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Sucesos de Gilena para niños

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Los Sucesos de Gilena fueron una serie de eventos importantes que ocurrieron el 9 de octubre de 1931, en el pueblo de Gilena, en la provincia de Sevilla, durante la Segunda República Española. Todo comenzó con una huelga de un grupo de trabajadores que buscaban mejores condiciones. Estos eventos terminaron en enfrentamientos entre los habitantes, dejando seis personas fallecidas y sesenta y nueve detenidos.

En aquella época, en la mayor parte del campo andaluz y en el resto de España, muchas familias vivían en condiciones muy difíciles y la mayoría de los trabajadores del campo no sabían leer ni escribir. El campo andaluz era un lugar con mucha actividad social y demandas de cambio. Las personas más necesitadas esperaban con mucha ilusión las mejoras que la nueva República había prometido. Esta esperanza, mezclada con la frustración, llevó a muchos pueblos y ciudades, incluyendo Gilena, a manifestarse de forma enérgica, apenas seis meses después de que se proclamara el nuevo gobierno.

Aunque no fue el único incidente de este tipo, los Sucesos de Gilena se destacaron por ocurrir tan pronto en la República, por su intensidad (con la pérdida de seis vidas) y por su impacto. El caso fue reportado a la prensa por el ministro de Gobernación, Miguel Maura, y se discutió en el Parlamento por el diputado socialista Eladio Fernández Egocheaga.

Contexto social y político

La Segunda República Española fue un periodo de gran actividad política en España durante el siglo XX. El nuevo sistema republicano ofrecía más libertad, lo que permitió que los trabajadores expresaran sus preocupaciones políticas. Esto hizo que los problemas sociales que ya existían se hicieran más grandes, llevando a menudo a situaciones de conflicto.

En España, las organizaciones de trabajadores crecieron mucho. Por ejemplo, la UGT pasó de tener 300.000 miembros en 1930 a unos 400.000 ocho meses después de la República, con muchos de ellos en Andalucía. La CNT también tenía una gran cantidad de miembros. Esto significa que en Andalucía y Sevilla, las demandas de los trabajadores eran muy fuertes y a veces más radicales.

Hubo muchas huelgas en la provincia de Sevilla durante la República. Solo en los ocho primeros meses de 1931, se registraron 48 huelgas, y diez de ellas ocurrieron en octubre. No es una coincidencia que los Sucesos de Gilena ocurrieran en octubre, ya que en ese mes se recogían las aceitunas, una época clave para el trabajo en el campo.

La relación entre los grandes propietarios de tierras y los trabajadores del campo era muy tensa. Muchos trabajadores buscaban cambios profundos. Las protestas a menudo incluían la ocupación de tierras o la destrucción de maquinaria agrícola. Estos conflictos, conocidos como "sucesos", fueron comunes durante la República, como los ocurridos en Arnedo, Castilblanco, Aznalcóllar o Casas Viejas.

Los Sucesos de Gilena

Situación de Gilena

El pueblo de Gilena, situado a siete kilómetros de Estepa, tenía una población de 3.840 habitantes en 1930. La mayoría de sus habitantes eran jornaleros, es decir, trabajadores del campo, especialmente dedicados a la recolección de aceitunas, una tarea en la que participaban casi todos los miembros de la familia. Las oportunidades de trabajo eran muy pocas, y las únicas opciones parecían ser emigrar o que se hiciera una reforma agraria para repartir mejor la tierra.

En Gilena, la mayor parte de la tierra pertenecía a unos pocos dueños, siendo la más grande propiedad del Ducado del Infantado, dueño de una finca muy conocida llamada “El Marqués”. Las malas cosechas de 1930 y 1931 empeoraron la situación de pobreza. El Ayuntamiento pidió ayuda al gobierno para hacer obras en los caminos y carreteras, y se intentó repartir el trabajo entre los pocos agricultores, pero no fue suficiente para los aproximadamente 800 trabajadores sin recursos.

Cambios políticos en Gilena

Las elecciones municipales de abril de 1931 no se celebraron en Gilena porque los candidatos, en su mayoría monárquicos (partidarios del rey), fueron elegidos automáticamente. Esto causó el rechazo de los grupos republicanos, especialmente los socialistas, que querían un cambio. Los socialistas, aunque aún no eran un partido legal, estaban muy bien organizados y llegaron a nombrar a su propio alcalde alternativo, Juan Antonio Páez.

Para corregir esta situación, el gobernador de la provincia decidió nombrar un grupo provisional con representantes de diferentes partidos. Sin embargo, poco después, se volvieron a considerar válidos los resultados de las elecciones iniciales, y Alfonso Díaz Martín fue elegido alcalde de nuevo. Esto creó una situación extraña: un gobierno republicano a nivel nacional, pero un ayuntamiento local con un perfil monárquico.

Para establecer las bases del nuevo régimen republicano, se convocaron nuevas elecciones municipales para el 31 de mayo de 1931 en los lugares donde hubo irregularidades, como Gilena. Los partidos que se presentaron fueron el PSOE y el Partido Republicano Radical. El Partido Republicano Radical agrupaba a los propietarios agrícolas y algunos trabajadores, mientras que los socialistas eran en su mayoría obreros. La tensión entre ambos grupos crecía cada día, hasta el punto de que fue necesario enviar más fuerzas de la Guardia Civil.

En estas elecciones, con una participación del 87.38%, se eligieron 11 concejales: 7 del PSOE y 4 del Partido Republicano Radical. Finalmente, Manuel Luna Conejo (PSOE) fue elegido alcalde. El nuevo ayuntamiento quedó formado por:

  • Alcalde - Manuel Luna Conejo (PSOE)
  • 1.º Teniente alcalde – Pablo Pozo Jiménez (PSOE)
  • 2.º Teniente alcalde – Antonio Reina Jurado (PSOE)
  • Concejal – Ramón Reina Carvajal (PSOE)
  • Concejal – Pedro Montero Jurado (PSOE)
  • Concejal – Manuel Rodríguez Páez (PSOE)
  • Concejal – José Ruiz Díaz (PSOE)
  • Concejal – José Ruiz Díaz (PRR)
  • Concejal – Jerónimo Muñoz Moreno (PRR)
  • Concejal – José Moreno Martínez (PRR)
  • Concejal – Felipe Amador Jurado (PRR)

El principal desafío para las nuevas autoridades municipales fue la grave falta de trabajo que afectaba a la mayoría de la población. Las medidas tomadas por el gobierno no lograron solucionar este problema. Una situación irregular con unos vales de dinero para pagar jornales, que causó un revuelo, llevó a que la corporación municipal fuera reemplazada por una comisión gestora, justo antes de que ocurrieran los dramáticos "Sucesos".

Desarrollo de los Sucesos

El 17 de septiembre de 1931, hubo un pequeño altercado entre dos vecinos. Esto llevó a una situación más grande con la participación de más personas. La desesperación de los trabajadores del centro socialista los llevó a convocar una huelga general para el 5 de octubre. Se formó un comité de huelga liderado por Manuel Reina Guerra. Las reuniones entre los representantes del gobierno y los trabajadores no lograron detener la huelga.

El 9 de octubre, a las 7 de la mañana, pequeños grupos de huelguistas se dirigieron a los campos para asegurarse de que nadie estuviera trabajando y así presionar más. Los trabajadores que estaban en la finca “El Marqués” fueron invitados a unirse a la huelga. Aunque al principio se negaron, el grupo de huelguistas regresó al centro socialista y luego volvió a la finca con más personas, incluyendo mujeres, sumando entre ochenta y cien personas.

A las 9 de la mañana, el cabo José Regidor Sanguino de la Guardia Civil de Aguadulce, junto con dos guardias más, interceptó a los huelguistas. Los obligaron a levantar los brazos, los registraron y solo encontraron piedras y palos. Acusados de intentar forzar la huelga, fueron llevados en fila al cuartel de Gilena.

Cerca de las 11:30, al llegar a la calle La Cruz, frente a familiares y vecinos, las mujeres comenzaron a protestar contra la Guardia Civil. Algunos guardias apuntaron con sus fusiles, lo que causó más pánico y las mujeres corrieron al centro socialista para dar la alarma y pedir ayuda.

El cabo Daniel Santos Bermúdez, del cuartel de Gilena, se unió como refuerzo, sumando ocho guardias en total. La casa cuartel quedó cerrada con las familias dentro. Cuando la fila de detenidos llegó a la calle Nueva, donde estaba el cuartel, y el final de la fila estaba frente al centro socialista, se oyó un cristal romperse y un guardia disparó al aire. La confusión llevó al caos. Los detenidos y otros trabajadores que esperaban en el centro obrero se enfrentaron a los guardias. Un grupo de mujeres arrinconó al cabo de Aguadulce, quitándole el fusil y el machete. Los demás guardias comenzaron a disparar.

Los trabajadores se refugiaron en el centro obrero y desde una ventana dispararon al cabo Regidor con su propio fusil. Investigaciones posteriores indicaron que el cabo había sido herido mortalmente antes con una aguja de coser esparto. José Regidor Sanguino tenía 38 años, estaba casado y tenía tres hijos.

El caos se intensificó, los disparos aumentaron y ya no solo se disparaba al aire, sino también a la gente, lo que causó la muerte inmediata de tres trabajadores. Otros dos fallecieron después. Rafael Jurado Pérez, Antonio Reina Rodríguez y José Morillas Maireles cayeron en las puertas de La Amistad; Francisco Reina Reina murió de camino a Sevilla; y Francisco Javier Pozoblanco murió en Sevilla en la madrugada del 10 de octubre. En respuesta, desde el centro socialista se realizaron disparos con pistolas, hiriendo al guardia Julián Barbero Monilla.

Algunos heridos fueron llevados al ayuntamiento y al cuartel de la Guardia Civil para ser atendidos. El número de heridos fue incierto durante días, ya que muchos, por miedo a ser detenidos, fueron curados en sus casas. Se estima que hubo entre 40 y 50 heridos.

Hacia el mediodía, llegaron refuerzos de la Guardia Civil de pueblos cercanos. Un grupo de la Guardia Civil ocupó el centro socialista, que estaba lleno de trabajadores.

Se detuvo a 79 personas. Las investigaciones fueron llevadas a cabo por el Juzgado de Instrucción de Estepa. El centro "La Amistad" fue registrado y se encontraron objetos y herramientas, pero no armas cortas, aunque sí dos casquillos de bala. También se encontraron bastones de hierro, navajas, un puñal, varias hondas, el fusil del cabo (con las cinco balas disparadas) y su machete. Posteriormente, se registró el centro del Partido Republicano Radical, donde se encontraron tres revólveres y munición. Los directivos de este partido fueron detenidos.

Por la tarde, llegaron las principales autoridades, como el gobernador civil, Vicente Sol Sánchez, y altos mandos de la Guardia Civil. El ministro de Gobernación, Miguel Maura, informó a los periodistas sobre "los sangrientos sucesos de Gilena".

Regreso a la normalidad

Para que el pueblo recuperara la calma, el gobernador civil tomó medidas para intentar solucionar la falta de trabajo. Se ordenó la distribución de trabajo sin distinción política. También se nombró a un nuevo alcalde, Antonio Rivero Luna, del Partido Republicano Radical, que ya había sido alcalde de Gilena años atrás.

La situación económica era difícil, especialmente para las familias de los encarcelados. Hubo gestos de solidaridad de otros pueblos, con donaciones de dinero que ayudaron un poco a las familias de Gilena.

La Comisión Gestora estuvo al frente del Ayuntamiento hasta el 30 de agosto de 1932. Un nuevo gobernador civil, José Calviño, restituyó a todos los concejales elegidos democráticamente en mayo de 1931, lo que significó el regreso de la mayoría socialista.

Mientras tanto, los detenidos eran juzgados. Solo algunos vecinos fueron condenados por agresión a las fuerzas del orden, como Antonio Jurado Reina (5 años de cárcel), Lázaro Rodríguez (4 años) y Gregorio Reina Carvajal (3 años). El resto de los detenidos fueron absueltos. Las condenas no se cumplieron por completo, ya que dos años después fueron liberados gracias a las Leyes de Amnistía de abril de 1934.

Un año después de los sucesos, los concejales decidieron cambiar el nombre de algunas calles para recordar a los fallecidos. El alcalde propuso cambiar el nombre de una calle por "Calle 9 de octubre", mientras que los socialistas propusieron poner el nombre de los vecinos fallecidos a las calles donde vivieron. Finalmente, se acordó cambiar el nombre de seis calles, una de las cuales se llamaría 9 de octubre.

Dos años más tarde, el 9 de octubre de 1933, se organizaron nuevos actos en recuerdo de los fallecidos. El gobernador civil aprobó que una comisión de la Guardia Civil llevara una corona de flores a la tumba del cabo fallecido, y por la tarde, miembros socialistas llevarían coronas a las tumbas de los trabajadores fallecidos.

Impacto y reflexiones

El impacto de los Sucesos de Gilena no fue tan grande como el de otros incidentes posteriores, como los de Arnedo o Castilblanco, que ocurrieron en momentos de mayor tensión. Sin embargo, a nivel provincial, el gobernador civil, Vicente Sol, actuó con firmeza en futuros conflictos, logrando acuerdos entre propietarios y trabajadores en otros pueblos.

Uno de los momentos importantes fue en marzo de 1936, cuando el Ministerio de Agricultura autorizó la ocupación inmediata de fincas por utilidad pública. Esto fue bien recibido en Gilena como una posible solución a la falta de tierras. Se pensó en expropiar la finca “El Marqués”, pero el proceso nunca se llevó a cabo.

En cuanto a los responsables de los sucesos, la lealtad entre los trabajadores protegió al autor del disparo que nunca se supo oficialmente. Los detenidos y condenados fueron liberados por las Leyes de Amnistía de 1934, y muchos de ellos siguieron participando activamente en la vida política del pueblo. A pesar de la represión, el pueblo siguió manifestándose, convocando nuevas huelgas.

Es difícil saber si los hechos se podrían haber evitado o quién tuvo la culpa. Sin embargo, se pueden identificar aspectos que contribuyeron a los altercados, como el nerviosismo de los trabajadores y las mujeres, la actuación de la Guardia Civil al disparar, y especialmente, la decisión del cabo de la Guardia Civil de Aguadulce de llevar a los detenidos por la calle donde se encontraba el centro obrero, en lugar de una calle directa al cuartel.

Acta del Congreso de los Diputados, 20 de enero de 1932.

El Sr. Fernández Egocheaga, diputado por Sevilla, habló en el Congreso sobre los trágicos sucesos de Gilena. Explicó que estos eventos, donde murieron un cabo de la Guardia Civil y cinco trabajadores, eran inevitables debido a la falta de cuidado del comandante de la Guardia Civil de Gilena. Este comandante, según el diputado, había dicho públicamente que quería acabar con la organización de trabajadores del pueblo, que estaba afiliada a la Unión General de Trabajadores.

Se creó otra organización, apoyada por los propietarios, que obligaba a los trabajadores a afiliarse a ella para conseguir empleo, aprovechando la difícil situación económica. Los trabajadores afiliados a la Unión General se quedaban sin trabajo.

El diputado Fernández Egocheaga y sus compañeros visitaron al gobernador para denunciar estos hechos y pedir que el trabajo se repartiera de manera justa. Sin embargo, no solo no lo consiguieron, sino que el comandante de la Guardia Civil de Gilena se coordinó con fuerzas de pueblos vecinos. Cuando los trabajadores de la Unión General se dirigían al campo en busca de trabajo, fueron detenidos a la salida del pueblo, registrados sin encontrarles armas.

Al llegar a la finca, se encontraron con la Guardia Civil de Aguadulce, que también los registró. Un grupo de 60 o 70 trabajadores fue llevado detenido en fila. Se cometió el error de llevarlos por un callejón estrecho, justo donde estaba el Centro Obrero, en lugar de una calle más ancha que iba directamente a la cárcel.

Como era de esperar, al pasar los detenidos frente al Centro Obrero, muchas mujeres protestaron enérgicamente y pidieron a los demás trabajadores que no permitieran que los llevaran a la cárcel. En ese momento, uno de los trabajadores se abalanzó sobre el comandante de la Guardia Civil de Aguadulce y, con su propio fusil, le disparó, causándole la muerte. Al mismo tiempo, la Guardia Civil de Gilena, que estaba colocada estratégicamente, comenzó a disparar, causando la muerte de cinco trabajadores, hiriendo a 40 o 50 y deteniendo a 80 personas afiliadas a la organización.

El diputado agradeció al Presidente del Consejo de Ministros y al Ministro de Gobernación por su intervención para liberar a 75 de los 80 presos. Sin embargo, el Centro Obrero y el bar del conserje, que estaban en el mismo edificio, fueron cerrados y seguían así después de cuatro meses.

El diputado expresó su preocupación por la actuación del gobernador civil de Sevilla, a quien consideraba poco imparcial en este tipo de conflictos sociales. Mencionó que el gobernador había abierto una colecta para la familia del guardia civil fallecido, pero no se había preocupado por los cinco trabajadores que también murieron. El diputado afirmó que los gobernadores civiles deben ser neutrales en estos conflictos y que el Estado debe encargarse de las pensiones de las familias de quienes mueren en el cumplimiento de su deber, sin necesidad de colectas públicas.

Finalmente, el diputado pidió al Ministro de Gobernación que hiciera todo lo posible para que se abriera el Centro Obrero de Gilena y el bar, ya que el conserje tenía una familia numerosa que mantener.

Véase también

  • Gilena
  • Violencia política en España (1931-1936)
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