Claustro de la basílica de San Isidoro de León para niños
El claustro de la Basílica de San Isidoro de León es una parte muy importante de este antiguo edificio en la ciudad de León. Aunque la mayor parte fue construida en el siglo XVI, guarda un pedacito mucho más antiguo, del siglo XI, que es una galería románica. Esta galería es considerada la parte más antigua de un claustro románico que se conoce en España.
Este claustro se conoce por varios nombres, como claustro principal, claustro procesional o claustro de Fonseca. Fue el abad Fonseca quien ordenó su construcción en el siglo XVI. De esa época se conservan las paredes y los techos abovedados, aunque las arquerías (los arcos) fueron cambiadas más tarde, en la época barroca. Cuando se construyó en el siglo XVI, la galería románica quedó oculta detrás de un muro de ladrillo. Este muro fue quitado a mediados del siglo XX durante unas obras de restauración dirigidas por el arquitecto Luis Menéndez Pidal. Fue entonces cuando la antigua galería románica, con sus canecillos (piezas que sobresalen), arcos y capiteles (partes superiores de las columnas), volvió a verse.
En el siglo XVIII, se renovaron las fachadas del claustro, que son las que vemos hoy. La única que no se tocó fue la que ocultaba la galería románica, porque el maestro Durán, a cargo de las obras, no se atrevió a derribarla. Temía que la iglesia, que ya tenía problemas de estabilidad, se viniera abajo, pues ese muro grueso ayudaba a sostenerla.
El claustro tenía capillas en sus cuatro lados, usadas para enterrar a familias nobles de León. A principios del siglo XIX, cuando las tropas francesas estuvieron en la zona, estas capillas sufrieron daños, fueron profanadas y muchas se usaron como establos. Así estuvieron abandonadas y descuidadas durante siglo y medio, hasta que en 1959 comenzaron las obras para restaurar todo el claustro y sus capillas. El arquitecto Luis Menéndez Pidal fue el encargado de esta importante tarea.
En 1960, para celebrar los 1400 años del nacimiento de San Isidoro, se hicieron más arreglos. Se colocaron barandillas de hierro forjado en los 23 huecos del claustro de arriba, como si fueran balcones. En 1967, Menéndez Pidal añadió unos adornos de piedra redondos en cada hueco del claustro superior.
Contenido
- La galería románica: un tesoro antiguo
- Capillas del claustro: historias y restauraciones
- Capilla de los Salazares: un espacio recuperado
- Capilla de los Vacas: un hogar para tesoros
- Capilla de San José: un lugar de fe
- Capilla de San Ignacio: arte gótico y devoción
- Sala de Exposiciones: de bodega a museo
- Capilla de los Inclanes: un rincón especial
- Refectorio antiguo: el comedor de los monjes
- Capilla de la Asunción: cambios y traslados
- Capilla de la Magdalena: un espacio de museo
- Capilla de los Omañas: un rincón con historia
- Capilla de los Castañones: belleza restaurada
- Capilla de los Quiñones: de sala a capilla funeraria
- Capilla de los Cármenes: un pequeño altar
- Capilla del Santo Cristo: un viaje en el tiempo
- Escalera monacal: una obra de arte
- Véase también
La galería románica: un tesoro antiguo
En el siglo XI, durante el reinado del rey Fernando I y su esposa Sancha de León, se construyó una galería. Esta rodeaba la esquina suroeste del Panteón y llegaba hasta la primera parte de la iglesia. En el siglo XII, esta parte se hizo más grande.
Cuando se construyó el claustro en el siglo XVI, esta galería quedó escondida detrás de un muro de ladrillo muy grueso. Este muro también cubría la fachada norte de la iglesia. La idea del arquitecto Pidal de restaurarla fue aceptada. Él explicó que había restos importantes del antiguo pórtico románico de la iglesia, que estaban ocultos en los muros del claustro.
Al quitar el muro de ladrillo, aparecieron muchos elementos románicos, como la cornisa de la nave de la iglesia, columnas y capiteles. Para terminar la restauración, se arreglaron las bóvedas usando piedra de toba, igual que se hizo en su origen.
Capillas del claustro: historias y restauraciones
Capilla de los Salazares: un espacio recuperado
Esta capilla fue creada para los enterramientos de la familia Salazar. Después de que las tropas francesas la usaran, quedó abandonada hasta su restauración en 1959. Se recuperó la bóveda de yeso del siglo XVIII, se limpiaron las paredes y se arregló el arco de entrada, cerrándolo con una reja. Se quitó un muro falso que la separaba del Panteón, uniendo la capilla a este. Aquí se colocó la pila bautismal románica que antes estaba en la iglesia.
En esta misma capilla, se preparó un lugar especial para la tumba del arquitecto medieval Pedro Deustamben. Su tumba también estaba en la iglesia y servía de asiento a los fieles.
Capilla de los Vacas: un hogar para tesoros
Esta capilla está al lado de la de los Salazares y fue el lugar de enterramiento de las familias Vacas y Villagómez. Se restauró por completo el suelo, las paredes y el techo. Después, se usó para exponer la antigua campana del año 1086 y el gallo-veleta original. Este gallo había sido bajado de la torre para limpiarlo y restaurarlo. Al ver lo antiguo y valioso que era, los expertos decidieron que era mejor cuidarlo como pieza de museo. En la torre se colocó una copia exacta.
Capilla de San José: un lugar de fe
Esta capilla fue el lugar de enterramiento de Tomás Moreno, un importante funcionario de León. Su restauración fue similar a la de otras capillas: suelo, paredes y techo. Aquí se colocó un crucifijo, una copia de un cristo milagroso de Alcañiz, que fue un regalo.
Capilla de San Ignacio: arte gótico y devoción
Perteneció a Pedro de Castro y al capitán Negrete. Se restauraron el suelo, las paredes y el techo, y se arregló la entrada. Hoy en día, alberga una imagen del Sagrado Corazón. En las paredes de esta capilla se exhiben dos relieves góticos de piedra que muestran escenas de la Pasión, que formaron parte de un sepulcro de la familia Quiñones.
Sala de Exposiciones: de bodega a museo
Este es un espacio muy grande, de 15 por 6 metros, que antes se usaba como bodega y almacén. Se puso un suelo nuevo y se limpiaron paredes y techo. Para la puerta, se usó un arco de medio punto que se encontró en las excavaciones, y se cerró con una puerta de madera.
Capilla de los Inclanes: un rincón especial
No es una capilla completa, sino un arcosolio (un hueco en la pared para un sepulcro) al final del muro oeste del claustro. Estaba en muy mal estado y necesitó una restauración muy cuidadosa.
Refectorio antiguo: el comedor de los monjes
El refectorio, o comedor de los monjes, se extiende a lo largo de casi todo el lado norte del claustro. Era una sala excepcional, pero estaba tan deteriorada que necesitó una restauración profunda. Los soldados franceses lo habían convertido en establo, y desde entonces no se había arreglado nada.
Se restauró la puerta de entrada con su arco de piedra. En el muro oriental, se abrió una puerta para conectar directamente con el espacio antes de la escalera del claustro. Las ventanas también fueron restauradas con maderas finas. Lo mismo se hizo con el suelo y las paredes. Hoy, cuelgan de las paredes ocho grandes cuadros de la escuela sevillana, que muestran la vida y muerte de San Juan Bautista. También se restauraron las bóvedas del siglo XVIII y sus valiosos relieves de colores.
Finalmente, la sala se amuebló con sillones y bancos de estilo español. A partir de 1960, se usó como salón para actos importantes y conferencias, llamado Salón del Pendón de Baeza.
Capilla de la Asunción: cambios y traslados
Esta capilla tuvo muchas reparaciones y renovaciones. Se encuentra en el extremo este del lado norte del claustro. Originalmente, era un vestíbulo al que se entraba desde la calle y que servía de paso al claustro.
La familia Villafañe se hizo cargo de este lugar, convirtiéndolo en capilla funeraria dedicada a la Asunción. Varias lápidas de enterramiento se colocaron en el suelo. Más tarde, se pusieron cinco arcas sepulcrales de antiguos abades y otras personas importantes. En la restauración de 1960, el arquitecto Menéndez Pidal trasladó estas arcas a la recién restaurada Sala de Exposiciones.
En la restauración de esta capilla, se arregló el suelo, las paredes y el techo, así como el arco que comunicaba con el claustro. En este arco, a cada lado, se colocaron dos estatuas de guerreros, muy dañadas pero restauradas por el escultor Andrés Seoane.
También se trasladó un arco de piedra conocido como Capilla del Salvador, que había estado incrustado en la galería románica. Este arco funerario se instaló en el muro norte de la capilla. En él se colocó una imagen de María con el Niño, de piedra de colores, que había pertenecido a la villa de Mansilla de las Mulas.
Capilla de la Magdalena: un espacio de museo
Se encuentra al norte del lado este del claustro. Perteneció a la familia de Pedro Joven, un funcionario de León. Actualmente, se usa como almacén del museo.
Capilla de los Omañas: un rincón con historia
Perteneció a la familia Omaña. Aquí está enterrado Ares de Omaña, quien fue ejecutado por su tío, el conde de Luna. También está enterrada Sancha Álvarez de Omaña, madre de Ares. Esta capilla no está restaurada. Dentro, conserva la fragua donde se hicieron las rejas del Panteón a mediados del siglo XIX. Se usa como trastero.
Capilla de los Castañones: belleza restaurada
Fue restaurada en 1999. Se consolidó el suelo y se arregló el techo de madera de estilo mudéjar, que es muy bonito. Estaba incompleta porque una parte se usó para hacer la escalera que lleva a la sacristía. Tenía una gran lápida con una inscripción que se colocó en el centro del suelo. Actualmente, no se usa, y en ella están enterrados muchos miembros de esta familia noble de León.
Capilla de los Quiñones: de sala a capilla funeraria
Esta capilla está pegada al muro norte de la iglesia y tiene una antigua puerta norte, que está conservada pero cerrada. Al principio, este espacio era una Sala Capitular (donde se reunían los monjes) y tenía pinturas en las paredes y techos. A finales del siglo XV, el conde Luna la convirtió en capilla funeraria para su familia, y allí se colocaron los sepulcros de su linaje. En el siglo XIX, las tropas de Napoleón usaron esta capilla como establo, y todos los sepulcros fueron profanados. A finales de ese mismo siglo, se instaló allí el Cabildo (grupo de clérigos) y por unos años volvió a funcionar, pero por falta de dinero, se abandonó de nuevo.
En 1981, se inició la restauración. Se arregló el suelo, se cerraron tres puertas y la fachada oeste se transformó con cristaleras. Las diez arcas funerarias que se encontraron fueron trasladadas al claustro. El museo de la Colegiata financió todas las obras y mandó hacer vitrinas especiales con alarma para exponer telas y objetos religiosos. También se colocó un altar con objetos litúrgicos antiguos, como recuerdo de un pasado histórico en la liturgia.
Capilla de los Cármenes: un pequeño altar
No es una capilla grande, sino un hueco hecho en un muro para colocar un altar.
Capilla del Santo Cristo: un viaje en el tiempo
Originalmente, era el hueco de una pequeña puerta románica que conectaba el crucero norte con el claustro. En la época gótica, cerraron esta salida y decoraron el hueco con pinturas, de las que aún quedan restos, y colocaron el altar del Santo Cristo. También trasladaron desde el Panteón una inscripción de piedra donde la reina Sancha contaba la construcción del templo y el traslado del cuerpo de San Isidoro y las reliquias de San Vicente. Pero en la última restauración, la piedra volvió a su lugar original en el Panteón. La inscripción está en latín y traducida al español dice:
Esta iglesia de San Juan Bautista que ves, antes era de barro. Recientemente el Excelentísimo Rey Fernando y la Reina Sancha la construyeron de piedra. Luego trasladaron aquí desde la ciudad de Sevilla el cuerpo de Isidoro Obispo, el día de la dedicación de este templo, 21 de diciembre de 1063. Después, en el año 1065, el 10 de mayo, trasladaron aquí de la ciudad de Ávila el cuerpo de San Vicente, hermano de Sabina y Cristeta. En dicho año, el rey mencionado, al regresar de la guerra de la ciudad de Valencia, llegó a este lugar un sábado. Falleció el martes 27 de diciembre de 1065. La reina Sancha, dedicada a Dios, la terminó.
Escalera monacal: una obra de arte
Fue construida por Juan de Ribero en el siglo XVI. Tiene tres tramos y treinta y siete peldaños de piedra de 3,20 metros de largo. Cuenta con 156 bustos de personajes antiguos esculpidos en la parte inferior de la bóveda, más 34 en el arco de la entrada. Necesitó una restauración profunda porque estaba muy dañada por el derrumbe de la cúpula.