Casa de Niños Expósitos para niños
La Casa de Niños Expósitos fue una institución muy importante en la historia de Buenos Aires. Fue fundada el 7 de agosto de 1779 por el virrey Vértiz, en la calle San José (hoy Perú) cerca de la calle San Carlos (hoy Alsina), en la zona conocida como la Manzana de las Luces.
El nombre "Casa de Niños Expósitos" viene de la palabra "expósito", que significa "puesto afuera". Se usaba para referirse a los bebés recién nacidos que eran abandonados, a menudo en las puertas de las iglesias o en la calle.
Los niños eran abandonados por diversas razones, como la falta de recursos económicos de sus familias o porque sus madres no podían cuidarlos. A veces, si nacían mellizos, las familias no podían mantener a ambos.
Para recibir a los bebés de forma anónima, la casa tenía un sistema especial. En la parte de adelante del edificio había un armazón giratorio de madera, como una especie de "torno", colocado en un hueco en la pared. Alguien dejaba al bebé en el torno, tocaba una campanilla y un empleado desde adentro lo hacía girar para recibir al niño sin saber quién lo había dejado. Este sistema funcionó hasta el año 1891.
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¿Por qué se fundó la Casa de Niños Expósitos?
La necesidad de crear esta casa surgió cuando Buenos Aires se convirtió en la capital del Virreinato del Río de La Plata en 1776. El rey Carlos III abrió el puerto de Buenos Aires al comercio directo con España y envió muchos soldados para proteger la ciudad.
La presencia de tantos soldados por largos períodos, en una ciudad que en ese momento tenía unos 28 mil habitantes, llevó a un aumento de nacimientos de niños que necesitaban ayuda. Antes de que existiera la casa, estos niños abandonados sufrían mucho en las calles. Podían morir de frío, hambre o sed, o ser lastimados por los animales o los carruajes en la oscuridad.
Por esta razón, un grupo de vecinos, apoyando la idea del procurador general Marcos José de Riglos, pidieron al virrey el 17 de junio de 1779 que se abriera una casa para cuidar a estos bebés y evitar que murieran.
El virrey, que ya conocía estos problemas porque había sido juez de menores, ordenó el 14 de julio de 1779 que se abriera una Casa de Niños Expósitos, similar a las que ya existían en ciudades como Madrid o Lima.
La Casa en el siglo XVIII
La Casa de Niños Expósitos empezó a funcionar en un lugar que antes había sido un almacén de armas. Este edificio era parte de las antiguas propiedades de los Jesuitas, que ocuparon toda la Manzana de las Luces hasta que fueron expulsados.
La administración de estas propiedades estaba a cargo de la Junta de Temporalidades, que cedió el edificio y el dinero de alquiler de nueve pequeños locales para ayudar a mantener a los niños. De este primer edificio, aún quedan dos salas en pie.
Después de ser preparada, la casa abrió sus puertas el 7 de agosto de 1779, bajo la dirección de Martín de Sarratea. La primera niña que ingresó fue Feliciana Manuela, una niña de piel oscura, el 9 de junio de 1780, pero lamentablemente falleció poco después. En los siguientes diez años, la institución recibió a más de dos mil niños.
El dinero para mantener la casa venía de varias fuentes: de la Real Imprenta de Niños Expósitos, de los alquileres de propiedades, de funciones especiales en el Teatro de La Ranchería, de la venta de permisos para comer carne en Cuaresma y de donaciones de la Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo.
El 21 de febrero de 1784, el virrey decidió dejar la administración de la casa a cargo de la Hermandad de la Santa Caridad. Esta Hermandad nombró a Pedro Díaz de Vivar como director y decidió vender el edificio original para mudar la casa a uno nuevo, de una sola planta, en las calles San Francisco y de Cristo (hoy Moreno y Balcarce), cerca del Hospital de Mujeres y del Convento de San Francisco.
En 1786, vivían en la casa 150 niños. Se creó un reglamento general para su funcionamiento, que se imprimió en la Imprenta de Niños Expósitos. Los bebés eran cuidados por "amas de leche" (nodrizas) y los niños más grandes por "amas de cría".
En 1796, se estableció la Constitución de la Casa de Expósitos, y un señor llamado Francisco Necochea donó dinero para que 12 de los niños más destacados pudieran completar sus estudios en España.
La Casa en el siglo XIX y su cambio de nombre
Después de la Revolución de Mayo, el nuevo gobierno redujo el poder de la Hermandad de la Caridad, y la casa empezó a ser visitada con frecuencia por inspectores del Estado.
En 1817, el Dr. Saturnino Segurola fue nombrado director. Él organizó un equipo médico y una farmacia para atender la salud de los niños. Ese mismo año, el Dr. Juan de Dios Madera, médico de la policía del Cabildo, y el boticario Diego Gallardo comenzaron a trabajar en la Casa. En 1818, el Dr. Cosme Argerich reemplazó a Madera.
Hasta ese momento, muchas personas creían que el abandono de niños era parte de un plan divino, y la Iglesia Católica se encargaba de ayudar a los expósitos a través de la caridad y las donaciones.
En 1821, Bernardino Rivadavia, que era ministro, realizó una reforma que disolvió muchas órdenes religiosas y pasó los bienes de la Iglesia Católica a manos de la provincia. Con esto, la Hermandad de la Santa Caridad se disolvió. Para reemplazarla, se creó la Sociedad de Beneficencia, formada por mujeres importantes de Buenos Aires.
La Sociedad de Beneficencia nombró a Narciso Martínez como director de la Casa y a Pedro Rojas como médico. Con estos cambios, la forma de manejar la institución también cambió. El gobierno comenzó a pagar mensualmente a 250 "amas" para que cuidaran a los niños en sus propios hogares, según su edad y estado de salud. Estas amas y los niños eran examinados por un médico cada mes. A partir de los cuatro años, los niños podían ser dados en guarda como ayudantes en otras familias. Los que no podían ser asignados a una familia seguían en la Casa de Expósitos, y muchos de ellos, al crecer, continuaban trabajando en la institución como empleados.
La situación de los niños abandonados era preocupante debido a la alta tasa de mortalidad. Sin embargo, la idea era que estos niños pudieran crecer y aprender un oficio para contribuir al progreso de la sociedad.
Cuando un bloqueo naval afectó la economía, el gobernador Juan Manuel de Rosas suspendió el dinero para las instituciones públicas. Ante esta situación, Segurola renunció a su cargo de director.
En 1852, por un decreto del gobierno, la Sociedad de Beneficencia fue restablecida, presidida por María Sánchez de Mendeville. Gracias a una generosa donación de la directora y del general Justo José de Urquiza, la Casa de Niños Expósitos volvió a funcionar.
El director más destacado de esta nueva etapa fue el Dr. Manuel Blancas, quien dedicó sus esfuerzos a la institución desde 1855.
En 1859, se decidió que las Hermanas del Huerto colaborarían con la Sociedad en el control de las amas y en la administración de la Casa. Ellas permanecieron allí por más de 120 años.
En 1873, Juan Argerich sucedió a Manuel Blancas y decidió trasladar la Casa de Niños Expósitos a un nuevo lugar. Este nuevo edificio estaba en la continuación de la avenida Santa Lucía, en lo que hoy es la avenida Montes de Oca. Allí funcionaba el Instituto Sanitario Modelo, que se convirtió en la Casa Cuna y hoy es el Hospital General de Niños Dr. Pedro de Elizalde.
Véase también
- Real Imprenta de Niños Expósitos