sometía a las demandas de la autoridad para hacer algo muy malo me habría asustado de mí mismo [...] Estoy completamente preparado para ir a la cárcel si no me conceden la demanda de objetor de conciencia. De hecho, es la única vía que podría tomar para ser coherente con lo que creo. Mi única esperanza es que los miembros del jurado actúen igualmente de acuerdo con su conciencia [...]

Sin embargo, no todos los participantes experimentaron un cambio así en su vida. Según los estándares actuales, los participantes no fueron informados completamente al final, y algunas entrevistas mostraron que muchos nunca entendieron del todo la verdadera naturaleza del experimento.

Los experimentos recibieron críticas fuertes, más por la ética del experimento en sí que por los resultados. Joseph Dimow, un participante del experimento de 1961, escribió sobre sus sospechas iniciales de que "todo el experimento estaba diseñado para ver si los estadounidenses comunes obedecerían órdenes que no eran correctas, como muchos alemanes habrían hecho durante un período histórico difícil". De hecho, este era uno de los objetivos del experimento.

Variaciones del Experimento

En su libro Obedience to Authority: An Experimental View, Milgram describe diecinueve variaciones de su experimento. En general, cuanto más cerca estaba el "alumno" del participante, menos obedecía el participante. La obediencia también disminuía cuanto más lejos estaba el investigador (la autoridad). Por ejemplo, en un experimento donde las instrucciones se daban por teléfono, la obediencia bajó un 21%. Algunos participantes incluso intentaron engañar al investigador fingiendo que continuaban. En la variación donde el "maestro" tenía que mantener físicamente el brazo del "alumno" sobre la placa de descarga, la obediencia bajó mucho; solo el 30% de los participantes completaron el experimento.

En otro experimento, los participantes fueron mujeres. La obediencia no cambió mucho, aunque las mujeres dijeron sentir más estrés.

El experimento también se realizó en una oficina sencilla en Bridgeport, Connecticut, sin ninguna conexión aparente con la Universidad de Yale. Esto se hizo para ver si el prestigio de la universidad influía. En estas condiciones, la obediencia bajó al 47.5%.

Milgram también combinó la autoridad con la influencia de grupo. En esos experimentos, los participantes estaban acompañados por uno o dos "maestros" adicionales (que también eran actores). El comportamiento de estos acompañantes influyó mucho en los resultados. En un experimento, cuando dos "maestros" adicionales se negaron a seguir las órdenes, solo 4 de 40 participantes continuaron.

Variaciones más recientes del experimento de Milgram sugieren que los participantes pueden sentirse incapaces de controlar la situación, lo que los lleva a dejar de lado su responsabilidad personal. En un experimento reciente, donde se usó una simulación por computadora en lugar de un "alumno" real, los participantes sabían que el "alumno" no era real, pero los resultados fueron similares.

El Experimento en la Cultura Popular

  • En la película francesa I... Comme Icare, de 1979, se muestra una sesión completa del experimento de Milgram.
  • El músico inglés Peter Gabriel incluyó una canción llamada We do what we're told (Milgram's 37) en su álbum "So" (1986), que hace referencia al experimento.
  • En el libro El guardián del juego se menciona este experimento en una clase de psicología.
  • En un episodio de la serie Malcolm el de enmedio, el maestro Herkabe usa una situación que recuerda al experimento de Milgram para engañar a Malcolm.
  • En 2010 se estrenó el documental francés Le jeu de la mort (El juego de la muerte), que recrea el experimento de Milgram como si fuera un concurso de televisión, para que los participantes no supieran que era un estudio.
  • En 2015, se estrenó la película Experimenter, dirigida por Michael Almereyda, donde el actor Peter Sarsgaard interpreta a Stanley Milgram.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Milgram experiment Facts for Kids

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Experimento de Milgram para Niños. Enciclopedia Kiddle.