Tercias reales para niños
Las tercias reales eran una parte del dinero o productos que la Iglesia recibía y que luego entregaba a los reyes de Castilla y León y, más tarde, a los de toda España. Imagina que la Iglesia cobraba un impuesto llamado diezmo, que era una décima parte de lo que la gente producía (como cosechas o ganado). De ese diezmo, las tercias reales eran dos novenas partes que iban directamente a la Corona. Con el tiempo, esto se convirtió en una forma común de obtener ingresos para los reyes.
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¿Cómo surgieron las tercias reales?
El origen de los diezmos
Desde el siglo X, en la región de Castilla y León, se empezó a dar a las iglesias el derecho de cobrar diezmos. Esto ocurría especialmente en los lugares que se estaban repoblando. Al principio, los reyes lo concedían como un favor, pero después de un evento importante de la Iglesia en 1213, conocido como el Cuarto Concilio de Letrán, se hizo una ley en España que reconocía este derecho.
¿Por qué los reyes necesitaban parte de los diezmos?
Los diezmos hicieron que la Iglesia tuviera muchos ingresos y se volviera muy rica. Mientras tanto, la Hacienda Real, que era como la "caja" del rey, tenía pocos recursos y necesitaba dinero. Por eso, los reyes empezaron a pedir a los líderes de la Iglesia, los papas, que les permitieran participar de esos ingresos.
Se cree que en 1219, el papa Honorio III le dio al rey Fernando III de Castilla y de León el derecho a recibir las Tercias Reales. Al principio, esto fue algo temporal y solo para ocasiones especiales. Sin embargo, cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada, el papa Alejandro VI les concedió de forma definitiva las dos novenas partes de los diezmos, es decir, las Tercias Reales, para ellos y para todos los reyes que vinieran después.
La importancia de las tercias reales en la historia
Durante muchos siglos, el dinero de las tercias reales fue muy importante para las finanzas del reino. Pero los reyes siempre tenían muchas deudas. Para conseguir dinero, a veces vendían cargos importantes o títulos de nobleza. También decidieron vender el derecho a cobrar las tercias. Por esta razón, la importancia de las tercias como ingreso para la Corona fue disminuyendo poco a poco. Aun así, a finales del siglo XVIII, su valor seguía siendo muy alto, ¡unos 15 millones de reales!
Edificios para la recaudación
Todavía existen algunos edificios que se usaban para guardar lo que se recaudaba de las tercias. Por ejemplo, hay uno en Villamayor de Santiago, en la provincia de Cuenca, donde incluso la plaza principal se llama "La Tercia". También se pueden encontrar edificios similares en Campo de Criptana, en la provincia de Ciudad Real.
Un ejemplo: las tercias en Baena
En la localidad de Baena, las tercias fueron vendidas por la Corona a un noble, el Duque de Sessa. Así, el dinero de las tercias de Baena pasó a ser administrado directamente por el Duque.
Incluso durante la Guerra de la Independencia, aunque los derechos de los nobles estaban siendo eliminados, el Duque de Sessa seguía recibiendo una gran cantidad de productos y dinero por las tercias de Baena. Por ejemplo, cada cinco años recibía más de 2.200 fanegas de pan y mucho vino y aceite, lo que sumaba una gran cantidad de dinero, incluso en tiempos difíciles.
Todo esto demuestra que en Baena era necesario tener un lugar adecuado para guardar todo lo que se pagaba en concepto de diezmos y tercias. La gran cantidad de riquezas que acumulaba la Iglesia y el hecho de que los pagos se hicieran en productos (como trigo o aceite) hicieron que fuera indispensable construir edificios especiales para almacenar todo esto.