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Electro Metalúrgica del Ebro para niños

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Datos para niños
Electro Metalúrgica del Ebro
Oficinas de la central hidroeléctrica, Sástago, Zaragoza, España, 2015-12-23, DD 44.jpg
Acrónimo EMESA
Tipo sociedad anónima
Industria química
Fundación 1904
Sede central Madrid
Propietario Red Eléctrica de España
Coordenadas 41°19′11″N 0°21′27″O / 41.319657, -0.357467

Electro Metalúrgica del Ebro S.A. (conocida como EMESA) fue una importante empresa ubicada en Sástago, en la Provincia de Zaragoza, España. Aunque su principal objetivo era producir carburo de calcio, también fue clave en el desarrollo industrial y la electrificación del noreste de España.

Hoy en día, algunas de sus instalaciones originales siguen funcionando. Existe una fábrica química en La Zaida y varias plantas de generación de electricidad en Sástago. Los edificios más antiguos de la compañía son ahora monumentos históricos. Forman parte del patrimonio industrial de la región.

Historia de EMESA: ¿Cómo empezó todo?

Los primeros pasos de la empresa

Desde 1883, ya existían ideas para usar la fuerza del agua del río Ebro en Sástago. Querían generar electricidad para regar los campos. En 1898, un inversor de Barcelona, Juan Espiell y Rovira, consiguió permiso para usar 40 metros cúbicos de agua por segundo. Este fue el inicio de lo que sería una gran empresa.

En aquella época, la electricidad se usaba principalmente para la iluminación. No había mucha demanda para el transporte eléctrico. Sin embargo, la zona de Sástago también era ideal para la industria química. El carburo de calcio se fabrica a partir de rocas calizas. Este proceso necesita mucha energía eléctrica. Por eso, las fábricas de carburo se construían cerca de minas de caliza y de fuentes de energía. Sástago tenía caliza y la fuerza del agua. Así, en 1904, un grupo de inversores decidió construir una fábrica de carburo allí. El primer presidente fue el ingeniero Fernando Junoy i Vernet.

En 1907, se terminó la primera central eléctrica. Usaba un sistema innovador para la época. Desviaba el agua del río a través de un túnel. Esta central tenía tres turbinas Francis que generaban corriente continua. Esta energía alimentaba cinco hornos eléctricos para fundir el mineral. También servía para la iluminación de la fábrica. En 1908, la fábrica comenzó a producir. Al principio, fabricaba 815 toneladas de carburo al año.

La producción fue aumentando con el tiempo. Se instalaron dos hornos más. El complejo de edificios incluía vías para mover los materiales. Estos edificios son parte del patrimonio industrial de la región. A diferencia de otras construcciones de la zona, esta primera fábrica-central tenía un estilo modernista neogótico catalán. Esto se debía a que los inversores y técnicos venían de Cataluña. Los edificios, que aún se conservan, están hechos de ladrillo con adornos artísticos.

El centro de este complejo es un edificio con dos naves. Tenía espacios separados para la central eléctrica y la fábrica. También había edificios para mezclar materiales, triturar, empaquetar y talleres. Además, contaba con oficinas, baños y otras instalaciones auxiliares.

EMESA: Un actor clave en la electricidad y la industria

El éxito de este primer proyecto llevó a la empresa a querer generar más electricidad. En 1913, solicitaron un nuevo permiso para usar otro tramo del río Ebro. En 1916, se les concedió el uso de 120 metros cúbicos de agua por segundo en el salto de Cinco Olivas. Este salto tenía un desnivel de 12 metros. La construcción fue similar a la primera central. Se desviaba el agua por dos túneles. Cuatro grupos de turbinas Francis movían generadores trifásicos de 6,6 kV. La potencia total era de 20.500 kW. Esta energía alimentaba la fábrica y cubría la demanda eléctrica de la región.

La segunda central estaba cerca de la primera. Tenía un edificio independiente de estilo racionalista. Estaba hecho de hormigón armado y cubierto con materiales que mostraban la influencia de diseños modernos. Fue uno de los primeros edificios de este tipo en Aragón. Incluía la central, una portería con vivienda y oficinas.

Esta central usaba los generadores más grandes disponibles en España en ese momento. Aunque a veces producía más energía de la necesaria, fue un gran avance. Para gestionar la demanda, EMESA hizo un acuerdo en 1928 con otra empresa eléctrica. Esto le permitía vender el exceso de energía. También se conectó con Cataluña, una región más electrificada. Por su importancia en el sistema eléctrico, la empresa ganó una medalla de oro en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929. En 1935, se amplió el permiso de la segunda central a 200 metros cúbicos por segundo.

Durante la Guerra Civil Española, la central fue atacada. Esto limitó su producción y llevó a la construcción de un refugio subterráneo. Después de la guerra, la fábrica creció y empezó a producir otros productos. En 1941, solicitaron permiso para un tercer salto de agua. En 1942, comenzaron a fabricar también carbonato potásico.

Cuando se aprobó el tercer salto en 1950, se construyó una nueva central en Menuza. Esta central usaba 200 metros cúbicos de agua por segundo con un desnivel de 6 metros. Utilizaba las nuevas y más eficientes turbinas Kaplan. Tenía dos grupos de generadores trifásicos de 6,6 kW. La energía producida se usó para una nueva fábrica química en La Zaida. Para ello, se construyó una línea eléctrica de 30 kV. Se organizó el transporte en autobús para los trabajadores de Sástago. También se construyó un barrio para los obreros en la nueva fábrica.

La nueva planta de La Zaida empezó a producir carburo cálcico en 1958. Reemplazó a la antigua fábrica de Sástago. Aunque era muy funcional, no tenía el valor artístico de las anteriores. Su estilo era más sencillo, típico de la posguerra española.

La evolución de EMESA hacia la modernidad

En 1968, se modernizó la primera central. Había quedado pequeña comparada con las nuevas. Se usaba solo en momentos de alta demanda, como en invierno para la calefacción. Se cambiaron las turbinas Francis por cuatro grupos bulbo. Esta versión de la turbina Kaplan era más eficiente para saltos de agua pequeños pero con mucho caudal, como el de Sástago.

En la década de 1970, la fábrica tenía alrededor de cien trabajadores. A pesar de que el mercado de productos químicos no era muy bueno, la venta de electricidad ayudaba a la empresa a obtener buenas ganancias. En 1985, se propuso modernizar la tercera central eléctrica. El objetivo era aumentar el caudal a 252 metros cúbicos por segundo. Para ello, se añadió una tercera turbina Kaplan a la central.

Con el tiempo, EMESA pasó a formar parte de un grupo más grande llamado Cros. Este grupo unió a las principales empresas químicas de España. Más tarde, se renombró a Ercros. Finalmente, en 1990-1991, EMESA separó sus actividades de electricidad y química. La fabricación de carburos en La Zaida pasó a una nueva empresa llamada Erkimia.

En 1990, otra empresa, FECSA, compró la parte eléctrica de EMESA. El precio no se hizo público, pero se estima que fue entre 4500 y 5000 millones de pesetas. Cuando FECSA se unió a Endesa en 1996, las centrales de EMESA pasaron a ser parte de Endesa. Sin embargo, algunas acciones se vendieron a GDF Suez. Entre 1997 y 2002, se modernizó la segunda central. Se hizo más ancho el túnel para que el agua fluyera mejor. También se amplió una de las turbinas. En 2004, la empresa celebró su centenario. El alcalde de Sástago les entregó una placa conmemorativa. Esta placa recuerda la importante labor de EMESA en el desarrollo de la localidad.

Galería de imágenes

Véase también

  • Anexo:Patrimonio Industrial de España
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Electro Metalúrgica del Ebro para Niños. Enciclopedia Kiddle.