Alcalde de barrio (Antiguo Régimen) para niños
El alcalde de barrio fue un puesto importante en los municipios de España, creado en 1768 por el rey Carlos III de España. Al principio, esta figura se estableció en Madrid y luego se extendió a otras ciudades. Su objetivo principal era mantener el orden y evitar problemas en las ciudades, especialmente después de unas protestas populares en 1766.
Este cargo era diferente al de los diputados del común y los síndicos personeros del común. Estos últimos buscaban dar voz a la gente común, es decir, al pueblo, en los ayuntamientos. En cambio, los alcaldes de barrio se enfocaban en la seguridad y el buen funcionamiento de la vida diaria en las ciudades.
Contenido
¿Por qué se creó el cargo de alcalde de barrio?
El Motín de Esquilache y sus consecuencias
En marzo de 1766, hubo unas grandes protestas en Madrid, conocidas como el Motín de Esquilache. La gente gritaba "¡Viva el rey, muera Esquilache!", refiriéndose al ministro del rey. Estas protestas se extendieron a otras ciudades y fueron muy intensas.
Después de controlar estas protestas, el rey Carlos III tomó medidas para mejorar la organización y el control en las ciudades. Primero, en junio de 1766, creó la figura del "diputado del común", que se encargaba de asegurar el abastecimiento de alimentos. Poco después, apareció el "síndico personero del común", que era como un portavoz de los ciudadanos en el ayuntamiento.
La misión de los alcaldes de barrio
Los alcaldes de barrio se crearon con un propósito distinto: su tarea principal era vigilar el orden en las ciudades y evitar que ocurrieran nuevas protestas como las de 1766. Al principio, esta medida solo se aplicó en Madrid, que fue donde comenzaron los problemas. El conde de Aranda, un nuevo ministro del rey, propuso esta idea.
Madrid se dividió en "cuarteles" y "barrios" para que los Alcaldes de Casa y Corte, que dependían del Consejo de Castilla, pudieran supervisar mejor la ciudad. Luego, la medida se extendió a otras ciudades importantes de España que tenían audiencias (tribunales de justicia), como Valladolid, Granada, Oviedo, Sevilla, La Coruña, Zaragoza, Barcelona, Valencia y Palma de Mallorca.
¿Cómo se organizaban las ciudades con los alcaldes de barrio?
Las ciudades, incluyendo Madrid, se organizaron de una manera muy detallada. Se dividieron en "cuarteles", que a su vez se dividieron en "barrios". Cada barrio se dividió en "manzanas" de casas, y estas casas se numeraron. Se colocaron placas en las casas (algunas aún existen) que indicaban el número de la manzana, el cuartel y el barrio al que pertenecían.
Esta organización fue muy importante para el urbanismo de las ciudades. Antes, las direcciones eran muy vagas, como "la casa que está en la calle de la Trapería frente a la panadería junto al convento". Con esta nueva medida, cada vivienda quedó claramente identificada, lo que facilitó mucho la vida en la ciudad y el trabajo de vigilancia.

¿Cuáles eran las responsabilidades de un alcalde de barrio?
Una ley de 1768, que primero se aplicó en Madrid y luego en otras ciudades, establecía que cada barrio tendría un "alcalde de barrio". Este alcalde era elegido por los vecinos que pagaban impuestos. Sus responsabilidades eran muchas, aunque siempre bajo la supervisión de los tribunales (audiencias).
Entre sus tareas estaban:
- Llevar un registro de los vecinos de su zona.
- Vigilar a las personas que causaban problemas.
- Recoger a los mendigos y a los niños abandonados.
- Asegurar el orden público.
- Mantener limpias las calles.
- Vigilar que se cumplieran las normas del municipio.
Todas estas tareas se conocían como funciones de "policía", una palabra que en ese momento se refería a la buena organización y el cuidado de la ciudad (viene de "polis", que significa 'ciudad').
¿Cómo evolucionó el cargo de alcalde de barrio?
Al principio, la figura del alcalde de barrio fue bien recibida. Algunas ciudades, como Córdoba, Jerez y Ciudad Real, incluso pidieron tener este cargo. Sin embargo, con el tiempo, el puesto perdió parte de su importancia. Algunos pensaban que esto se debía a que los alcaldes eran elegidos por el pueblo y no siempre tenían formación en leyes.
De hecho, en Madrid, a partir de 1801, durante el reinado de Carlos IV, se eliminaron las elecciones para este cargo. Los alcaldes de la capital pasaron a ser nombrados directamente por la Sala de Alcaldes de Casa y Corte del Consejo de Castilla. Algo similar ocurrió en el resto de las ciudades, donde el nombramiento pasó a ser una decisión de las autoridades.