Mitigación del cambio climático para niños
La mitigación del cambio climático se refiere a todas las acciones que tomamos para reducir la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Estos gases, como el dióxido de carbono, atrapan el calor y causan el calentamiento global. Al reducir estos gases, podemos disminuir los efectos del cambio climático.
Podemos lograr esto de dos maneras principales:
- Reduciendo las fuentes que emiten estos gases, como las fábricas o los coches.
- Aumentando la capacidad de los "sumideros de carbono", que son lugares que absorben estos gases, como los bosques.
A pesar de los esfuerzos mundiales, las emisiones de dióxido de carbono han seguido aumentando. Sin embargo, hay muchas formas de reducir las emisiones en el futuro. Algunas de estas incluyen:
- Ahorrar energía y usarla de manera más eficiente.
- Utilizar tecnologías que producen poca o ninguna emisión de carbono, como las energías renovables (solar, eólica) o la energía nuclear.
- Mejorar los sumideros de carbono, por ejemplo, plantando más árboles (reforestación) y evitando la tala de bosques (deforestación).
Un estudio de 2015 sugirió que invertir en una economía con bajas emisiones de carbono podría ser beneficioso económicamente.
Es importante saber que la mitigación es diferente de la adaptación. La mitigación busca evitar que el calentamiento global empeore, mientras que la adaptación se trata de prepararse y ajustarse a los cambios que ya están ocurriendo.
Contenido
¿Cómo podemos reducir el cambio climático?
Los científicos están de acuerdo en que el calentamiento global es un problema real. Por eso, se están buscando y desarrollando nuevas tecnologías para ayudar a reducir sus efectos. La mayoría de estas soluciones buscan prevenir un calentamiento adicional, aunque revertir el calentamiento que ya existe es un desafío mayor.
Un informe importante llamado Stern Rebenson sugirió varias maneras de controlar el cambio climático:
- Reducir la necesidad de productos y servicios que generan muchas emisiones.
- Hacer que todo sea más eficiente.
- Usar y desarrollar más tecnologías que emitan poco dióxido de carbono.
- Reducir las emisiones de los combustibles.
La Unión Europea, por ejemplo, tiene el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 2 grados Celsius por encima de los niveles que había antes de la Revolución Industrial. Ya hemos alcanzado un aumento de 0.8 °C, y se espera otro 0.5 °C. Para mantenernos por debajo de los 2 °C, los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera tendrían que estabilizarse muy rápidamente, lo cual es difícil con las políticas actuales.
La clave de muchas propuestas es usar menos energía y cambiar a formas de energía más limpias.
Tecnologías y métodos para la mitigación
Existen varias formas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero:
- Ahorro de energía: Esto incluye hacer que los vehículos sean más eficientes (como los coches eléctricos o híbridos) y cambiar nuestros hábitos diarios.
- Energías limpias: Usar fuentes de energía que no emiten gases de efecto invernadero, como la energía solar, la energía eólica, la energía mareomotriz (del movimiento del mar) y la energía geotérmica (del calor de la Tierra).
- Energía nuclear: Aunque es un tema con opiniones divididas, la energía nuclear produce electricidad con muy pocas emisiones de gases de efecto invernadero.
- Sumideros de carbono: Son sistemas naturales o artificiales que absorben dióxido de carbono de la atmósfera.
- Impuestos y créditos de carbono: Son herramientas económicas para incentivar a las empresas a reducir sus emisiones.
También se están explorando ideas más avanzadas, como la geoingeniería, que busca manipular el medio ambiente a gran escala para contrarrestar el cambio climático. Sin embargo, el crecimiento de la población mundial y el aumento de la producción económica con las tecnologías actuales hacen que la mayoría de estas propuestas sean un gran desafío.
Fuentes de energía limpia

Para reducir las emisiones de carbono, es fundamental desarrollar y usar más energías renovables.
Energías renovables
Los científicos han propuesto un plan para que el 100% de la energía mundial provenga de fuentes como la energía eólica, la hidroelectricidad (energía del agua), la energía solar y la energía geotérmica para el año 2030. Se recomienda apoyar estas energías con ayudas económicas y aplicar impuestos a las emisiones de carbono para que reflejen el costo real que tienen en el medio ambiente.
Electricidad nuclear
La energía nuclear genera más del 15% de la electricidad mundial. Se considera una alternativa a los combustibles fósiles porque produce muy pocos gases de efecto invernadero y es una fuente de energía constante. Sin embargo, es un tema de debate debido a su alto costo inicial, el manejo de los residuos nucleares y su impacto en el agua.
Combustibles fósiles con menos carbono
El gas natural (principalmente metano) produce menos gases de efecto invernadero por unidad de energía que el petróleo, y este a su vez produce menos que el carbón. Esto se debe a que el carbón tiene una mayor proporción de carbono. Quemar gas natural emite casi un 30% menos de dióxido de carbono que el petróleo y un 45% menos que el carbón.
Un estudio de 1997 encontró que el aumento del uso de gas natural, en lugar de otros combustibles fósiles más contaminantes, ayuda a reducir las emisiones de dióxido de carbono, incluso si hay un pequeño aumento en las emisiones de metano por fugas.
Eficiencia energética y ahorro
Transporte más limpio
Las tecnologías modernas, como los vehículos eléctricos y los que usan hidrógeno, pueden reducir mucho el consumo de petróleo y las emisiones de dióxido de carbono.
Cambiar el transporte de aviones y coches a trenes y metros, especialmente si usan electricidad renovable, reduce significativamente la contaminación.
El uso de biocombustibles (como el biodiésel) también puede reducir las emisiones si se producen de manera eficiente, sobre todo si se combinan con vehículos híbridos-eléctricos. La reducción de emisiones sería aún mayor para los vehículos eléctricos si la electricidad que usan proviene de fuentes renovables.
Una buena planificación urbana puede ayudar a reducir la cantidad de kilómetros que los vehículos recorren, disminuyendo así las emisiones. Fomentar el uso del transporte público también contribuye a este objetivo.
Planificación urbana inteligente

La forma en que se diseñan las ciudades influye en el consumo de energía. En Estados Unidos, por ejemplo, el crecimiento de las ciudades ha sido mayor que el crecimiento de la población, lo que ha aumentado los costos de infraestructura y la energía necesaria para el transporte y los edificios.
Por eso, cada vez más personas y gobiernos promueven una planificación urbana "inteligente". Esto incluye construir comunidades más compactas, ofrecer varias opciones de transporte, mezclar diferentes usos del suelo (por ejemplo, viviendas y tiendas en la misma zona) y proteger los espacios verdes. Estas prácticas no solo benefician el medio ambiente y la economía, sino que también mejoran la calidad de vida y reducen el uso de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero.
Enfoques como el Nuevo Urbanismo buscan reducir las distancias de viaje, especialmente en coche, y fomentar el transporte público, caminar y andar en bicicleta. Esto se logra con una densidad de población media, planificando el uso mixto del suelo y concentrando las viviendas cerca de los centros urbanos y las paradas de transporte.
Reforestación y evitar la deforestación
Plantar nuevos árboles (reforestación) y proteger los bosques existentes (evitar la deforestación) son acciones muy importantes. Los árboles absorben dióxido de carbono de la atmósfera, actuando como sumideros de carbono naturales.
Reducir el metano
El metano es un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono. Quemar el metano que de otra manera se liberaría a la atmósfera (por ejemplo, en pozos de petróleo o vertederos) es mejor que dejarlo escapar, ya que al quemarse se convierte en dióxido de carbono, que es menos dañino. Sin embargo, lo ideal es reducir la cantidad de metano que se produce en primer lugar.
Geoingeniería
Captura y almacenamiento de carbono
La captura y almacenamiento de carbón (conocida como CCS por sus siglas en inglés) es una estrategia para reducir el cambio climático. Consiste en capturar el dióxido de carbono (CO2) de grandes fuentes de emisión, como las centrales eléctricas que usan combustibles fósiles, y luego almacenarlo de forma segura en lugar de liberarlo a la atmósfera.
La tecnología para capturar el CO2 ya existe y se usa comercialmente. Sin embargo, el almacenamiento del CO2 es un concepto más nuevo y todavía se está probando. Cuando esta técnica se usa con biomasa (materia orgánica), se le llama energía de biomasa con captura y almacenamiento de carbono, y puede incluso resultar en una reducción neta de carbono en la atmósfera.
La CCS aplicada a una central eléctrica moderna podría reducir las emisiones de CO2 entre un 80% y un 90% en comparación con una central sin este sistema.
El CO2 capturado se puede almacenar en formaciones geológicas profundas (como rocas porosas bajo tierra), en los océanos profundos o transformándolo en minerales de carbonato. Las formaciones geológicas son las más prometedoras y se estima que tienen una gran capacidad de almacenamiento.
El IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) calcula que la CCS podría contribuir entre un 10% y un 55% al esfuerzo total para reducir el carbono hasta el año 2100.
En 2007, la Universidad de Texas en Austin recibió un contrato para un proyecto a largo plazo en Estados Unidos. Este proyecto estudió la viabilidad de inyectar grandes volúmenes de CO2 para almacenarlo bajo tierra. El proyecto, llamado SECARB, demostró la capacidad de almacenamiento de CO2 en un sistema geológico que se extiende desde Texas hasta Florida. Esta región tiene el potencial de almacenar miles de millones de toneladas de CO2.
Véase también
En inglés: Climate change mitigation Facts for Kids