Caída de Robespierre para niños
La caída de Robespierre ocurrió el 9 de termidor del año II, según el calendario de la República Francesa, que equivale al 27 de julio de 1794 en nuestro calendario actual. Maximilien Robespierre, un líder importante de los jacobinos, conocido como El Incorruptible, era una figura destacada del Comité de Salvación Pública. Este comité era el principal órgano del gobierno durante la Primera República francesa, en un momento muy difícil para la Revolución francesa.
En la tarde del 9 de termidor, Robespierre fue acusado de ser un "tirano" y fue arrestado por orden de la Convención Nacional. Junto a él, fueron detenidos sus aliados Louis Saint-Just y Georges Couthon, quienes también eran miembros del Comité de Salvación Pública, además de Philippe François Joseph Le Bas del Comité de Seguridad General y su hermano menor Augustin Robespierre.
Esa misma tarde-noche, la Comuna de París los liberó. Sin embargo, en la madrugada del 10 de termidor, las fuerzas de la Convención los capturaron en el Hôtel de Ville de Paris, donde estaban reunidos con los líderes de la Comuna. Como habían sido declarados "fuera de la ley" (hors la loi), fueron guillotinados sin juicio esa misma tarde, junto con los líderes de la Comuna que los apoyaron. El 9 de Termidor se convirtió en una fecha clave de la Revolución Francesa, y su significado, así como el papel de Maximilien Robespierre, especialmente en el período conocido como el Terror, siguen siendo temas de estudio.
Contenido
¿Qué pasó antes de la caída de Robespierre?
El Comité de Salvación Pública toma el control (marzo-abril de 1794)
Después de que los girondinos perdieran el poder entre el 31 de mayo y el 2 de junio de 1793, el grupo de izquierda de la Convención Nacional, llamado La Montaña (formado por jacobinos y cordeliers), asumió el control. En ese momento, Francia enfrentaba una invasión de la Primera Coalición y rebeliones internas, como las insurrecciones federalistas y la rebelión de la Vendée. La Primera República Francesa, proclamada en septiembre de 1792, estaba en peligro.
Para enfrentar esta situación, la Convención Nacional declaró el "Terror a la orden del día" el 5 de septiembre de 1793. El 10 de octubre, se anunció que el gobierno sería "revolucionario hasta la paz", suspendiendo la aplicación de la Constitución francesa de 1793 recién aprobada. La ley del 14 de frimario del año II (4 de diciembre de 1793) organizó el "Gobierno revolucionario" bajo la autoridad de la Convención Nacional. El Comité de Salvación Pública, del que Robespierre, Couthon y Saint-Just formaban parte desde julio, era el órgano principal, junto con el Comité de Seguridad General. Ambos comités eran nombrados por la Convención y debían rendirle cuentas.

En marzo y abril de 1794, dos grupos que "amenazaban" al gobierno revolucionario fueron eliminados. Robespierre los había llamado "ultrarrevolucionarios" y "citarrevolucionarios". Los "ultrarrevolucionarios" eran los cordeliers, liderados por Jacques-René Hébert (también conocidos como hebertistas), que pedían medidas más extremas. Hébert y otros líderes fueron juzgados por el Tribunal Revolucionario y guillotinados el 24 de marzo.
El 30 de marzo, fueron arrestados los líderes de la facción "citarrevolucionaria", los jacobinos Indulgents, encabezados por Georges Danton (también llamados dantonistas) y Camille Desmoulins. Danton y Desmoulins, amigos de Robespierre, pedían el fin del Terror y negociar la paz. Fueron declarados culpables de traición y guillotinados el 5 de abril de 1794. La eliminación de estos grupos fortaleció el poder del Comité de Salvación Pública.
La historiadora Marisa Linton señala que otros miembros del Comité de Salvación Pública y del Comité de Seguridad General compartían la responsabilidad del funcionamiento del Terror, no solo Robespierre.
Desacuerdos en el gobierno revolucionario (mayo-junio de 1794)
Después de la eliminación de los hebertistas y dantonistas, la unidad del gobierno revolucionario no duró mucho. Al mes siguiente, surgieron diferencias entre los miembros del Comité de Salvación Pública. Por ejemplo, Lazare Carnot, encargado de asuntos militares, y Saint-Just, delegado del Comité para el Ejército del Norte, tuvieron desacuerdos sobre estrategias militares.
La división se hizo más evidente con la celebración de la Fiesta del Ser Supremo el 8 de junio. Robespierre había propuesto esta fiesta para establecer un culto deísta, poniendo fin al movimiento que buscaba eliminar la religión. En la celebración, Robespierre, como presidente de la Convención, marchó solo al frente del desfile. Esto molestó a algunos miembros del Comité de Salvación Pública, como Billaud-Varenne y Collot d'Herbois.

La división se profundizó con la Ley del 22 de pradial (10 de junio), que simplificaba los procedimientos judiciales del Terror. Esta ley, propuesta por Couthon con el acuerdo de Robespierre, permitía condenar a sospechosos con pruebas "morales" y eliminaba la necesidad de abogados defensores. Aunque fue aprobada, generó desconfianza en el Comité de Seguridad General, que no había sido consultado. Además, Robespierre y Saint-Just habían creado una oficina de policía que interfería con las funciones del Comité de Seguridad General.
Dos días después, Robespierre dio un discurso en el Club de los Jacobinos donde habló de conspiradores, sin dar nombres. Cuando se le pidió que los nombrara, respondió que lo haría cuando fuera necesario. Esto aumentó la tensión.
Un incidente conocido como el affaire Théot empeoró las relaciones. El 15 de junio, Marc Vadier, del Comité de Seguridad General, presentó un informe sobre una supuesta conspiración liderada por Catherine Théot, una anciana que admiraba a Robespierre y se hacía llamar la "madre de Dios". Vadier insinuó que Robespierre podría ser el Mesías que ella profetizaba. Robespierre logró que el caso fuera desestimado, pero esto hizo que muchos pensaran que sus poderes eran ilimitados y que se creía el "pontífice" de este nuevo culto.
El retiro de Robespierre (junio-julio de 1794)
Una semana después de la Ley del 22 de pradial, sus efectos se hicieron notar. El 17 de junio, casi sesenta personas fueron ejecutadas, acusadas de ser cómplices de Cécile Renault, quien supuestamente había intentado atacar a Robespierre.
A pesar de la victoria en la batalla de Fleurus el 26 de junio, que eliminó la amenaza de las tropas austriacas y sugería el fin del Terror, las ejecuciones aumentaron. En julio, el promedio de ejecuciones diarias subió a veintiséis.
Las tensiones entre los dos comités y dentro del Comité de Salvación Pública se hicieron evidentes en una reunión el 29 de junio. Carnot le gritó a Saint-Just que él y Robespierre eran "dictadores ridículos". Robespierre y Jacques Nicolas Billaud-Varenne también se enfrentaron. Robespierre denunció estas intrigas en un discurso en el Club de los Jacobinos el 1 de julio.
A partir del 29 de junio, Robespierre dejó de asistir a las reuniones del Comité de Salvación Pública y a las sesiones de la Convención. En su discurso del 26 de julio, explicó que la calumnia y la imposibilidad de hacer el bien lo habían forzado a retirarse.
Su ausencia ha sido muy debatida. Algunos historiadores sugieren razones personales, como su salud y problemas familiares, y políticas, como los rumores y calumnias que lo llamaban "dictador" o "tirano". Su retiro en un momento crítico permitió que sus oponentes se organizaran.

Durante la ausencia de Robespierre, el "Gran Terror" se intensificó, pero las ejecuciones no se le pueden atribuir directamente. De hecho, Robespierre intervino en varias ocasiones para proteger a individuos, como refugiados y setenta y tres diputados girondinos encarcelados. También ordenó la liberación de 320 "sospechosos". Estas acciones, junto con la expulsión de Joseph Fouché del Club Jacobino, hicieron que muchos temieran una purga inminente contra quienes se habían excedido en la represión.
La intervención de Couthon en la Convención el 21 de julio, donde habló de "cuatro o cinco" canallas entre sus miembros, pareció confirmar estos temores. Robespierre regresó al Comité de Salvación Pública el 23 de julio para una sesión de "reconciliación", pero se mostró inflexible y no hubo acuerdo. A pesar de esto, el 25 de julio, Bertrand Barère negó la existencia de una crisis en el gobierno revolucionario.
La conspiración contra Robespierre (julio de 1794)

Se ha discutido si la conspiración que Robespierre denunciaba era real. Según el historiador Peter McPhee, Robespierre "tenía toda la razón". Cuatro grupos de diputados con motivos para actuar contra él comenzaron a coordinarse: diputados que habían sido destituidos de sus misiones (como Fouché y Tallien), miembros de comités con antecedentes hebertistas (Collot, Billaud, Vadier), diputados cercanos a Danton, y los "tecnócratas" del Comité de Salvación Pública.
La iniciativa de la conspiración provino de los representantes que se sentían amenazados. Se señala especialmente a Fouché, quien, según sus propias memorias, se dedicó a advertir a otros diputados que sus nombres estaban en una lista de proscritos. Fouché afirmó haber contactado con Tallien (cuya amante estaba en prisión) y con los miembros del Comité de Salvación Pública que eran enemigos de Robespierre: Collot d'Herbois, Billaud-Varenne y Carnot.
Robespierre estaba en lo cierto cuando señaló a Fouché como el "cabecilla de una conspiración". Por su parte, Jean-Baptiste-André Amar, del Comité de Seguridad General, visitó a los diputados girondinos encarcelados el 25 de julio para pedirles apoyo contra Robespierre. Esto es irónico, ya que Amar había insistido en juzgarlos, mientras que Robespierre se había opuesto, salvándoles la vida.
El 26 de julio de 1794
El discurso de Robespierre en la Convención Nacional
Alrededor de las dos de la tarde del 26 de julio, Robespierre comenzó su discurso de dos horas en la Convención Nacional. Empezó diciendo que venía a decir "verdades útiles" y se refirió irónicamente a su ausencia de la vida política, preguntando si el país había sufrido por ello. Luego reafirmó su fe en la virtud.
Denunció las calumnias de las que era objeto y explicó su propósito de "revelar abusos" y "defender vuestra autoridad". Afirmó que había "patriotas" encarcelados mientras que "canallas" habían sido liberados. Atacó a los representantes que se habían excedido en sus poderes, a agentes y a algunos miembros del Comité de Seguridad General, y a los "monstruos" que habían "sostenido el terror". No dio nombres, pero hizo referencias claras a quienes lo habían criticado. Nombró a Pierre-Joseph Cambon, miembro del Comité de Salvación Pública, acusándolo de que en la administración de finanzas había "pillos".
Luego lanzó su ataque principal: "Existe una conspiración contra la libertad pública… una coalición que intriga en el mismo seno de la Convención", y que también está presente en el Comité de Seguridad General y en el Comité de Salvación Pública.
Aunque solo nombró a Cambon y a dos miembros del Comité de Finanzas, su discurso contenía suficientes detalles para que muchos sospechosos de excesos temieran ser identificados. El historiador David Andress señala que "ninguno de los presentes ignoraba a quiénes estaba acusando".
Robespierre terminó su discurso preguntando: "¿Qué puede objetarse contra quien anhela decir la verdad y consiente en morir por ello?". Según Peter MacPhee, fue un discurso "intrincado y emocional", pero un "error grave" no dar los nombres de los diputados que serían juzgados.
Las reacciones al discurso de Robespierre
La primera reacción fue de Bourdon de l'Oise, quien se opuso a que el discurso fuera impreso, argumentando que contenía "errores" y debía ser investigado. Sin embargo, Couthon apoyó la impresión y que fuera enviado a las municipalidades y ejércitos.
Según las memorias del diputado René Levasseur de la Sarthe, los miembros de la Convención "indirectamente acusados" se defendieron y, a su vez, acusaron a Robespierre. El primero fue Vadier, y luego Cambon, quien dijo: "Es hora de decir toda la verdad: un solo hombre paraliza la voluntad de la Convención nacional; ese hombre es el que acaba de pronunciar el discurso, es Robespierre; así juzgad".
Étienne-Jean Panis acusó a Robespierre de haber expulsado a quienes él señalaba del Club de los Jacobinos y le pidió que dijera si tenía intención de proscribirlos. Finalmente, se aprobó imprimir el discurso solo para los miembros de la Convención. Robespierre se negó a entregar el original, insinuando que los jacobinos lo distribuirían. Levasseur escribió que, por primera vez desde mayo de 1793, Robespierre había sido superado.
Robespierre en el Club de los Jacobinos
Después de la sesión de la Convención, la situación aún no estaba definida. Lo que ocurrió por la tarde en el Club de los Jacobinos fue decisivo. A las ocho, Collot d'Herbois y Billaud-Varenne no pudieron hablar debido a la oposición. Claude Javogues exclamó: "¡No somos ni facciosos ni conspiradores, pero no queremos ver a los jacobinos dominados por un solo hombre!". Robespierre le respondió que le agradecía que se revelara así.
Robespierre volvió a leer su discurso de la mañana, que fue aplaudido. Al terminar, declaró: "Hermanos y amigos, es mi testamento lo que acabáis de oír. […] Si me abandonáis, veréis con que calma beberé la cicuta." El pintor Jacques-Louis David, miembro del Comité de Seguridad General, dijo que la bebería con él.

Cuando Collot y Billaud intentaron hablar, fueron abucheados y se escucharon gritos de "¡A la guillotina!". Georges Couthon propuso debatir sobre la "conspiración" denunciada por Robespierre, moción que fue aprobada por aclamación, y Collot y Billaud-Varenne fueron expulsados de la sala.
El presidente del club aprobó enviar un mensaje a las filiales provinciales informando que Robespierre había descubierto otra "conspiración extranjera". Robespierre no parecía consciente del peligro, ya que tenía planes para cenar con amigos la noche siguiente.
El 27 de julio de 1794
Las horas previas a la sesión de la Convención
Cuando Billaud y Collot regresaron de madrugada a la sede del Comité de Salvación Pública, encontraron a Saint-Just redactando un informe. Hubo una fuerte discusión. Saint-Just prometió leerles su informe a las once de la mañana, antes de ir a la Convención, pero no lo hizo.

Collot y Billaud se reunieron con Fouché y Tallien para preparar su intervención en la Convención, sabiendo que Collot la presidiría. Carnot, por su parte, había ordenado el envío de artilleros de París, leales a François Hanriot (comandante de la Guardia Nacional) y a Robespierre, al Norte.
Los historiadores explican que los revolucionarios jacobinos, a pesar de la crisis, seguían dependiendo de las decisiones de la Convención, lo que impidió un golpe de estado directo.
La sesión de la Convención



A las 11 de la mañana, Collot d'Herbois abrió la sesión de la Convención. Después de leer la correspondencia, Saint-Just subió a la tribuna para presentar su informe. Solo pudo leer el primer párrafo antes de ser interrumpido por Tallien, quien argumentó que su discurso dividiría aún más al gobierno.
La intervención de Tallien fue seguida por la de Billaud-Varenne, quien dio un discurso decisivo. Afirmó que "el momento de decir la verdad ha llegado" y que la Asamblea perecería si era débil. Los diputados se pusieron de pie gritando "¡Viva la República! ¡Viva la Convención Nacional!". Billaud continuó su acusación contra Robespierre, acusándolo de haber dictado la Ley del 22 de pradial, de espiar a los diputados y de querer degradar la Convención.

Cuando Robespierre intentó defenderse, se oyeron gritos de "¡Abajo el tirano!" y no le dejaron hablar. El presidente Collot no le dio la palabra y se la concedió a Tallien, quien atacó a Robespierre, llamándolo "nuevo Cromwell" y "nuevo Catilina". Tallien propuso que la Convención permaneciera en sesión hasta que la ley asegurara la revolución y pidió la detención de Hanriot, jefe de la Guardia Nacional. Durante su intervención, Tallien sacó una daga, mostrando su disposición a "abatir al tirano".
Bertrand Barère intervino con un discurso conciliador, pero Vadier retomó el ataque a Robespierre, afirmando que espías a sus órdenes seguían a los miembros de la Convención. Robespierre intentó hablar varias veces, pero no se lo permitieron.
Alrededor de las dos y media de la tarde, Louis Louchet propuso la detención de Robespierre. Su hermano, Augustin Robespierre, pidió ser detenido también. La Convención aprobó los decretos para detener a Robespierre, Augustin Robespierre, Couthon, Saint-Just y Le Bas. La sesión continuó con gritos contra Robespierre. Un diputado le dijo: "La sangre de Danton te ahoga", a lo que Robespierre respondió: "¡Ah! ¡Queréis vengar a Danton! Cobardes, ¿por qué no lo defendisteis?". Estas fueron sus últimas palabras en la Convención. Después de las cuatro de la tarde, Robespierre y los otros cuatro diputados fueron llevados por los gendarmes a las dependencias del Comité de Seguridad General.
Collot d'Herbois declaró que se había evitado la tiranía y que la patria había sido salvada. Los diputados aplaudieron y gritaron: "Vivan la República y la igualdad". La sesión se suspendió hasta las siete. La mayoría de los diputados que intervinieron contra Robespierre ese día eran del grupo de La Montaña.
La fallida rebelión de la Comuna de París
Alrededor de las dos y media de la tarde, se conoció la orden de detención contra Hanriot en el Ayuntamiento de París. El alcalde de París, Fleuriot-Lescot, y el agente nacional Claude-François Payan decidieron movilizar a las secciones y tocar la alarma. Hanriot ordenó a los jefes de la Guardia Nacional que enviaran hombres al Ayuntamiento, pero solo dos le obedecieron. Solo 16 de las 48 secciones enviaron hombres. A pesar de esto, se reunió una fuerza de más de 3.000 hombres hacia las siete de la tarde.

Hanriot se dirigió a la sede del Comité de Seguridad General para liberar a Robespierre y los otros diputados, pero ya habían sido trasladados a diferentes prisiones. Hanriot fue detenido. A las cinco y media, el Consejo General de la Comuna de París se reunió y ordenó cerrar las barreras y reunir las asambleas de las secciones. También se redactó una "Proclama al Pueblo" llamando a la rebelión.
Entre las cinco y las siete de la tarde, los cinco diputados detenidos eran llevados a diferentes prisiones. Sin embargo, Robespierre no fue admitido en la prisión de Luxemburgo. Hay varias versiones de por qué: una dice que el Comité de Seguridad General ordenó no admitirlo para declararlo "fuera de la ley" y guillotinarlo sin juicio; otra, que un administrador de policía de la Comuna de París lo impidió; y una tercera, que nadie quiso asumir la responsabilidad de encarcelarlo. Robespierre se negó a abandonar las dependencias de la policía hasta que fue declarado "fuera de la ley" por la Convención, momento en el que aceptó ir al Ayuntamiento.

Hacia las ocho de la tarde, Coffinhal, vicepresidente del Tribunal Revolucionario, junto con más de dos mil hombres, se dirigió a la Convención para liberar a Hanriot. Lo lograron y las fuerzas de la Comuna tenían a la Convención a su merced. El presidente de la Convención, Collot, creyó que todo estaba perdido. Sin embargo, las fuerzas de la Comuna no asaltaron la Convención y regresaron al Ayuntamiento.

La Convención, recuperada del miedo, tomó la iniciativa y declaró "fuera de la ley" a Hanriot y a los líderes de la Comuna que lo habían liberado. Nombró a Paul François Jean Nicolas Barras comandante de la fuerza armada de París. Hacia las diez y media de la noche, se votó la declaración de "fuera de la ley" para Robespierre y todos los que habían desobedecido la orden de detención. La Convención llenó la ciudad con carteles anunciando la proscripción, lo que influyó para que muchas secciones no se unieran a la rebelión.
Cuando Robespierre supo que había sido declarado "fuera de la ley", aceptó ir al Ayuntamiento a las once de la noche, uniéndose al Comité de Ejecución. Poco después llegó Saint-Just. Couthon se resistió a abandonar la prisión hasta que recibió una nota firmada por los hermanos Robespierre y Saint-Just.

El Comité de Ejecución, con Robespierre, seguía discutiendo y no ordenó el inicio de la rebelión. Los 3.000 hombres armados en la plaza del Ayuntamiento comenzaron a irse, especialmente al saber que muchas secciones se habían alineado con la Convención.
Hacia la una de la madrugada, Couthon propuso pedir ayuda a los ejércitos, pero Robespierre dudó sobre en nombre de quién se haría el llamamiento. Finalmente, dijo que se escribiera "en nombre del pueblo francés". Esta indecisión de Robespierre fue clave para el fracaso de la rebelión.
A la una y media de la madrugada, la plaza del Ayuntamiento estaba vacía. Lo mismo ocurrió en el Club de los Jacobinos. A las dos de la madrugada del 10 de Termidor, el diputado Louis Legendre cerró el Club sin problemas.
El 28 de julio de 1794
La detención de Robespierre y sus compañeros
Cuando las fuerzas de la Convención entraron en el Ayuntamiento de París pasadas las dos de la madrugada del 10 de termidor, se oyeron disparos. Le Bas había muerto, y Maximilien Robespierre había intentado hacer lo mismo, pero solo se hirió. Esta versión inicial fue contradicha por Léonard Bourdon, quien lideró el asalto y afirmó que Robespierre había sido herido por el disparo de un gendarme. El informe posterior de Barère dejó una incógnita histórica. El informe también confirmó la muerte de Le Bas, que Augustin Robespierre se había lanzado por una ventana y se había roto las piernas, que Saint-Just había sido detenido, y que Couthon había resultado herido al caer su silla de ruedas. Hanriot había huido y luego se había tirado por una ventana.
En el despacho del Ayuntamiento, se encontró un manuscrito dirigido a la sección de Robespierre, firmado con las iniciales 'Ro' y con salpicaduras de sangre. Esto ha llevado a debates sobre si lo estaba firmando cuando irrumpieron las fuerzas o si la firma incompleta se debía a su indecisión.

Robespierre quedó gravemente herido en la mandíbula. Fue atendido dos horas y media después, encontrándolo "cubierto de sangre". Solo le pusieron un vendaje. Durante ese tiempo, fue objeto de burlas. Cuando le ofrecieron un pañuelo para limpiarse la sangre, Robespierre agradeció con un "Merci, monsieur", sus últimas palabras registradas antes de ser guillotinado.
Como todos los detenidos habían sido declarados "fuera de la ley", no hubo juicio. El Tribunal Revolucionario, convocado excepcionalmente, solo identificó a los acusados. El fiscal Fouquier-Tinville acudió a la Convención para comunicar que no encontraba a dos oficiales municipales para el control de identidad, como exigía la ley. La Convención resolvió dispensar este trámite. Se decidió que el patíbulo se levantara en la plaza de la Revolución, donde había sido ejecutado Luis XVI.
Las ejecuciones
Los detenidos estaban en la prisión de la Conciergerie. Maximilien Robespierre, muy herido, fue el primero en ser identificado. Le siguieron los otros tres diputados (Le Bas había muerto), dos de ellos también muy heridos (Augustin Robespierre y Couthon). Después, el agente nacional Payan, el alcalde de París Lescot-Fleuriot, el general Lavalette y su jefe Hanriot, el presidente del Tribunal Revolucionario Dumas, Vivier, y otros miembros de la Comuna. En total, veintidós personas fueron condenadas a muerte sin juicio.
A las seis de la tarde, tres carretas llevaron a los veintidós condenados al cadalso. La gente se agolpaba, lanzando burlas e insultos. Una mujer se acercó a la carreta de Robespierre y le gritó: "¡Vete, malhechor! ¡Vete a la tumba cargado de las maldiciones de las esposas y madres de Francia!". Una hora después comenzaron las ejecuciones. Couthon fue el primero en ser guillotinado, Robespierre el antepenúltimo, y el alcalde Fleuriot el último. Los cuerpos fueron enterrados en una fosa común. La agonía de Robespierre duró diecisiete horas, y antes de ser ejecutado, el verdugo le arrancó el vendaje, lo que le dislocó la mandíbula y le provocó un grito de dolor.
Hacia las nueve de la noche, Tallien declaró en la Convención: "Este día es uno de los más bellos para la libertad…". Al día siguiente, 29 de julio, se llevó a cabo una gran redada, y 71 "robespieristas" fueron condenados a muerte sin juicio, el mayor grupo guillotinado en un solo día desde la Ley del 22 de pradial. El 30 de julio, doce personas más fueron ejecutadas. En total, 108 "robespieristas" fueron ejecutados.
Un amigo de Robespierre de su ciudad natal de Arrás escribió al enterarse de su ejecución: "Así que el hombre que durante tanto tiempo ha transitado la senda del patriotismo más incorruptible ya no está. […] Robespierre creía que se le tenía que permitir escoger los medios por los que más adecuadamente podía servirlos."
La historia de Termidor
La versión oficial: la creación de Termidor
Según la historiadora Françoise Brunel, el papel de los miembros de los Comités en la caída de Robespierre explica por qué el primer discurso oficial presentó el evento como la crisis final de la revolución. Collot d'Herbois dio la primera explicación oficial, diciendo que se había evitado la tiranía y que el pueblo francés nunca tendría un tirano. Barère, en su informe del 10 de Termidor, insistió en esta idea, afirmando que "la justicia nacional ha triunfado". Para apoyar esto, incluso recurrió a la historia de un sello con una flor de lis encontrado en el despacho de los "robespieristas", lo que luego se supo que fue una manipulación.
Esta interpretación de Termidor, como la caída de la última facción, se definió en una proclama a los departamentos y ejércitos. La identificación de Robespierre con el Terror comenzó al día siguiente de su ejecución, cuando Barère usó por primera vez la expresión "el sistema del Terror", buscando desvincularse de él. Pronto se popularizó la frase "el Terror de Robespierre".
La Convención encargó al diputado Edme-Bonaventure Courtois un informe sobre las actividades de Robespierre. El 5 de enero de 1795, la comisión Courtois presentó sus conclusiones, pero las pruebas sobre la "tiranía robespierista" eran débiles. Incluyeron el testimonio de Louis-Stanislas Fréron, quien había sido desautorizado por Robespierre. Fréron lo describió como "triste, repugnante, taciturno, envidioso del éxito de sus compañeros. […] Jamás se tuvo noticia de que se riera. Jamás olvidaba un desaire; era vengativo y traicionero".
Los rumores sobre Robespierre
A partir del 10 de termidor, se difundieron en la prensa y panfletos una serie de rumores sobre Robespierre para justificar su detención y ejecución. Algunos fueron inventados por los miembros de los Comités que habían orquestado su caída.
El primer rumor fue el de "Robespierre-rey". La acusación de que quería ser coronado apareció el 9 de termidor. Al día siguiente, el Comité de Seguridad General afirmó haber encontrado la "prueba" de sus aspiraciones monárquicas: un sello con una flor de lis en el despacho del Ayuntamiento. Años después se supo que fue una manipulación. El 11 de termidor, Billaud y Collot afirmaron que los conspiradores habían acordado repartirse Francia como en los triunviratos romanos: Couthon reinaría en el sur, Saint-Just en el norte y Robespierre en el centro. Algunos impresos incluso afirmaron que Robespierre pretendía casarse con la hija de Luis XVI.
También circularon rumores sobre un "Robespierre-sanguinario". Se le acusó de excesos y de haber cometido actos de crueldad.
Paul François Jean Nicolas Barras, uno de los protagonistas del 9 de termidor, escribió en sus Memorias que los cuentos que circularon sobre Robespierre, aunque "difíciles de creer", fueron "útiles" para convencer al pueblo de apoyar a la Convención. Se dijo que Marc Vadier había confesado que sus hombres habían colocado el sello con la flor de lis y habían iniciado los rumores, justificándolo con que el miedo a la pena de muerte le despertaba a uno la imaginación.
Galería de imágenes
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Nueve de Termidor (1864), de Valery Jacobi, conservado en la galería Tretiakov de Moscú. Tumbado sobre una mesa, herido, en una sala del Comité de Salvación Pública, Robespierre es objeto de la curiosidad y de los insultos de sus guardianes, delante de sus amigos, deshechos